No cabe la menor duda de que la visión que encubó el Espíritu del 48, fue inspirada por DIOS. El combate al mal y el triunfo del bien común sólo puede venir de lo alto. Gracias una vez más don Pepe por haber sabido interpretar los sueños divinos y los designios del Señor para este pueblo nuestro en los momentos más azarosos de nuestra historia.
El Espíritu del 48 nos señala el camino permanentemente y nos recuerda los peligros de apartarnos de él.