Don Pepe y su finca “La Lucha sin Fin”

La Lucha

Don Pepe y su finca “La Lucha sin Fin”

Carlos Revilla Maroto

José Figueres Ferrer (don Pepe), nacido en San Ramón de Alajuela en 1906, pasó parte de su juventud en los Estados Unidos, donde estudió ingeniería y desarrolló una visión empresarial e idealista.

Al regresar al país en 1928, junto a Francisco Orlich fundan la Sociedad Agrícola Industrial San Cristóbal S.A., adquiriendo diversas fincas productivas. En 1929 compró una finca en San Cristóbal de Desamparados, que llamó “La Lucha sin Fin”, reflejo de su filosofía de vida, una lucha continua frente a retos, derrotas y superaciones.

Reproduzco del libro “El Espíritu del 48” de Figueres las pp. 53-54, donde el propio don Pepe nos cuente sobre como nació “La Lucha sin Fin”.

La jornada comenzaba entonces en la caballeriza de los Güell, en plaza González Víquez. Luego, se saldría de San Miguel de Desamparados. De verdad que aquella zona sur era un paraje de desamparados. A los vecinos de la región sólo les hacían sobrevivir su tenacidad y la Divina Providencia.

La segunda jornada nos llevó hasta la propia casa de don Ismael Muñoz, en lo que es hoy el Bajo Industrial de La Lucha. La familia Muñoz nos atendió muy bien, con el mejor cariño, como saben hacerlo nuestros bondadosos campesinos.

Estuvimos allí varios días. Vi las máquinas, cuyo valor estimé en base del conocimiento limitado que tenía de las que había observado donde los Orlich, en San Rafael de San Ramón. Vi las pequeñas siembras de cabuya. Al final hablé de comprar aquello.

Hombre, lo hubiera dicho antes…, y entramos a negociar.

Yo tenía un pequeño problema: no disponía de los sesenta mil colones que cobraban, pero ya me había hecho la resolución de adquirir esa incipiente empresa. Al regreso a San José me puse en contacto con Chico Orlich y le planteé el negocio. Su padre y el mío nos prestaron alguna suma con la que pudimos pagar lo que podría llamarse hoy la prima. La empresa comenzó a trabajar al crédito. Tal parecía que iba a ser su sino. Yo compraba bestias y bueyes fiados y mercaderías variadas, también al crédito.

Cuando en una oportunidad estábamos ya casi con el agua al cuello, como muchas veces lo he estado en mis empresas, se estableció en San José el Banco de Crédito Hipotecario, montado por don Tomás Soley Güell, quien traía capitales de España, a fin de aplicarlos como hipotecas a largo plazo a los agricultores. Fue sin duda una buena idea, una excelente idea la de don Tomás, que terminó, por desgracia, en fracaso por dos razones: la primera fue la Depresión Mundial. La segunda, la actitud de don Ricardo Jiménez, presidente de la República, quien tuvo dudas sobre el proyecto del Banco en esas circunstancias prevalecientes. Don Ricardo tenía gran confianza en don Tomás como ministro, como hombre de finanzas, pero, cuando vio que la operación se iba haciendo tan grande, actuó como un hombre prudente: mandó cerrar el banco.

Gracias a ese préstamo yo logré dar una dimensión mayor a la incipiente empresa cordelera, con una hipoteca oportuna por la suma de cuarenta y cinco mil colones.

La propiedad adquirida no tenía nombre propio. Fue más adelante que los campesinos la bautizaron, a raíz de un hecho simple, pero para mí de gran significación. En 1929 se me ocurrió aprovechar los once barrotes del portón de entrada a la finca para poner en ellos las once letras de un lema de mi vida: Lucha sin Fin. Cuando las cosas van mal hay que luchar. Cuando van bien hay que emprender nuevas luchas.

Los campesinos, por la ley del menor esfuerzo, decidieron referirse a esa entrada con el nombre de el portón de La Lucha. Con eso quedó bautizada la finca.

Una de las primeras cosas a que me dediqué, siguiendo mi inclinación natural, fue experimentar para decidir cuál de las varias plantas fibrosas respondía mejor a las condiciones de la zona. Después de largos once años de investigación, determiné que lo que más convenía era la variedad Olancho. Con ella hice grandes almacigales y las plantas se fueron distribuyendo, luego, entre los agricultores de la región, con buen resultado para todos. Esa cabuya se encuentra hoy en día por todas las zonas altas del país y hasta por los lugares bajos donde hay suficiente humedad.

Aparte de esa actividad central, al principio se sembró maíz a mano en gran cantidad, en las rehoyas de terreno quebrado, según costumbre de la zona. Todos los campesinos sembraban su propia milpita, con sus cubaces trepadores. Esa agricultura primitiva me entusiasmó mucho en aquel tiempo.” pp 53-54.

La finca se convirtió en un centro agrícola‑industrial innovador. Figueres producía cabuya (mecate y sacos), desarrolló productos de madera y creó una comunidad solidaria en la que trabajaba codo a codo con sus operarios, sin barreras entre patrón y peón.

Este modelo práctico e idealista sirvió como incubadora de su formación como empresario, líder y visionario social.

En los 1930–40 proyectó pequeñas hidroeléctricas locales, plantaciones de ciprés y progresistas experimentos sociales como el lema impreso: “La empresa es la vida de todos.

El 8 de julio de 1942, Figueres utilizó una emisora radial para denunciar actos de corrupción del gobierno de Rafael Ángel Calderón Guardia. Fue arrestado y poco tiempo después exiliado a El Salvador, Guatemala y finalmente se estableció en México.

Durante su ausencia, mantenía estrecha correspondencia con su comunidad de operarios en La Lucha, compartía avances agrícolas observados en el exilio y seguía impulsando la visión de crecimiento comunitario.

Don Pepe había regresó en mayo de 1944 al país, luego que el presidente Teodoro Picado revocara su exilio, tratando de reconciliar a la familia costarricense, algo que sabemos no logró.

En marzo de 1948, Figueres organizó la revuelta desde La Lucha, como cuartel general, que luego se ubicó en Santa María de Dota. Desde allí, su grupo emprendió acciones armadas contra el gobierno de Picado. El 12 de marzo al amanecer, soldados enviados a detenerlo fueron sorprendidos y muertos en una emboscada por las fuerzas rebeldes de Figueres. El movimiento armado se expandió rápidamente, tomando ciudades como Santa María de Dota y San Isidro de El General; posteriormente Cartago y Limón.

Apenas iniciada la contienda, la Unidad Móvil del Gobierno y la aviación leal a Teodoro Picado lanzaron un bombardeo y fuego de morteros sobre “La Lucha sin Fin”. La mayoría de los edificios quedaron en ruinas y la propiedad fue ocupada; sin embargo, Figueres había evacuado a la mayor parte de sus hombres ese mismo día, salvando el arsenal principal y evitando mayores bajas. La finca sería reconstruida después de la guerra, convirtiéndose —con sus cicatrices visibles— en un recordatorio permanente del costo del conflicto.

Tras la victoria, Figueres firmó un pacto con el presidente electo Otilio Ulate que consolidó la Segunda República y en pocos meses abolió el ejército.

En diciembre de 2020 se inauguró en la finca el Museo José Figueres Ferrer, para conmemorar el 72º aniversario de la abolición del ejército. Exhibe objetos personales originales, incluido el emblemático mazo usado por Figueres para simbolizar la destrucción del ejército, así como su escritorio presidencial, vestuario y documentos

La finca, rodeada por cipresales y paisajes montañosos, no solo honra su memoria, sino que sigue siendo una fuente de empleo local y sitio de turismo histórico-cultural

Cronología clave

Año Evento destacado
1928–29 Adquiere la finca y funda Sociedad San Cristóbal
Década de 1930 Desarrolla modelos agrícolas, hidroeléctricas y sociales
1942 Critica al gobierno en radio; encarcelado y exiliado
1944–47 Regreso a Costa Rica; planifica revolución desde La Lucha
Marzo 1948 Inicia la revolución desde La Lucha
Destrucción de La Lucha por fuerzas del Gobieno
Mayo 1948 Figueres preside la Junta Fundadora de la Segunda República
Diciembre 1948 Gana el poder, abolición del ejército
1953–58 / 1970–74 Figueres gobierna democráticamente
2020 Abre Museo José Figueres Ferrer en la antigua casa de habitación de Figueres en La Lucha

“La Lucha sin Fin” representa no solo un proyecto agrícola-industrial, sino el laboratorio humano donde José Figueres Ferrer desarrolló su visión social, aprendió la vida del campo, forjó comunidad y desde allí condujo la revolución que transformaría Costa Rica.

Galería del Museo José Figueres Ferrer en La Lucha

Compartir esto:

Comentarios Facebook

Etiquetado en: , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *