ENTREVISTA CON CALDERON GUARDIA
Entrevista a Rafael Angel Calderón Guardia
Por Leonardo Lacayo
Subdirector del diario Novedades
Diriamba, Nicaragua, 5 de Marzo de 1949
Estamos frente a frente con el ex-Presidente de Costa Rica, doctor Rafael Angel Calderón Guardia y de su hermano Francisco en el «Hotel Majestic» de Diriamba, a eso de las 11 y 30 de la mañana. La primera revelación que nos hace es que se le ha notificado que debe salir de Nicaragua, aunque no dice la fecha.
Hemos logrado llegar hasta el hombre que ha permanecido por casi tres meses en la managua costarricense, combatiendo contra las fuerzas de Figueres en diferentes puntos, después de lanzar una proclama llamando a sus partidarios a la revolución el pasado mes de diciembre.
El expresidente y su hermano Francisco, fueron internados antenoche en territorio nicaragüense, junto con otras personas cuya identidad desconocemos. Fueron capturados cuando se retiraban hacia la frontera de Nicaragua, por una patrulla de la Guardia Nacional comandada por el Mayor Federico Davidson Blanco. La captura se efectuó en el punto llamado «Peña Blanca», tal como lo anunció NOVEDADES en su edición anterior de manera exclusiva.
El Dr. Calderón Guardia viste pantalón de gabardina plomo oscuro y una camisa sport gris, clara. Don Francisco también lleva pantalón plomo con camisa blanca corriente.
Tras de realizar un viaje relámpago en automóvil hacia Diriamba, donde el hábil chofer que nos conducía, tuvo que establecer una verdadera competencia de rapidez con una camioneta que Ilevaba a varios colegas pusimos por fin pie en el «Hotel Majestic», que se halla fuertemente resguardado de Guardias Nacionales, para custodiar seguramente al destacado político y ahora revolucionario costarricense, en cuya figura han estado fijos los ojos del Continente.
Las agencias extranjeras destacaron varias veces «sabuesos» especializados a San José y Managua, con el fin de lograr una entrevista con Calderón Guardia. Seis corresponsales tenían instrucciones de hablar con el exPresidente de Costa Rica a «cualquier costo» y ahora el representante de NOVEDADES logra concertar un téte-a-téte con el ansiado personaje.
Nos recibe don Francisco, muy cordialmente, en la planta baja del Hotel y nos invita a subir al segundo piso, advirtiéndonos que su hermano se halla cansado y su señora esposa en estado delicado. Efectivamente cuando estrechamos la mano del Dr. Calderón Guardia notamos en él la fatiga; se podía apreciar su huella, dejada por largos días y noches de continuas penalidades en el vivac.
Con suavidad y exquisita cultura, invita el ex-presidente al periodista a tomar asiento. Comprendimos que no es el momento de lograr que nuestro ilustre entrevistado se muestre comunicativo; pero gentilmente se va allanando a nuestras preguntas y a medida que avanza la conversación, sorprendemos en el doctor Calderón Guardia, oleadas de emoción que le sonrojan el rostro.
-Efectivamente, nos dice, intervine en varios combates, junto con mi hermano, directamente contra fuerzas de Figueres. Hemos luchado mucho y seguiremos luchando por la causa de la liberación del pueblo costarricense. Todavía queda mucha gente en patrullas, que siguen dentro del territorio costarricense, presentando resistencia a las tropas del extranjero.
El ex-Presidente nos ofrece un cigarrillo Camel, da un vistazo a su hermano que lo acompaña y con gesto airado explica:
-Nicaragua fué injustamente acusada, como lo reconoció la Comisión de la OEA, esta declaró que no había invasión y al mismo tiempo declaró que la verdadera causa de la revolución en mi país consistía en el incumplimiento del pacto que fué firmado entre el Presidente Teodoro Picado y el Presbítero Benjamín Núñez; este último en nombre de las fuerzas revolucionarias de Figueres.
(En este convenio Figueres se comprometió ante el Cuerpo Diplomático acreditado en Costa Rica, respetar la vida y hacienda de los que combatieron al lado del Gobierno de Picado y a los funcionarios del mismo).
-El incumplimiento del convenio -prosigue el Doctor Calderón Guardia- con toda la secuela de persecuciones, falta de libertad, asesinatos, robos, saqueos, caos económico originado por el despojo en masa de la Hacienda Pública, implantó el régimen más sangriento y tiránico que se ha conocido en Centro-América. Hubo encarcelamiento de mujeres; estimables damas fueron rapadas a raíz; se constituyeron tribunales especiales que sólo existieron en la edad media.
-¿Cómo inició su movimiento?
-Yo no hice más que cumplir con un deber, con mis amigos de adentro. Cuando se me dijo que se habían levantado, con mucha pena tuve que violar la neutralidad de esta República. Ignoro si la OEA habló de levantamientos internos en Costa Rica.
-¿Cree Ud. que volverá la tranquilidad en su Patria?
-No habrá tranquilidad en Costa Rica mientras no le devuelvan todas las garantías al pueblo. Jamás en la historia de mi Patria ha habido una dictadura igual a la de Figueres. Para poderse mantener en el poder, tuvo que encarcelar a más de 12 mil personas a tal extremo, que no había espacio en las cárceles y recurrió a las escuelas y toda clase de edificios para alojar a sus victimas. Yo hubiera deseado que a la OEA se le hubieran presentado facilidades para constatar esto.
-¿Qué nos dice sobre la denuncia que hizo Figueres en el sentido de que Ud. recibió ayuda de Nicaragua?
El doctor Calderón Guardia casi salta de su asiento, golpea con firmeza una mesita redonda y tras de recapacitar un instante expresa:
-Declaro, enfáticamente que ninguna ayuda, ninguna cooperación me prestó el Gobierno de Nicaragua. Por el contrario, siempre fuí convencido para que respetara el asilo. Reconozco que en Nicaragua se me quiere porque saben que yo amo a este pueblo generoso y valiente; pero de este afecto correspondido, no puede colegiarse complicación alguna del Gobierno ni de sus funcionarios.
-Doctor, el Gobierno de Figueres dice que sus fuerzas masacraron a elementos de la Cruz Roja, costarricenses.
Indignado se muestra el ex-presidente, al traer a la mente esta acusación. Con la faz encendida y notoriamente emocionado, nos dice:
-En «El Murciélago» hubo combate y los que dicen que eran de la Cruz Roja estaban a la vanguardia de las tropas del Gobierno; iban vestidos de kaky, con sus pistolas y hasta con sus insignias oficiales, al extremo de que el que comandaba el pelotón de las tropas de Figueres no se dió cuenta cuáles eran los de la Cruz Roja, sino mucho tiempo después. Fueron sólo dos los muertos y no los que ellos dicen. Lógicamente, no se podían hacer distinciones en medio del combate. Son completamente falsos todos esos cargos de masacre. Esa es la costumbre de Figueres, la de calumniar. Lo mismo hizo cuando aseguró que nuestras fuerzas dieron fuego a Puerto Soley. Este no es un pueblo. Sólo hay un galerón y un muelle. Hubo un incendio por descuido hallándose allí almacenada mucha gasolina.
Nuestro interlocutor habla brevemente con su hermano. Lo hace lisa y llanamente sin reservas, delante del periodista.
-Estoy dando a Ud. datos exactos -aclara- Figueres consiguió la ayuda de gobiernos y tropas extranjeras y así hizo la revolución pasada que es donde estaban y están las causas reales de todo el movimiento revolucionario. Entró con más de 800 hombres con ayuda de gobiernos extranjeros. Sus fuerzas eran extrañas en un 95%. El Gobierno de Picado mostró al Cuerpo Diplomático las cajas y los rifles, con la prueba de dónde venían. Cuando se firmó el pacto de Picado, oficiales del ejército de una nación americana fueron devueltos en aviones, de las propias fincas del Figueres, para que no los vieran en San José.
-¿Cree Ud. que seguirá la lucha en Costa Rica?, inquirimos.
-El hecho de mi captura no acalla la protesta de la mayoría del pueblo, que está latente. El Gobierno de Figueres ha tenido buen cuidado de que no se conozcan los levantamientos que han habido dentro del país.
-¿Qué comentario le sugiere la Constituyente de Costa Rica?
-Yo dije en un artículo que no se concebía una Constituyente supeditada a la voluntad de la Junta, por consiguiente, las tales elecciones fueron una farsa. Teniendo el Gobierno en su poder toda la maquinaria electoral, sacó Figueres unos cinco o seis mil votos y Ulate 60 y pico de mil. El electorado de mi patria cuenta con 158 mil electores. ¿Dónde está el resto?
-Mi partido se abstuvo completamente y en esas elecciones sólo hubo una votación del 50%
-¿Y, del señor Ulate, qué piensa?
-Ulate ha claudicado en todo, sin pensar ni por un momento en la suerte que está corriendo el pueblo costarricense. Se ha humillado dándole gusto a Figueres y aprobando todo lo que venga de la dictadura, con tal de ver si algún día le entregan el Poder. No hay ninguna diferencia, entre Ulate y Figueres; están bien entendidos en el fondo. Es tan responsable el uno como el otro de la actual situación de Costa Rica.
La entrevista entra a su punto culminante, cuando le preguntamos al exPresidente de Costa Rica:
-¿Doctor, qué piensa Ud. de ese acuerdo dado por Figueres en el que se le declara traidor a la Patria?
Se dibuja en los labios del doctor Calderón Guardia un gesto despectivo. Inclina ligeramente la cabeza y dice con frase suave e irónica:
-Un costarricense no lo hubiera hecho, sólo un extranjero.
Con cierta tristeza dirige su mirada hacia un grupo de damas que se halla a alguna distancia, alrededor de una mesa colocada en un pasillo, posiblemente costarricenses, y prosigue: hablando con temblor casi imperceptible.
-Ellos me declararon traidor a la Patria, porque dicen que el movimiento era hecho por Nicaragua. Está probado por la misma OEA que el Gobierno de Nicaragua no intervino, como dije al principio. Si ese es el motivo por el cual el extranjero de Figueres declara traidor a su patria, Costa Rica, a un costarricense, ¿qué título se le podría dar a él que hizo su movimiento revolucionario con fuerzas del ejército activo de un país extraño? ¿Un país que prestó todos los recursos, su aviación, oficialidad, armas, etc.? En un combate que sostuvieron las fuerzas enemigas con las tropas leales del Gobierno de Picado murieron 35 cadetes de la escuela militar de ese país. Se les recogieron sus cédulas de identidad como oficiales académicos. Todo esto, sin contar con otros mercenarios que trajo Figueres de afuera. En cambio, todo lo que yo usé es ajeno al Gobierno de Nicaragua. Las armas eran mías. A mí me ha dolido repito desatender la hospitalidad de este pueblo; pero era imperativo que fuera a la cita que me habían hecho mis partidarios cuando ellos comenzaron a levantarse. Me guiaba el deseo de salvar a mi Patria.
Conmigo se fueron muchos simpatizantes nicaragüenses, de lugares fronterizos y otros sitios: soy yo el responsable de haberlos llevado.
El destacado personaje aspira nerviosamente el humo de un cigarrillo. Se arrellana en el asiento, y se entrega a la meditación. Don Francisco se pone de pie y comprendemos que ha llegado la hora de retirarnos.
De nuevo recibimos un apretón de manos de los Calderón Guardia. Nos despedimos y ellos cortésmente acompañan al representante de NOVEDADES hasta la escalinata. En este instante un colega irrumpe como una tromba, por el corredor y saluda con desparpajo a los distinguidos personajes como si fueran sus íntimos.
Pensamos en la democracia «hecha en casa» y salimos apresuradamente hacia la calle, agradeciendo al Gerente del Hotel don Aristides Marín, por la amable colaboración que nos ha prestado.
El auto espera, la carretera es devorada nuevamente. Estamos apresurados de transmitir a las teclas de nuestra máquina de escribir las primeras impresiones que ha dado el exPresidente Calderón Guardia a un periodista, desde que hace casi tres meses tremoló la bandera de la rebeldía en territorio costarricense.
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La entrega del Dr. Calderón Guardia y el niño que llega
Reproducción parcial del editorial
del diario La Noticia de Nicaragua
Por Juan Ramón Avilés, Director.
Oficialmente, el doctor Rafael Angel Calderón Guardia, se entregó antenoche al trasponer la frontera, a las autoridades de Nicaragua, de regreso de la invasión a su patria. Golpeó, como quien dice, otra vez, las puertas de Nicaragua -la casa hermana- en busca de asilo. Y se le ha dado. Aquí está en familia. No es un extranjero. Es un costarricense.
¿Por que se ha entregado el doctor Calderón Guardia? Optó por entregarse -así se dice que lo ha declarado a corresponsales extranjeros,- porque su ánimo estaba preocupado ante la inminencia del nacimiento de su primer hijo, que ha de ver la luz nicaragüense en Diriamba. Hermoso rasgo de padre: su hijo, antes que nada. Su hijo, sobre todo. Sobre la ambición política, sobre la revuelta. Pero estamos en familia y, sin recriminar, saquemos algunas conclusiones de lo que ha ocurrido desde el 10 de diciembre, día de la invasión calderonista a Costa Rica, hasta la fecha.
Nicaragua le había dado asilo amplio al doctor Calderón Guardia. El lo violó, organizando en nuestro territorio la invasión al suyo.
El vuelve a ese asilo, porque Nicaragua será la cuna de su hijo primogénito, y quiere estar presente cuando el inocente niño llegue, recibirlo y cuidarlo. Pero ¿cuántos hijos han quedado huérfanos en Costa Rica, a causa de la invasión?
No es solamente suya la responsabilidad, sino que de ellas participan indeclinablemente quienes le ayudaron a organizar y lanzar la invasión. Pero Nicaragua -no la nación que era inocente,- sino su nombre, que los que la amamos quisiéramos ver siempre inmaculado, por culpa de la invasión calderonista se vió mezclado en un conflicto internacional, que felizmente fue conjurado por la actividad de las hermanas naciones de América, que acudieron con fraternal presteza al ser llamadas por la invadida Costa Rica.
Centenares de nicaragüenses, que estaban trabajando honradamente en tierra costarricense, sufrieron los efectos funestos de la invasión y, antes de que lo hiciera el propio doctor Calderón Guardia, tuvieron que regresarse a Nicaragua. Ellos vivían tranquilos allá. Dormían tranquilos. Y la invasión a La Cruz les llego a destruir su tranquilidad y su trabajo. Varios de ellos, en la efervescencia de las pasiones, hallaron la muerte, mientras otros nicaragüenses, afiliados a la invasión cayeron prisioneros, sufriendo afrenta.
Costarricenses de la talla moral del doctor José Antonio Facio, del Presbítero Jorge Quesada, del Ing. Gutiérrez Baun, del Licenciado Mainieri y otros tantos como ellos, perecieron -cuando desplegaban la bandera sagrada de la Cruz Roja- a manos de la invasión calderonista.
Ese es el saldo de esa invasión, que -ojalá- termine con la entrega del doctor Calderón Guardia, que viene, padre amoroso, a esperar la llegada de su primogénito, bajo el techo de asilo familiar nicaragüense.
Sea bienvenido el doctor Calderón Guardia. Está en familia, en el hogar nicaragüense, que es también suyo, y que en la frontera -muy hermoso sería- a la manera del Cristo de los Andes, la figura de otro Cristo -por ahí, junto a La Cruz, por ejemplo,- se erigiera como fiador eterno de la paz.
Y también, el niño que se acerca a la vida, en Diriamba, sea bienvenido. Será nicaragüense, pero las dos Patrias -Costa Rica y Nicaragua- estarán cabe su cuna atentas a su destino.
«Ese niño, desde antes de nacer -quizá por providenciales designios,- viene a completar la obra de paz entre Nicaragua y Costa Rica, en que la América toda ha estado empeñada. La O.E.A. es su madrina.
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