El intento de magnicidio contra Figueres

Atentado contra Figueres por parte de Trujillo

El intento de magnicidio contra Figueres

El intento de magnicidio contra José Figueres Ferrer constituye uno de los episodios más graves de la Costa Rica de posguerra y una señal temprana de que el conflicto abierto en 1948 no había concluido realmente. El plan fue detectado y desarticulado antes de su ejecución, evitando así un desenlace trágico, pero revelando con claridad el nivel de amenaza que pesaba sobre el liderazgo costarricense.

En ese momento, José Figueres Ferrer ejercía la Presidencia constitucional de la República, lo que convierte el episodio no solo en una conspiración contra una persona, sino en una agresión directa contra el Estado costarricense y su orden democrático. El solo hecho de que se planificara un magnicidio ilustra la magnitud de la hostilidad regional hacia el proyecto político surgido tras la Revolución de 1948.

El plan y su desarticulación

Los elementos conocidos indican que no se trató de una ocurrencia improvisada, sino de una operación cuidadosamente concebida, inserta en una estrategia más amplia de desestabilización política. El objetivo era eliminar al presidente y golpear simbólicamente el modelo costarricense, demostrando su supuesta vulnerabilidad frente a la acción violenta.

La intervención oportuna de las autoridades permitió desarticular el plan antes de que se llevara a cabo, evitando un quiebre institucional de consecuencias imprevisibles. Este hecho subraya no solo la gravedad de la amenaza, sino también la capacidad del Estado costarricense para defender el orden constitucional en un contexto regional altamente adverso.

La pista dominicana

Diversas fuentes y testimonios coinciden en señalar la vinculación del régimen de Rafael Leónidas Trujillo con la conspiración. La enemistad del dictador dominicano hacia Figueres era conocida y se había expresado en acciones previas de hostigamiento político, apoyo a exiliados armados y financiamiento de operaciones contra el gobierno costarricense.

Para Trujillo, la Costa Rica de Figueres representaba una amenaza ideológica directa. La abolición del ejército y la consolidación de un régimen civil reformista cuestionaban el fundamento mismo de las dictaduras militares del Caribe. El intento de magnicidio debe entenderse, por tanto, como parte de una estrategia regional de intimidación, más que como un hecho aislado.

El antecedente de Betancourt

El complot contra Figueres no fue un caso único en la trayectoria de Trujillo. Años antes, el dictador dominicano ya había promovido acciones violentas contra otro presidente civil que consideraba peligroso: Rómulo Betancourt, gran amigo de Figueres y quien incluso había vivido unos años exiliado en Costa Rica.

El atentado contra Betancourt, ampliamente documentado, revela un patrón de conducta consistente: la persecución transnacional de dirigentes democráticos mediante el recurso al magnicidio.

La comparación es elocuente. Tanto Figueres como Betancourt encarnaban proyectos políticos que desafiaban la lógica del poder armado y del caudillismo militar. En ambos casos, la respuesta de las dictaduras fue la misma: la violencia como instrumento de política exterior.

Proyección y consecuencias

Aunque el intento fue frustrado, confirmó que la experiencia costarricense con Figueres era percibida como un precedente peligroso para los regímenes autoritarios de la región, y anticipó la lógica de confrontación que desembocaría, pocos años después, en la invasión armada de 1955 conocida como Invasión del 55.

El entramado regional de dictaduras militares que alentó estas acciones es analizado en el artículo “La internacional de las espadas”, donde se examina el sistema de alianzas autoritarias hostiles al proyecto costarricense de posguerra.

En detalle

El presidente José Figueres Ferrer había sido uno de los críticos más visibles del régimen de Rafael Leónidas Trujillo. Además, apoyaba a la Legión del Caribe, una alianza informal de líderes y militantes democráticos latinoamericanos —procedentes de Guatemala, México, Costa Rica y Venezuela— cuyo objetivo era poner fin a las dictaduras de la región y promover procesos de democratización.

Figueres también brindó albergue y cierto apoyo político a varios exiliados dominicanos, entre ellos el general Juan Rodríguez, el militar Miguel Ángel Ramírez Alcántara, Horacio Ornés Coiscou y el propio Juan Bosch, figura central del exilio antitrujillista.

El 17 de mayo de 1957, las autoridades costarricenses detuvieron en San José a los sicarios cubanos Jesús González Cartas, alias El Extraño —individuo violento que años después moriría acribillado en Miami—, Herminio Díaz García, quien posteriormente sería guardaespaldas del gánster Santos Trafficante, y un tercer individuo apodado El Francesito.

Este último podría haber sido Ernesto Puigvert Thron, de padres franceses. Se trataba de un aventurero y agente político internacional al servicio de Trujillo, antiguo oficial del ejército francés, casado con una dominicana y estrechamente vinculado al régimen trujillista.

Los tres actuaban como agentes del dictador dominicano y fueron acusados de conspirar para asesinar al presidente Figueres. Sin embargo, al tratarse de Costa Rica, un país regido por un orden constitucional democrático, tras un tiempo de detención fueron deportados, evitando así un desenlace mayor, pero confirmando la gravedad del complot.

Adaptado de Historia Dominicana en Gráficas y ecured.

Compartir esto:

Comentarios Facebook

Etiquetado en: , , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *