Glostoras y medallitas
Carlos Revilla Maroto
En estos días conversaba con algunos amigos sobre la Revolución del 48 y un grupo de soldados del Ejército de Liberación Nacional, a los que la gente llamaba “Glostoras y medallitas”. Lo de “Glostoras” tenía que ver con un fijador (especie de aceite) para el cabello, que se vendía en esa época de esa marca. El fijador era manufacturado por una empresa de Estados Unidos, y se había vuelto muy popular en diversos países de Latinoamérica, incluido Costa Rica. La marca Glostora fue utilizada como término para apodar a los individuos cuidadosos de su persona y denotaba cierto poder económico por quienes la usaban. No creo que llegaran a la categoría de lo que se conoce hoy como metrosexuales, pero si se preocupaban un poco por su figura. Lo de “Medallitas” tenía que ver con una pequeña medalla de tipo religioso, que usualmente era una Virgen de Los Ángeles, algún santo o un crucifijo, que se llevaba en el cuello, casi siempre de oro o plata. Me parece que alguien podía ser uno u otro o incluso ambos.Carmen Granados, autora del famoso “Corrido a Pepe Figueres”, inmortalizó ese grupo en una de las estrofas de la canción:
“¡Viva Pepe! ¡Vivan sus hombres!
Todos muchachos de armas tomar.
Vivan glostoras y medallitas
Que por la patria saben luchar.”
Me siento orgulloso y privilegiado por haber sido mi papá, Juan Manuel Revilla Meléndez, de los que se conoce como integrante de la “La generación del 48″, es decir de quienes participaron y vivieron directamente los acontecimientos de ese período. También, fue precisamente uno de esos “Glostoras y medallitas” (realmente solo Glostora). Eso si, aclaro que mi papá no participó directamente como combatiente, estaba en esos días en Grecia de Alajuela, trabajando en la Cooperativa Victoria, que él ayudó a fundar, haciendo alguna labor que se podría decir de inteligencia para las fuerzas figueristas, pero no participó directamente en la guerra.
Lo anterior, y estar cerca de la fecha de conmemoración de los 75 años de la Revolución del 48, me animaron a escribir sobre el tema, solo que que esta vez desde una perspectiva un poco más personal y de primera mano.
Mi papá era miembro del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, foro fundado en 1940, que se fue involucrando cada vez más en la vida nacional y sus comentarios y propuestas salieron a la luz a través de la Revista Surco, que fue su órgano informativo. Su principal ideólogo fue Rodrigo Facio quien propuso medidas correctivas a la economía, entre ellas la necesidad de contar con una burguesía fuerte que invirtiera en otras ramas alternativas al café, diversificando con ello la economía y potenciando la competencia con las compañías norteamericanas que tenían monopolizada la inversión.
Este grupo creía en la intervención del Estado y en la justicia social, pero la subordinaba a la eficiencia económica; comulgaba con la pequeña propiedad y el cooperativismo, y era abiertamente anticomunista, por lo que proponía una armonización de las clases sociales. Aunque inicialmente apolíticos, terminaron organizándose alrededor del Partido Social Demócrata (precursosr del PLN), y dieron su apoyo a José Figueres Ferrer.
A pesar que se podría argumentar actualmente, que el Partido Liberación Nacional no es tan socialdemócrata como pregona serlo, en su fundación y años previos con el Movimiento de Liberación Nacional, el Partido Social Demócrata y el Centro, podemos asegurar que sí lo era. Y que a pesar de haber sido los “Glostoras y medallitas” de extracción burguesa y clase alta, tenían una gran conciencia social. De hecho fueron precursores en el país del cooperativismo, el cuál, los centristas, se dedicaron a divulgar e impulsar por medio de su revista. Ese fue el caso de la Cooperativa Victoria, que obtuvo unos terrenos en Grecia que se le habían confiscado a la familia Niehaus —de origen alemán— durante la segunda guerra mundial. La gente del Centro convencieron al Banco Nacional para traspasar esas tierras a una cooperativa de agricultores que se estaba formando, que a la postre llegaría a ser la primera en el país. Mi papá, de parte del Centro, fue uno de los que se trasladó a Grecia para capacitar en cooperativismo a los que serían los nuevos asociados. Según me contaba, trabajo que no fue muy sencillo porque a los campesinos, futuros asociados, les costaba entender el concepto del cooperativismo (aún hoy algunos no lo entienden), es decir, que todos eran dueños por igual y que ya no iban a tener un “patrono”. De más está decir que actualmente es una de las cooperativas más exitosas del país. También una de las razones de ir a Grecia, era que mi papá, que era ingeniero agrónomo con una especialización en caña de azúcar, por lo que brindó también capacitación en ese campo y posteriormente trabajó algún tiempo en la cooperativa.
Como corolario a lo anterior, en el 2003, asistí a un acto en las instalaciones del Campamento Oikoumene ubicado en Ochomogo de Cartago, organizado por Cenecoop para homenajear a los promotores y fundadores del cooperativismo. Retiré en esa oportunidad, en su nombre (ya había fallecido) una muy bonita placa, que guardo con mucho cariño y orgullo.
Para ubicarnos un poco en el contexto de la época, hay que decir que la clase media existía, pero era incipiente. Antes del 48 don Pepe hablaba de las “estadísticas del zapato”, y explicaba que antes del 48 si uno caminaba por la avenida central en San José, muy probablemente la mayoría de personas que se topaba estaban descalzas. Efectivamente mucha gente en Costa Rica en esa época no usaba zapatos porque simplemente no podía comprarlos o conseguirlos. Esto cambió dramáticamente después del 48, cuando se comenzaron a implementar verdaderas políticas públicas de combate a la pobreza e inclusión social, y —por supuesto— la revolución educativa (la revolución posible decía Daniel Oduber), con la construcción a lo largo y ancho del país de escuelas y colegios. Definitivamente, para bien, Costa Rica fue otra después del 48 y se empezó a gestar un verdadera igualdad de oportunidades.
Como nota interesante, me gustaría apuntar que el lema del Partido Social Demócrata era “Pan y Libertad”.
Las siguiente son algunas historias y anécdotas de esa época de la familia y amigos relacionadas al 48, como indiqué desde una perspectiva más personal como hijo de alguien de la “Generación del 48”. No pretendo hacer algo muy estructurado y puede que salte de un lugar a otro y de una época a otra sin previo aviso.
La idea es simplemente contar algunas anécdotas, del lado de la familia de mi papá, los Revilla Meléndez, pues por el lado materno, eran de Grecia de Alajuela y más bien de extracción mariachi (contrarios). Incluso un tío político de mi mamá, Antonio (Totón) Riggioni fue uno de los infames 27 diputados que votaron a favor de la anulación de las elecciones de 1948, que como recordarán fue uno de los detonantes de la guerra. Con eso les digo todo.
Como ya he dicho en otras oportunidades, para mi la Revolución del 48 fue un proceso que inicio con el exilio de don Pepe en 1942 a manos del gobierno de Calderón Guardia y terminó con la Invasión del 55, siendo los hechos del 48 solo una parte, pero quizás la más importante. Parte de ese período son también las transformaciones sociales de la década de los años 40, que incluye —por supuesto— las garantías sociales y el código de trabajo.
Empiezo con lo que contaba mi papá de las elecciones de 1944, en las que salió “electo” Teodoro Picado y “derrotado” León Cortés. Él fue miembro de mesa en San José y en esa época los resultados de las mesas se daban por radio desde la casa presidencial. Nos contaba que el resultado de su mesa fue leído al revés, es decir algo así como “Cortés 120 y Picado 32″, fue leído como “Picado 120 y Cortés 32″. Incluso decía que se oían hasta las risas de los que estaban leyendo los resultados. Una de las muertes que más le dolió a don Pepe fue la de León Cortés en 1946, a quien quería y admiraba. La Junta Fundadora de la Segunda República, por medio de un Decreto-Ley lo declaró Benemérito de la Patria. Posteriormente el cortesismo pasó a ser parte importante del PLN.
La “Huelga de Brazos Caídos” fue un paro patronal que contó con gran apoyo popular, algo curioso por cierto. De ahí nace el “no le compre, no le venda” (algunos agregan también “no le hable”) a los mariachis, que yo creo que todavía algunos resienten. La huelga culminó con una marcha de mujeres, el 2 de agosto de 1947, que llegó hasta el Parque Nacional, frente a donde estaba la casa presidencial de ese entonces. Una tía de mi papá participó en esa marcha, que era para pedir garantías electorales para las próximas elecciones. Lo que sucedió fue algo inaudito, de parte del gobierno dispararon —eso si al aire— contra las mujeres que desfilaban pacíficamente. Se tuvieron que tirar al suelo y mi tía abuela llegó a la casa, mi familia vivía cerca en Barrio Amón, con las rodillas todas raspadas, al haberse tenido que tirar al suelo por los disparos y —por supuesto— muerta de miedo. Esto hizo entrar en razón al gobierno y se firmó un pacto de caballeros para dar por finalizada la huelga y el gobierno se comprometió a respetar el resultado de las próximas elecciones (pacto que luego desconoció). Sobre lo anterior también hay una anécdota de don Pepe, ya alzado en armas, cuando se da la batalla de San Cristóbal Sur (cerca de La Lucha), y la que fue la única vez que participó directamente en combate. Don Pepe osadamente salió disparando una ametralladora contra las fuerzas del gobierno y gritó “hijuep… somos las mujeres del 2 de agosto”; haciendo clara alusión a lo sucedido el 2 de agosto de 1947. Después de ese incidente sus propios correligionarios lo “cuidaron”, para que no volviera a exponerse de esa forma tan peligrosa, después de todo era General (algo que no le importaba mucho por cierto) y el Comandante en Jefe del Ejército de Liberación Nacional.
Mis papás se casaron el 2 de abril de 1949, el mismo día del “Cardonazo”, que consistió en un cuartelazo llevado a cabo por el propio ministro de Seguridad Pública de la Junta de Gobierno, Edgar Cardona Quirós. Cardona se apoderó del cuartel de Artillería mientras Fernando Figuls tomó el cuartel Bellavista con un grupo de efectivos de la Inspección de Hacienda. Un cuñado de mi papá que estaba en la boda, miembro de la guardia personal de don Pepe, tuvo que salir a media ceremonia para irse en carrera hacia San José. Cardona pedía a la Junta de Gobierno la nulidad de dos de sus decretos leyes: la nacionalización bancaria y el impuesto del 10 por ciento al capital. Además, exigía algunos cambios en la composición de la Junta, pues pedía la destitución de los ministros de Economía y Comercio y de Trabajo, señores Alberto Martén y el Padre Benjamín Núñez. La aventura no duró mucho tiempo, y el cuartelazo fue reprimido pocas horas después de haber estallado. Dentro del Cuartel de Artillería muy pronto las fuerzas se dividieron en dos grupos, triunfando los leales a la Junta de Gobierno, que facilitaron la entrada de Figueres en este cuartel en las primeras horas del día tres de abril. Inmediatamente Figueres pidió la rendición del Bellavista, negándose los hombres que ahí se encontraban a la petición. Fue necesario entonces que fuerzas del Gobierno y hasta de algunos voluntarios, rodearan el cuartel y ante aquella situación, los hombres en él refugiados se rindieron al mediodía de ese día. Hubo 9 muertos y 30 heridos.
Mi abuelo paterno Juan Revilla era español. Tenía su oficina en la avenida 1era, enfrente de la parte “trasera” de la librería Universal, a la par de lo que por muchos años fue la Tesorería Nacional. Trabajaba con su socio y amigo don Agatón Lutz, un alemán que tenía una finca en Quepos. Como las comunicaciones en ese época a esos lugares tan apartados eran muy difíciles, lo hacían por radio de onda corta. En marzo del 48, ante el inicio de la guerra, el gobierno prohibió el uso de radios de comunicación privados para evitar que fueran usados por los rebeldes. El mismo día de la prohibición, mi abuelo usó la radio solo para llamar y decir que esa era la última comunicación hasta nuevo aviso. No había terminado de hacerlo, cuando le cayeron como 20 policías y se lo llevaron preso a la “Peni” (antigua cárcel, ubicada donde hoy está el Museo de los Niños) por terrorista y saboteador; además de confiscar todos los equipos y revolcarle la oficina. Lo anterior, agravado por el hecho de ser todavía en ese momento extranjero (algunos años después se nacionalizó). Estuvo preso hasta que, con la ayuda de amigos “mariachis”, lograron que lo soltaran. El vespertino “La Hora” destacó en primera plana como la noticia principal “Extranjero cogido con las manos en la masa”, y la foto de cuando se lo llevaban preso. Después del incidente, pasó sin poder dormir varias semanas, debido al gran susto que se llevó.
En el Espíritu del 48 tengo una cronología de la mayoría de acontecimientos que se dieron durante la Revolución, ahí se consigna que el 4 de abril de 1948 toman preso, acusado de sabotaje, a Jorge Manuel Dengo (creador del ICE y Benemérito de la Patria), según recuerdo por tratar de dinamitar la línea del ferrocarril al Pacífico cerca de Alajuela. Hace algunos años estaba don Jorge Manuel Dengo en la casa de don Hiram Sotela, y le estaba enseñando a don Jorge Manuel la cronología donde lo mencionamos (don Hiram y don Jorge Manuel eran consuegros). Cuando leían el texto en el monitor de la computadora, llegó un nieto (un niño en ese entonces) de don Jorge Manuel y leyó también el texto, y muy inocentemente se vuelve hacia el abuelo y le pregunta con cara de preocupación “¿Ay abuelito usted fue terrorista?”. Esta anécdota me la contó el propio don Hiram que fue un gran amigo de mi familia.
Bueno, estas son solo algunas historias, que me parece son suficientes para ilustrar un poco lo que fue esa época. Con esto espero haber cumplido con la tarea de darles una visión más personal del conflicto.
Me encantó el relato como nieta de Chachalaca viví muy de cerca toda esa época