!Que abuelo tan chirote!
Martí y Kirsten Figueres*
Hace unos días don Armando le pidió a Mami que escribiera unas líneas sobre «José Figueres, mi padre». Como la oí pedirle ayuda a tío Martí, y no se ponían de acuerdo (típicamente tico!), decidí escribirlo yo. Después de todo, con tantos parientes en política, alguien tiene que trabajar en la familia.
Yo y mi abuelito nos entendemos «pura vida», ya que entre nosotros no hay diferencia generacional: ¡apenas 78 años!
Don Ricardo Jiménez aconsejaba: «de los 50 para arriba, hay que vivir de Alajuela para abajo». Como nosotros vivimos en Santa Ana, yo decidí invitar a abuelito Pepe a que pasara una temporada en casa. Tanto a los médicos como a la familia, nos pareció que el calorcito le caería muy chirote.
Descubrí dos cosas de mi abuelo maternal favorito. Primero, ¡qué señor para leer! Muchas mañanas a las cinco y pico, me despertaba para encontrar que había leído toda la noche —temas aburridísimos como política, economía o historia. Le pregunté su opinión sobre Mickey Mouse, y me contstó que no le sonaba ese nombre.
Lo segundo que descubrí: mi don Ricardo, ni los médicos, ni todos nosotros sus parientes, logramos influir en donde quiere vivir el señor. Después de unos días en casa, se regresó al frío del Alto de Ochomogo. Ahí, en casa y chimenea diseñadas por él, prefiere estar… aunque lejos de los nietos. (Por cierto, Papi dice que a abuelito Pepe le dio últimamente por leer astronomía. Eso tiene que ser por lo cerquita que pasó el cometa Halley de La Carpintera).
Don Pepe (como lo tratan sus chacalines varones y casi todo el mundo), tiene fama de ser muy bravo. Hace poco me tocó a mí la barbeada, aunque todavía no entiendo por qué el me estaba enseñando cómo se enciende la chimenea con un sólo fósforo y yo insistía en usar su famoso bastón que trajo desde la China, como leña. ¡Leñatiada es la que casi me llevo! Después de cierta edad, la gente se pone muy delicad
Mami se lleva muy bien con abuelito Pepe, porque han llegado a un acuerdo bilateral tácito: ni ella le da consejos en cuanto a política y economía, ni abuelito Pepe opina sobre cómo cambiarme las mantillas.
Pero, en honor a la verdad, no hay que rogarle mucho para que dé su opinión sobre casi cualquier tema. Ni tampo hay que insistirle mucho para que coma: es buen soldado porque le entra a todo; según él la comida es sólo combustible.
Abuelito Pepe gusta decir que nosotros, los menos viejos que él, «jodemos bastante, pero parejo». El domingo pasado, saliendo de su casa, me di cuenta que yo le caigo muy bien, porque lo oí decir… «Sebastián: usted si que es simpático, cuando está dormido».
* Texto escrito a seis manos por un hijo, una hija y un nieto de Figueres.
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