Roberto Brenes Mesén y el CEPN

Roberto Brenes Mesén y el CEPN

Roberto Brenes Mesén y el CEPN
el tránsito del CEPN a la socialdemocracia

Cuando los jóvenes intelectuales que integraron el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales (CEPN) comenzaron a reunirse a inicios de la década de 1940, Costa Rica ya contaba con una tradición crítica importante, aunque dispersa. Entre las figuras que más influyeron en ese ambiente se encontraba Roberto Brenes Mesén, no como dirigente político ni como organizador, sino como referente moral e intelectual.

Brenes Mesén había regresado al país tras una prolongada estancia en el extranjero, especialmente en Estados Unidos, donde desarrolló una intensa labor intelectual. Su retorno coincidió con un momento de efervescencia crítica, en el que una nueva generación buscaba pensar los problemas nacionales con mayor rigor, alejándose tanto del liberalismo oligárquico tradicional como del caudillismo político. En ese contexto, Brenes Mesén fue visto como un maestro intelectual, admirado por su humanismo, su racionalismo y su defensa de la educación como base de la democracia.

El CEPN no fue una escuela de discípulos, pero sí un espacio donde las ideas de Brenes Mesén eran ampliamente conocidas y respetadas. Su influencia se expresó menos en propuestas concretas y más en una actitud intelectual: pensar el país con seriedad, desconfianza frente a las soluciones simplistas y rechazo a la política entendida como mera improvisación personalista.

En 1945, sin embargo, el CEPN dio un paso decisivo: abandonó su condición de grupo apolítico y se fusionó con Acción Demócrata, el movimiento encabezado por José Figueres Ferrer, dando origen al Partido Social Demócrata. Este giro marcó un momento crucial: el tránsito desde el análisis intelectual hacia la acción política organizada, y la aceptación de que las ideas debían traducirse en poder para producir cambios reales.

Para entonces, Brenes Mesén no formaba parte orgánica de ese nuevo partido, pero su influencia seguía presente como trasfondo ético e intelectual. El episodio del almaticazo de 1947, ocurrido cuando el CEPN ya había desaparecido como tal, no dialoga con el Centro como institución, sino con el clima de crisis política que vivían quienes habían pasado de la reflexión al compromiso partidario. Para muchos de ellos, ese intento fallido de pronunciamiento encabezado por Brenes Mesén funcionó más como una advertencia que como un modelo: la impaciencia moral no podía sustituir la construcción institucional.

Así, la relación entre Roberto Brenes Mesén y el CEPN —y luego con quienes fundaron la socialdemocracia costarricense— fue la de un magisterio indirecto. No hubo continuidad orgánica ni filiación política, pero sí una transmisión de valores: rigor intelectual, centralidad de la educación, desconfianza del caudillismo y convicción de que la democracia debía sostenerse en ideas antes que en armas.

En ese sentido, Brenes Mesén no fue protagonista del 48, pero sí uno de los pensadores que ayudaron a formar a quienes dejaron de pensar el país solo en abstracto y decidieron transformarlo desde el poder.

1945: del pensamiento a la acción política

El año 1945 marcó un punto de inflexión decisivo en la historia política costarricense. Hasta entonces, el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales (CEPN) se había definido como un grupo intelectual y apolítico, dedicado al análisis riguroso de los problemas estructurales del país. Sin embargo, la creciente crisis del sistema político y la percepción de que el diagnóstico, por sí solo, ya no bastaba, llevaron a sus integrantes a replantear esa postura.

Ese año, el CEPN decidió abandonar su condición de grupo exclusivamente intelectual y unirse con Acción Demócrata, el movimiento encabezado por José Figueres Ferrer. De esa convergencia surgió el Partido Social Demócrata, un hecho de enorme trascendencia: por primera vez, una generación formada en el análisis técnico, el pensamiento crítico y la reflexión ética asumía abiertamente la tarea de disputar el poder político.

El paso de 1945 significó mucho más que una alianza organizativa. Representó la politización consciente del pensamiento crítico, la aceptación de que las ideas debían traducirse en acción institucional para producir cambios reales. Ese tránsito explica, en buena medida, por qué la ruptura de 1948 no fue improvisada ni puramente militar, sino precedida por un esfuerzo serio de elaboración programática.

Así, 1945 puede leerse como el año en que una parte fundamental de la inteligencia costarricense decidió que pensar el país ya no era suficiente: había que transformarlo.

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