Nuestro gallardo libertador
Carlos José Gutierrez
La causa de todo fue el hecho de que el Partido Republicano Nacional, bajo el liderazgo del Doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, hubiera insistido en mantenerse en el poder, después de que la mayoría del pueblo costarricense decidiera que debía haber un cambio de régimen.
Para la solución del problema, Don José Figueres contribuyó con tres cosas: una intuición profética, un plan de acción y el liderazgo para el brillante desarrollo de este.
La intuición fue lo primero. Fue la convicción de que el Partido Republicano Nacional no dejaría el poder de buen grado, que sería necesario derrocarlo por la fuerza.
No era, desde luego, la única posibilidad. Cuando murió Don León Cortés, para escoger el candidato que la Oposición debía presentar a las elecciones de 1948, los tres principales precandidatos representaban, cada uno, una de las posibilidades.
Don Fernando Castro era la alternativa de un arreglo con el Partido Republicano Nacional; merecía la aceptación del líder de este, y, en consecuencia, si hubiera sido el candidato oposicionista, como tantas otras veces en Costa Rica» aquí no habría pasado nada.
Don Otilio Ulate sostenía la vía electoral: había que ir a las elecciones y triunfar en ellas.
Don José Figueres representaba la revolución: si la Oposición quería obtener el poder era necesario luchar con armas contra el gobierno de Teodoro Picado
En la convención de las fuerzas oposicionistas de 1947, Ulate derrotó a Castro Cervantes con el apoyo de Figueres. Se fue a elecciones y se triunfó en ellas, Pero, cuando éstas fueron anuladas por el Congreso, la intuición de Figueres quedó confirmada.
Mientras se desarrollaba la campaña electoral, Figueres había preparado un plan de lucha armada, cosa sumamente difícil en un pueblo carente de tradición militar. Había formado un grupo para que fueran los primeros oficiales del Ejército de Liberación Nacional.
Tenía la oferta de las armas que vendrían a Costa Rica en el momento preciso. Formó un plan sencillo, pero sumamente audaz: apoderarse de la zona entre San Isidro de El General y El Empalme; formar ahí un ejército; atacar Limón desde el aire, mientras el grueso de la fuerza avanzaba a pie hacia Cartago. Tomar ésta y recibir por vía marítima nuevas armas para atacar San José.
Ejecutó luego su plan, al pie de la letra.
El Ejército de Liberación Nacional se formó con campesinos, estudiantes y obreros, que lucharon con la enorme confianza de tener un jefe, dotado de visión extraordinaria y valor personal a raudales. Figueres demostró su talento militar al conducir la marcha hacia Cartago, la Marcha Fantasma, que colocó al grupo de setecientos soldados que salieron de Santa María de Dota en la ciudad que podía suministrarle los miles de voluntarios necesarios para la batalla del Valle Central.
Mostró preocupación por los detalles, en forma tan cuidadosa como para derramar en las calles de Cartago todo el licor existente en la ciudad para que nadie celebrara antes de tiempo. Lució luego una excelente capacidad de negociación como para celebrar reuniones con representantes de las fuerzas que apoyaban al gobierno, y lograr que éste abandonara la lucha, una vez derrotado en la batalla de El Tejar, a fin de consolidar el triunfo, sin que fuera necesario llevar la lucha a la ciudad de San José.
Hubo mucho más y todo lo demás lo puso el pueblo, que estaba decidido a recuperar sus libertades. Pero José Figueres, con su intuición, su plan y su liderazgo, se hizo merecedor de que, casi inmediatamente después de su hazaña, se le rindiera ese especial homenaje de que una canción compuesta a su nombre adquiera inmediato arraigo como expresión del agradecimiento de su pueblo y que esa canción, en su última estrofa, pese a su figura, lo llamara con justicia «nuestro gallardo libertador».
– Soldado del Pelotón Rolando Aguirre, Legión Caribe, Ejército de Liberación Nacional; ex ministro de Relaciones Exteriores.
Tomado de la revista especial «Figueres, 80 años de amor a Costa Rica», publicada en 1986 por el Partido Liberación Nacional.
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