
Carta de José Figueresa Edelberto Torres
Sr. Edelberto Torres.
Ciudad de Guatemala
Rep. de Guatemala.
Estimado Prof. Torres:
Le dirijo a Ud. esta carta a petición de Chendo, a quien se la estoy dictando, porque este amigo y colaborador me dice que Uds. dos, no tienen hasta la fecha un solo documento en el cual yo fije y concrete bajo mi firma, los puntos de vista que tengo con relación a los problemas de nuestra patria Centroamericana, y las promesas que he hecho a Uds. durante los últimos años en que he estado recibiendo la inestimable ayuda de Uds. que ha constituido la desconocida base de mi victoria. Rosendo me leyó una carta en la cual Ud. me manifiesta que tiene la impresión de que nuestro movimiento revolucionario «se ha quedado empoltronado en los muelles sillones de la casa presidencial» … Concepto este último que considero no concuerda con la realidad de mis intenciones y que ha tenido el inconveniente de aguijonear el de por sí impetuoso temperamento de Rosendo quien me presiona para que le brinde una ayuda, que de momento no puedo darle, para iniciar el movimiento revolucionario de Nicaragua.
Rosendo me ha prometido que hará entregar esta carta personalmente a Ud. o si esto se dificulta, él la conservará cuidadosamente como un documento para la historia, ante la cual estoy seguro mis hechos han de responder de tal manera que nunca sea necesario reclamarme ni una promesa escrita ni verbal. Voy pues a complacer a Chendo y a tranquilizar a Ud. ratificando por escrito lo que de tantas maneras y en tan diversas ocasiones he dicho a Uds. y a otros compañeros de lucha.
En primer lugar quiero aclararle que a mí no me interesa para nada conservar el poder en Costa Rica, sino en lo que significa en posibilidades para ayudar a Uds. y a la causa en cuyo nombre me han respaldado. Yo estoy enfermo del asco que me producen los políticos de mi país, particularmente Ulate y su grupo, que celosos de la victoria que obtuve mientras él y sus íntimos permanecían escondidos, no cesa de intrigar y sabotear mis propósitos revolucionarios internos e internacionales. Desde ahora advierto a Ud. que en Ulate, tendrán el más encarnizado y oculto enemigo todos los que aspiran a crear una Centroamérica unida y libre. El es demócrata únicamente como expediente de propaganda, desde las páginas del «Diario de Costa Rica» pero en los hechos ha sido y será un simple oportunista, que padece de celos y ambiciones realmente patológicos que pueden llevarle a hacer cualquier cosa. Es bueno que Ud. advierta esto a nuestro «grande y buen amigo» para que no se vaya a dejar sorprender por alguna intriga del «presidente electo».
En cuanto a la ayuda inmediata que Uds. reclaman, siento reconocer que mi gobierno está más débil de lo que parece: las armas que Ud. y Chendo me consiguieron son las que me sostienen en el poder, porque lo encontrado en los cuarteles es viejo y totalmente inadecuado para cualquier campaña, más aún para una revolución en Nicaragua, donde Uds. tienen que enfrentarse a gente bien entrenada y pródigamente armada. Ha de saber que tengo noticias de que el armamento nuevo que tenía el ejército de Costa Rica fue vendido por el hermano del ex presidente Picado, René Picado, al dictador Somoza. Esto ocurrió según me informan, poco antes de nuestro triunfo.
Por lo tanto, para proceder con el debido orden, debemos dividir nuestros planes en etapas: la primera debe ser, como el lógico, la consolidación de mi Gobierno, pues sin asegurar la base y retaguardia que será Costa Rica, una campaña en Nicaragua aunque se haga con suficientes elementos bélicos, estaría demasiado expuesta: es necesario contar con una reserva adecuada aquí, para reforzarlos en lo que Uds. vayan necesitando. Yo he pedido a Chendo que por el momento concrete todas sus energías en organizar una Guardia Presidencial eficiente, bien entrenada, y de hombres cuidadosamente escogidos por sus cualidades morales, antecedentes de lealtad para conmigo, y aptitudes físicas de primera calidad. El está haciéndolo con la dedicación que le es proverbial y, obteniendo completo éxito en su contenido dado que su amplia experiencia en estos ajetreos, y sus conocimientos de cultura física le permiten escoger y preparar gente adecuada; ya les está instalando un gimnasio, les puso comedor propio con alimentación especial y hasta sastrería ha puesto de modo que este cuerpo presidencial es el único en el país que tiene aspecto nítido y marcial. También está organizando un cuerpo especialmente seleccionado que él llama «Cuerpo especial de seguridad» y que está calcado en al Policía Federal de Seguridad de México, que Chendo estudió y que considera un modelo de eficiencia como policía especializada en asegurar la estabilidad política de un régimen. En cuanto a sus demás atribuciones, Chendo las cumple con acierto y devoción encomiables; ha instalado un taller propio para mantener en buen orden los vehículos de la presidencia, estableció un departamento de correspondencia, nombró un jefe de presupuesto para manejar las finanzas y un administrador interno de la casa presidencial de tal manera que todo lo que Rosendo ha puesto en marcha, funciona como un reloj. Le cuento esto porque sé lo ha de enorgullecer dado el aprecio que Ud. tiene por nuestro mutuo amigo.
Una vez que Rosendo haya terminado de organizar todo lo que le encomendé y de esto modo puesto su contribución para consolidar mi gobierno, yo le daré todo apoyo para que forme los cuerpos de comando revolucionarios que él ha planeado para la acción en Nicaragua; ya su gente se está reuniendo en la casa verde, donde antes estaba el cuartel general de la «Confederación de Trabajadores de Costa Rica», lugar donde hemos de llevarlos pronto a algún sitio de la montaña donde establezcan su propio cuartel general definitivo. Mientras tanto yo estoy reuniendo los fondos necesarios para dos cosas: La primera, para pagar a los dominicanos que nos ayudaron, que son esencialmente mercenarios, y que unidos a los viejos políticos nicaragüenses, hacen una tremenda campaña para debilitar la posición de Chendo como jefe nato del movimiento bélico nicaragüense. Aquí vienen todos los días con chismes e intrigas de toda clase, reclamándome derechos que no han adquirido, pues yo sólo con Ud., don Rosendo y Chendo, es que tengo compromisos fundamentales. Una vez salgamos de dominicanos y políticos compatriotas de Uds. mandaré a comprar oficialmente, el armamento que me indique Rosendo, como adecuado para la realización de sus planes. Le repito, si estoy en la presidencia resistiendo presiones y sabotajes de todo orden, es solo para cumplir a Uds., hecho lo cual me pienso retirar, pues la única justificación de esta guerra es lo que de ella se derive en bien de Nicaragua y Centroamérica.
Ahora quiero rogarle, en beneficio de nuestra causa, que tanto usted como Rosendo adopten otra táctica en algunas cosas: me explicaré mejor. Anoche Rosendo dijo en casa de Alex Murray Jr. al ataché militar norteamericano, Coronel Gyghes, que los Estados Unidos debían rectificar con hechos, su política para con América Latina, no sólo con palabras que no convencían al pueblo. Le dijo que su primer paso debía ser el de dar por terminado el tratado Chamorro-Bryan, que era humillante para todo Centroamérica e indecoroso para una nación que se decía democrática, porque ese paso era el reflejo del abuso del fuerte sobre el débil. Yo no creo que los yanquis rectifiquen nada si se les habla con la franqueza que don Rosendo, d., y Chendo usan para con ellos. El yanqui aunque brutal, es en el fondo un niño al que hay que obligarlo a hacer lo que uno quiere por medio del engaño. Yo los he tratado mucho en negocios, y es fácil hacer de ellos lo que uno quiere si se usa la maña, pues ellos tienen poca malicia. En mi propia política yo estoy usando esta táctica; yo no tengo ninguna objeción que oponer a la filosofía marxista, ni siquiera los de orden espiritual que a Ud. y Rosendo les hacen rechazarla; pero no cometo la torpeza de Manuel Mora de darle con bate frontal al yanqui y al capitalismo. Yo lograré reformas económicas más radicales que Mora y todo su partido, y le ganaré más batallas al imperialismo yanqui en breve tiempo del que esa gente ha logrado en veinte años, sencillamente por cuestión de táctica. Como bien dice con frecuencia el padre Núñez «man fear words» el hombre teme a la palabra. Yo me haré amigo de capitalistas y del Depto. de estado yanqui para ganarle la batalla por dentro y no me importa bajo qué título tenga que circular para ganarme la confianza de ellos. Cuando ya se confíen de mí yo sabré qué hacer.
Otro error que ustedes cometen, reflejo de la actitud general de ustedes demasiado franca, es dar a conocer el programa y su ideología general a sus compatriotas. Uds. deben de servirse de todos los políticos, que les sean útiles,
sin mostrarle su verdadero propósito, sino hasta después del triunfo. Yo no siento la mejor simpatía por los Pasos, ninguno de ellos, ni Liberales ni Conservadores, todos son esencialmente reaccionarios, pero si por medio de ellos se puede ganar la confianza del capitalismo nicaragüense, hay que valerse de ellos dándoles posiciones honoríficas. Es necesario usar al capitalista para destruir al reaccionarismo. Nuestra primer gran batalla debe de consistir en la liquidación de las fuerzas capitalistas de Centro América, pues estas son las enemigas más serias de la Unión Centro Americana y han sido el sostén de todas las dictaduras.
También deseo que Ud. me ayude a convencer a Rosendo de que es un error el que comete al arriesgar su posición y buscarse líos personales para oponerse a las naturales represalias del ejército de liberación con la mafia calderonista. Yo no deseo ninguna crueldad, y soy el primero en lamentar ese atropello, pero debemos reconocer que los calderonistas cuando detentaban el poder cometieron tanto abuso que la reacción del pueblo en contra de ellos es inevitable ahora que la ocasión se presenta. No es posible tomar hacia esa gente la actitud romántica que Chendo ha tomado sin provocar graves choques con nuestro propio ejército.
Fuera de estas dos observaciones, yo nada tengo que objetar al proceder de ustedes, pues no solo simpatizo con la ideología que ustedes sustentan sino que soy infinitamente más radical que Uds. que se consideran de avanzada. Mi apoyo en lo económico y moral, era para el pueblo de Nicaragua únicamente a través de Uds. y no solo por motivo de principios sino porque sé demasiado bien, que las armas me llegaron oportunamente debido a la ayuda de ustedes a pesar del contrarresto de los mismos grupos nicaragüenses, hondureños y dominicanos que ahora se fingen mis amigos y me reclaman mi ayuda.
Yo calculo que en término de tres meses, mi gobierno estará no solo consolidado sino que ya estarán aquí las armas que pida para ustedes. Eso nos dará tiempo para preparar a la gente, pues sin un cuerpo entrenado en el manejo de armas nuevas y conocedor de las tácticas modernas, no es posible iniciar nada en Nicaragua. Por eso doy entera razón al plan de Rosendo que tiende a formar comandos ágiles, móviles, técnicos y con gran volumen de fuego. Si yo me voy del gobierno de Costa Rica, cosa que nunca sucederá sin haber cumplido mis promesas a ustedes les autorizo a publicar esta carta como documento que sirva a la historia para enjuiciarme.
Tan así estoy de seguro que no les defraudaré.
Su affo. S. S. José Figueres.



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