El advenimiento de Figueres

Ivonne Clays

El advenimiento de Figueres

Testimonio tomado de «Ivonne Clays(1): Testigo de la Neurosis de una Administración» de Miguel Acuña

¿Cómo nació Figueres a la vida política y cómo surgió la enemistad con el doctor Calderón Guardia?

Para mí es difícil hablar de José Figueres en forma justa, separando lo que él significó para nosotros y lo que significa para el país. En efecto, mientras que, para Costa Rica, se trata del vencedor de la guerra civil del 48 y ex-Presidente por dos veces; fundador del partido que ha gobernado por casi 40 años y creador de la república moderna; para nosotros se trata del hombre que rompió la dinastía calderonista introduciendo la dinastía figuerista; que condenó a muerte a Rafael Angel en la guerra del 55: que intervino nuestros bienes y ordenó borrar del calendario el calderonismo. Así pues, me limitaré a decir lo que supe de Figueres en 1942, en el inicio de su brillante carrera política. En esos días se habló mucho del Caso-Figueres, no por lo que representara en el ámbito nacional, sino por lo mal que se hicieron las cosas: fue apresado en forma arbitraria, violenta y espectacular, por un oscuro coronel que pretendió con su acción ganar méritos con Paco(2). Con esto quiero decir que es falso que Paco ordenara maltratar a don Pepe. Lo que sí es cierto es la forma indigna e impropia con que Paco se refirió a quien había sido su compañero de colegio y amigo de Francisco Orlich con quien mantenía relaciones muy estrechas por haberlo ayudado con la adquisición de unas fincas en San Ramón y otras cosas. Debo indicarle que Orlich había sido obediente diputado del partido republicano, muy cercano a la familia Calderón. Paco dijo, entre otras cosas, que Figueres era un «don nadie», un «ignorante» y un «desconocido», etc.

El Presidente no usaba ese lenguaje, pero pensaba igual que su hermano, y, por lo que he sabido, nunca dio créditos a quien, en muchos aspectos, lo superó.

Cuando se pronunció el famoso discurso de Figueres, yo me encontraba fuera del país. Según me dijo Rafael Angel fue un discurso lleno de odio e infamia, redactado por un abogado que estaba resentido con el gobierno. También me explicó que se había opuesto a que Figueres fuera internado en un campo de concentración. Esto se hubiera hecho si Figueres hubiese optado por la nacionalidad española. La policía determinó que don Pepe era costarricense, sin bienes importantes a su nombre. Después de mantenerlo incomunicado en la cárcel, lo enviaron a El Salvador, donde pudo ser eliminado por el dictador Maximiliano Martínez, muy dispuesto a «quedar bien» con los americanos. Por dicha para Figueres y su familia, el dictador salvadoreño prefirió tirar la brasa. Uso esta palabra porque Figueres era eso, una brasa ardiendo, capaz de provocar un incendio. Esto lo entendió muy bien Rafael Angel y por eso dio instrucciones muy precisas a Picado, acerca del seguimiento que debía darse a lo que, desde entonces, se denominó el Caso-Figueres; pero esas instrucciones fueron ignoradas con las consecuencias que el país conoce.

Yo examiné la versión del discurso que, con posterioridad, llegó a la casa presidencial. No encontré nada que revelara secretos de estado ni frases extrañas que pudiera servir al contraespionaje alemán. Más bien me pareció una arenga de plaza pública. Al manifestar esta opinión se me dijo que las sospechas de espionaje surgieron porque Figueres se había salido del texto enviado a la Casa Presidencial y esto suponía que Figueres era la voz anónima de alguien que lo estaba manipulando.

Cuando ya Figueres había sido expulsado, su discurso fue entregado a la Inteligencia Americana para que fuera analizado. No se encontró nada especial. Esto halagó mi orgullo, pues era darme la razón. Yo siempre sostuve que, en el Caso-Figueres, todo se hizo mal. ¿Para qué apresarlo si ya había vertido opiniones sobre la conducción de la guerra muy desfavorables para el país?… Lo único que debió hacerse era llevarlo ante los tribunales, acusarlo de traición y esperar la decisión judicial. Es posible que los tribunales lo hubiera absuelto, pues en el discurso no había acusaciones concretas, sino generalidades. Por ejemplo, él dijo: «hemos manejado la guerra ineptamente». Yo pregunto. ¿Quiénes? ¿acaso el gobierno de Costa Rica dirigía la guerra?…

El dijo: «no dimos jamás garantías a nuestros aliados contra los peligros de agrupaciones enemigas tan cerca del canal. Las únicas medidas han sido a instancias de la delegación americana» ¿acaso don Pepe tenía idea de que, por acuerdo secreto con Roosevelt, nuestras costas estaban bien resguardadas y que la inteligencia americana seguía de cerca los movimientos de las colonias alemanas, italianas, españolas y japonesas de todo el continente?

Figueres dijo: «pasamos por la vergüenza de que se metiera un submarino enemigo hasta nuestro puerto de Limón». ¿Cómo podía saber Figueres que se trataba de un submarino alemán, tan torpe que desperdició sus torpedos en un barquito bananero, sino por los rumores que corrieron por esos días?

Figueres dijo: «el gobierno está entregado al partido comunista». Con esta afirmación él sólo repitió otro rumor de la calle. Por eso digo que fue una arenga de plaza pública.

En la parte final Figueres repitió por dos veces que «el gobierno debía irse, desaparecer!..» Esto mismo lo decían Jorge Hine y León Cortés. También lo dijeron Ulate y Mora antes de sus interesadas «conversiones» democráticas y nada pasó.

Con base en esas frases se quiso convencer a la ciudadanía que Figueres era un espía pro-nazi; pero el pueblo no aceptó tan ridicula versión. Así nació la leyenda de José Figueres Ferrer y así se hacía la historia en aquellos días tan cargados de pasiones rastreras y de situaciones absurdas.

1. Ivonne Clays fue la primera esposa de Calderón Guardia y Primera Dama en el perìodo 1940-1944.
2. Francisco Calderón, hermano del presidente Calderón Guardia y Secretario de Seguridad Publica, Gobernación y Policía.

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