Asesinato de Codo del Diablo
Carlos Luis Fallas Sibaja (Calufa)
El 19 de este mes se cumple un aniversario más de uno de los crímenes políticos más horrendos que se han cometido en América Latina y, sin duda, el más cruel e ignominioso que se ha cometido en Costa Rica. En la noche del 18 de diciembre de 1948, con pretexto en la invasión iniciada días antes por fuerzas calderonistas desde territorio nicaragüense, y no obstante que Vanguardia Popular condenó esta aventura, fueron sacados de la cárcel de Limón y esposados de dos en dos, seis hombres, cuatro de ellos conocidos y prestigiados dirigentes obreros, campesinos y comunistas de la provincia. Estos hombres, que desde entonces se han seguido y seguirán llamando los «Mártires del Codo del Diablo» fueron: Federico Picado, Secretario general de la Federación de Trabajadores de Limón y diputado electo en las elecciones de febrero del 48 por el Partido Vanguardia Popular; Octavio Sáenz, dirigente ferroviario y responsable de organización del Partido de Limón; Tobías Vaglio, destacado dirigente de la huelga bananera de 1934 en el Atlántico y luego dirigente comunista en la región de Siquirres; Lucio Ibarra, dirigente también de la huelga bananera de 1934 y luego organizador del movimiento campesino en la región de Guácimo. Además, fueron incluidos en el grupo un nicaragüense, de apellido Sotomayor, con quien tenía un choque personal el entonces comandante de plaza del puerto, y Carlos Aguilar, de Guápiles, a quien se sacó confundiéndolo con el dirigente obrero Fernando Aguilar. Entre un comando especial, manejado por un maquinista y un fogonero escogidos para encubrir el crimen, se trasladó a los 6 presos en dirección a San José y en el trayecto, en el sitio denominado «Codo del Diablo«, fueron bajados estos y acribillados a tiros. La prensa informó al día siguiente que una patrulla de comunistas que intentó tender una emboscada a una fuerza del gobierno había sido derrotada, sufriendo varias bajas.
En los mismos días en que fue cometido este asesinato en masa, contra hombres que no habían realizado ninguna clase de delito, fueron sacados de la Penitenciaría durante la noche, igual que los presos de Limón, y también esposados, de dos en dos, cinco dirigentes comunistas de aquel entonces. Existía el plan de asesinarlos en horas de la madrugada del día siguiente. Las víctimas fueron sacadas del penal en forma sigilosa e incomunicadas en una celda del cuartel de la Guardia Civil. La orden del asesinato no pudo ser cumplida porque el plan fue denunciado, según se dijo, por la esposa de uno de los comandantes de la Penitenciaría.
Ni el asesinato del Codo del Diablo ni el plan de asesinato en masa de dirigentes comunistas en San José, fueron hechos aislados ni casuales. No, fueron parte del plan de exterminio de comunistas que fuerzas filo-fascistas, infiltradas en el movimiento que encabezó don Pepe Figueres trataron de poner en práctica. En los primeros días de la represión del 48 los dirigentes comunistas internados en la Penitenciaría fueron visitados por un emisario del señor Figueres quien les notificó que debían acceder a abandonar el país, para lo que el Gobierno daría facilidades, pues un grupo de combatientes liberacionistas tenía el plan de asesinarlos. En cumplimiento de este plan, en el curso de los meses de mayo y junio del 48 varios comunistas o simpatizantes del comunismo fueron sacados de la Penitenciaría durante la noche y asesinados, entre ellos un hijo de Tobías Vaglio. Los dirigentes comunistas se negaron a abandonar el país voluntariamente y a aceptar ayuda del gobierno para exiliarse, «Nuestros deber es permanecer aquí -dijeron-, pase lo que pase». Los hechos posteriores parecen indicar que la notificación hecha por el emisario de don Pepe Figueres tenía bastante fundamento.
En repetidas ocasiones se ha publicado que la persona que dio la orden de ultimar a los dirigentes comunistas de Limón fue el entonces Ministro de Justicia, Chalo Facio, quien padecía y sigue padeciendo un odio profundo al comunismo. Cuando el grupo de Edgar Cardona estuvo recluido por intentona de sublevación en la Penitenciaría, uno de sus miembros hizo saber a Carlos Luis Fallas -quien entonces estaba también preso- que era Chalo Facio el que había dado la orden de matar a los dirigentes comunistas de Limón.
El grupo de complotados para asesinar dirigentes comunistas cometió numerosos desafueros cuya historia todavía no se ha esclarecido suficientemente y menos publicado. Se desconocen detalles de los asesinatos en masa cometidos en «Quebradillas» (18 muertos), en «El Tejar» (alrededor de 60 muertos), y en Ochomogo. Pero sí se sabe que los autores de esos asesinatos fueron los mismos excombatientes a quienes se refirió Figueres cuando notificó a los dirigentes comunistas presos en la Penitenciaría que había el plan de asesinarlos.
Nos interesa dejar claro que en el movimiento que luchó bajo la dirección de Figueres en la guerra civil de 1948 había dos clases de fuerzas bien diferenciadas. Estaban, por ejemplo, los socialdemócratas, que habían iniciado su actividad política formando el grupo que se llamó «Centro para el Estudio de Problemas Nacionales». Este grupo, con pocas excepciones como la de Chalo Facio, estaba integrado por muchachos más o menos bien intencionados, enemigos del Gobierno de Calderón por la corrupción administrativa que se había apoderado de los funcionarios del Partido Republicano Nacional, entonces partido en el poder. Pero figuraba también un puñado de aventureros, muchos de ellos de ideología nazi-fascista, que luchaban contra Calderón y contra Picado porque sus gobiernos estaban en guerra, por lo menos de palabra y en el plano económico, con el eje nazi-fascista. Esto explica la presencia de los hijos de muchos alemanes cuyos bienes fueron intervenidos durante la Segunda Guerra Mundial, en las fuerzas de Figueres. Estos elementos han formado agrupaciones armadas de tipo fascistas como el Movimiento Costa Rica Libre, la Unión Cívica Revolucionaria y otras.
No solo los elementos de «armas tomar» son una fuerza reaccionaria dentro del Partido Liberación Nacional. Lo son también aquellos que por sus intereses económicos impulsan una política de componenda y capitulación con el imperialismo. Es decir, los círculos liberacionistas que están formados con gente que tiene «negocios» comunes con ciertas firmas imperialistas, que reciben dividendos o prebendas como consecuencia de su actitud antipatriótica, son tan anticomunistas y, por ende, tan reaccionarios, como los grupos semi-militares. La alianza de la República Federal Alemana con el imperialismo yanqui sirve de telón de fondo a esta situación (los nazis mandan de nuevo en el lado occidental de Alemania).
El Partido Liberación Nacional y, en primer término, su jefe más caracterizado, don José Figueres, nunca han querido romper sus lazos con los grupos armados que le son afines. Un pacto entre este partido y el grupo llamado Unión Cívica Revolucionaria dio como resultado el cargo de Ministro de Seguridad Pública para Frank Marshall. Y hace poco el propio señor Presidente le dio su bendición al Movimiento Costa Rica Libre. Además, es bien sabido que don Cornelio Orlich ha estado figurando como el principal protector dentro del Gobierno de este «Movimiento». El diputado liberacionista Teodoro Quirós prestó su finca para los campamentos de entrenamiento de Tortuguero.
Las corrientes de los «ultras» han perdido terreno en el partido Liberación Nacional. El anticomunismo profesional ha sido condenado oficialmente por este partido. Pero los lazos entre estas fuerzas no han sido rotos definitivamente. El anticomunismo profesional, vale decir, el movimiento filo-fascista y el entreguista a ultranza, especialmente este último, sigue teniendo importantes posiciones dentro del PLN. Al mismo tiempo se despliegan en su seno corrientes reformistas, partidarias de los cambios sociales favorables a las masas, fuerzas democráticas e, incluso, fuerzas que se oponen al imperialismo.
La ideología responsable del crimen del Codo del Diablo tiene aún arraigo en el Partido Liberación. Los anticomunistas que asesinaron a los mártires del Codo del Diablo están prestos, si se les presenta la ocasión, a cometer nuevos y mayores crímenes. La política de contemporización del Partido Liberación Nacional con algunos de estos grupos, lo mismo que su tendencia a la capitulación frente al imperialismo, frenan las corrientes democráticas y progresistas de este partido. En pocas palabras, en el Partido Liberación Nacional se mueve y manifiesta una contradicción. ¿Cómo se resolverá esa contradicción en el futuro?
Codo del Diablo, lugar del asesinato cerca de Siquirres
El Codo del Diablo, Sarapiquí, Cantón Alajuela, Provincia de Alajuela, 20114, Costa Rica
El Codo del Diablo fue un crimen político
Aunque firmemente dispuestos a no hacer el juego a los enemigos de Costa Rica, la reciente e inoportuna publicación del señor Figueres, con su falsa versión de los hechos, sus comparaciones y sus desafortunados intentos de justificar lo injustificable, nos obliga a hacer las siguiente declaración de lograr determinado objetivo político de grupo, objetivo que nada tenía que ver con la invasión de 1948. Fueron masacradas seis personas vecinas de la provincia, precisamente había sido escenario de nuestras más importantes luchas antiimperialistas. Y ocurrió pocos días después de que fracasara en San José, por la oportuna intervención de dos destacadas personalidades costarricenses, el intento de fusilar a Carlos Luis Fallas, Amoldo Ferrete, Jaime Cerdas, Luis Carballo y Adolfo Braña, junto con un calderonista de filas pero al que las autoridades le tenían especial ojeriza (seis personas también).
La orden llegó de la capital. A cargo de las autoridades de Limón quedó la escogencia de los vanguardistas que debían ser llevados al matadero. Por eso el Comandante pudo, en un arranque de suprema cobardía, incluir en el grupo a Sotomayor, conocido y apreciado ulatista de aquella ciudad. (Al calor de unos tragos tomados en mesa común había surgido un incidente entre los dos, el Comandante, con ayuda de la policía, flageló y encarcelo a su amigo; y Sotomayor, al entrar bañado en sangre a la prisión, cometió la imprudencia -que le costó la vida- de anunciarle que lo iba a matar apenas recobrase, como ulatista que era la libertad. Y por eso corrió igual suerte Aguilar, víctima de las intrigas de una autoridad de Guápiles y a pesar de los servicios que le prestara al figuerismo en las elecciones para la Constituyente). Un asesinato planeado por los políticos sin escrúpulos y cobardemente aprovechado en su ejecución por militarzuelos sin honor.
¡El crimen político más abominable de nuestra historia y el más fríamente concebido y ejecutado!
Federico Picado y Octavio Sáenz -honestos y muy queridos dirigentes obreros limonenses-, adivinando el fin que les esperaba, se despidieron de los demás vanguardistas allí presos con las siguientes palabras: «Bueno, compañeros, nos llegó la hora. Ya nosotros cumplimos nuestra misión. Ahora les toca a ustedes mantener en alto nuestros ideales y continuar la lucha por una Costa Rica mejor».
También enfrentaron la muerte con igual entereza Tobías Vaglio y el honrado agricultor Lucio Ibarra. Por eso la memoria de estos cuatro cama-radas es sagrada para nosotros y la exaltamos como ejemplo de abnegación y sacrificio. Pero sabemos que el mejor homenaje que les podemos rendir -tanto a ellos como a los otros muertos nuestros- es el de no permitir que el recuerdo de los agravios recibidos nos enturbie la mente y nos impida adoptar, frente a los problemas de importancia para el futuro del pueblo, la actitud justa y consecuente.
Los imperialistas derrotados día tras día en Asia y África, pretenden asegurarse una mayor explotación de América Latina. Pero también en América Latina la lucha de liberación cobra ahora renovados bríos, en pugna decisiva las fuerzas democráticas y las fuerzas reaccionarias, nacionalistas contra proimperialistas, patriotas frente a lacayos de Wall Street.
En Costa Rica esta lucha agita ya la conciencia nacional. Dos actitudes, dos posiciones: los que anhelan una Costa Rica realmente libre, con el desarrollo de una agricultura y de una industria costarricense y para beneficio de todos los costarricenses; y los que quieren, por intereses inconfesables, entregar nuestra soberanía y nuestras riquezas naturales a la voracidad de los monopolios extranjeros. En el echandismo, el calderonismo y Liberación Nacional hay sectores progresistas colocados, como nosotros, en la primera posición, y que tienden cada vez más a unirse en un necesario frente común. (Esta tendencia se ha manifestado repetidamente, tanto en el seno de la Cámara Legislativa como en las actuaciones de las Juntas Progresistas). Pero en esos 3 partidos también existen poderosas fuerzas reaccionarias, fuerzas que han adoptado la segunda posición.
La reacción costarricense con ayuda de los agentes del imperialismo que operan en nuestro país, lucha ahora por impedir la unidad de los sectores progresistas, azuzando diferencias y reavivando viejos rencores. Y gracias a Sánchez Rubirosa acaba de apuntarse un éxito, porque la desafortunada publicación del señor Figueres le hace el juego a los enemigos de Costa Rica.
El sacrificio de los que murieron en 1948 -de todos, de los de este y aquel bando, porque unos y otros cayeron con la convicción de que luchaban por la libertad y el bienestar de Costa Rica- demanda ahora la unidad de todos los patriotas costarricenses, la unidad para salvar nuestra independencia y nuestras amenazadas riquezas naturales, la unidad para luchar por una Costa Rica liberada, realmente democrática, amante de la paz, próspera y feliz.
Utilizar el recuerdo de esos muertos con el único fin de revivir rencores y dividir al pueblo es traicionar su sacrificio y traicionar a Costa Rica.
San José, 11 de noviembre de 1958.
Carlos Luis Fallas Sibaja
Manuel Mora Valverde
La República, 12 de noviembre 1958, p. 3
Documental El Codo del Diablo
Dirigido por Ernesto Jara y Antonio Jara, 2014
Colección de citas
“Mientras exista movimiento obrero en Costa Rica la memoria de nuestros mártires tendrá vida y proyecciones hacia el porvenir. Nunca los traicionaremos porque nunca traicionaremos la causa por la cual cayeron. Murieron con fe en el triunfo de su pueblo y ese triunfo lo construiremos nosotros algún día. Pero advertimos que nosotros, cuando pensamos en la muerte de nuestros camaradas, no es para concebir nuevos proyectos de muerte sino para fortalecer nuestros espíritus en la lucha por la verdadera vida. Los mártires no nos inyectan odio sino espíritu de lucha”. Manuel Mora Valverde, Radio Monumental, 30 de enero de 1958, en Manuel Mora Valverde. Discursos 1934-1979, Editorial Presbere, San José, 1980.
“Inmediatamente después de haber cesado el fuego de la guerra civil tras el Pacto de Ochomogo, se cometieron muchos asesinatos de milicianos vanguardistas detenidos en los cuarteles. Larga tendría que ser la lista de personas sacrificadas y no es este el momento de nombrarlas, pero sí se me presenta fuerte el recuerdo de Octavio Sáenz, Comandante de la columna liniera de Quepos, combatiente vanguardista, quien fue sacado del cuartel de Limón, a la medianoche, para ser asesinado, en “El Codo del Diablo”, junto con Federico Tinoco, diputado electo, Lucío Ibarra Aburto y Tobías Vaglio, también combatientes vanguardistas. El asesinato de estos cuatro camaradas es una de las tragedias que los comunistas pagamos para que el pueblo disfrute hoy del Seguro Social, preaviso, cesantía, vacaciones pagadas, etc., y junto con el pueblo para que también disfruten de estos altos empleados particulares y públicos”. José Meléndez Ibarra, en La Columna Liniera, Ediciones Revolución, San José, 1969.
“Aunque siempre hemos tenido como Mártires del Codo del Diablo solamente a Tobías Vaglio, Federico Picado, Octavio Sáenz y Lucio Ibarra, luchadores sociales de eterno recuerdo en el corazón y la mente de muchos costarricenses, fueron asesinados allí Narciso Sotomayor, nicaragüense luchador contra Somoza, marinero famoso y admirado por sus amigos de la Legión Caribe y Álvaro Aguilar Umaña, alias Matatigres, personaje popular, admirado y querido, valeroso según contaron muchos ciudadanos. Pero la vida de estos dos hombres también deben estar presentes en la memoria de los pocos costarricenses que fuimos educados, siempre, en la preservación de la memoria histórica de la nación costarricense. Porque nunca habrá perdón u olvido. Con estas palabras ya lo saben”. Alfonso Chase, en la Prensa Libre, 8 de diciembre de 2008.
“…Los actos más violentos se cometieron el 19 de diciembre. Ese día, Carlos Luis Fallas, Adolfo Braña, Luis Carballo, Jaime Cerdas y Arnoldo Ferreto fueron sacados luego de la medianoche de la Penitenciaría Central y, según las memorias de Cerdas y Ferreto, el objetivo de aquella acción era asesinarlos. Fue la intervención de Monseñor Sanabria, a instancias de la esposa de Cerdas, Olinda Cruz, la que habría salvado a los dirigentes vanguardistas de morir, pues el objetivo parecía ser descabezar el movimiento comunista costarricense aprovechando la excusa de la invasión… No corrieron la misma suerte esa noche seis personas en la provincia de Limón. Los dirigentes sindicales vanguardistas Tobías Vaglio Sardí, Federico Picado Sáenz, Octavio Sáenz Soto y Lucio Ibarra Aburto, fueron asesinados en Siquirres, en la vuelta conocida como el Codo del Diablo. También murieron Narciso Sotomayor Ramírez y Álvaro Aguilar Umaña (apodado “Matatigres”). Los perpetradores del crimen fueron sus cuatro custodios, los cuales, de acuerdo con las declaraciones oficiales, los trasladaban a la Penitenciaría en San José. Tres de los acusados por homicidio recibieron condenas de prisión de hasta 30 años, pero gracias a vínculos políticos y a la displicencia de las autoridades, lograron evadir sus penas y salir del país. No se conoció tampoco quiénes ordenaron asesinar a estas personas, y el crimen del Codo del Diablo quedó impune”. Silvia Elena Molina Vargas, en “La violencia política contra los comunistas tras la guerra civil en Costa Rica (1948-1949)”, Cuadernos Intercambio sobre Centroamérica y el Caribe, 2018.
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