“Paco” Urbina: las leyendas sobreviven

“Paco” Urbina
Las leyendas sobreviven

Entrevista realizada por el periodista Camilo Rodríguez, originalmente publicada en el semanario Ojo.

Era rumor generalizado que don Chico Orlich no quería que Daniel Oduber fuera presidente y un día llamó a su ministro de gobernación, Paco Urbina, en presencia de Mario Quirós Sasso, su ministro de la presidencia, quien soñaba con ser presidente, pero todavía estaba muy joven. Don Chico le dijo a Urbina que no quería a Oduber, y que le parecía que quien debía aspirar era él, porque tenia más méritos. Pero Paco le contestó que no tenia aspiraciones presidenciales.

Su lealtad con los amigos y la confianza que la gente de poder le tenia ya es leyenda. Don Paco fue diputado de Calderón Guardia en el 40, pero cuando el Presidente empezó a enfrentarse con su amigo León Cortés, decidió separarse de la fracción oficial. Luego fue diputado en el gobierno de Otilio Ulate, embajador de don Pepe y ministro de don Chico.

Cuentan quienes lo conocieron que don León Cortés era un hombre correcto, serio, intachable, pero que tenía un carácter endemoniado. Su temperamento era capaz de enfrentarlo a cualquiera, o de provocarle una molestia al que estuviera cerca de él en un mal momento. Sin embargo, con Paco Urbina todo eso se acababa. La gente decía que a Paco si lo quería de verdad y que con él tumbaba su temperamento.

Y hay una leyenda más que dice que don Chico lo tenia como su gran consejero. Tanto que Daniel Oduber no lo quería, puesto que cada vez que le llegaba con una idea donde don Chico, el agricultor ramonense le decía que esperara para consultárselo a Paco.

Ahora, ese amigo cercano de tantos políticos es un hombre de 93 años, que casi tiene que mostrar la cédula para que le crean, puesto que está tan bien que parece de 70, lo más de 75.

Delgado y alto, todavía está esbelto, camina erguido y tiene una elegancia especial, que le viene de adentro. Todavía conduce su automóvil, y su esposa nos cuenta que los domingos van solos a comer mariscos en un restaurante de Santa Bárbara de Heredia.

Tiene una memoria increíble. Recuerda nombres completos de amigos, nombres de sus esposas, sus hijos, sus padres. Parece una computadora ambulante. Tiene un nivel de precisión que impresiona.

Don Paco nació en Alajuela, el día de San Francisco, el 4 de octubre de 1910. «Cuando uno llega a estas edades, cualquier cosa se lo lleva. Está uno en la linea de fuego» confiesa Don Paco, pero de lo bien que está, ni él se lo cree.

Nació en el año del terremoto de Cartago. Su papá, Cornelio Urbina Tamayo, era un cubano de padre gallego, y su mamá, Silvia González Herrera, era alajuelense.

«Éramos hermanos de dos cosechas. De la primera cosecha tengo dos hermanos de padre, mientras que de padre y madre sólo uno, Enrique, médico, quien fue director del Hospital Calderón Guardia y del Hospital México», cuenta don Paco. Creció en Alajuela, y estudió en la escuela que en ese tiempo se llamaba Escuela Número 1 de Varones, a la que luego la bautizaron como Escuela Bernardo Soto. Después estudió en el Instituto de Majuela.

Fue durante el tiempo de colegio que empezó su interés por la política. «Cuando yo estaba en la segunda enseñanza. Había en Alajuela una municipalidad muy confrontativa, discutían mucho los dos grupos, el grupo que iba con don Cleto González VIquez, encabezado por don León Cortés, y el grupo de don Carlos María Jiménez Ortiz, quien habla sido el candidato contra don Cleto».

Don León y Calderón Guardia

«Yo asistía a las sesiones municipales, que eran muy encendidas, y me sentí atraído, siendo todavía menor de edad, por la figura de don León Cortés. Don León me hizo el favor de invitarme a su casa en muchas ocasiones, porque tenia un hijo que era compañero mío en el colegio, Otto Cortés, el papá de Julita Cortés, la cantante. Después, Otto y yo también fuimos compañeros en la Asamblea Legislativa. «Ibamos a estudiar a la casa de don León, y él me puso cariño. Era muy malencarado, muy bravo, pero de buenos sentimientos. Era amargado, seguro era una cuestión hepática, pero también muy honrado. Ese fue el modelo para que yo pensara en la política.

«Cuando estaba haciéndome bachiller, soñaba con ser diputado. Es que en esos años habla políticos de mucha altura, don Ricardo Jiménez, don Cleto González Víquez, don León Cortés… Yo decía: ‘no llegaré tan alto como ellos, pero si participaré’.

«Entré en Derecho para que me sirviera de pedestal en la política, y me sirvió de mucho porque algunas veces me botaron de los puestos políticos y de algo habla que vivir» dice don Paco.

Primero fue regidor en 1938, precisamente en las elecciones de medio período durante la administración de don León, cuando estaba recién graduado de abogado.

«A los dos años, como era partidario de don León, y él era amigo del doctor Calderón Guardia, candidato a la Presidencia, me insinuó que debía ser calderonista. «Don León llamó a Calderón, y le dijo ‘usted quiere ser presidente y en Majuela no tiene partidarios’. Calderón le dijo que sí, y entonces don León le contestó, pues aquí tiene usted al hombre para que dirija al partido en Alajuela’. Entonces, Calderón no hallaba qué hacer conmigo, y ahí mismo me ofreció la jefatura de acción del partido. Yo tenia sólo 27 o 28 años. Calderón me preguntó que con quienes podíamos contar. Entre otros, le nombré don Chico Orlich en San Ramón, le dije que era muy amigo de él, porque los dos éramos muy cortesistas».

Don Chico Orlich

«Fui yo solo a conseguir la adhesión de don Chico. Como yo iba a encabezar la papeleta de Alajuela, debía buscar al segundo lugar, que tenia que ser de Grecia. Era un cantón muy grande, que abarcaba lo que ahora son los cantones de Valverde Vega, Guatuso, Los Chiles y Upala. El tercer lugar era para San Ramón, porque era el tercer cantón alajuelense en habitantes. Le dije a Chico que le ayudáramos al doctor, y que él nos recompensaba con las diputaciones.

«Chico dijo que si. Él era tres años mayor que yo, y había sido compañero en el Colegio Seminario de Paco Calderón, hermano del doctor, así como de Pepe Figueres. Cuando fui a buscarlo. Chico dividía su tiempo entre las fincas y un negocio comercial al frente del mercado de San Ramón. Tenía unos 32 años.

«Empezamos a trabajar por Calderón, y ganamos muy fácil, porque el contrincante, don Ricardo Jiménez, estaba muy viejo, muy aperezado en la política, por lo que quedó Calderón de candidato único, de tal manera que cuando entramos al Congreso que se inauguró en 1940, éramos 39 diputados calderonistas y un diputado que no era calderonista, Manuel Mora» recuerda don Paco.

Además de Chico Orlich, Manuel Mora y Paco Urbina, entre los diputados estaban Ernesto Martén (el papá de Alberto Martén, quien luego fuera el compañero de don Pepe y don Chico en el 48), Bernardo Benavides (abuelo de Bernardo Benavides, quien fue diputado y viceministro hace poco), José Joaquín Peralta, de Cartago, quien fue Vicepresidente de Mario Echandi, y el doctor Grillo, quien murió en un accidente de aviación.

«Antes del año de gobierno, o al cumplir un año, nos separamos del doctor Calderón un grupo de diez o doce diputados, porque el Doctor Calderón habla emprendido una persecución contra León Cortés.

«Por orden del presidente de la república ninguna recomendación de don León ni de alguno de sus amigos o parientes tenia alguna validez en el gobierno. Y comenzaron las destituciones de todas las personas que fueran cercanas a don León».

Calderón versus Cortés

Le pregunto a qué se debió ese cambio tan drástico por parte de Calderón Guardia. «Nunca he podido contestar esa pregunta. Lo único que puedo decirle al respecto es que don Otto Cortés, mi amigo y compañero, el hijo de don León, había sido electo presidente del congreso faltando 8 días para que llegara al poder el Doctor Calderón. A don Otto se le vencía el período al año, el 1 de mayo de 1941; había sido electo en el 38 y terminaba en el 42.

«Calderón comenzó a llamar a los diputados amigos de don León y de don Otto, para pedirles que no votaran por un segundo periodo de don Otto. El quería que el Presidente de la Asamblea Legislativa fuera Teodoro (Picado), quien entonces era diputado raso, sin puesto en el directorio. Teodoro era bastante culto y estudioso. Además de abogado, había sido profesor de historia en el Liceo de Costa Rica y director del Instituto de Alajuela. Había nacido en 1900, como Calderón.

«Me fui un día y le pedí una audiencia al presidente de la república. Me atreví a decirle que la persecución que él habla iniciado contra don Otto Cortés, hijo de don León, le traerla consecuencias políticas. Yo sabía que en realidad lo que quería era anular y detener a don León Cortés, que era electoralmente superior a él. Eso desvelaba a Calderón. Quería ser el hombre más popular del país, pero mientras don León viviera, no le serla posible.

«Fui a hablar con él el 17 de abril de 1941. Le dije que se iba a echar de enemigo a don León, que era el hombre de más arrastre político en ese momento. Él me dijo lo siguiente: ‘a mí no me importa eso, estoy resuelto a acabar con don León Cortés y con su popularidad’. Así no más. Y me dijo más: ‘si querés, vos que sos amigo de don León, anda decile que yo haré todo lo humanamente posible, aunque tenga que salirme de la ley, para evitar una segunda presidencia de él. Te autorizo para que por tu medio lo sepa él’.

«Yo salí de la Casa Presidencial, me fui inmediatamente a la casa de don León Cortés, y le conté los detalles de mi entrevista y la resolución del Doctor Calderón. Don León me respondió que me devolviera y le dijera al doctor Calderón que si él pretendía atajarle el camino hacia una segunda presidencia tendría que ensuciar mucho su nombre y hacer mucho fraude y mucha presión, y que eso lo llevarla a no ser él (Calderón) Presidente de Costa Rica por segunda vez. «León Cortés era muy buen administrador. Se habla ganado un enorme prestigio por su honradez, sus puentes, sus caminos, por todo lo que se construyó durante su gobierno».

«Se cumplieron proféticamente esas dos conversaciones que tuve con el doctor Calderón y don León Cortés en el término de horas, en las cuales el doctor Calderón me dijo que don León no serla por segunda vez Presidente de Costa Rica y don León me dijo que le dijera al doctor Calderón que él tampoco serla Presidente de Costa Rica por segunda vez».

Enemigo de Calderón Guardia

«El 17 de abril de 1941 me convierto en enemigo de Calderón Guardia por el resto de la vida, hasta que él falleció», dice, como sosteniendo cada palabra, para que pesen más. Después de la conversación entre el Doctor Calderón y don Paco, se van del partido junto a don Paco, Chico Orlich; Otto Cortés; José María Ramírez, de Naranjo; el licenciado Juan de Dios Umaña Duran; Víctor Trejos Trejos, diputado por Heredia, y algunos otros más.

«En el 42, se nos juntaron Fernando Lara Bustamante y Eladio Trejos. En total, éramos doce. El país ya vivía convulsión. En ese momento, una adhesión muy buena para el partido cortesista fue la de un campesino de la Zona Sur de San José llamado José Figueres Ferrer, quien se inició con un discurso por radio que le valió la expulsión del país al día siguiente a las 5 de la mañana.

«Lo conocí en ese momento, cuando le dio la adhesión a don León. Me lo presentó Chico. Don Pepe era un hombre al que se le notaba que era muy estudioso y muy trabajador. Era muy sencillo en todos sus modales, con ciertos ribetes campesinos, de estar metido en las fincas agrícolas por mucho tiempo.

«Pero no hemos terminado con Calderón Guardia. En el preciso momento que inicia su persecución contra don León Cortés, comienza a decaer Calderón en popularidad. A la par de la enemistad con don León hubo algunos otros desaciertos que había tenido como gobernante, algunos actos de corrupción que se comenzaron a poner en evidencia, como ciertos negocios sucios en la administración, hechos por sus amigos y parientes cercanos.

«Fue entonces que el doctor pensó en las Garantías Sociales. Cuando las elecciones de medio periodo se dio cuenta de que ya era minoritario en el electorado. En el 42 sólo presentamos papeletas cortesistas en Alajuela y en San José. La de San José fue encabezada por Eladio Trejos y Fernando Lara Bustamante, y la de Alajuela fue encabezada por don Otto Cortés. Ya en los mercados y en todos los sitios públicos se notaba mucho descontento con la administración Calderón».

Rescate de la popularidad

«Calderón inventó la política social con fines electorales. Era una política populista. Para eso se alió con Manuel Mora, jefe del Partido Comunista. Posiblemente para justificar Manuel Mora su adhesión al doctor Calderón Guardia, debe haberle exigido, como se dijo repetidas veces, la emisión de las leyes sociales. Monseñor Sanabria también, creo yo que entró en esa combinación porque la iglesia tiene una doctrina social que no existía en Costa Rica, y que él, como jefe de la Iglesia Católica, creyó su deber practicarla, mejor dicho, iniciarla en el país.

«Nosotros declaramos desde la Asamblea Legislativa que era una barbaridad que el doctor se volviera comunista. Ser comunista era un espantapájaros para las clases conservadoras, especialmente debido a que el derecho de propiedad estaba en peligro. Manuel Mora cada día tenia más influencia en el gobierno del Doctor Calderón, y, como todos los comunistas, habla dicho que la propiedad privada era un robo»

«Hay algo muy raro. Resulta que los cortesistas recurrimos al consejo de don León Cortés, y don León nos dijo que la legislación social era un salto muy grande a juzgar por la forma en que la presentaban el doctor Calderón, Manuel Mora y Monseñor Sanabria la presentaban. Nos dijo que nos aconsejaba no combatirla, aunque se había hecho con fines electorales, para atraer el voto de los asalariados, que son los más, y que si nosotros nos oponíamos, le hacíamos un gran daño a él, y en general a la causa cortesista.

«Don León nos dijo que debíamos votarla afirmativamente, sin hacer mayores manifestaciones de aprobación. Fue así como votamos a favor de las Garantías Sociales, el Seguro Social y el Código de Trabajo. Dejamos claro que estábamos a favor de esas leyes, pero no en la forma tan radical como estaba el partido ya llamado caldero-comunista».

«Nos robaron el triunfo»

«Cuando se van acercando las elecciones del 44, la primera voz de alerta de que habría más de una cosa irregular fue que el doctor Calderón nos dejó sin representación en las juntas receptoras de votos de la mayoría de las provincias.

«Eso ya era un anuncio de que iba a haber fraude, como efectivamente lo hubo. El día de las elecciones, al cerrar la votación, sólo se quedaban en el recinto electoral los partidarios de Calderón y del Partido Vanguardia Popular, que era el mismo partido comunista pero se habla cambiado el nombre, porque el arzobispo dijo que él le echaba la bendición a esa unión sólo si dejaba de llamarse Partido Comunista.

«En casi todos los centros de votación tenia mayoría don León Cortés, como lo dijeron muchos, pero los miembros de las juntas receptoras de votos tenían orden de cambiarlas, de destruir las de don León, y reponer las destruidas con las que estaban entre el sobrante, porque siempre habla estampillas sobrantes. Todos esos votos irregulares eran para Teodoro.

«El periodista Enrique Benavides, que formaba parte de las juntas, lo contó. En ese tiempo él era comunista. Y muchos otros contaron que hablan votado hasta siete veces.

«Ya para cuando perdimos los cortesistas, el doctor Calderón y Manuel Mora hablan preparado todo muy bien. Primero que todo, hay que tomar en cuenta que Costa Rica le habla declarado la guerra a Japón, Alemania e Italia, por la Segunda Guerra Mundial. Por petición del doctor Calderón Guardia, votamos a favor de la declaratoria de guerra todos los partidarios de don León, porque, de lo contrario, nos iban a poner el mote de nazistas.

«Así que, con nuestro apoyo, declararon la guerra y suspendieron las garantías individuales de la Constitución de 1870. Votamos lo de la guerra al día siguiente de Pearl Harbor, el 8 de diciembre de 1942. Al declarar la suspensión de las garantías individuales, nos cerraron las puertas de todo.

«Y tras de todo, a los cortesistas nos impusieron injustamente el mote de nazis para congraciarse con los Estados Unidos, justificar los atropellos y perseguirnos. Incluso, cuando echaron a Pepe Figueres, el diputado José Albertazzi Avendaño pronunció un discurso diciendo que lo echaban por nazi. Ahí están las actas en el Congreso, para el que no me quiera creer. Albertazzi llevaba la voz cantante del oficialismo en el Congreso presidido por Teodoro Picado. «A Don León le arrebataron el triunfo en el año 44. Ganó, pero le hicieron un fraude tan grande, tan grande, que cambiaron los resultados. Luego, Calderón intentó volver en el 48, pero perdió contra Otilio Ulate, y en el 62, lo volvió a intentar contra Chico. En las dos ocasiones fue el rival de dos grandes amigos míos».

Teodoro Picado

«La derrota de don León lo dañó tremendamente. Fue un golpe moral para él, porque tuvo los votos necesarios para ganar la presidencia. Tenemos muy claro que fue el fraude más grande de nuestra historia.

«Cuando perdimos, aquí hubo campos de concentración. Por ejemplo, en uno de ellos estuvo Frank Marshall. Recuerdo que también encerraron a un amigo mío, un muchacho Solano de Alajuela. No había Habeas Corpus ni nada.

«Como se suprimieron esas garantías por la declaratoria de guerra, se podía violar la correspondencia, atrepellarle la propiedad a cualquiera, incluso a uno lo podían expulsar del país, igual que como hablan hecho con Pepe Figueres, con sólo ponerle el mote de nazis.

«El 4 de julio del 43, como Roosevelt estaba hecho una trenza con Stalin para pelear contra Hitler, los comunistas hicieron una manifestación para apoyar la democracia, pero en realidad era para apoyar los saqueos.

«Yo me fui a abrir oficina en Alajuela. Era un ciudadano de la llanura, no tenia inmunidad, no me quedaba más que ir a buscar cómo ganarme la vida. Para ese entonces, el gobierno de Teodoro Picado se inició con el conocimiento unánime de que era producto de un fraude. Eso lo sabían hasta los calderonistas.

«Al iniciar el gobierno, Teodoro intenta liberarse un poco de los calderonistas, pero muy pronto le hacen ver que pueden destituirlo en cualquier momento por un Golpe de Estado, pues todos los militares de Picado eran los mismos militares de Calderón, y eran fieles al Doctor. Teodoro Picado no podía cambiarlos. Además, le hablan impuesto como primer designado a Francisco ‘Paco’Calderón, quien iba a ejercer la presidencia en el momento en que Picado diera alguna muestra de rebelión.

«Teodoro fue menos fuerte y menos arbitrario que Calderón. Seguramente se debió a su formación jurídica. Incluso una de las primeras cosas que hizo como Presidente fue favorecer que Pepe regresara del exilio.

«Los tiempos fueron cambiando. Picado entró en el 44 y la guerra mundial terminó en el 45. Ya había muerto Roosevelt. También terminó la guerra, e inmediatamente comenzó la Guerra Fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos. Volvió la constitucionalidad al país y nos sentíamos un poco defendidos».

Reforma obligada

«Hasta las elecciones de medio periodo, en el 46, fuimos partidarios de don León. Las elecciones fueron en febrero, y don León murió el 2 de marzo. La oposición ganó esas elecciones del 46. Ganaron entre don León, don Otilio y don Pepe. Fue una elección limpia».

El final de su argumento me permite preguntarle acerca de la reforma electoral, pues don Fernando Soto Harrison, ex ministro de Calderón Guardia y de Teodoro Picado, asegura que el padre de la reforma electoral fue don Teodoro. «Soto Harrison tiene razón en parte. La verdad es que la Oposición forzó a Picado a hacer un nuevo Código Electoral. No fue que Picado lo hizo espontáneamente. Fue la presión de la gente, porque nadie quería que se repitiera ese gigantesco fraude del 44.

También hay que recordar que fueron los comunistas en el Congreso, principalmente las cabezas, que eran Manuel Mora, Calufa (Carlos Luis Fallas), Jaime Cerdas y Luis Carballo, fueron ellos quienes llevaron la voz cantante cuando la nulidad de las elecciones de Otilio Ulate» dice don Paco Urbina.

«Con excepción de Figueres y de Chico, que eran mayores, fui contemporáneo de casi todos los del Centro de Estudio de los Problemas Nacionales y el Partido Socialdemócrata. El otro que es mayor que yo es Beto Martén, pero fuimos compañeros los 5 años de la Escuela de Derecho.

«Beto es la otra mente brillante de la época, a la par de Pepe. Yo fui amigo cercano de ellos dos y de Chico. Beto era sobresaliente. En Alberto Martén se juntan dos cosas, era inteligente y estudioso. De esa época, no quedamos más que Beto y yo. Incluso somos los únicos que quedan de todos los compañeros de Derecho» confiesa.

Don Otilio de Alajuela

«Don Otilio Ulate siempre aspiró a ser Presidente de Costa Rica», dice don Paco de un pronto a otro, y sus palabras retumban.

«Era un periodista muy despierto y muy honrado. Otilio era un gran escritor y un gran orador. Además, se habla metido a productor de la tierra. Tenia la finca ‘La Vieja’, en San Carlos.

«Tengo una anécdota con él que tiene que ver con sus aspiraciones presidenciales y nuestra amistad. Me fui para La Habana a pasar la luna de miel. También iba otra pareja de Alajuela, de otro abogado casado con otra maestra, porque mi esposa es maestra. Era el año 45. Estábamos sentados por ahí cuando escuchamos un ‘Viva Alajuela’. Volvimos a ver y era Otilio. Después dijeron Viva Otilio’, y yo no contesté. Me preguntaron por qué no había contestado y les dije que era cortesista. Otilio replicó que le parecía bien mi actitud y que mientras León Cortés estuviera vivo, él no sería candidato, pero apenas muriera, si se iba a postular» recuerda.

Le pregunto por los hechos del 48. «Por supuesto que quise participar, pero llegué tarde, y me dejaron botado. Un grupo se juntaba en San Ramón, entre ellos los hermanos Gilberto, Chevico y Lelo Rodríguez, que eran ganaderos y empresarios. Cuando llegué, anduve perdido, y no pude dar con ellos, porque ya Chico (Orlich) se habla ido con todos. Me tuve que devolver a San Pedro de Poás y me metí en la finca de don Andrés Phillips.

«En el 48 me pasó algo doloroso. Después de la revolución, repartí mi corazón, mitad Pepe, mitad Otilio, y como reacción, Otilio me vetó para diputado, me excluyó de la lista. Entonces se vino Gilberto Rodríguez, uno de los tres hermanos ganaderos y empresarios que acabo de contar que se juntaron con Chico en San Ramón para la confrontación armada, y que era un gran ulatista, y él mismo me dijo que contara con los votos de toda su familia, que inscribiera una papeleta independiente y que él me aseguraba que iba a salir electo diputado.

«Lancé una papeleta independiente, y recuerdo que Gilberto Rodríguez estuvo conmigo el día de las elecciones hasta las 12 de la noche. Así que la segunda vez que fui diputado era lo que llaman diputado independiente.

«Unos años después, siendo diputado me dijeron que me hiciera cargo de la jefatura de Liberación en Alajuela para las elecciones del 53. El jefe tenia derecho a ser el candidato a diputado, pero no podía ser yo porque en ese momento era diputado, y no me podía reelegir. Pepe y Chico me llegaron a ver, y Chico propuso que pusiera a Dolly (Ortega), mi esposa, de candidata a diputada. Yo le dije que era muy feo, que mejor no. Dolly siempre dice que el gran enemigo político de ella fui yo, su propio esposo, porque Pepe y Chico quisieron que fuera ella, pero yo me opuse».

«Les dije que pusieran a Estela Quesada, y a la postre fue una de las tres primeras diputadas de nuestra historia. Ella era muy buena dirigente comunal y fue muy buena partidaria mía. Estaba muy agradecido con ella y sabía que era una mujer muy capaz.

«Recuerdo que el gobierno de Otilio fue muy bueno. Yo siempre votaba con los de Otilio, y a cada rato estaba en la Casa Presidencial. No era necesario que me pidiera perdón por sacarme de la lista de diputados. Él también lo vio así, porque nunca me ofreció disculpas».

Otilio contra Otilio

«El que se paseó en Otilio Ulate fue Otilio Ulate. Es una figura brillante de nuestra historia, pero se paseó en todo porque se unió con Calderón contra Liberación. Eso el electorado nunca se lo perdonó. A la salida de Chico, Otilio promueve una unión entre él y Calderón, para atajar a Daniel Oduber, que era el candidato del 66. Fue cuando pusieron de candidato a Trejos.

«Otilio le tenia odio a Pepe (Figueres). Él creía que Pepe tenia que ser su partidario y obedecerle, pero la verdad es que Pepe tenia condiciones superiores tanto para estudiar y para la acción. Yo sé que Pepe hubiera querido gobernar con Otilio y trabajar juntos, pero Otilio nunca quiso.

«Vea este caso que le voy a contar como ejemplo. Una vez me cobró una tontería. Yo estaba en Alajuela, pasada la revolución, e inventaron darle una medalla a los poaseños de la Revolución, entre ellos a los hermanos Chevico Lelo y Gilberto Rodríguez, de los que hablé, y a un hombre al que le decían Beto Jocotes (Alberto Rodríguez)».

«Pasó Pepe con Otto Cortés, me monté al carro con ellos y nos fuimos para Poás. Un cuarto de hora después pasó Otilio por mi casa, porque también iba para Poás. Mi mujer le dijo que ya me habla ido con Pepe. Se puso furioso. Allá en Poás andaba bravísimo conmigo sólo porque me había ido con Pepe».

«En el 48 Pepe se convirtió en el gran líder, y Otilio debía aceptarlo. Hay que recordar que él no era una persona para pelear. En lugar de acompañar a Pepe en el 48, se le metió al arzobispo en la casa cural. Con su actitud en el 48, Otilio perdió mucho. Es que para decir las cosas como son hay que admitir que Pepe infundía miedo. La revolución costó 2 mil muertos, y de las filas de Ulate murieron muy pocos. La mayoría de los fallecidos eran del calderonismo y de los comunistas. A eso se juntó que fueron Calderón y Picado los que salieron huyendo. Hasta Manuel Mora se fue y estuvo fuera del país como un año».

Embajador y banquero

«Cuando entró Don Pepe me fui para España de embajador, y estuve allá durante los cuatro años y medio de su gobierno. Duró medio año más, porque ese medio año andaba dando vuelta, pues la Junta Fundadora de la Segunda República iba a durar dos años y al final duró año y medio.

«Me tocó vivir en la España franquista. Ya Franco se habla consolidado mucho. Me amisté con algunos republicanos, como el doctor Marañón, el rector de la Universidad de Madrid. Estando allá murió Ortega y Gasset», comenta don Paco.

Luego, durante el gobierno de don Mario Echandi, fue abogado del Banco de Costa Rica, y en la administración de don Chico fue Procurador General de la República por seis meses y ministro de Gobernación hasta el final del gobierno.

Durante el gobierno de Trejos fue directivo del Banco Nacional, y llegó a vicepresidente de la junta directiva. Y en el 70, cuando volvió don Pepe, lo designaron directivo en el Banco de Costa Rica y fue presidente de la junta directiva.

«Chico murió en octubre del 69, seis meses antes de que volviera Pepe. Chico era como un hermano de Pepe, y Pepe le reconocía su inteligencia natural, su lealtad y su buena fe. Chico se moría con Pepe, a la par de él. Era más correcto y más cuerdo que Pepe. A Pepe, aparte de ser tan visionario, tan estudioso y tan valiente, le patinaba el coco. Si Pepe no fuera ese hombre al que le patinaba el coco, no hubiera hecho la revolución. Oponerse al gobierno, y tomar Limón y San Isidro de El General, es lo mismo que hubiera hecho un Don Quijote. Mucha gente decía que Pepe estaba loco.

«A pesar de que mucha gente estaba peleando al lado de él, tengo claro que la mayoría no creía que esa revolución pudiera triunfar. Todo el país supo que iba a ganar hasta que una noche salió de La Lucha y a las 5 de la mañana tomó Cartago y mandó los aviones a tomar Limón. Antes de eso, nadie hubiera apostado ni un cinco.

«En el 70, don Pepe habla modificado mucho sus impulsos. Es el mismo Pepe pero menos impulsivo»; dice don Paco.

«¿Menos impulsivo?», digo, extrañado por su afirmación. «¿Y entonces, que fue lo que pasó con Vesco?» le pregunto.

Asiente don Paco con la cabeza. «Vesco fue un pecado de su gobierno, un pecado que tuvo Pepe Figueres. Lo mismo tenia sus ramalazos y sus carajadas.

«No fue el primero que salía con sus locuras. Aquí hubo un político al que se le cruzaban los alambres, el General Jorge Volio. Era brillante, pero era medio loco. Era cura y resultó una maravilla para pelear con armas. Vino de Nicaragua hecho general. Tenía unas ocurrencias que yo no he visto nada igual. Odiaba a Julio Acosta. Juntos habían hecho la revolución del Sapoá, en 1919, y cuando volvieron, ya no se querían.

«Julio Acosta y yo fuimos compañeros siendo diputados en el 40. Acosta era un autodidacta, era un hombre muy ponderado y muy inteligente. Se hizo muy calderonista y a pesar de que yo era anticalderonista, nunca peleamos. Yo lo respetaba mucho.

«La cuestión es que Jorge Volio hablaba tan mal de Julio Acosta, que ya en las postrimerías de su administración, la prensa le preguntaba a los políticos que les había parecido la administración de Acosta, de 1920 a 1924, y Volio contestaba que la administración le parecía admirable, pues la enseñanza que había dejado es que este país puede vivir sin presidente.

«A la salida de Julio Acosta, el país se dividió en tres bandos políticos, el de Ricardo Jiménez, el de Alberto Echandi y el de Jorge Volio. Quedó de diputado y, después de un arreglo con don Ricardo, también quedó de Tercer Designado para la Presidencia. En eso se escochifló. Se fue para Liberia, e hizo tantas locuras que don Ricardo lo mandó a un manicomio en Bélgica. Allá, de pronto se volvió lúcido, le pidió una audiencia al jefe del manicomio y le dijo, ‘mire, sáqueme de aquí, estoy bueno, estoy lúcido’. El director del hospital le hizo algunas preguntas y Volio le salió al paso. ‘Mire, además usted está cometiendo un delito, porque yo soy un sacerdote católico, un general de brigada, un diputado de Costa Rica, un designado de la Presidencia y el candidato del Partido Reformista’. El director del manicomio se volvió hacia donde unos asistentes y les dijo ‘métanlo rápido, porque este hombre está loquísimo».

Don Paco se muere de la risa del cuento. De pronto es un adolescente de nuevo.

¿Oduber? Sin comentarios…

«Después vino el tiempo de Daniel (Oduber). Daniel me tenia visto y no me quería. Todo era sólo porque Chico era muy amigo mío, y Daniel siempre creyó que porque Chico no habla estudiado, se lo podía rodar. Cuando Daniel le proponía cualquier cosa. Chico le decía que le diera un tiempo para contestarle. Después llegaba a preguntarme, y se iba a decirle a Daniel que si o que no porque Paco dice tal cosa o tal otra’.

«La verdad es que yo también tenia visto a Daniel, quien era diez años menor que yo. En el 40, cuando yo era diputado y pronunciaba discursos contra Calderón Guardia, Daniel era un chiquillo y llegaba a aplaudirnos en la barra».

En eso se levanta don Paco y trae una botella de pisco y otra de jugo de limón. Se le nota que quiere cambiar de tema. Le pregunto qué le parece la figura histórica de Daniel Oduber.

Primero guarda silencio, y luego empieza despacito, como quien sabe que no tiene otra salida. «No quisiera hablar de Daniel Oduber porque es uno de los ex presidentes del partido al que he pertenecido desde su fundación hasta hoy, cuando está en uno de los momentos más difíciles de su historia. A Daniel mejor lo dejamos así, sin mis comentarios».

¿Qué piensa acerca del difícil momento que vive su partido? «Hay algunos que dicen que estamos viviendo los últimos días de Liberación, que el partido está a punto de desintegrarse. No estoy de acuerdo».

¿Puede salvar Óscar Arias a Liberación Nacional? «De Óscar Arias pienso muy bien. Fue un buen presidente. Es honrado, capacitado, ponderado. Merece ser presidente de Costa Rica. Ha tenido el problema de que unos cuantos quieren hacer un congreso vinculante. Eso quiere decir que lo que ahí se acuerde tienen que obedecerlo Arias y quienes con él gobiernen. Eso es imponerle una camisa de fuerza.

«Una de las desgracias que ha tenido el país es que el Poder Ejecutivo y el presidente han ido perdiendo la autoridad, por culpa de un reguero de leyes y de disposiciones.

«El presidente es casi una figura decorativa, y tiene que ser la autoridad máxima. En el caso de Óscar, debemos hacerlo presidente y evitar que lo vayan limitando en su mandato». Entonces le pido que hable de los otros líderes destacados de los últimos años. Dice que Ottón Solís «es un muchacho honorable, que ha dado muy buenas muestras, pero no tiene porvenir para la próxima elección. La ventaja es que está muy joven y puede esperar unas cuantas elecciones más».

Cuando le pregunto por José María Figueres se echa una risilla maliciosa. «Ahora si que me la puso difícil. Creo que hizo un buen gobierno, no obstante que tuvo una situación difícil porque las fuerzas políticas no lo acompañaron siempre».

Luego, sin que le pregunte, recuerda a Luis Alberto Monge: «es un modelo de esfuerzo, un modelo de capacidad y un modelo de honestidad. A Luis Alberto hay que admirarle el esfuerzo que hizo para prepararse sin asistir a las aulas, en una forma autodidacta, porque llegó a adquirir los conocimiento necesarios para desempeñar la primera magistratura de su república. Fui su partidario y me siento muy satisfecho del apoyo que le di».

Aterrizando…

«Vivo muy tranquilo con mi mujercita. Yo digo la verdad, tampoco me la callo…

Me he callado toda la vida la cuestión de Daniel Oduber. Para Chico (Orlich) y para mi, el defecto más grande de Daniel era que le gustaba mezclar los negocios y la política, y eso nosotros no lo aceptamos. De él no se ha dicho toda la verdad».

¿Qué piensa de don Abel Pacheco? «Primero, que es un hombre bueno. Segundo, para decir la verdad, que le falta un poco de capacidad para ser presidente, y la consecuencia es que no está haciendo un buen gobierno, no obstante su buena intención.

«El país tiene muchos problemas, pero el principal problema es la falta de valores. Además, cuando uno hace el repaso de las personas que en el pasado ayudaron en la administración de este país, se aflige mucho porque en la actualidad les falta mucho a los que aspiran. Primero, no tienen las mismas condiciones morales; segundo, tampoco tienen las condiciones intelectuales».

Le pregunto por el ICE y lo que ha ocurrido con respecto a esa institución. «El ICE es el orgullo de los liberacionistas, pero como la legislación social y especialmente el Código de Trabajo fueron emitidos en unos momentos preelectorales, se le dio a los sindicatos excesivas garantías, y con el tiempo ellos han entendido que su principal fin es la defensa de sus propios intereses. Contra ese objetivo del sindicalismo, el Estado ya no tiene las armas suficientes para que la sociedad y el gobierno vivan en armonía y mirando el bien del país, puesto que ellos le dan preferencia al bienestar de sus asociados» concluye don Paco, quien a los 93 años todavía conduce su vehículo, se conserva esbelto y elegante, y dice ser muy feliz, con su esposa Dolly, y sus tres hijos, Jorge, abogado; Manuel, odontólogo, y Silvia, médica.

Nos lleva hasta la puerta, cuenta varios chistes y se ríe muchísimo.

Su fuerza, su salud, su espíritu, su carácter, su memoria, todo en él permite que la leyenda sobreviva…

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