Veamos, el gobierno de Calderón llega al poder respaldado por la mayoría de las clases sociales del país, poco después se hace enemigo de la cúpula rica, por que le da garantías a las trabajadores, a los humildes a los obreros. Estalla la Segunda Guerra Mundial lo que debilita aun más la economía de Costa Rica, asfixiada por la ingobernabilidad que propician las clases altas ante las ideas claramente comunistas (satanizadas en esa época gracias a la propaganda norteamericana) las cuales proponían una mejor repartición de la riqueza. Los medios, atojados por esas clases altas sabotean al gobierno. Don Pepe, finquero, hacendado, de la clase alta ve que lo que el gobierno esta haciendo es un disparate, se hecha un discurso que el gobierno censura duramente, y es desterrado con el rabo entre las piernas, vuelve bajo la excusa de un fraude, nada nuevo en las repúblicas bananeras y la sombra del demonio comunista encarnado en los hermanos Calderón.
Se arma una disque revolución donde mueren menos de mil personas. Don Pepe llega al poder porque Costa Rica no tiene tradición militar y era fácil derrotar un gobierno que no estaba ni preparado ni fogueado en esas lides. Deroga el ejército, lo justo, puesto que no quería que se diera un golpe de estado. Instaura un nuevo gobierno donde los pobres siguen pobres, los ricos siguen ricos, todo sigue como siempre y como si nada hubiera pasado.
La revolución, si se le puede llamar así, es una vergüenza para los ticos, nos enseña que con cuatro tiros al aire se amedrenta a cualquiera y que al campesino iletrado con cuatro bonitas palabras se les deslumbra y que seguirían a un líder con buen don de palabra y cuatro migas de pan para que le llenen el estomago…
La revolución, que bonito, los héroes, los muertos, el mundo gira y sigue igual.