El Guayacán de don Pepe
La sensibilidad social del caudillo de la lucha
Pepe y yo fundamos más de cien colegios
El 1 de diciembre de 1948, don Pepe le entrega a don Lalo las llaves del Cuartel Bellavista para la educación. Es el momento clave para Costa Rica, la apuesta por las aulas, el triunfo del uniforme escolar sobre el uniforme verde oliva.
Él lo recuerda mientras me lleva por su biblioteca, que es lo único opulento en aquella casa.
A lo largo de más de 30 años, este hombre, tres veces ministro de Educación, encabezaría esa mágica aventura por llevar escuelas y colegios hasta todos los rincones del país.
Con más de 90 años a cuestas, don Lalo Gámez lleva una larga historia a cuestas. Vive en Heredia, en una sencillísima casa, pequeña, con pocos adornos, sin lujos.
«Esta es la casa de un maestro», dice don Lalo, como si quisiera hacer alarde de su bellísima sencillez. Casi no puede uno creer que ese pequeño recinto sea el hogar de esta leyenda viviente.
Lúcido y sonriente, don Lalo atiende una entrevista de cuatro horas como si no se cansara. Parece como si gozara hasta riéndose de sí mismo.
Todavía estamos en la sala cuando aparece un perro diminuto y se pone a anidar entre sus pantuflas. El lo recibe con una sonrisa, y con una frase lo presenta. «Por razones de mi edad, este es el hombrecito de la casa». Se llama Leo Segundo, porque hubo un Leo Primero. Nos mira como desde arriba, como miran los leones.
El ministro
«Partidario de la oposición política al gobierno de Calderón y al de Picado, colaboré externamente en las acciones de la Guerra Civil. Era presidente del grupo de Heredia. Estuve siete semanas como prisionero político.
«Después de la victoria, don Pepe manda un propio a mi casa para ordenarme que me presentara el 28 de abril a las 8 de la mañana en la puerta del Cuartel Bellavista, para que entrara con él y con sus tropas.
«Cumplí con la cita, y luego tuve un momento de decisión muy fuerte al aceptar el cargo de ministro. Don Pepe me daba la mano para ponerme en el sendero donde me encontré con mi propio destino nacional.
«Don Pepe y yo nos conocíamos pero no éramos grandes amigos. Él era un trabajador insigne, pasaba mucho tiempo en la finca «La Lucha», y contaba con una gran preparación autodidacta.
«Yo no esperaba que don Pepe me dijera que iba a ser ministro. Yo tenía una candidata para ese ministerio, que era la doctora Emma Gamboa, que había liderado al grupo de mujeres. Pero me tocó a mí enfrentar ese reto.
«Cincuenta años después sí cabe volver los ojos atrás y preguntarnos qué fue lo que pasó. Yo pertenecía a un grupo de jóvenes profesionales que nos reuníamos alrededor de don Rodrigo Facio, o sea, que yo era el presidente de la Filial de Heredia del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales.
«Estábamos muy influidos intelectualmente por don Roberto Brenes Mesén, quien no aparecía personalmente pero nos guiaba con lecturas y libros. Además, hay que recordar que don Roberto Brenes, don Ornar Dengo y don Joaquín García Monge formaban lo que la gente llamaba la argolla pedagógica, pues los tres habían sido directores de la Normal.
«Al iniciar la Segunda República, se me presenta la oportunidad de llevar al plano nacional las grandes lecciones de estos maestros. Había que preguntarse qué hora era en la educación y pasar las primeras disposiciones de un nuevo sistema de educación, con lo que cerrábamos la larga etapa de don Mauro Fernández.
«En ese momento, sólo existían para todo el país el Colegio San Luis Gonzaga, fundado por don Jesús Jiménez en 1856, y los colegios de don Mauro, el Instituto de Alajuela y el Liceo de Costa Rica, fundados en 1877; más el Colegio Superior de Señoritas, fundado en 1888, y la Escuela Normal de Costa Rica, fundada en 1914.
«En la educación privada existían el Colegio de Sión; el Colegio Sagrado Corazón de,Jesús, en Cartago; el Colegio Los Angeles y el Colegio María Auxiliadora.
«Así que se me presentaba el problema vivido de la falta de educación secundaria en el resto del país. Ante tal situación, promulgué mi lema ‘Educación para todos. Igualdad de oportunidades para todos. No más jóvenes frustrados. No más jóvenes marginados.
«Una declaración de esa magnitud golpeaba a la sociedad costarricense, porque la clase dirigente estaba acostumbrada a que sólo sus hijos pudieran estudiar.
«A mí lo que me tocó, primero que todo, fue romper el marco democrático liberal estrecho en que se venía desenvolviendo el sistema de educación pública, muy particularmente en la educación secundaria»».
Funda más de 100 colegios
«Don Luis Demetrio Tinoco Castro había reconocido a los colegios privados en 1944, porque en 1884, cuando se declaró la laicidad de la educación, le habían quitado a los colegios católicos la potestad de dar títulos de bachiller.
«Más adelante, en el segundo gobierno de don José Figueres Ferrer, siendo yo de nuevo el ministro de Educación, y ya apoyado por la nueva Constitución del 49, el Ministerio de Educación empieza a colaborar con los colegios católicos, pagando parte de su personal».
«Pero permítame regresar sobre mis pasos. Me encontraba con la fundación de la Universidad de Costa Rica, en el año 40, también por el ministro Tinoco, que fue el hecho más importante y relevante de todo el siglo XX.
«Pero que el país tuviera cinco colegios en 1948, en medio siglo XX, era una injusticia con la juventud. Por eso empezamos a luchar para que todas las escuelas impartieran hasta Sexto Grado.
«También había que trabajar en la formación de los educadores. Un día invité a Figueres a una reunión de maestros. Don Pepe empezó a hablarles y cuando él vio la calidad de los maestros. se vuelve y me dice, ¿verdad que no entienden lo que yo estoy diciendo?’.
«Y me pregunta cuánto gana uno de estos maestros, y le digo que hay algunos que ganan 75 colones, y otros, menos. Don Pepe se queda pensando y se le viene una cólera profunda. Me da la orden de duplicar el presupuesto del Ministerio de Educación.
«Una de las primeras acciones del nuevo plan fue la declaración del Bachillerato por Madurez, en 1949, que vino a resolver el problema de la falta de colegios. Los muchachos tenían que prepararse por sí mismos como autodidactas, pero no podían servir por falta de títulos.
«Al cumplirse los cincuenta años del bachillerato por madurez, hace muy poco tiempo, llegó el primer grupo que hizo bachilleraro por madurez al Teatro Melico Salazar. Uno de ellos se levantó y, dirigiéndose a mí, que estaba a la par del ministro de entonces, que era Eduardo Doryan, me interpela fuertemente diciéndome, dígame don Lalo, ¿qué sería de nosotros ahora si usted no hubiera dado esa ley del bachillerato por madurez?. Yo me emocioné muchísimo al saber que todos ellos pasaron a ser médicos, abogados, economistas o ingenieros gracias al bachillerato por madurez».
Don Lalo y don Pepe fundan más de cien colegios, organizan la educación con una nueva ley fundamental, que rige todavía hoy, 45 años después.
Además, durante su tercer gobierno fundan dos universidades estatales, la Universidad Nacional y el Instituto Tecnológico de Costa Rica.
Fuente: Ventanario, especial centenario don Pepe
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