La Legión del Caribe: un espacio de confluencias
Las izquierdas Latinomaricanas
Multiplicidad y Experiencias durante el Siglo XX
p. 165-177
Marisleidys Concepción Pérez
Profesora de la Universidad de La Habana
En América Latina en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, se articuló la lucha revolucionaria contra las dictaduras del continente. Muchos fueron los movimientos y partidos políticos que se constituyeron a nivel local y nacional. Si bien hubo intentos de deponer a gobiernos dictatoriales, se visualizaron casos donde primaron simplemente las reivindicaciones sociales, políticas, económicas. En este esquema, se inscribió la Legión del Caribe, un grupo revolucionario que marcó toda una historia de lucha contra algunas tiranías en el espacio latinoamericano desde 1945 hasta finales de la década del cincuenta. El presente estudio se centrará en la proyección de la Legión del Caribe no solo como espacio de confluencias sino como un movimiento de rebeldía que, aunque tuvo una vida efímera, protagonizó varias operaciones militares importantes en este período.
En la historiografía latinoamericana se ha generado una polémica en torno a la Legión del Caribe, pues hay intelectuales que afirman que constituyó una realidad palpable, mientras otros le atribuyen la categoría de mito. Si hay autores que cuestionan su existencia como el intelectual guatemalteco Manuel Galich1 o el dominicano Juan Bosch2, otros estudiosos como el historiador norteamericano Charles D. Ameringer3 o el cubano Eliades Acosta Matos4 se han adentrado en el análisis del tema. Existe un segmento que solo alude a dicha agrupación dentro de otras temáticas, miradas en un tono de mención y no de reflexión exhaustiva. En este sentido, estamos ante una de las problemáticas centrales en lo referido a nuestro objetivo de investigación: ¿realmente existió la Legión del Caribe o es simplemente una leyenda?
El debate se encuentra entonces entre dos variantes: este movimiento que debe ser entendido como un fenómeno verdadero desde el punto de vista histórico o exclusivamente ser considerado un mito. Para entender el porqué de mito debemos adentrarnos en los análisis teóricos de R. J. Stewart que plantea:
Un mito es una historia que comprende y expresa un patrón de relaciones entre la humanidad, otras formas de vida y el entorno […] Los mitos se encuentran inicialmente en la tradición oral; esto significa que son relatos trasmitidos de boca en boca y conservados colectiva y anónimamente…5
Es una historia que se estructura desde un elemento de la realidad que se divulga a partir de la oralidad, con un componente creativo. Se asiste a un proceso de construcción donde coexiste la realidad con la interpretación individual, es decir es la conjugación de lo objetivo con lo subjetivo. Específicamente en este trabajo, aunque se reconoce la polémica existente dentro de la historiografía latinoamericana, consideramos a la Legión del Caribe como una realidad histórica -con los mitos que la circundan-, como un área de confluencias no solo de individuos sino también de naciones americanas en torno a un ideal antidictatorial.
La Legión constituyó un conjunto de personas, que se articuló como movimiento revolucionario en contra de las dictaduras latinoamericanas. En la historiografía latinoamericana también ha sido definido como una fuerza armada de carácter internacional. 6 En el presente trabajo serán empleados indistintamente ambos criterios.
Uno de los elementos que definieron a dicho movimiento fue su carácter clandestino, por ello no constan evidencias documentales de su existencia. Para demostrar la presencia de dicho grupo debemos entender la naturaleza del mismo. Debemos tener presente que se constituyó en torno a un ideal antidictatorial, donde coexisten individuos de diferentes nacionalidades7, dígase exiliados dominicanos, cubanos, guatemaltecos, nicaragüenses, norteamericanos, venezolanos, costarricenses y hasta combatientes de la guerra civil española8. Podemos afirmar que constituyó un espacio de confluencias no solo de diferentes individuos sino de tendencias políticas divergentes.
Si bien le son atribuidas acciones como la expedición de Cayo Confites (1947) y la de Luperón (1949), no estamos ante un movimiento con una estructura política, militar e ideológica formalmente organizada. No contaba con un ejército u orden menor, con una o varias figuras dirigiendo determinadas acciones, con aspiraciones de cambiar políticamente el sistema de determinado país. Estas cuestiones nos permiten entender el basamento de la Legión del Caribe, el porqué de la convergencia de diferentes fuerzas políticas y a la vez las asimetrías existentes. Como plantea el historiador Charles D. Ameringer:
Los exiliados caribeños de distintas nacionalidades organizaron operaciones militares en contra de algunos Estados de la región […]: en 1947, el plan de Cayo Confites, un intento de invadir la República Dominicana por mar desde Cuba; en 1948, la guerra civil de Costa Rica y el Movimiento de Liberación Nacional de Nicaragua, en que los exiliados caribeños colaboraron con el rebelde costarricense José Figueres en su guerra de liberación nacional […]; y en 1949, el ataque de Luperón, lugar de una fracasada invasión aérea desde Guatemala a la República Dominicana. A pesar de que estos eventos difirieron en varios aspectos, un grupo clave formado por los mismos individuos participó en todos ellos. Este hecho dio pie al mito de un ejército de exiliados agrupados bajo el rótulo de Legión del Caribe. No hubo un ejército –un cuerpo permanente de tropas- solo un “personal general” que se autodenominó “Ejército de Liberación del Caribe” y que adoptó en 1948 el nombre de “Legión del Caribe”, durante la lucha en Costa Rica…9
En este sentido, las cadenas de noticias norteamericanas y de los gobiernos de Rafael Leónidas Trujillo y Anastasio Somoza en su propaganda contra el grupo señalaban:
[…] la existencia de un ejército fantasma formado por exiliados rojos y financiado y armado por Rómulo, Arévalo, Figueres, Prío, denominado Legión del Caribe, al que se atribuían acciones como los frustrados intentos de Cayo Confites (1947) y Luperón (1949) contra Trujillo y el derrocamiento de Picado.10
Al término de la Segunda Guerra Mundial se generó en América Latina una oleada de movimientos sociales, que en algunos casos fueron tildados de “democráticos”. Temporalidad en la que surgió un movimiento llamado izquierda democrática latinoamericana, que algunos han comparado con las corrientes socialdemócratas existentes entonces en el mundo, aunque en realidad no gozaba de la coherencia ideológica de sus similares europeos ni cuajó como un cuerpo político debidamente estructurado11. La izquierda democrática12 tenía una proyección ideológica marcada por el anticomunismo, aunque la mirada de Estados Unidos hacia ellos hizo que en muchas ocasiones fueran tildados de comunistas.
Sin embargo, como señalan Jesús Arboleya Cervera, Raúl Álzaga Manresa y Ricardo Fraga del Valle “en verdad convencer a los gobernantes estadounidenses de que la democracia representativa suponía una alternativa más funcional que las dictaduras para el control interno de los países latinoamericanos y el buen funcionamiento del sistema panamericano se convirtió en uno de los objetivos de la izquierda democrática.”13
La postura antidictatorial dentro de este grupo se convirtió en un elemento cohesionador, que marcó momentos de convergencia desde el plano ideológico, pero también en lo referido a los métodos para la acción.
En este contexto, hacia 1946, confluyeron varias figuras desde intelectuales hasta representantes de la socialdemocracia latinoamericana, tales como Rómulo Betancourt presidente de Venezuela, Víctor Haya de la Torre, fundador del APRA, Juan Bosch14, intelectual dominicano, Juan José Arévalo, presidente guatemalteco, José Figueres, quien posteriormente asumirá la presidencia costarricense, Ramón Grau San Martín, presidente de Cuba y Leslie Lescot, presidente de Haití en pos de integrar un ejército irregular denominado Legión del Caribe que tuviera como propósito principal el derrocamiento de los regímenes dictatoriales de Trujillo y Somoza.15 Se ha planteado que las pretensiones de los legionarios se extendieron más allá de República Dominicana 16y Nicaragua17, siendo Honduras18 otro de los escenarios donde deberían operar.
Su objetivo esencial era ayudar a implantar la democracia en Centroamérica y el Caribe. Dicho grupo también tenía entre sus planes el fortalecimiento y la unidad latinoamericana. En este sentido, observamos un interés por crear una entidad política y militar que contribuyera a la materialización de la vigencia de las libertades democráticas en nuestro continente. Esta fuerza armada mantuvo dependencias abiertas, oficinas y centros de entrenamiento en Costa Rica durante el gobierno de Figueres19 y en Guatemala gobernada desde 1944 por Arévalo20.
No podemos afirmar que existiesen encuentros regulares entre los miembros del movimiento, pero sí hay evidencias de contactos. Según plantea José Antonio Móbil el 16 de diciembre de 1947 se firmó en Ciudad de Guatemala el llamado Pacto del Caribe que señalaba:
Que Juan Rodríguez García, por el pueblo de Santo Domingo; Emiliano Chamorro, Gustavo Manzanares, Pedro José Zepeda y Rosendo Argüello, por el de Nicaragua, y José Figueres, por el de Costa Rica, concertaron una mutua alianza con el fin de asegurar éxito de las empresas redentoras por iniciar en Nicaragua, Costa Rica y Santo Domingo, para lo cual formaron un equipo revolucionario.
Dispusieron también que cualquier diferencia en la interpretación o aplicaciones del pacto sería sometida a la decisión irrevocable del señor Presidente, Dr. Juan José Arévalo, en cuya capacidad, honestidad e imparcialidad tenemos plena confianza y cuyo fallo acataremos teniendo la fundada esperanza de que él no se negará a prestarnos el inapreciable servicio de ser nuestro árbitro y amigable componedor.
Podrán adherir a este Pacto en lo adelante los grupos unificados que representan a los pueblos oprimidos del Caribe, para buscar con la cooperación de todos los liberados, el camino de su redención21.
Otras personalidades relevantes estuvieron involucradas en dicho proyecto.
Guatemala fue uno de los países que cobijó a los legionarios luego del triunfo de la Revolución, la cual tuvo una duración de diez años. La Revolución Guatemalteca (1944-1954)22 fue un proceso de singular importancia no solo para esta nación centroamericana sino para el resto de América Latina, por su carácter agrario, antimperialista, nacionalista y democrático. Guatemala constituyó en este período, uno de los escenarios más importantes para el desarrollo de una Legión, que abogaba por el término de las dictaduras de Trujillo y Somoza, pues representaban un peligro para la estabilidad de la democracia guatemalteca. En un decenio donde coexistieron dentro de un mismo continente dos regímenes tan asimétricos como la revolución y la dictadura, los movimientos que se proyectaron simplemente respondieron a esta coyuntura.
Durante ese tiempo se puede constatar la vincularon a la Legión del Caribe de individuos tan importantes como Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz, presidentes de la nación guatemalteca, hasta funcionarios gubernamentales como el intelectual Manuel Galich23. Sobre este último, son reconocidas sus relaciones en el área latinoamericana primero como Ministro de Educación Pública24 y posteriormente como Ministro de Relaciones Exteriores. Desde su posición como político pudo compartir personalmente con Rómulo Betancourt en un encuentro diplomático en 1946.25 A mediados del año 1947, Galich ocupó el cargo de magistrado del Tribunal Superior Electoral. En esa etapa Arévalo le encomendó un trabajo como agente secreto del régimen guatemalteco en el territorio cubano de La Habana. El apoyo a la Legión del Caribe con una suma de dinero importante fue el objetivo de la misión del intelectual guatemalteco para la gestación de la llamada expedición de Cayo Confites, que finalmente fracasó.26
Entre las operaciones que se le atribuyeron a la Legión del Caribe, destacó la Expedición de Cayo Confites, en 1947, cuyo propósito central era el derrocamiento del gobierno de Rafael Leónidas Trujillo27 en República Dominicana. La situación en este país se caracterizaba por “la carencia de espacios legales para manifestarse y sus representantes morían asesinados, eran arrojados a las mazmorras del régimen o tenían que salir al extranjero (…)”28 Esta realidad sociopolítica incidió en la estructuración de un exilio con focos en Cuba, Guatemala, Venezuela, Puerto Rico y Estados Unidos. El destierro dominicano tuvo uno de sus centros más importantes en la mayor de las Antillas, donde sobresalió la personalidad de Juan Bosch. Los vínculos entre Bosch y el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) se hicieron posibles por su relación con uno de sus miembros, Enrique Cotubanamá Henríquez29, quien estaba casado con Mirella Prío, hermana de Carlos Prío, figura significativa del autenticismo. Por ello, Bosch pudo relacionarse con el político cubano al punto de establecer una estrecha amistad con él y a su vez con el principal líder del PRC (A), Ramón Grau San Martín30. De esta forma, podemos afirmar que hubo un acercamiento a los auténticos en pos de la búsqueda de apoyo a la causa dominicana, que se materializaron con la creación de comités de solidaridad con la causa antitrujillista en la Isla.
No solo Cuba brindó su ayuda al proyecto del exilio dominicano, sino que en el área destacaron otros actores políticos, como fue Betancourt en Venezuela. Al igual que en el caso cubano, fueron muy importantes los vínculos que, desde el punto de vista personal, existían entre Betancourt y Bosch, quienes se conocían desde 1929. Esa fue una de las razones por las cuales le facilita armas31 para materializar su empresa antitrujillista. Betancourt alertó a Bosch de que “los servicios de inteligencia de Trujillo eran muy buenos y […] podía recibir la noticia de ese traslado de armas, lo que permitiría prepararse para hacer frente al movimiento que iba a usarlas.”32 También le solicitaron una carta para presentársela al presidente de Haití, Ellie Lescot a fin de buscar más sustento a sus propósitos. Lescot los recibió y les entregó 25 000 dólares para los preparativos. Cuando retornaron a Venezuela, fueron denunciados y no pudieron sacar el armamento.
Según Humberto Vázquez, las facilidades que le había dado Betancourt a Bosch se truncaron cuando el primero viajó a Cuba, en julio de 1946, y Grau33 le informó que no había llegado a ningún acuerdo formal con el dominicano para apoyo a su lucha contra Trujillo. Paralelamente, en Santo Domingo Trujillo daba a conocer que estaba al tanto de los planes expedicionarios y del respaldo dado por los gobernantes de Guatemala, Venezuela y Cuba.
En estas circunstancias sobresalió la figura de Juan Rodríguez, terrateniente dominicano, quien fue uno de los que conductores del movimiento antitrujillista. Para ello, se vertebró una organización clandestina apuntalaría la expedición una vez llegada a territorio dominicano. Como la cuestión monetaria era un tema de importancia cardinal para los planes de los complotados, Juan Rodríguez34 le dio solución a esa problemática pues dedicó una parte de su fortuna a su realización. También se sabe que los representantes del recién creado Comité Central Revolucionario (CCR)35 tuvieron contactos con Grau donde le informaron la situación del movimiento y le solicitaron ayuda, a la cual accedió el presidente36.
La expedición tuvo entre sus principales dirigentes al teniente coronel español Alberto Bayo, el general dominicano Juan Rodríguez, los nicaragüenses Juan Alberto Ramírez, Alejandro Selva, José Félix Córdova Boniche37, los costarricenses Alfonso Chase y Jorge Rivas Montes38. Como vemos, los individuos enrolados en dicho movimiento procedían de diversas naciones como Cuba, Costa Rica, Nicaragua, Guatemala, Estados Unidos, España y Santo Domingo. Entre ellos podemos destacar a: Francisco Alberto Henríquez, Rolando Masferrer39, Roberto Pérez, Eduardo Corona, Julio Salabarría, Horacio Julio Ornes, Eufemio Hernández Ortega, Armentino Feria, José Casas, Feliciano Maderne, Daniel Martín Labrandero, Carlos Gutiérrez Menoyo, José Luis Wangϋemert Márquez, Jorge Yániz Pujol, Fidel Castro40, Reinaldo Ramírez, Cruz Alonso, J. E. Majorrieta, Miguel Ángel Ramírez, Epifanio Hernández, Manolo Castro, los norteamericanos Hollis Burton Smith, Chester Miller, los pilotos Habet Joseph Maroot, George Raymond Scruwgs, Jhon Chewning, los nicaragüenses Emiliano Chamorro, Gustavo Manzanares, Pedro José Zepeda, Rosendo Arguello y el dominicano Enrique Cotubanamá Henríquez. Este último contactó con Arévalo41 para que socorriera a la empresa expedicionaria, a lo cual respondió acertadamente. Arévalo envió a su esposa a Argentina para gestionar con Juan Domingo Perón armamentos, con el pretexto de que lo necesitaba para que Guatemala hiciera frente a la oposición norteamericana. Perón accedió a esta petición y contribuyó con pertrechos militares.
Entre los aspectos más negativos de la organización de aquel desembarco estuvieron la excesiva publicidad de sus preparativos, la integración de individuos de los más disímiles sectores sociales y la carencia de unidad ideológica. A ello hay que adicionarle que, si bien en un inicio Grau apoyó la expedición, la presión de los gobiernos norteamericano y dominicano definió la actitud del presidente cubano. Grau indicó que los expedicionarios debían dirigirse a un islote de la costa norte camagüeyana denominado Cayo Confites. De allí salieron en dos embarcaciones, pero los combatientes fueron interceptados por la Marina de Guerra cubana. Algunos de ellos cayeron prisioneros, fueron confiscados sus armamentos y conducidos al campamento militar de Columbia en La Habana, donde días después fueron liberados. De esta manera fracasó la expedición, que ni siquiera tuvo la oportunidad de salir del territorio cubano.
Otro escenario de este movimiento fue Costa Rica y dentro del mismo se destacó la presencia de José Figueres42, quien había sido opositor al presidente Rafael Calderón Guardia, cuando salió electo en 1940 y desarrollaba su gestión en alianza con el Partido Comunista y la Iglesia Católica. Para Figueres, Calderón representaba una ruptura con las tradiciones democráticas de Costa Rica43, alegando que se había constituido una dictadura desde su ascenso al poder. La sucesión de Calderón estuvo a cargo de Teodoro Picado Michalski44 (1944-1948), quien continuó la política de su antecesor y siguió la alianza con los comunistas. Ante la posibilidad de un fraude electoral en las elecciones de 1948, Figueres se alza en armas y logra derribar a Picado en 1948. En estos propósitos, Figueres fue secundado por las fuerzas de la Legión del Caribe45 y adversarios del presidente.
El grupo dirigido por Figueres se denominó Ejército de Liberación Nacional. El armamento empleado en esta operación militar provino de la malograda expedición de Cayo Confites. En esa oportunidad se contó con la anuencia del gobierno de Arévalo, lo que ocasionó, según opinión del propio presidente, por una parte, una opinión favorable dentro del área caribeña sobre todo en las tendencias democráticas, mientras que en el otro extremo ocasionó un estado de criterio desfavorable para su gestión, sobre todo en los círculos conservadores y reaccionarios, que dieron el calificativo de “aventureros” y una vez más el apelativo de “comunistas”.46 El movimiento figuerista era conocido dentro del continente y fue calificado por Estados Unidos como filocomunista. Sus acciones también tuvieron la anuencia del presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt47, con quien estableció no solo vínculos ideológicos sino implicación personal. Otro de los involucrados en estas acciones fue Carlos Prío, a cargo entonces de la presidencia de Cuba. Como resultante del movimiento del 48, se produjo el derrocamiento de Picado y el establecimiento de una Junta Revolucionaria en Costa Rica.
Cayo Confites fue una de las primeras acciones militares desde las filas de la Legión del Caribe, aunque no fue la única desplegada durante la década del cuarenta. Hacia mediados de 1948, se comenzó a articular en Guatemala otra operación armada contra Trujillo, la Expedición de Luperón. Dicho proyecto se elaboró teniendo como sustento el armamento que lograron salvar de Cayo Confites. El intento de los legionarios en la Bahía de Luperón tuvo lugar a finales de junio de 1949. El desembarco fue coordinado y financiado mayormente por el dominicano Juan Rodríguez.48 Fue preparado en territorio guatemalteco, contando con el beneplácito del presidente Arévalo y del coronel Francisco Arana como rememoró el primero de ellos:
Arana de estrecha relación con los dominicanos, vino una mañana a mi Despacho para conversar conmigo sobre el grave asunto. Me informó que los dominicanos estaban ya listos para lanzarse contra Trujillo. Tenían unas provisiones en el aeropuerto de San José […] Allí había dos o tres aviones […] En el Lago de Izabal estaba concentrado el equipo principal consistente en dos hidroaviones y diversas máquinas de guerra. Legionarios del Caribe aguardaban emboscados en San José y […] en Izabal. “Pero les faltaban algunos rifles, Presidente”, dijo Arana “Vengo a pedirle permiso para darles algunos”. Yo trataba este tema con extrema cautela ante Arana, porque me había costado mucho obtener su efervescencia en abril de 1948, cuando las operaciones hacia Costa Rica […] el propio Arana había dirigido el embarque de las armas dominicanas en aviones de la Fuerza Aérea […] “Yo no sabía que estábamos en condiciones de proporcionar armas”, le observé. “Pues mucho no podemos, pero si algo”. “Yo he revisado nuestros depósitos. Unos cuatrocientos rifles podríamos darles, con el respectivo parque”. “Hágalo, Coronel. Los demócratas del Caribe van a agradecérselo.”
La Expedición de Luperón fue otro fracaso, pues, aunque lograron desembarcar en territorio dominicano, no pudieron materializar el derrocamiento de Trujillo. Según la historiografía latinoamericana este hecho constituyó la última operación de la Legión del Caribe como movimiento. El dictador de Santo Domingo pudo constatar que Guatemala, Cuba y Costa Rica estaban no solo conspirando contra su gobierno, sino que apoyaban operaciones militares con esta finalidad, por ese motivo en el área latinoamericana aumentaron las contradicciones y por ende las tensiones en las relaciones internacionales.
Estas son algunas de las operaciones militares donde estuvieron involucrados individuos miembros de la Legión del Caribe, un movimiento rebelde que tuvo su mayor expresión en el área latinoamericana durante la segunda mitad de la década del cuarenta. De sus filas emergerían figuras importantes que se vincularon a lucha antidictatorial en los años cincuenta. En ese decenio, la Legión no se visualizará como movimiento, sino como un espacio formador de una conciencia revolucionaria, antidictatorial, con diferentes expresiones. Su existencia fue una expresión indicativa del debilitamiento de los regímenes autócratas en América Latina, del sentimiento de inconformidad contra déspotas como Trujillo y Somoza y del malestar político que se propagó por esta región. La Legión del Caribe fue una realidad histórica cierta, en la cual se hizo patente en la convergencia de individuos de diversas procedencias políticas en diferentes operaciones militares antidictatoriales. Las interpretaciones relativas a su surgimiento y desarrollo han combinado la realidad auténtica con el componente mítico, pero no por ello podemos dejar de reconocer su existencia histórica.
NOTAS
1. Para más información véase Manuel Galich, Mapa hablado de América Latina en el año del Moncada, La Habana, Fondo Editorial Casa de las Américas, 2014.
2. Algunos de estos criterios sobre la Legión del Caribe pueden ser consultados en Juan Bosch, “La Legión del Caribe, un fantasma de la historia”, en: 33 artículos de temas políticos, República Dominicana, Editora Alfa & Omega, 2002, pp. 244-254.
3. Consultar Charles D. Ameringer, La Legión de Caribe. Patriotas, políticos y mercenarios, 1946-1950, Santo Domingo, República Dominicana, Editora Búho, 2015.
4. Ver Eliades Acosta Matos, La telaraña cubana de Trujillo (Tomo II), Santo Domingo, Archivo General de la Nación Volumen CLXI, 2012.
5. R.J. Stewart, Los mitos de la creación, Madrid, Editorial EDAF, S.A, 1991, p. 14.
6. Específicamente en la historiografía guatemalteca ver José Antonio Móbil, Guatemala, el lado oscuro de la historia (Tomo II), Guatemala, Editorial Serviprensa, p. 119.
7. Buena parte de estos individuos eran exiliados políticos, civiles y militares. Véase Edelberto Torres-Rivas, Notas sobre la política exterior de Arévalo, en biblio3.url.edu.gt, 7 de noviembre de 2016.
8. Se ha planteado que estos individuos residían en Guatemala y México, perseguidos por sus respectivos gobiernos. José Antonio Móbil, Ob. Cit, p. 120.
9. Charles D. Ameringer: Ob. Cit, p. 37.
10. Manuel Galich: Ob. Cit., p. 31.
11. Jesús Arboleya Cervera, Raúl Álzaga Manresa y Ricardo Fraga del Valle, La contrarrevolución cubana en Puerto Rico y el caso de Carlos Muñiz Varela, San Juan, Ediciones Callejón, 2016, p. 46.
12. Esta denominación se empleó con la pretensión de diferenciarse de los comunistas. La izquierda democrática latinoamericana no fue un movimiento exclusivo de la década del cuarenta, sino que tuvo su continuidad en décadas posteriores, con altibajos.
13. Jesús Arboleya Cervera, Raúl Álzaga Manresa y Ricardo Fraga del Valle, Ob. Cit, p. 46.
14. Este tema es tan polémico, que el propio Juan Bosch no notificó su presencia en las filas de la Legión del Caribe e inclusive se registra la existencia de un artículo de su autoría refiriéndose al tema, titulado La Legión del Caribe, un fantasma de la historia, donde niega la existencia de dicho grupo afirmando que fue resultante de la propaganda norteamericana los comentarios en torno a este movimiento.
15. José Antonio Móbil, Ob. Cit, p. 120.
16. En República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo constituyó la figura que marcó la historia de este país desde la década del treinta con una dictadura que no solo conmocionó el orden interno, sino que tuvo una incidencia en las relaciones internacionales. Los vínculos con Estados Unidos se fortalecieron durante su mandato. El régimen dictatorial trujillista tuvo en los exiliados dominicanos una fuerte oposición, que se ubicó fundamentalmente en Cuba y Venezuela, espacios donde tuvieron el apoyo hasta de sus respectivos gobiernos.
17. Anastasio Somoza controlaba el poder de Nicaragua desde 1936. Su dictadura contó con el beneplácito de Estados Unidos. La mayor parte de los exiliados políticos nicaragüenses se concentraron en México.
18. En Honduras se encontraba desde 1932 Tiburcio Carías, quien mantuvo un régimen dictatorial durante 16 años. En 1943 un movimiento dirigido por Jorge Rivas Montes intentó un golpe de Estado. Rivas después de ser liberado de prisión se dirigió a Guatemala y se puso al servicio de Arévalo.
19. Con el movimiento revolucionario de 1948, derrocó al gobierno de Teodoro Picado y estableció una Junta Revolucionaria.
20. Como resultado de los movimientos sociales en Guatemala para el derrocamiento de Jorge Ubico, protagonizados por los estudiantes triunfó la Revolución de Guatemala bajo los gobiernos de Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz.
21. José Antonio Móbil, Ob. Cit, p. 120.
22. Manuel Galich: Por qué lucha Guatemala: Arévalo y Arbenz dos hombres contra un imperio, Buenos Aires, Cultura, 1994.
23. Recordemos que es uno de los autores que niegan categóricamente la existencia de la Legión del Caribe. Si entendemos a Legión del Caribe como un grupo uniformado, con una estructura desde el punto de vista militar –es decir un ejército u otro tipo de organización-, con aspiraciones políticas luego de poner fin a las dictaduras latinoamericanas, entonces negamos la existencia de dicho grupo y coincidimos con Galich. Pero de lo que se trata cuando nos referimos a la Legión del Caribe es de entender cómo un grupo de individuos con divergencias desde varias aristas, pudieron organizarse en torno a un ideal antidictatorial y realizar acciones para materializarlo. En las interpretaciones de Galich deben de tenerse en cuenta estas cuestiones para una mejor comprensión de la postura del autor guatemalteco.
24. Cargo en el que estuvo de marzo de 1945 a octubre de 1946.
25. Manuel Galich, Ob. Cit, 2014, p. 40.
26. Ciro Bianchi Ross: “Un agente secreto llamado Galich”, en Juventud Rebelde, La Habana, 1ro de diciembre de 2013, p. 9.
27. Rafael Leónidas Trujillo (1891-1961) Presidente de República Dominicana en dos períodos, el primero de 1930 a 1938 y el segundo desde 1942 a 1952. Aunque en la práctica su mandato estuvo hasta 1961, controlando el poder tras la presidencia de su hermano Héctor Bienvenido, Jacinto Bienvenido Peynado, Manuel de Jesús Troncoso y Joaquín Balaguer. En esta temporalidad, destacaron medidas como abolición de los partidos políticos-con la excepción del Partido Dominicano- y las instituciones democráticas.
28. Humberto Vázquez García, La expedición de Cayo Confites, Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2012, p. 24.
29. Médico oriundo de Santo Domingo, hijo del expresidente dominicano Francisco Henríquez y Carvajal.
30. Humberto Vázquez García, Ob. Cit, p. 24.
31. Betancourt accedió a brindar el armamento para las acciones, el cual debía ser transportado por mar hacia Cuba.
32. Ibídem, p. 33.
33. Es importante aclarar que era real la enemistad de Grau con Trujillo. Inclusive Trujillo desplegó un servicio de espionaje en Cuba que informó sobre el apoyo de Grau a los exiliados dominicanos.
34. Exiliado dominicano que formó parte del cuerpo directivo de la Legión del Caribe, inclusive se plantea que fue el máximo dirigente de este movimiento, cuestión que aún se encuentra en debate.
35. Creado el 13 de julio de 1947.
36. No solo permitió su estancia en territorio cubano, sino que les dio financiamiento proveniente de las arcas del tesoro nacional.
37. Mecánico nicaragüense.
38. Ex oficial de la guardia presidencial hondureña. Para más información véase José Antonio Móbil, Ob. Cit, p. 123.
39. Fidel emitió algunas consideraciones sobre esta figura: en un tiempo había sido de izquierda, había sido comunista, había participado en la Guerra Civil española, y tenía cierta preparación intelectual. Fue uno de los esbirros de Batista, organizó grupos paramilitares y cometió numerosos crímenes. Ignacio Ramonet, Cien horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet, La Habana, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2006, p. 156.
40. Participó en la Expedición de Cayo Confites, pues desde el primer año de la carrera había sido designado presidente del Comité Pro Democracia Dominicana de la FEU. Posterior a Cayo Confites, en 1948, estuvo en Venezuela, donde se encontraba en ese entonces Rómulo Betancourt como líder de Acción Democrática, cuyo proceso fue bien acogido en Cuba. Posteriormente, se reunió en Panamá con los estudiantes que acababan de ser agredidos por las fuerzas norteamericanas en la Zona del Canal. Fidel estuvo también en el bogotazo. Todas estas experiencias en el área latinoamericana contribuyeron a su formación no solo ideológica sino a su preparación en lo referido a acciones armadas.
41. Cotubanamá y Arévalo tenían vínculos anteriores desde lo personal.
42. Acaudalado caficultor que negociaba con Estados Unidos para obtener la mayor cantidad de ventajas. Figueres tenía una política marcada por el anticomunismo. Debe destacarse el carácter contradictorio de la esta figura, si bien tuvo el apoyo de Arévalo en las acciones de derrocamiento de Picado, se pronunció a favor de la campaña desatada contra Arbenz.
43. Charles D. Ameringer, Ob. Cit, p. 121.
44. Picado era tan amigo de los comunistas como de Anastasio Somoza en Nicaragua.
45. Se plantea que el apoyo de la Legión del Caribe fue decisivo para la derrota de Picado. Véase José Antonio Móbil, Ob. Cit, p. 122.
46. Ibídem.
47. Como plantea Manuel Galich, Betancourt es el acérrimo rival de Trujillo en el Caribe, quien asumió la presidencia de la Junta Revolucionaria de Gobierno en Venezuela, en octubre de 1945. Con él se rompen relaciones diplomáticas con el gobierno de Trujillo.
48. Había sido senador durante la dictadura de Trujillo, ambos tuvieron fricciones políticas.
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