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Las inquietudes sociales de don Pepe

Don Pepe

Las inquietudes sociales de don Pepe

Cuenta la escritora Julieta Pinto

«Salí de la universidad con una inmensa inquietud social. Lo que más me duele en el alma es la pobreza y la niñez abandonada. Me metí a trabajar en el IMAS en el tiempo de don Pepe. El se empeñó en que yo tenía que ser diputada. Yo le dije ‘Don Pepe, yo no estoy capacitada’. Entonces, me nombró en la junta directiva del IMAS. Yo vivía zampada en el IMAS. Fue en el año 70.

«Una cosa lindísima es cómo conocí a Don Pepe. No te he dicho que me tocó la revolución del 48, nada menos que en la finca. Y a estaba requete casada. Fijáte que unos de los alzados se vinieron para Ojo de Agua. Teníamos que hacer arroz y frijoles y llevárselos a la montaña, que todavía era muy espesa en ese lugar.

«Cuando llegaban los mariachis, sonaba el pito del ingenio, ellos sabían de qué se trataba y tenían que correr para esconderse en la montaña. Un día vi a mis hijas cogiendo todas las muñecas y tapándolas con basura. Les pregunté por qué estaban haciendo eso, y me contestaron que las estaban escondiendo para cuando llegaran los policías.

«Un día, llegaron los policías, y yo les conté la historia. Se impresionaron mucho, fueron a verlas, y empezaron a hablar con las chiquitas. ‘No, nosotros no somos malos. Nosotros tenemos chiquitas, como ustedes. No se asusten’.

«Entre los combatientes que llegaban a la finca recuerdo a Rodrigo Madrigal Nieto, Edgar Gólcher, Gerardo Femández, Roberto Fernández y Marcial Aguiluz.

«Se tuvieron que ir porque en casa ya fue demasiado. Ya no se podía esconder más gente. Ya los mariachis estaban muy cerca. En cualquier momento podían caer. Cruzaron el río, se fueron a El Rodeo, y de ahí partieron hacia La Lucha. Se reunieron en la finca donde ahora está la Universidad para la Paz.

«Además, en la finca no fueron prudentes.

Se robaban las municiones, se iban para el pueblo, y las ponían en los postes para que explotaran. Era peligrosísimo. Era enorme la carrera que tenían que pegar para llegar a casa a tiempo. Ya era demasiado sabotaje. A Hemán le dio mucho miedo que a las chiquitas y a mí nos pasara algo.

«Así que se fueron. Hernán se fue con ellos. A la par de Marcial Aguiluz, que era muy valiente. Claro, no sé cuántos días pasé yo casi sin dormir. No podían ir a los pueblitos. La gente les llevaba pollos y huevos a la montaña. Decía Hernán que aquello fue muy bonito».

El IMAS y el ITCO

«Antes de conocerlo, Don Pepe me daba una pereza horrible. Y o pensaba que se le debían de haber subido los humos. Hasta que nos fuimos un día Hernán y yo a comer a un restaurantillo con don Pepe, Gerardo Femández y Edgar Gólcher. Estábamos ahí comiendo, y yo semblanteando a don Pepe. En eso entran tres chiquillos a pedir algo de comer, muertos de hambre, con sólo verlos. El reaccionó de inmediato y yo expectante de lo que iba a hacer. Le dijo a una mesera:-Venga acá, por favor, hágame el favor de darle a estos niños todo lo que ellos quieran.

«Me conquistó. Le dije que lo que más me interesaba era el trabajo social. Me dijo que me quería dar una diputación. Le dije que no, como ya te comenté. Entonces, me pidió que fuera a trabajar con el Padre Armando Alfaro, que es alguien extraordinario. Trabajé mucho con él. Claro, estaba yo con aquel entusiasmo, y vivía metida en el IMAS.

«Estando en el IMAS, el padre Alfaro me nombró en el ITCO, como coordinadora del IMAS en aquella institución. Así conocí todo el país. Por ejemplo, recuerdo que fui muchas veces a El Jobo con Miguel Sobrado.

«Estuve en el ITCO tres o cuatro años. Anduve por todo el país. Llegábamos en avión, o por unos caminos que no te podés imaginar. Una vez, íbamos para los asentamientos La vaca’ y La vaquita, y cuando nos dimos cuenta, estábamos entre un montón de muchachos con rifles. El Padre Alfaro les habló. Salimos íntimos de todos.

«Hernán ni chistó porque como don Pepe fue el que me había metido, no podía ponerse reclamar. Cuando el padre se fue del IMAS. yo me fui con él. Después, Don Pepe me metió en el Patronato Nacional de la Infancia.

«En el PANI pasé ocho años, pero cuanc llegó Luis Alberto Monge, figuráte que persona que llegó a esa institución. creyó que yo lo que quería era un puesto. Parece que le estorbaba, me quitó y le dijo a Monge que me pusiera en el INA.

«Hernán era Ministro de Cultura. y le tocó oír la carta mía en el Consejo de Gobierno. Le dije a Monge todo lo que se me ocurrió ¿Cómo se le ocurría ponerme en el DNA? Lo único que yo quería era ayudarle a los niños. Por eso quería estar en el Patronato Nacional de la Infancia».

Fuente: Ventanario, especial centenario don Pepe

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