Al filo de la medianoche, desde las montañas de Santa María de Dota y de Tarrazú, y ante la situación política confusa y agitada que vivía el país, José Figueres Ferrer lanzó su grito Revolucionario, llamando a las armas a los costarricenses que anhelaran la pureza electoral y les pidió oponerse al régimen de Teodoro Picado Michalski, Rafael Ángel Calderón Guardia y los comunistas. Figueres, en su hacienda «La lucha sin fin», fue acompañado por un pequeño grupo de ciudadanos que apenas portaban unas cuantas armas. La noticia cayó como una bomba en San José, y rápidamente se desparramó por todo el territorio nacional. Inicialmente las fuerzas del Gobierno no tomaron en serio al emergente caudillo, pero en días posteriores se dieron cuenta de que Figueres se había metido de lleno en esta campaña, y que poco a poco costarricenses de todo el país se iban uniendo a su movimiento el cual, un mes después, alcanzó la victoria.
ESTALLÓ LA REVOLUCIÓN DEL 48
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