Declaraciones Miguel Ruiz Herrero y otros
Tomado del libro «Génesis y Trayectoria de la Segunda República 1948-1949» de Oscar Castro Vega.
Para comprender mejor la magnitud de la conjura del 55, muy bien planeada y financiada a lo largo de muchos meses, así como el gravísimo peligro en que estuvo la democracia costarricense de ser aplastada, recogemos los testimonios y declaraciones de Miguel Ruiz Herrero.
Ruiz, uno de los cabecillas del movimiento en su primera fase, tras huir derrotado de Villa Quesada, es capturado por las fuerzas leales al gobierno que le han tendido un cerco en Cirrí de Naranjo. Es llevado a San José, y días después, el 19 de enero, es interrogado en la Dirección General de Detectives. En su declaración, que publica La Nación, hace sensacionales revelaciones. El siguiente es un resumen de esas declaraciones:
«Conforme al plan, el lunes 10 de enero en la noche recogí a varios de los conspiradores en los sitios previamente acordados. El viaje se llevó a cabo y llegamos a Santa Clara como a las tres de la mañana, lugar que habíamos escogido para que se nos tiraran en paracaídas un armamento para 150 hombres, procedentes de Nicaragua.
La lista del armamento que esperábamos consistía en ocho ametralladoras semi-pesadas, treinta ametralladoras livianas, fusiles, granadas y parque. Como a las cuatro de la mañana distribuimos la gente que venía con nosotros, y que eran alrededor de 60 hombres, en forma de cruz para que cuando divisáramos el avión que debería tiranos las armas, prendieran todos sus focos que traíamos y se localizara de esa manera el punto en que estábamos. El avión voló repetidas veces sobre nosotros y tiró únicamente dos paracaídas. Cuando recogimos el contenido que venía en los paracaídas la desilusión fue general, porque únicamente recibimos dos ametralladoras pesadas, dos livianas y catorce fusiles.
Emprendimos camino a Villa Quesada en dos grupos, uno dirigido por Víctor Cartín que debería tomar la jefatura política, y otro que iba a las órdenes mías, para tomar el Resguardo. De acuerdo con los planes yo entré con el camión a la Villa, en camión de carga de Carlos Tinoco y lo estacioné frente del Resguardo, con instrucciones de que Carlos Lara, Gerardo Díaz y un muchacho entraron conmigo al Resguardo y que Tinoco, con dos muchachos más, nos protegiera la parte de la calle.
Yo entré de primero al Resguardo y lo tomamos por asalto sin necesidad de disparar un solo tiro. Hicimos presos a los guardas que ahí se encontraban. Después hubo los encuentros conocidos. (Las fuerzas leales del gobierno, para entonces, habían arribado a Villa Quesada). En la retirada y debido al fuego nutrido de las fuerzas del gobierno, únicamente se unieron conmigo Rafael Lobo y un señor Joaquín Barrantes. Con ellos anduve en las montañas por espacio de varios días, hasta que resolvimos cruzar para la Meseta Central en busca de alimentos. Fue así como al llegar a Cirrí de Naranjo donde nos dimos cuenta que se nos seguía y que prácticamente estábamos copados. Sin embargo, tratamos de continuar la marcha hasta que finalmente quedamos prisioneros.»
Más tarde, Miguel Ruiz, el jefe de la fallida operación, justificaría la derrota alegando que los engañaron, que los aviones prometidos llegaron tarde y que no traían las armas que les habían prometido. Además que el mal tiempo y la neblina imperante dificultaron la operación, así como el mal estado de la pista de aterrizaje, obstruida además por un pesado tractor que se les quedó varado a mitad de la pista mientras, trataban de prepararla para el aterrizaje de los aviones procedentes de Venezuela.
Ruiz, tras su captura, autoriza al señor Arzobispo de San José, para que de a conocer el documento que personalmente le había entregado, el 26 de noviembre de 1954 y que solo podía divulgar con su autorización. En ese documento, revela los entretelones de la conspiración militar que ya estaba en marcha, para derrocar al Presidente Constitucional, don José Figueres. Es un intento de justificar su conducta, lo que lo conduce a hacer revelaciones sobre la forma en que se planeó el movimiento subversivo y los personajes políticos involucrados.
La Nación publica el citado documento que encabeza con un gran titular:
CINCO NACIONES AYUDARON A LOS REVOLUCIONARIOS
Seguidamente, una síntesis de la declaración de Ruiz.
«Con el propósito de aclarar en el futuro la posición que he tenido que asumir en relación a los últimos acontecimientos que conmueven al país, y debido a que en estos momentos me es imposible aclararlos por un compromiso de honor que tengo de mantenerlos en secreto (compromiso asumido con Paco Calderón Guardia, en Honduras), hoy he tomado la determinación de visitar a Su Excelencia Monseñor Odio para hacerlo depositario de esta declaración en resguardo de mi honor y en defensa de mi palabra, con el objeto de publicarla cuando yo lo autorice, si los hechos y las circunstancias lo demandan«.
A continuación, tras declarar que «su posición política es y ha sido siempre de ininterrumpida adversidad a la línea seguida por el Partido Liberación Nacional y sus dirigentes. Y estoy dispuesto de cualquier manera a soportar las consecuencias que pudieran recaerme por esa actitud, y por el hecho de haber conspirado en unión de elementos del Partido Unión Nacional y Demócrata para derrocar al régimen que hoy nos gobierna. Mi intervención principió pocos días después de haber cambiado impresiones repetidas veces con don Fernando Castro Cervantes y con don Mario Echandi Jiménez. Ambos mantenían el criterio de cooperar en un movimiento para derrocar a Figueres…
Nuestras conversaciones con Agentes del extranjero se mantuvieron vivas por varios meses; los planes de Guatemala siguieron adelante y una vez obtenida la victoria armada en ese país (el derrocamiento del Presidente Arbenz por Castillo Armas) se comenzó a trabajar activamente en nuestros preparativos. Las relaciones internacionales de Costa Rica se habían manejado con gran desacierto por parte del gobierno, y ese factor vino a fortalecer nuestra posición, contando por entero con la colaboración de cinco repúblicas americanas en la consumación de nuestros planes y en el suministro de todo el equipo bélico…
En el mes de octubre de este año (1954) se llevaron a cabo nuevas conversaciones entre los señores Calderón Guardia y delegados de la antigua oposición política a su régimen, con el objeto de unificar todas las fuerzas políticas en un solo bloque anti-figuerista. Los delegados de los señores Calderón Guardia y ellos personalmente habían manifestado su deseo de no figurar en el aspecto político del movimiento, y sugerían la fórmula de integrar una posible Junta de Gobierno con los señores Fernando Castro, Mario Echandi y Roberto Tinoco.
Estas negociaciones fracasaron temporalmente debido a la tensión existente en las relaciones de Costa Rica y Nicaragua, pues esta última organizó otro movimiento armado y totalmente independiente del nuestro, que sería dirigido exclusivamente por Teodoro Picado hijo… Fui enterado posteriormente que el propio general Somoza había tomado cartas en el asunto, que Teodorito Picado se retiraba totalmente del movimiento y que era necesario que una persona se trasladara a Honduras para ultimar detalles, a fin de lograr la unificación completa de la oposición al gobierno de Figueres y discutir la creación de un Estado Mayor integrado por costarricenses que asumirían la dirección del movimiento.
El objeto de mi viaje a Honduras tenía la finalidad de aclarar la posición de los elementos del Partido Unión Nacional y Demócrata que nos encontrábamos en el país, y antes de partir tuve una conversación con Mario Echandi y prometiéndole de mi parte traerle un cuadro claro de lo que en realidad existía, partí rumbo a Honduras para cambiar impresiones con Francisco Calderón Guardia.
En mi conversación con don Francisco me manifestó lo siguiente: que ellos, los Calderón Guardia, se habían visto obligados a soportar el trago amargo de su vida, al verse forzados a aceptar, como único jefe militar del movimiento, a Teodorito Picado… porque de lo contrario, los otros países amigos de él, le negarían toda la ayuda que hasta el momento le habían ofrecido. También me manifestó que don Fernando Castro se había apartado del movimiento, pero que ellos insistían en la necesidad de unificarse con él y con don Mario Echandi…
Don Francisco me autorizó entonces para que le comunicara a don Mario Echandi que la posible Junta de Gobierno estaría integrada por el Doctor Rafael ángel Calderón Guardia, Teodorito Picado y don Roberto Tinoco, pero que ellos veían con simpatía la participación de él (Echandi) y de don Fernando Castro en la Junta. De antemano sabía yo que tal proposición no sería aceptada, y aun más cuando se me informó que existía un campo de entrenamiento con una cortina de hierro en que el único jefe era Teodorito Picado, con un Estado Mayor que era integrado por militares extranjeros (Ruiz se refiere al campo de entrenamiento de Coyotepe, donde están concentrados centenares de conscriptos, costarricenses y extranjeros preparándose militarmente para la invasión. Entre los primeros, figura un joven cadete, de inclinaciones militares desde su juventud, que muchos años después será electo Presidente de la República, don Abel Pacheco (más tarde se revelará que su quinta en Esparza, lleva el nombre de Coyotepe).
Y continúa la narración de Ruiz Herrero.»Don Francisco entonces me manifestó que él veía imposible la realización de mis ideas, que el General Somoza quería tener participación directa en el movimiento y que a él (Tacho) lo habían engañado varias veces. Todo esto lo colocaba en la situación difícil de aceptar a Teodorito como jefe del movimiento»
A las revelaciones de Ruiz Herrero, hay que agregar las que hacen los prisioneros capturados por las fuerzas leales al gobierno, cuando se desintegra la banda de los nuevos filibusteros, según se narra más adelante.
En su edición del 1o de febrero de 1955, el diario La Nación dedica varias páginas enteras a las declaraciones de varios de los capturados, nacionales y extranjeros. El periódico las recoge con un gran titular de primera página: PRISIONEROS HACEN REVELACIONES.
Uno de los prisioneros, un tal Rafael A. Aguilar Alvarado, nicaragüense, narra con todo lujo de detalles la forma en que fue reclutado, el entrenamiento militar a que fueron sometidos en Coyotepe durante varios meses, las condiciones de vida y el tratamiento que recibían de parte de oficiales de la Guardia Nacional de Somoza y otros cuerpos represivos de países involucrados en la conspiración.
Al inicio de su declaración, afirma que fue llevado al «campo de entrenamiento llamado Coyotepe, donde estaban 125 costarricenses bajo el mando del Capitán Teodoro Picado hijo y vigilados por la Guardia Nacional… Entre los jefes grandes del movimiento pudimos ver ahí al doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, a don Paco Calderón y a don Roberto Tinoco«. También los visitaba el Expresidente Teodoro Picado.
En su declaración, afirma que la finalidad del movimiento consistía en «derrocar al Presidente Figueres para poner en el poder al Doctor Calderón Guardia, pero que ahí se rumoraba que quien quería ser Presidente lo sería el Capitán Teodoro Picado hijo«.
Aunque la primera fase de la invasión es aplastada por las fuerzas leales al gobierno, los invasores ponen en marcha la segunda fase: la invasión de nuestro territorio por el norte, desde Nicaragua. Los comandos que entonces ingresan al suelo nacional son los entrenados, durante meses, en el campamento de Coyotepe. Junto con los costarricenses, que forman parte de estos comandos, vienen otros tantos mercenarios extranjeros, también entrenados en Coyotepe.
Esta es la fuerza expedicionaria en la que confían Somoza y los hermanos Calderón Guardia, como lo revela Miguel Ruiz, citado antes. Comandante general es Teodorito Picado Lara, amigo de toda la confianza de Somoza, el joven, Tachito, heredero de Tacho, el viejo. Los dos son grandes «cuates» y comparten muchos gustos, preferencias, aventuras y buena vida. Además, son fanáticos de las armas, los uniformes militares y la guerra. Entiendo que ambos coincidieron en la academia militar de West Point.
En su declaración, el prisionero ya citado antes, revela que el día fijado para la invasión, «salimos de Coyotepe, transportados en camiones que transportan ganado. Veníamos de 400 a 430 hombres, más o menos, entre costarricenses, nicaragüenses y hondureños. Luego, ya en Peñas Blancas, se les agregaron 35 efectivos de la Guardia Nacional«.
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