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A los 48 años del 48

Oscar Bákit

Seguidamente vamos a escuchar la participación de don Oscar Bákit.

Gracias. Saludos a todos ustedes, gracias por estar aquí. Estoy en franca minoría, soy el único «mariachi» de todos aquí, y tengo un poquillo de miedo. Me atengo a un proverbio de mi raza, los árabes decimos: «todo lo que ocurre es lo mejor», Mahoma lo hace constaren el Corán. Cuando yo repaso lo que ocurrió desde el 40 en adelante, y veo lo tenebroso que fue el movimiento de Figueres, debajo de todos los movimientos cívicos que había, y la perfidia con que se movilizó, y lo están haciendo aquí, lo están confesando, que aún antes de las elecciones ya estaban listos para dar el golpe, era simplemente un asunto calculado, sin ninguna razón seria, ideológica, política de bienestar social o de bienestar público, sino como lo dijo Villegas, para «sacarse el clavo».

Figueres desde mucho antes, y no por las elecciones, ni por ningún tipo de fraude, ni por nadie, nada de eso, iba a dar el golpe; comprometió la sangre costarricense y a un montón de extranjeros legionarios, Ramírez, etc., todos los tales generales estos que han citado, Villegas y muchos más, Bornes y otros, para servirse de Costa Rica y de la sangre costarricense, para tirarse después a liberar, según ellos, los otros pueblos, Centroamérica y Cuba y Dominicana. Nosotros íbamos a poner la sangre, ellos ponían el triunfo, y eso fue lo que Figueres hizo, venderles el territorio y el puente. Ocurrió así, originalmente ocurrió así, y ese grupo de extranjeros a los que denominamos la Legión Caribe, lograron llegar a territorio nacional, ganaron una revolución en la cual ninguna batalla fue batalla, no había ningún ejército. Ahora que dijeron que fui nombrado Capitán del ejército, ¿cuál ejército? Es que aquí no había ejército, aquí nunca ha habido ejército. Teodoro no tenía ejército. Y resulta que a la hora de llegar esa gente al país, Figueres se da cuenta que tiene algo incómodo en sus manos, que es el grupo ese de gentes que le están exigiendo que siga adelante con su misión. Entonces hay mucha gente como el señor Cardona, el señor Ruiz y otros que se oponen a los planes de Figueres y le establecen obstáculos, y entonces es cuando ya los que estábamos exiliados en Nicaragua entramos en diciembre para hacerle la contrarrevolución (que se llamó) a José Figueres en diciembre del 48, basados en la idea de que Figueres no representaba un sentir nacional, y simplemente estaba recibiendo los beneficios de ocho años de odio que había infiltrado Otilio Ulate a través de los medios de comunicación con una suprema habilidad, con un grupo de gentes muy habilidosos, y habían hecho de todas las verdades mentiras. Llega Calderón Guardia al poder por primera vez impuesto sanguinariamente, impuesto por León Cortés, sobre mi sangre inclusive, que quedó regada en la puerta de don Ricardo Jiménez que era nuestro candidato. Y se retira don Ricardo, entonces postulamos a don Ricardo Moreno Cañas, el doctor, como candidato, entonces asesinan a Moreno Cañas, nos quedamos sin candidato y Calderón Guardia llegó a la Presidencia de la República sin oposición, pero en eso Calderón Guardia traiciona a sus plutócratas que llevaron a León Cortés, e inicia un proceso de legislación con base en la doctrina social cristiana. Llama a gentes que lo acompañaron en Europa, como el Cardenal Mercier en Lovaina, toda Francia, y el Dr. Guillermo Padilla Castro, el Dr. Mario Luján, Mario Fernández Alfaro (Profesor de Matemática), todo el grupo de Calderón Guardia en Europa, y llega y pronuncia su primer discurso de ya Presidente de la República. Sorprende con algo que nadie se imaginaba que iba a anunciar: seguros sociales, código de trabajo, garantías, etc., todo eso. Y empieza a cumplirlo y de veras legisla. Me correspondió el honor de mecanografiar la Ley del Seguro Social y enviar fotocopias [sic] al Congreso, y eso fue lo que se aprobó, y yo decía: ¿cómo es posible que esta gente, que estos diputados estén aprobando una cosa que va contra sus bolsillos, porque eran diputados todos puesto que habían comprado las diputaciones, verdad? Y sin embargo lo aprobaron, porque ni sabían lo que estaban aprobando. Lo mismo ocurrió cuando Oscar Barahona hizo el Código de Trabajo y yo hice esto de la redacción porque Guillermo Padilla Casto venía de Chile y era mi tío y me había puesto de mecanógrafo, simplemente a pasar en limpio las cosas de él y por eso, eso fue lo que se presentó. Ahí comenzó a darse cuenta el rico plutócrata retrógrado de Costa Rica que le habían metido una puñalada desde la Presidencia de la República, pero todavía no tenía tiempo de reaccionar, fue cuando vino la imposición de Teodoro Picado con un fraude pavoroso y llegó Teodoro al poder; yo no era calderonista, yo era picadista. Llegamos con un fraude enorme al poder, y don Teodoro llamó a un grupo de gentes que dirigió don Ernesto Martén, papá de don Alberto Martén, y les encargó las reformas del sistema eleccionario del país. Don Ernesto, que era mi profesor de Derecho Administrativo, llegó un día y me dijo: Oscar, ya tengo listo el proyecto, creo que es perfecto, pero siempre habrá alguien que lo quiera brincar con garrocha. Y así ocurrió, a pesar de que el gran esfuerzo de Teodoro por con vertir las elecciones en lo que son hoy día, en eso maravilloso que son las elecciones en Costa Rica, producto de Teodoro Picado, y a quien no se le hacen los honores debidos. Sí hubo, ahí no más, quien logró saltarse por encima la ley de don Ernesto Martén y fue Benjamín Odio, a quien lo habían impuesto las fuerzas de oposición. José Figueres incluido, y Teodoro de buenazo lo había puesto de Jefe del Registro Público. En esos tiempos todos los partidos publicaban las enormes y gigantescas listas, de votantes que tenían en todos los periódicos, con su cédula de identidad inclusive con los lugares donde vivían. Nada más fácil para un Jefe del Registro Público que coger esos nombres y esas cédulas e irlas eliminando de las listas electorales. Y a la hora en que vinieron las elecciones del 48, yo era Presidente de Mesa, todas las gentes de la Q, de la letra Q, que me correspondía a mí en esa mesa en que estaba yo, que eran calderonistas habían sido eliminadas; Quesada, por ejemplo, corrector de pruebas de La Nación, y toda esa familia Quesada que eran calderonistas habían sido eliminados, no estaban en la lista mía, en cambio sí estaban los Quirós, los parientes de Daniel, y los Quirós de mi barrio ahí del Morazán, uh… la «Quirocracia» estaba toda, toda estaba ahí. Entonces milagrosamente, por una ironía del destino, yo gané mi mesa con unos 4 ó 5 votos, gané la mesa a favor de Calderón, pero fue solo una en toda la escuela, todas las mesas se perdieron, porque en todas las listas de toda Costa Rica se había realizado el fraude desde el Registro Público. Eso es lo que nunca nadie, ni en Indonesia, ni en China, ni en Rusia, ni en España, ni en Nicaragua, ni donde yo llegué y le hablé, dije y conté ese cuento, nadie me lo creía porque era imposible que hubiera habido un idiota maravilloso como Teodoro Picado, que entregara la herramienta de las elecciones a la oposición; nadie puede haber tan bruto en el mundo que haga eso, y eso fue lo que ocurrió, un gran fraude. Entonces, los que estábamos en Radio Panamericana comenzamos a llamar a la población a que se reuniera a hacer las grandes manifestaciones de «queremos votar», porque queríamos votar, porque sabíamos que éramos una inmensa mayoría de calderónistas en ese momento. Yo creo que las manifestaciones más grandes que ha tenido Costa Rica se lograron en esos días. Hay un detalle anecdótico que vale la pena contarlo aquí; recibí varias llamadas de Paco Calderón Guardia pidiéndome que detuviera las marchas, entonces yo estaba prensadísimo porque por el otro lado me llamaba el Dr. Calderón Guardia y me decía: siga adelante convocando a las marchas. Esto les pinta un cuadro de que había una gran división de criterios dentro de los mismos Calderón. Por supuesto eso provocó que los Magistrados, de los tres Magistrados, dos votaran anulando las elecciones y Koberg salvó el voto. Y después los Diputados, la Asamblea -el Congreso se llamaba en esc momento-, anuló las elecciones y eso fue aprovechado por Figueres, pues ya había muerto para ese momento, creo, Rigoberto Pacheco, el 12 de marzo, 12 días después, y fue la muerte de Rigoberto Pacheco -un lugarteniente de Calderón-, que había ido a ver qué era lo que ocurría allá por los cerros de Figueres, que lo agarraron en jeep y no dejaron nada. Rigoberto murió, murieron otros compañeros y ahí se inició la parte física, llamémosle de la sedición, porque de revolución no tuvo nada, fue una sedición. Revolución se supone tiene una ideología y ahí no había ideología de nada; ganan, por supuesto que ganan, porque como les digo nosotros no teníamos ni armamento, ni un carajo, ni nada, ¡perdón!, no teníamos ni armamento, ni ninguna posibilidad de defendernos, y hubo un momento en que llegué yo donde Mario Fernández Piza, que era Jefe del Estado Mayor, y me dice: Oscar, váyase para su casa porque ya no hay nada que hacer. Yo agarré para mi casa y ahí me cogieron preso y me metieron ya al calabozo, cuando entró Figueres, pero lo que quiero pintar y dejar muy claro es que el hecho de que hubiera una supuesta, entre comillas «revolución», no fue por un proceso de evolución política del país, sino que fue un asunto muy personal de José Figueres Ferrer, y logró armarlo con gente extranjera, utilizando la valentía, la honestidad de un montón de jóvenes costarricenses, a los que embaucó, de los cuales muchos se dieron cuenta de que estaban embaucados, y logran reaccionar contra él, aunque no fueron exitosos en esa reacción, pero sí, esto está como prueba de que yo tengo razón de que lo de Figueres fue un gran fraude nacional. Puedo decir mucho más, pero mejor…, en mi calidad de minoría…

Muchas gracias don Oscar.

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El Espíritu del 48
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