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La Huelga de Brazos Caídos

VIII.-HAY UN FRENTE IMPALPABLE

Desde el comienzo, los Comités Oposicionistas recomendaron a los ciudadanos no ejercer en forma alguna, actos de violencia contra personas o propiedades. Se hermana así la huelga con el «Satyagraha» predicado por Gandhi. Pero al correr de los días, y en virtud de las arbitrariedades del Gobierno, se producen algunos brotes de reacción activa. Se integra una serie de grupos autónomos que trabajan en la clandestinidad dedicados al sabotaje y la radiotransmisión y que, a pesar de no obedecer la orden de los directores de la Oposición en cuanto al carácter pasivo de la huelga, colaboran con la solución de ésta al debilitar al Gobierno, al que obligan a desplazar gran número de tropas en su búsqueda y persecución.

Desde no se sabe donde, voces amigas vienen a traer fe, fortaleza y esperanza. Se aguarda ansiosamente la visita cuando llega la noche, reunida la familia junto al radio.

En la calle solitaria, los mariachis deambulan ateridos de frío de invierno y miedo. Cada pared, cada piedra en el suelo, cada poste en la esquina diluye espectralmente sus sombras, que se alargan y a veces parecieran levantarse amenazantes. Los fusiles apuntan hacia el cielo y sus disparos son los gritos de terror no articulados por las gargantas mudas de los hombres de la costa. Y el tiroteo se extiende por toda la ciudad.

Llega la voz a los hogares. Y Costa Rica Libre hace vibrar, porque ella los engendra para de ellos nutrirse; todos los corazones valerosos.

El Gobierno ha clausurado las radioemisoras de la Oposición, encarcela a quienes distribuyen boletines y obstaculiza la distribución de los periódicos que no están a su servicio. Ante la dificultad para difundir noticias verdaderas, jóvenes oposicionistas han puesto a funcionar dos estaciones clandestinas. Ambas se presentan con el nombre de Costa Rica Libre y trasmiten noche a noche, burlando la persecución que enseguida se desata en su contra.

En húmedo y oscuro calabozo, Juan Morales trata de recordar lo que escuchaba por el radio. La policía y los esbirros se llevan a las cárceles a los ciudadanos que, en sus hogares, son sorprendidos escuchando la voz de Costa Rica Libre. Varios boletines había podido escuchar. Decían:

El proyecto presentado por Gobierno al Congreso para eludir las graves consecuencias de la paralización de los bancos no es más que un soberano disparate. Y un atentado contra la organización bancaria y la economía nacional. No podía ser de otra manera como fruto que es del genial e inquieto Mechito Tinoco y del soberbio y no menos genial Alvarito Bonilla.

Las leyes se dan para los casos generales; para las situaciones normales; para los casos que pueden ocurrir en el transcurso normal de la vida colectiva. Pues bien, el célebre proyecto del Instituto de Movilización del Crédito es una ley para cuando los bancos se hallen en huelga; es decir, una ley para un caso extraordinario, anormal, patológico, que por primera vez será presentado en los ochenta años de vida bancaria del país, y que nunca más volverá a presentarse si, como tiene que ser, el pueblo logra reconquistar sus derechos democráticos y el país vuelve a marchar dentro de la Constitución y de las Leyes. Pero los proyectistas seguramente consideran que el caldero-comunismo va a seguir en el Poder, y que el pueblo entonces tendrá que seguir echando mano al recurso democrático de la resistencia pasiva contra los abusos del Poder Público, y que en consecuencia, se seguirán presentando paralizaciones bancarias como la que estamos viviendo. Así parecen razonar los genios financieros del Gobierno.

Pero no, la verdad no es esa. La verdad es que dichos proyectistas si saben que lo que están pretendiendo es una ley monstruosa y circunstancial para hacer nugatorio el esfuerzo de los empleados bancarios y meter en un régimen semi-militar, de puro corte totalitario, al régimen bancario del país.

Como son políticos ante todo; como lo que más les interesa es la conservación de sus canogías y sinecuras; como los intereses permanentes de la República son cosa despreciable para ellos, no han vacilado un momento en dirigir, con su proyecto, las bayonetas contra los Gerentes de los Bancos y los funcionarios del Departamento Emisor, aunque con ello se ponga en entredicho toda la legislación bancaria en vigencia, tan sabiamente concebida por expertos extranjeros y tan prudentemente puesta a trabajar por técnicos y especialistas costarricenses. Lo importante es que Calderón siga mangoneando; lo secundario es lo que ocurra a las instituciones y los intereses nacionales.

El proyecto en cuestión pretende echar sobre los hombros de los Gerentes de los bancos, so pena de tremendas sanciones, la obligación de entregarle una certificación a cada uno de sus depositantes, sobre el monto de sus depósitos. Con esa certificación, el depositante conseguiría efectivo en la institución que se trata de crear, la cual -a su vez- cambiaría esos certificados por nuevo efectivo en el Departamento Emisor del Banco Nacional, imponiendo a los funcionarios de éste la pena de remoción si se niegan a realizar esa operación. Por eso decimos que se militariza a Gerentes y a funcionarios del Emisor.

¿En qué cabeza puede caber que un Gerente, que sólo se entiende con las líneas generales de acción de su Banco, pueda entrar a darles certificación a todos sus depositantes, de los depósitos que tienen constituidos en la institución? El Banco de Costa Rica, el Anglo y los demás tienen cada uno de ellos, varios miles de depositantes. Y los proyectistas quieren que sus Gerentes entren a hacer de cajeros, de auditores, de contralores, de mecanógrafos, al tiempo, procediendo a certificar a cada uno de esos miles de depositantes el monto de los fondos que tienen depositados. Es, además de un sistema, militar, un sistema inoperante. Pues en solo estudiar una cuenta corriente puede el Gerente perder varias horas. Y no se diga que puede ser ayudado por los cajeros y demás empleados especializados, porque precisamente la hipótesis en que se grava a los Gerentes con semejantes responsabilidades, es la de una huelga en que los empleados no están trabajando.

¿Y en qué cabeza, en segundo lugar, puede caber el que el Departamento Emisor que es, por las leyes generales de bancos, la autoridad encargada de velar por el valor de la moneda, aparezca obligado a cambiarle al Instituto de Mobilisación de Crédito todos los certificados de depósitos que éste le envíe? ¿Que cuando la huelga termine, el Emisor procederá a cobrar sumas iguales en los respectivos bancos? Muy bien, ¿y mientras tanto? Mientras tanto cesa por acaso la responsabilidad del Emisor para velar por la circulación monetaria? Eso es lo único que le faltó a Mechito poner en su proyecto para ser consecuente con sus concepciones.

Según la Ley del Banco Nacional, el Emisor no está obligado a realizar ninguna operación de emisión. Todas ellas -compra de oro físico, compra de divisas extranjeras, adquisición de documentos de crédito, etc.- son facultativas: él puede realizarlas o no realizarlas. Y tiene que ser así, ya que si se pone a su cargo la grave responsabilidad de velar por la circulación monetaria, debe dejársele un amplio margen de acción y de decisión. El que tiene la responsabilidad tiene que contar con la libertad de decidir. Pero de acuerdo con el proyecto que se comenta, mientras la responsabilidad del Emisor continúa en pie, se le despoja de la libertad de que hasta ahora ha gozado, y se le obliga a realizar todas las operaciones que el Instituto proyectado le proponga sin chance ni de protestar siquiera. Pues que la protesta, o la negativa a operar, se castiga con la remoción de los funcionarios.

Claro que semejante militarización no podrá ser soportada por los actuales técnicos del Banco Nacional, que son personas serias y responsables; habrá que llevar allí a personas sin criterio y sin escrúpulos que hagan todo lo que el Gobierno ordene hacer. ¿Que le parecerá, por ejemplo, al público que realiza operaciones con los bancos, que el Emisor esté integrado por Albertazzi, Mitajuana y Pencho Alvarado, o por cualesquiera otros de su mismo tipo, aunque tal vez con pretensiones de ser distintos? ¿Sabe o no el Gobierno lo que la confianza significa en materias económicas? ¿Sabe el Gobierno que la desconfianza es la madre de todas las crisis financieras, y que, con su proyecto de marras lo que puede llegar a conseguir es que la huelga civil se propague hasta el uso del dinero? ¿Sabe el Gobierno lo que significaría para él que la gente se negase a recibir colones de los que se sabe han sido emitidos al conjuro de una legislación oportunista y circunstancial y al golpe discreto de un cañón de rifle en las espaldas de los funcionarios del Departamento Emisor? Decididamente hay que confesar que los calderones y los comunistas desconcertados por la vitalidad del pueblo costarricense y por su capacidad de sacrificio, no han hecho más que torpezas y estupideces.

Pero ya falta poco para la victoria final. Y cuando esta llegue, el proyecto luminoso de Instituto de Movilización del Crédito figurará a buen seguro en la Sección de bichos raros de nuestro Museo Nacional, para asombro de los estudiantes de Ciencias Económicas y vergüenza de sus atolondrados autores.

Durante estos días ha llamado la atención el paralelismo entre las líneas de conducta del Gobierno y del partido comunista, y la forma en que estas líneas de conducta se complementan. Hay actividades que realiza el Gobierno contra el pueblo, y hay otras actividades que realiza el partido comunista. Unas y otras actividades se complementan maravillosamente: parece dejarse al partido comunista la iniciativa y el Gobierno responde enseguida en forma ya determinada. Es siempre el mismo juego. Los ejemplos abundan: la prensa oficialista dice que el pueblo está hambriento, y el comunismo se lanza a saquear establecimientos señalados de antemano. La prensa oficialista dice que el movimiento de resistencia civil es una protesta de los ricos contra el impuesto sobre la renta, y los comunistas amenazan con echarse a las calles a exigir con sus armas, como lo dijo el líder comunista Manuel Mora, la solución del problema.

La distribución gratuita que de los elementos esenciales de la alimentación se está haciendo a todas las clases populares, se hace más perfecta cada día. Los comités de abastecimiento de la Oposición, encargados de que el pueblo no sufra hambre a causa del movimiento nacional de resistencia civil informan a los círculos directivos que diariamente reparten, con la colaboración de la Cruz Roja Internacional, de las Juntas de Protección Social y de la Junior Chamber International, muchos miles de botellas de leche y gran cantidad de arroz, frijoles, azúcar y otros artículos de primera necesidad sin cobrar un céntimo por estos servicios y sin discriminaciones de carácter partidista. En las ciudades funcionan comedores públicos y dentro de poco tiempo se espera extender este servicio a todas las zonas del país.

El Gobierno y el comunismo, que recientemente trataron de sorprendernos con la mentirosa noticia de que el pueblo estaba hambriento, al darse cuenta de que la Oposición asiste gratuitamente al pueblo no encuentran mejor camino que la violencia para responderle. Denunciamos las maniobras criminales del Gobierno y del comunismo, que aúnan sus esfuerzos para que los víveres destinados al pueblo no lleguen a las manos que los necesitan. Denunciamos que el Gobierno y el comunismo quieren mantener hambriento al pueblo para que prosperen sus prédicas demagógicas y para desacreditar al movimiento nacional de resistencia civil.

Este llamado se dirige a las fuerzas armadas del país, a los soldados de Costa Rica para quienes todavía el honor militar no sea una palabra hueca.

Este llamado se dirige a los soldados costarricenses para advertirles que deben negarse a seguir prestando sus servicios a un Gobierno que les manda ametrallar a sus compatriotas a sangre fría y sin provocación. El movimiento nacional de resistencia civil, la huelga de brazos caídos que les han ordenado combatir por el camino de la sangre a pesar de que este movimiento es respetuoso y pacífico, tiene como objeto algo que beneficia por igual a todos los costarricenses honrados, cualquiera sea el partido político a que pertenezcan, porque se origina únicamente en la negativa del Gobierno de otorgar al pueblo garantías efectivas para el libre ejercicio del derecho de votar. Si esas garantías se obtienen, saldrán beneficiados con ellas no sólo los miembros del partido nacional oposicionista, sino todos los costarricenses honrados, es decir aquellos costarricenses que están sencillamente preocupados porque el derecho de votar se ejerza libremente en Costa Rica. No existe una verdadera democracia allí donde el derecho de voto está restringido por la arbitrariedad del Gobierno, porque la importancia del sufragio libre está precisamente en asegurar que las personas electas por votación popular son de verdad representantes del pueblo. Ustedes saben que ese no es el caso de Costa Rica, porque han presenciado los escandalosos fraudes electorales de éste y del pasado Gobierno, y quizás no han tenido la serenidad de ánimo para reflexionar que por este camino ustedes están contribuyendo a legar a sus hijos una patria sin libertad y sometida a las arbitrariedades de unos pocos. A ustedes se les tiene con hambre y se les paga mal mientras reciben órdenes de los hermanos Calderón Guardia, enriquecidos con el dinero del pueblo, que es el dinero de ustedes. ¿Hasta cuándo seguirán colaborando con este régimen de infamia que soporta Costa Rica?

¿Hasta cuando se seguirán prestando para ametrallar a sus hermanos que no están pidiendo granjerías para ellos sino efectivos beneficios para el país entero?

Si necesidades económicas les obligan a prestar servicios al Gobierno, se les ofrece trabajo digno en las ciudades y en los campos. Si de alguna manera la gratitud les mantiene en las filas del Gobierno, es preciso que recuerden que no hay gratitud en este mundo que sea más importante que la conciencia da un hombre de bien, y que ninguna forma de agradecimiento es motivo bastante para arrastrar a un hombre digno al asesinato.

¡Alerta, costarricenses! El Gobierno de Costa Rica está usando el Poder Legislativo como un medio de amenaza y como un instrumento contra el pueblo. Las leyes que pretende pasar el Gobierno en estos días representan los intereses del Gobierno enfrente del pueblo, y como sólo es lícito legislar en nombre del pueblo y para bien del pueblo, se hace la siguiente recomendación:

Si el Gobierno de Costa Rica pretende usar las leyes como un instrumento de coacción contra el pueblo, el presente movimiento, que es de resistencia civil, debe transformarse en un movimiento nacional de desobediencia civil, que significa no prestar acatamiento a las leyes, excepción hecha de aquellas que garantizan la vida, el honor, la paz y la propiedad ajenas. Este movimiento, si se considera necesario para la salvación del pueblo, tendrá como consecuencia inmediata la cesación del pago de toda clase de contribuciones al Gobierno, y el desconocimiento y desobediencia pacíficas de sus Autoridades. Por el momento se recomienda disminuir al mínimo el consumo de aquellos artículos que soportan tasas, especialmente cigarrillos y licores; y se recomienda de modo particular retirar los litigios civiles de los Tribunales de Justicia, y resolverlos mediante árbitros privados, como lo permite de modo expreso nuestra Constitución Política. Oportunamente, en el caso de que entremos a esta nueva etapa de nuestro movimiento, o sea la desobediencia civil, daremos al pueblo de Costa Rica todas las instrucciones que sean necesarias.

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