Reseña bibliográfica
Revista Estudios UCR
Barahona, Macarena. Nuevos documentos de 1948: Los proscriptos. San José, Editorial Costa Rica, 2015, 402 pp.
Felicito a Macarena por su tesón en la búsqueda de la verdad, en la investigación minuciosa y en la culminación de proyectos valiosos. Como la introducción lo dice con esta obra la editora busca el reconocimiento de las versiones de los “vencidos” en la guerra civil de 1948. Aún falta mucho, nos dice, la investigación de los presos y de las presas, por ejemplo. El silencio y tergiversación de los hechos no han permitido conocer las contradicciones que se generaron en la década de 1940. Luego de la guerra el retorno a la normalidad, necesario para la supervivencia, coadyuvó en la narración de una historia contada a medias.
Los documentos que aquí se recogen y hoy se presentan, brindan parte de una versión que apenas está saliendo a la luz pública, ya sin tantos resquemores y con la mayoría de los actores desaparecidos. Pero la historia es válida en tanto se conozca y ese es uno de los principales méritos de esta recopilación de documentos.
Hago aquí un punto y aparte.
Cuando yo inicié mis estudios de historia, aprendí, en pocas palabras, que la historia debe ser estudiada en procesos. Procesos de corta, media y larga duración y que de esta forma se alcanza lo que podría llamarse una historia objetiva, construida por masas anónimas o en todo caso por grupos sociales diversos, todos acomodados bajo un término clave que es “clase social”. La clase del poder, oligarquía, los campesinos, los obreros, etc. La década de los 40, la guerra civil de 1948, todo parte de un proceso de ruptura y nuevos grupos sociales en pugna.
Macarena Barahona con este libro demuestra el valor de la documentación obtenida por personajes con nombre, apellido e ideales políticos. Todos tienen familia, padres, esposa, hijos, amigos, enemigos… Todos vivieron esos momentos, sufrieron, celebraron triunfos y derrotas.
Rosendo Argüello hijo tiene su versión y su razón y sobre todo sus sentimientos con respecto a los hechos de los años 40. Tiene sus valores, la lealtad, la libertad, la solidaridad, la palabra empeñada, la lucha.
Sus textos “Estafa y farsa en el Caribe” y Quiénes y cómo nos traicionaron, describen desde la perspectiva suya, la verdad de los hechos. El texto Quiénes y cómo nos traicionaron fue incorporado al libro de Rosendo Argüello padre, La verdad en marcha.
En estos documentos, Rosendo Argüello Rodríguez se presenta a sí mismo como un romántico luchador, idealista, en busca de la libertad y la democracia de su país y de todo el Caribe. No le perdona a Figueres y una larga lista de sus compañeros el haberle impedido iniciar su lucha en Nicaragua, ya que luego de Firmado el Pacto de la Legión Caribe y celebrado el triunfo de Figueres en Costa Rica, al salir del poder de Teodoro Picado, nunca le dio las armas que él afirma haber conseguido gracias a sus esfuerzos y los de D. Edelberto Torres.
Narra los hechos para quienes los vivieron, dando por conocidos muchos detalles. Sin duda alguna el escenario político nacional se había vuelto más complejo y las Reformas Sociales y los avances de la clase trabajadora hicieron de las elecciones de 1948 algo inédito en CR. Y desembocó como todos sabemos en una guerra civil que dividió al país.
Como se verá dicha guerra se planificó con antelación y Rosendo Argüello, en el capítulo correspondiente, relata la forma en la muchos participaron en la Revolución del Caribe.
Argüello Rodríguez, estuvo en Costa Rica, exiliado con sus padres, a fines de los años 30. Logró sacar a sus hermanos y familiares en un avión de Nicaragua (Contar). Ejerció en Costa Rica la medicina natural y explica que los médicos de la época lo denigraron, aunque tuvo mucha clientela, incluida doña Julia de Cortés, quien intercedió por él al solicitarle la salida de los hermanos de Argüello Rodríguez. Recién llegado Calderón al poder, una noche de 1940, la policía lo tomó preso y le destruyeron su consultorio.
Se fue a México y ahí conoció a José Figueres, exiliado también. Poco a poco crecieron los planes. Figueres conseguiría el dinero y a Rosendo Argüello le tocó reclutar a los militares veteranos. Hay que recordar que los dueños de los capitales en CR estaban contra las Reformas Sociales, pero Figueres le dijo que él las apoyaba. En México R. Argüello conectó a Figueres con los otros centroamericanos.
El relato de Rosendo Argüello lo podemos dividir entonces en momentos: la organización del movimiento, la llegada a San Isidro y lucha en CR y la traición.
Entonces en una primera parte escribe sobre la organización del movimiento revolucionario del Caribe, las reuniones, las personas, los planes para compra de armas, e, México y Guatemala.
Por ejemplo, explica que no le gustó para nada el grupo que acompañaba a José Figueres, por arrogantes. Describe personalidades, como a Edelberto Torres de quien se expresa en los mejores términos. De Gonzalo Facio por el contrario tiene la peor opinión: “el sonriente y melifluo Gonzalo Facio”.
Ya en el gobierno de Teodoro Picado, Rosendo Argüello regresó a Costa Rica, abrió de nuevo su consultorio. Esto lo consiguió gracias a Manuel Mora.
En 1945 regresó a México en busca de los exiliados centroamericanos y de armas, iba con 12 mil dólares y estos se duplicarían con ayudas de otros nicaragüenses. El General Pasos sería el estratega de compras, Figueres, Pasos y Chamorro aportaron lo que faltaba.
Son momentos de muchísima tensión, compras por todo lado, dónde las ponían, buscar un taller para repararlas, hasta Edelberto Torres llegó a trabajar en esto. Pero los apresaron a él, un amigo nicaragüense, Francisco Quesada y Guillermo Castellón que no sabía nada. Su esposa fue interrogada, igual que Edelberto Torres, pero este se valió de su pasaporte oficial. Salieron bajo fianza, pero todo se perdió.
Por ese mismo momento en Cuba se decomisó otro cargamento de armas de los revolucionarios dominicanos. Entonces le piden a José Arévalo una carta para el presidente cubano Grau San Martín, en la que le pedía que le enviara las armas a Arévalo. El dueño de las armas Juan Rodríguez, a quien se las pidieron, dijo estar de acuerdo, pues serviría para la causa del Caribe.
Las armas tuvieron muchos novios, una vez en Guatemala, se organizaron comités, hasta que Edelberto Torres, el profesor Pilláis, Octavio Caldera, Dr. Carlos Castillo, el coronel Rodríguez Matus, el Dr. Valladares y el poeta Alberto Ordónez, propugnaron por que las armas se le dieran a Figueres, porque solo así había certeza y garantía de que después de la victoria se apoyaría a los grupos revolucionarios, que irían prestándolas a todos los “congéneres” de cada país del caribe que sufriere la furia de una tiranía.
Figueres sería el nuevo Morazán. El dueño de las armas, Juan Rodríguez (exsocio de Trujillo), un dominicano, también opinaba sobre a quién le tocarían, pero Argüello insiste en que la labor de conseguir armas y hacer planes para su traslado al país base (Guatemala) era propia.
Arévalo estaba muy molesto por tanto pleito por las armas, su gobierno se veía comprometido; así que Rosendo Argüello padre, llegó a Guatemala a interceder en el tema y se decidió que la lucha se iniciaría por Costa Rica. Así se firmó el Pacto del Caribe en 1947. A Arévalo lo convencieron los Argüello y Edelberto Torres. Los otros grupos al parecer no muy contentos con el asunto, querían organizar “una oficialidad” con la cual rodear a Figueres, sacando a Argüello Rodríguez del juego. Esto lo devastó. Ahí se inicia la traición No participó en la entrega de armas. Envían a Fernando Figuls, su cuñado por ellas y a Fernando Córdoba. Se acordó llevarlas a San Isidro.
Entonces se inicia la segunda parte del relato. Para cuando todo empezó él no estaba en CR. Se les unió en la marcha, pero él y su grupo quedaron subordinados.
Llegó a San Isidro, los bombardearon y el gobierno tomó la pista. En esta parte del relato brinda cantidad de detalles y nombres.
General Tijerino: nicaragüense que comandaba el bombardeo, del gobierno de Picado.
General Abelardo Cuadra: otro nicaragüense que envió el gobierno con refuerzos hacia Cartago.
Argüello y su gente salen de Sta María de Dota hacia Cartago.
Menciona muchos compañeros de armas: Octavio Caldera (Nicaragüense y con úlcera), Horacio Ornes (Dominicano), Baez Bone, (Dominicano).
Horacio Ornes tomaría Limón, a la vez que se tomaba Cartago.
En Dota durante todo el día y la noche organizaron las compañías militares. Los hombres clave nicaragüenses José Santos Castillo, General Salaberry, General Antonio Velásquez, capitán Adolfo Báez Bone, Coronel Rodríguez Matus, Teniente José María Tercero, Dr. Octavio Calderita y otros junto a él Rosendo Argüello. Resalta que el comando mayor era extranjero.
Narra que junto a Figueres recorrió la marcha hacia Cartago, dando ánimos a la tropa. Fue un doloroso camino, en silencio, con hambre y llegaron a Cartago a las 5 am.
Se puso un retén entre San José y Cartago y otro entre Tejar y Cartago.
El mayor Mario Soza, hondureño, sitió el Cuartel General desde las ruinas y otros al mando de los nicaragüenses dominarían la ciudad
Se tomó el S. Luis Gonzaga como cuartel, y el cuartel general de Cartago se rindió hasta dos días después.
Al terminarse las municiones en la batalla del Tejar, Argüello regresa al S. Luis Gonzaga y se encuentra ya a Figueres conversando con el Nuncio Apostólico y los diplomáticos.
El gobierno estaba por renunciar, en vista de que sus fuerzas eran inferiores. Describe los horrores de los días siguientes, muertes sin razón, ya los soldados rendidos. Repite los nombres de los amigos de Figueres causantes de estos actos bochornosos.
Marshall, Montero, Manuel Enrique Herrero, Pisa, Quirós, Delcore, Cardona. Dice que Figueres cuando él le reclamó dijo, “al enemigo hay que matarlo”. Jorge Montero: pasó la noche entera matando mariachis, le dijo, por lo que su 38 ya no servía.
G. Facio, recién llegado de San José, “sin dejar de mostrar su dentadura” iba a limpiar la retaguardia, ya que “no debían quedar adversarios vivos. Relata la historia de lo que hizo Marshall con un familia de un calderonista, botó la puerta, los ametralló, aunque ya el calderonista había sido entregado. Se lo contaron Mario Soza y Báez Bone.
Argüello medita sobre lo que ocurre. No está de acuerdo, pero si se va, su movimiento se pierde, así que sigue al lado de Figueres y se convierte en el Secretario de la Guardia Presidencial de Figueres.
Mientras tanto dice, Marshall, Facio, Manuel Enrique Herrero, Cardona, Delcore, y otros apalean mujeres y asesinan calderonistas. Niños abandonados, ultrajes. Hay amenazas de muerte a Figueres.
En la tercera parte, se habla de la traición y de las mil y una formas en que pidió se les permitiera llevar a cabo la lucha en Nicaragua. En el relato insiste en señalar que aunque le ha perdido la confianza a Figueres, le organiza una guardia presidencial con su gente, los nicaragüenses que se instalaron en Río Conejo para entrenarse bajo el nombre de compañía Rafaela Herrera, (nombre escogido en honor a la defensora del Castillo de la Inmaculada Concepción en 1762, contra los ingleses en el Río San Juan).
Esta Guardia es separada del Ministerio de Seguridad manejado por Edgar Cardona, F. Marshall y Manuel E. Herrero. Ya Figueres había oído de las conspiraciones Este grupo no les gustó. Inclusive, relata Argüello, que por orden de Marshall, sitiaron su casa y que lo salvó Figueres. El Capitán Castillo corrió con menos suerte. Lo asesinan en una fiesta a la que invitaron a todo el grupo de Argüello. Solo fue Castillo y su muerte fue achacada a dos calderonistas.
Finalmente, luego de la invasión de diciembre de 1948, en la que el grupo de Río Conejo fue llevado al Bella Vista y muy mal tratado, el señor Ricardo Saprissa los contrató y el grupo se deshizo, sin aclarar bien cómo.
En medio de todo eso la división en la Legión Caribe era cada vez peor, conservadores contra liberales, dominicanos, hondureños, salvadoreños, nicaragüenses, no pudieron convertir a “la Legión Caribe en un eficaz instrumento militar”. Todos esperan las armas que se necesitaban para continuar el movimiento. La Legión Caribe discute llegar a Nicaragua y montar ejército y gobierno. Se buscaron nuevas armas y el padre de Argüello llevaría 100 mil dólares más para que no se creyera que los nicaragüenses no ponían dinero. Al final Figueres puso este cheque como propio y dijo, yo aporto este dinero para el próximo paso de la Legión Caribe.
Eso selló la traición junto a otro montón de hechos, como el juicio a Calderón, sobre bases documentales falsas, los desmanes de sus hombres, las calumnias a su compañía militar Rafaela Herrera.
Nunca dice, fue reconocido el papel de los nicaragüenses en todo ese período y nunca les devolvieron las armas que gestionó para la Legión Caribe y no se reconoció el papel de los CA.
Califica de error su participación en la llamada “Revolución del Caribe” la guerra civil que llevó al poder a J. Figueres. Amarga experiencia, ya que se sirvieron de ellos para escalar el poder y saciar apetitos personales, cuando lo que se pretendía era salvar al Caribe.
Carolina Mora Ch.
Universidad de Costa Rica
3 de Diciembre de 2015
Asamblea Legislativa
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