Invasión del 55
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En 1955, siendo Presidente de la República don José Figueres, electo democráticamente en comicios ejemplares de 1953, en los que logra una mayoría aplastante de sufragios, el país es objeto de nuevo, de una invasión, pero ahora mejor organizada, planeada y financiada que la de diciembre de 1948.
Hasta entonces, el país está en calma, en acelerado desarrollo económico y social. Costa Rica había vuelto a ser la democracia ejemplar de la América Latina. Los odios y las heridas del 48 habían empezado a cicatrizar. Figueres es admirado, querido y respetado más allá de las fronteras nacionales. Es un estadista y un demócrata de talla universal. Ningún otro mandatario costarricense ha tenido tal respaldo internacional. El país trabaja y vive en paz.
Sorpresivamente, Figueres sale a los medios de comunicación con la infausta noticia, que sorprende a todos y que muchos se niegan a creer: la inminencia de una nueva invasión a Costa Rica desde Nicaragua.
El diario La Nación, del 8 de enero de 1955, destaca la inesperada e impactante noticia con grandes titulares, en primera página, así: DENUNCIADA AMENAZA DE INVASIÓN.
La noticia es breve, pero contundente:
«El gobierno de Costa Rica tiene informes de que antier llegaron a Nicaragua varios aviones y numerosos pilotos con procedencia de Venezuela para sumarse a los elementos que desde hace meses están planeando agredir a nuestro territorio»
La noticia se amplía con el anuncio oficial de que, ante la gravedad de la amenaza a nuestra soberanía, el gobierno acudirá a la Organización de Estados Americanos (OEA), como lo hizo en 1948, para denunciar la agresión. Asimismo, solicitará de nuevo la aplicación del Tratado de Río de Janeiro (TIAR) que obliga a los Estados a acudir en ayuda del que sea víctima de una agresión externa, como lo fue nuestro país en 1948 y ahora, en 1955.
La reacción de Anastasio Somoza, negando los hechos -como lo hizo en la contrarrevolución- no se hace esperar. Por medio de su dócil embajador ante la OEA, Sevilla Sacasa, califica de «falsa y calumniosa» la denuncia de Figueres.
Asimismo, Costa Rica instruye a nuestro Embajador ante la OEA, a efecto de que la organización continental integre una Comisión Investigadora de alto nivel para que se traslade a la región, para comprobar la veracidad de los hechos denunciados.
La OEA aprueba por unanimidad la solicitud de Costa Rica. Es la primera victoria diplomática del Gobierno ante la injustificada agresión externa.
En esta primera denuncia sobre la inminente invasión de Costa Rica, solo se mencionan Nicaragua y Venezuela, como patrocinadores de la conspiración, cuyos dictadores, Somoza y Marcos Pérez Jiménez, son miembros destacados de la Internacional de las Espadas que le ha declarado la guerra a Figueres desde 1948. Más tarde se confirmará que en la conspiración para derrocar a Figueres también figuran Guatemala, la República Dominicana y Honduras. Cinco países en total. En Guatemala gobierna Castillo Armas que se ha instaurado en el poder tras derrocar al presidente Jacobo Arbenz. Y en la República Dominicana, dueño absoluto de vidas y haciendas, manda el más brutal de los dictadores, Rafael Leonidas Trujillo, el Chivo, protagonista de la celebre novela histórica de Vargas Llosa, La fiesta del chivo.
Luego vendrán otras revelaciones sensacionales sobre esta conspiración militar para derrocar al Presidente Figueres y sustituirlo por un gobierno provisorio entre cuyos integrantes, conforme se destapa la olla, figuran reconocidos políticos desplazados, entre los que se mencionan Rafael Ángel Calderón Guardia, su hermano Paco, Mario Echandi y Fernando Castro Cervantes. La revelación de estos nombres y otros más la hará uno de los cabecillas de la invasión, Miguel Ruiz Herrero, en un sensacional documento.
En La Nación del 11 de enero se amplía la información original, recogida de un despacho noticioso de la agencia International News Service INS, que en lo pertinente dice: «Las fuerzas que se han concentrado en Nicaragua para un posible ataque están compuestas de mercenarios reclutados entre los nacionales costarricenses que residen en Venezuela, México, Honduras y Costa Rica. Varios cientos de esos mercenarios están ubicados en Nicaragua«. También figuran otros tantos mercenarios, soldados, pilotos y oficiales procedentes de las fuerzas armadas de los países invasores.
En este despacho noticioso, se denuncia que «Venezuela envió siete aviones a Nicaragua», que bien pronto se utilizarán. para bombardear la capital, Villa Quesada, Liberia y muchas otras poblaciones más.
Por su parte, el embajador de nuestro país ante la OEA, Dr. Antonio Facio, denuncia que el «gobierno de Costa Rica declara que encara una grave situación creada por el gobierno de Nicaragua que pone en peligro la integridad territorial, la soberanía y la independencia política de Costa Rica. Hay en Nicaragua grupos de aventureros en diversas partes que se entrenan abiertamente para una invasión de nuestro territorio». Las denuncias de Figueres, lejos de ser «falsas» y «calumniosas» como lo asegura Sevilla Sacasa, se cumplen a cabalidad.
La Nación, en su edición del 12 de enero, destaca así la noticia con grandes titulares a todo lo ancho de la página: ESTALLÓ EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO.
- Miguel Ruiz Herrero, Carlos Lara Hine, Carlos Tinoco Castro, Víctor Ml. Cartín y Gerardo Díaz Villalobos son los cabecillas del movimiento de Villa Quesada.
- Partieron antenoche de San José y dieron el golpe ocultando a su gente frente al edificio del Resguardo.
- Fuerzas del gobierno despachadas de San José hicieron contacto con los revolucionarios.
- Fernando Valverde (miembro del Gobierno) declara que es doloroso que políticos nacionales se hayan unido a las satrapías que ahogan algunos países de América para invadir Costa Rica.»
Por su parte, Figueres hace declaraciones a la prensa nacional sobre la emergencia. La Nación las recoge, así:
«Esta asonada se ha venido preparando desde hace muchos meses y así lo hemos denunciado ante la OEA. Hace meses está saliendo hacia Nicaragua toda clase de aventureros para sumarse a la agresión que ha venido incubándose contra la democracia costarricense«.
FRENTE INTERNO
Tal y como lo habían programado sus organizadores, la invasión comienza desde adentro y no desde afuera, como lo fue la primera de 1948. La primera fase de la operación subversiva, cuidadosamente planeada, consiste en la toma sorpresiva de Villa Quesada por un comando debidamente entrenado y armado, que integran los cabecillas del golpe, cuyos nombres revela el diario en primera página y agrega el periódico: «Partieron antenoche de San José y dieron el golpe ocultando a su gente frente al edificio del Resguardo en Villa Quesada. Fuerzas del gobierno despachadas de San José hicieron contacto con los revolucionarios«.
Mientras tanto, Figueres denuncia «que los invasores, que eran más de cien, fueron transportados en aviones a un lugar situado en las afueras de Villa Quesada, desde Nicaragua».
Aquí cabe destacar que la toma de Villa Quesada era vital para el éxito de la conspiración, pues les aseguraba a los invasores una base de operaciones y una punta de lanza, estratégicamente situadas, y el aeropuerto local para el aterrizaje de los aviones procedentes de Venezuela y Nicaragua con armas, refuerzos, alimentos y combustible. Una vez asegurada la base de operaciones en el territorio nacional, los comandos militares, dirigidos por Miguel Ruiz y sus cómplices iniciarían la ocupación de la zona, para lo cual recibirán refuerzos y armas por vía aérea. De ahí la importancia de asegurar el campo aéreo de Villa Quesada.
Para el buen éxito de esta primera fase de la invasión, los cabecillas confiaban en un levantamiento popular interno contra la «dictadura» de Figueres, tanto en la región de San Carlos, como en otros lugares. La reacción popular fue otra: rechazo categórico de la invasión y apoyo irrestricto y total al Presidente Figueres.
Por otra parte, los invasores menosprecian la bravura de los humildes y escasos guardas apostados en Villa Quesada, que oponen una feroz resistencia. La oportuna llegada de los refuerzos procedentes de San José define la situación. Los seudo llamados revolucionarios no tienen más alternativa que huir para salvar sus vidas.
La noticia de la aplastante derrota de los insurrectos la publica La Nación en su edición del 13 de enero, con el siguiente título:
LIBERADA VILLA QUESADA
- A las 12:45 de ayer dos columnas comandadas por Frank Marshall y otra por Domingo García hicieron contacto en el centro de la población, que había sido limpiada de enemigos.
- El ataque se inició desde el quebrador del Peje, las 510 de la mañana de ayer y después de una hora de combate en ese lugar, se ocuparon al enemigo posiciones estratégicas en las que se rindió Carlos Lara Hine.
- La desocupación de Villa Quesada, por parte del enemigo, se inició alrededor de las 8 de la mañana, cuando Elías Koper, en un camión de carga con varios hombres, huyó hacia el Muelle de San Carlos. El enemigo tuvo tres bajas.
- Aviones extranjeros estuvieron obstaculizando el avance hacia Villa Quesada e incursionaron dos veces más en la tarde sobre la población, ametrallando.
En esta misma edición, en primera página, el diario despliega una gran foto en la que se muestra una casa en Barrio México, con sus ocupantes, que fue «impactada por un proyectil calibre 50, disparado por el avión extranjero que ayer en la mañana ametralló la ciudad de San José». Otras poblaciones del país son objeto de ataques aéreos.
Fracasada la toma de Villa Quesada, la prensa denuncia un nuevo intento para recuperar esta población clave en los planes de los insurrectos. Un despacho de la agencia INS informa del arribo de «fuerzas invasoras transportadas en aviones». Figueres, citado en el despacho noticioso, confirma «que los invasores, que eran menos de cien, fueron transportados en aviones a un lugar situado en las afueras de Villa Quesada, desde Nicaragua. La fuerza invasora está formada por mercenarios centroamericanos y costarricenses que vivían en Nicaragua».
La Nación confirma que «el avión que ametralló San José fue identificado como un caza venezolano procedente de Nicaragua. Los otros aviones atacantes eran un P-51 y un AT-6 que volaron de Venezuela a Costa Rica».
En su edición siguiente, el 14 de enero, el diario informa que la Comisión Investigadora de la OEA, que ya se encuentra en el país y que integran embajadores de Paraguay, Brasil, México, Ecuador y Estados Unidos, ha confirmado la participación de aviones extranjeros en la conspiración contra la el Gobierno y Figueres.
Los medios informativos nacionales están saturados de noticias sobre la emergencia que vive el país. Destacan las numerosos demostraciones de apoyo y solidaridad que recibe Costa Rica desde el exterior. Entre otras, una suscrita por el influyente y respetado Senador demócrata de los Estados Unidos, Paul Douglas, representante por el estado de Illinois. Dice así:
«Con toda la fortaleza haga un llamado urgente a los Estados Unidos para que hagan todo lo que puedan para ayudar a Costa Rica a repeler y terminar el ataque nicaragüense que intenta, indudablemente, botar y posiblemente matar, al Presidente Figueres. Toda la información que poseo es que Figueres es un hombre fuerte y capaz, que derribó al grupo comunista que tenía el control de Costa Rica. Figueres es también un verdadero demócrata y un amigo probado de los Estados Unidos. Nosotros necesitamos administradores democráticos y reformistas en América Latina para quitarle el impulso a la lucha comunista por el poder«.
Sobresale también el editorial del diario The New York Times en respaldo de Costa Rica. El acreditado medio informativo denuncia la «confabulación» de las dictaduras de Nicaragua, República Dominicana y Venezuela. Otros periódicos del Continente y Europa se solidarizan con nuestro país.
Mientras tanto, la OEA admite que parte sustancial del material de guerra utilizado por los insurrectos procede de Nicaragua. La organización se muestra también muy preocupada ante «la creciente seriedad de la situación que tiene comprometida la soberanía e independencia de Costa Rica«.
Lamentablemente, los invasores, que se entrenan en Coyotepe, están listos para iniciar la segunda fase del movimiento: la invasión directa del territorio nacional desde Nicaragua, siguiendo la misma ruta y táctica de la de diciembre de 1948.
Figueres, en un mensaje, a la nación, el 14 de enero, confirma la infausta noticia. Es el siguiente:
«En la zona fronteriza con Nicaragua, junto al mar Pacífico, existe un grupo grande invasores. Por Peñas Blancas y por puerto Soley entraron dos centenares de insurrectos que venían desde hace muchos meses preparándose para esta invasión en territorio nicaragüense, probablemente en fincas de propiedad del general Somoza. La amenaza es real, tenemos un pedazo del territorio nacional invadido, precisamente aquel pedazo de territorio nacional que en 1856 tuvimos que ir a liberar de los filibusteros. Aquel pedazo de territorio nacional por donde entraron también los invasores en el 48, los tenemos ahora fuertemente invadido«.
Fiqueres destaca y elogia el «comportamiento interno de la ciudadanía costarricense» durante la primera fase de la guerra. «Con gran tranquilidad se han escuchado explotar las bombas. Con ánimo sereno se vieron caer las balas de calibre 50 sobre las ciudades. Por todas partes del país informaron que no hubo histerismo. Dos veces tuvimos que dejar a oscuras la ciudad de San José y no se produjo un solo desorden y no hubo susto y no hubo miedo, ni hubo pánico«.
En rueda de prensa, el Presidente de la República confirma la intervención de Somoza y Marcos Pérez Jiménez. Asimismo, que la invasión está dirigida por Teodoro Picado hijo y el hijo de Somoza, Tachito.
El avance de los invasores es precedido por ataques de aviones militares, que proceden de aeropuertos militares nicas. El principal blanco es la ciudad de Liberia. La Nación informa de combates violentos de dos horas. Fuerzas invasoras se concentran en La Cruz y en Puerto Soley. Entre tanto, fuerzas leales al gobierno, con denodado espíritu de lucha y sacrificio, salen al encuentro de los invasores.
La batalla decisiva, como lo anunció Figueres, tiene como epicentro, la histórica hacienda de Santa Rosa. Al igual que la de 1856, cuando los filibusteros de William Walker son derrotados, la segunda batalla de Santa Rosa, como la primera, es crucial y eso lo saben unos y otros.
Para entonces, a Santa Rosa han llegado numerosos periodistas y fotógrafos para cubrir el histórico evento, aun a costa de sus propias vidas. Su misión es informar, desde el lugar de los hechos, como lo hacen todos los corresponsales de guerra, de ayer y de hoy. En la batalla caen abatidos, por las balas de los invasores, varios periodistas costarricenses.
Uno de ellos, es el joven periodista Jorge Vargas Gené, cuyo hermano, Joaquín, jefe de redacción de La Nación, forma también parte del grupo de comunicadores. Joaquín narra, en un reportaje conmovedor, que el diario publica el 18 de enero con el título LA BATALLA DE SANTA ROSA, lo ocurrido en el frente. Seguidamente un resumen del histórico reportaje.
«Antes de la batalla, aviones de los invasores comenzaron a volar por encima del convoy y se escucharon las detonaciones indicando que se había iniciado un ataque aéreo sobre Santa Rosa con el propósito de detener ahí las tropas del gobierno e impedir un refuerzo del grupo de Oduber.
Los aviones atacantes son un AT-6 de gran velocidad y artillado con ametralladoras de 50 mm y un DC-3 al que se le habían quitado las puertas desde las que ametrallaban los miembros de la tripulación. Debajo de la espesura de los árboles las ametralladoras comenzaron a vomitar balas. Inmediatamente se contestó el fuego. El DC-3 fue derribado y precipitado al suelo. Tan pronto la columna empezó a contestar el fuego de las ametralladoras, empezaron a caer las granadas de los morteros enemigos en el macizo de árboles que había sido ocupado por la columna.
Los periodistas se reunieron a nuestro alrededor. Todo era dantesco. Las balas de las ametralladoras enemigas pasaban cortando sobre nuestras cabezas las ramas de los árboles, y las granadas de los morteros estallaban en cantidad considerable por todos los sitios. Pudimos ver como algunos valientes, que insultaban al enemigo y pedían seguir avanzando, iban cayendo. El coronel Lipa fue herido en el cráneo y manaba sangre abundantemente. La sangre le corría por la cara y hacía tinta su camisa kaki…
Los otros periodistas se levantaron también para ayudar. Óscar Cordero, que había estado disparando con una ametralladora, abandonó el arma y se abalanzó sobre su cámara la que tomó, y haciendo un rodeo, trató de situarse frente al grupo que tenía a Lipa y tirar una placa. Al hacer esos movimientos, en fracciones de segundos, una granada explotó en el centro del grupo. Todos los periodistas estaban heridos.
Jorge Vargas Gené tenía una raspadura hecha por un casco de metralla en la cabeza, una herida parecida a la de Lipa y manaba sangre abundantemente. Cuando Jorge la vio se lanzó hacia él, gritando: «Quincho… estoy herido». No es nada, le contestó el periodista. El hermano siguió avanzando y cayó sobre el que esto escribe diciendo «yo sí… y a mí me pegaron bien…»
Es interesante señalar que, antes de ser herido mortalmente, Jorge tuvo tiempo de tomar varias excelentes fotos de prensa, que su hermano incluye en su reportaje sobre la batalla de Santa Rosa. Herido de muerte, Jorge es llevado a Liberia y luego a San José, donde muere al mediodía del 15 de enero. Sus funerales fueron una demostración de duelo nacional.
El periodista-fotógrafo de La Prensa Libre Óscar Cordero Rojas, cae fulminado por las balas del enemigo. Su muerte es instantánea. Penelas fue herido levemente en una pierna, al igual que Joaquín.
Derrotados en la histórica batalla, los invasores sobrevivientes abandonan Santa Rosa, perseguidos de cerca por las fuerzas leales del gobierno. Al día siguiente, son sorprendidos al norte de Santa Rosa. La Nación del 19 de enero informa así sobre el combate: «Un destacamento de las fuerzas leales al mando del coronel Domingo García trabó combate con los invasores infringiendo fuertes bajas entre muertos y heridos, al invasor. Se confirman por lo menos 15 muertos y un alto número de heridos.»
Para entonces, el enemigo está derrotado. Los sobrevivientes huyen hacia el norte, en busca de refugio en Nicaragua, de donde parten. Como el país no dispone de fuerza aérea, el gobierno se ve en la necesidad de usar varios aviones comerciales, que son manejados por pilotos comerciales, que rápidamente se transforman en bravos pilotos militares. Esta improvisada fuerza aérea tendrá una participación fundamental para aplastar la invasión. En sus últimas intervenciones bombardean y ametrallan las posiciones del enemigo en El Amo y La Cruz. Con la caída de estos dos bastiones del adversario, la guerra llega a su fin.
La Nación informa sobre el fin de la invasión con un gran titular, en su edición del 22 de enero, así: LIQUIDADA LA INVASIÓN. Del texto de la información, reproducimos los siguientes conceptos:
«Fuerzas superiores en armamento y preparación militar no resistieron ni dos horas de ataque combinado de la aviación y la infantería del Gobierno de Costa Rica. La batalla de Santa Rosa constituyó el hecho más sobresaliente, y fue allí donde se inició la derrota del invasor, frente a 45 soldados que se convirtieron en héroes nacionales, resistiendo la acción de la fuerza aérea y terrestres del enemigo.
La acción final estuvo a cargo del coronel Frank Marsall, que comandó personalmente el ataque de la primera columna de cien hombres que atacaron las posiciones de El Amo. Desalojados los invasores de este lugar por efecto de la infantería y la aviación del Gobierno, se dispusieron a atacar La Cruz, donde el enemigo no resistió porque estaba huyendo presuroso hacia Nicaragua, dejando abandonado gran cantidad de valioso equipo bélico, parte del cual ni siquiera había sido usado. Solamente grupos de invasores no pudieron huir al norte y están siendo localizados en las zonas comprendidas entre Puerto Soley y El Amo.
Días después, grupos de invasores que huyen hacia Nicaragua son sorprendidos en la finca de Rosa Alan «donde son abatidos 40 invasores». Otros huyeron a Nicaragua llevando numerosos heridos y dejando gran cantidad de parque y abastecimientos.
Sobre la participación de Calderón Guardia en la fracasada invasión, se informa que «los testimonios hacen tener por cabecillas del movimiento fracasado a los hermanos Calderón Guardia, Luis Paulino Jiménez, Rodolfo Quirós, Rodrigo Perera, Rodrigo Musmani y otros, no pudiéndose comprobar la participación del Lic. Teodoro Picado, ni la suerte que ha corrido su hijo.»
En cuanto a Calderón Guardia informa el alto mando «que existen fundadas sospechas de que está en el territorio nacional, acompañado por un grupo reducido de invasores». Luego se confirma ampliamente la presencia de Calderón Guardia en territorio nacional, por lo menos en el día de ayer (21 de enero). Asimismo, se denuncia que el «Expresidente se entrevistó en México con Teodoro Picado hijo que le informó sobre los planes de la invasión«.
En las ediciones del 28 y 29 de enero, definitivamente derrotada la invasión procedente de Nicaragua, La Nación hace un recuento sobre la preparación militar que recibieron los internados en Coyotepe, con base en «revelaciones de los invasores».
- Durante doce meses (los invasores) estuvieron recibiendo instrucción bélica en Coyotepe.
- Doscientos setenta efectivos fueron los que participaron en la las operaciones de Guanacaste. Se sabe, sin embargo, que el movimiento contaba con un millar de comprometidos debidamente entrenados.
- Todo el tiempo se mantenían en estado de alerta, como si estuvieran en acción de guerra, y se efectuaban combates y toda clase de prácticas militares.
- Mora Molina calificaba a Pacheco Musmani de miedoso, y en una ocasión lo tomó prisionero junto con otros elementos, y se produjo un incidente. En Guanacaste Pacheco demostró ser un oficial de valor y empuje, sin dejar de ser un caballero con todos.
- En el ejército invasor venían 55 extranjeros, formando parte de dos compañías. Cuarenta hondureños estaban en la compañía B y 15 nicaragüenses en la compañía A.
- Los servicios médicos de los revolucionarios fueron deficientísimos y varios heridos murieron por falta de una buena atención.
- La batalla de Santa Rosa fue librada por la compañía A comandada por un individuo al que se llamaba White, y decía ser costarricense.
- En esta pelea (la batalla de Santa Rosa) se habían enfrentado a cientos de soldados leales, y nunca quisieron aceptar que había sido contra 45 soldados que se batieron en esta ocasión.
- El valor inusitado de la fuerza leal hizo cambiar definitivamente el ánimo de los rebeldes, y de sus acciones siguientes se quitó la idea de avanzar.
- En El Amo el factor sorpresa fue demasiado influyente, y la intervención de la fuerza aérea del Gobierno convenció a los invasores de que su suerte estaba sellada, no pudiendo esperar una victoria ante la clase de adversario que se les enfrentaba. Por eso la orden de retirada que dio el general Tinoco fue acatada sin objeciones.
- A los invasores les falló el frente de Villa Quesada, a donde habían de haber llegado, por aire, 500 hombres de refuerzo.
- Los invasores huyeron con la mayor parte de su armamento pesado, pero perdieron una gran cantidad de fusiles automáticos, de parque de todos los tipos y de vehículos.
MAPAS
Los Inocentes, La Garita
El Amo, La Cruz
Peñas Blancas, La Cruz
Liberia, Guanacaste
Escenarios de la Invasión del 55
- Peñas Blancas (toma, enfrentamiento)
- La Cruz (toma, enfrentamiento)
- El Amo (toma, enfrentamientos)
- Los Inocentes (toma)
- Santa Rosa (batalla)
- Liberia (Estado Mayor ejército de Costa Rica)
GALERÍA
¿POR QUÉ FRACASA LA INVASIÓN?
Al igual que en la contrarrevolución del 48, el pueblo costarricense cierra filas en torno a Figueres, en defensa de la soberanía nacional. En uno y otro caso, los cabecillas no reciben ningún apoyo popular.
Al contrario, la opinión pública nacional los rechaza de manera contundente, solidarizándose con el gobierno de Figueres, que asume la defensa de la soberanía nacional ultrajada por los invasores.
Los medios informativos nacionales, incluyendo el diario La Nación que tan crítico ha sido de Figueres, asume una firme posición de defensa de la legalidad. Al igual que los diarios, las radioemisoras se unen también a esta cruzada nacional.
Al igual que los medios informativos locales, los más prestigiosos e influyentes periódicos del mundo están del lado de Costa Rica, lo mismo que las democracias más avanzadas y las mayores organizaciones sindicales democráticas.
La amplia cobertura noticiosa por parte de los grandes medios de comunicación del mundo, particularmente de esta segunda invasión, fue otro factor determinante para el fracaso de los golpistas. Cabe destacar el excelente y muy documentado reportaje gráfico de la famosa revista LIFE, en español, que envió al frente de batalla, en enero de 1955, a sus mejores periodistas y fotógrafos para informar al mundo sobre lo que estaba ocurriendo en nuestro país.
Hay que mencionar otro factor importante. Los comunistas de Vanguardia Popular, los más leales partidarios de Calderón Guardia, los que pelearon de verdad en el 48 en defensa de la reforma social, le vuelven la espalda al doctor. No solo no avalan las invasiones de 1948 y 1955, sino que censuran los dos intentos golpistas, preocupados sobre todo por la injerencia de Somoza en ambos casos.
RESUMEN
Don José Figueres Ferrer, fue electo presidente en 1953. Desde fines de 1954 un grupo de costarricenses, partidarios de restablecer en el poder a Calderón Guardia, entonces en México, inició en Nicaragua la preparación de un movimiento para derrocar a la administración Figueres, con la complicidad del régimen somocista, ya que el presidente dictatorial de Nicaragua, Anastasio Somoza García alegaba que miembros de la Legión del Caribe, un supuesto grupo de exiliados políticos de las naciones del Caribe, habían participado en una conspiración para asesinarlo con la ayuda de Figueres.
Aparentemente Somoza hizo planes junto a Trujillo (dictador de República Dominicana) para tomar represalias y entonces apoyó a Calderón Guardia, quien comandaba una banda de rebeldes al sur de Nicaragua bajo la jefatura militar del Mayor Teodoro Picado Lara, hijo del ex Presidente Teodoro Picado, que invadieron el país por la frontera norte, llegando incluso algunos invasores hasta Villa Quesada (actual Ciudad Quesada) en San Carlos, el 11 de enero de 1955.
Inmediatamente Figueres apeló a la Organización de Estados Americanos (OEA) para que investigara; una comisión descubrió que los suministros y material de guerra provenían de Nicaragua. Tan pronto como esto se hizo público, Nicaragua cesó la ayuda a los rebeldes calderonistas, que en su mayoría eran costarricenses. Mientras tanto, el país se organizó por medio de su Fuerza Pública, reservistas y voluntarios. Los Estados Unidos vendieron cuatro aviones de guerra, al precio simbólico de $1 cada uno, a Costa Rica para ayudar a su defensa.
Se dieron algunas batallas y escaramuzas en varios pueblos, especialmente en Santa Rosa, donde aún hay restos de algunas tanquetas. Pero los rebeldes no fueron competencia para las fuerzas del Gobierno, que gozaba de un gran apoyo popular, y fueron expulsados de nuevo a través de la frontera hacia Nicaragua. A comienzos de 1956, Costa Rica y Nicaragua acordaron cooperar en la vigilancia de su frontera.
GALERÍA DESFILE DE LA VICTORIA
BIBLIOGRAFÍA
ACUÑA, Miguel. El 55. Librería Lehmann S. A. 1986
CASTRO Vega, Oscar. Génesis y Trayectoria de la Segunda República 1948-1949. Inédito.
MUÑOZ Fonseca, Juan Rafael. Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
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