“El gesto que se perpetúa en el bronce”. León Cortés, caudillismo e imaginería de la Guerra Civil. 1936-1952

Estatua León Cortés

“El gesto que se perpetúa en el bronce”. León Cortés, caudillismo e imaginería de la Guerra Civil. 1936-1952

Alejandro Bonilla Castro*
Universidad de Costa Rica

Resumen: El presente artículo ofrece un acercamiento al análisis de la figura de León Cortés y la construcción de su memoria como caudillo en el contexto del llamado régimen de los ocho años (1940-1948). Se hará especial énfasis en las confrontaciones de los discursos acerca de León Cortés por parte del calderocomunismo y la oposición, en los mecanismos simbólicos que elevaron a León Cortés a la figura de mártir y el uso de dicho simbolismo como catalizador emotivo de la violencia que culminó en la Guerra Civil y su posterior recuerdo en el complejo escultórico.

Introducción

En su libro ¿Qué pasó en los 40? Fernando Soto Harrison destaca un aspecto relevante acerca de la imagen de Cortés representada en su monumento ubicado en el Paseo Colón:

…La imagen de León Cortés que recuerdan hoy los costarricenses no guarda relación formal con la que tenía el candidato León Cortés, en el proceso electoral del 43-44. Ese es un gran error de perspectiva histórica1”.

Tomando como punto de partida la declaración de Soto, el presente artículo tiene como objetivo principal brindar un acercamiento al análisis de los discursos utilizados tanto por el calderocomunismo y la oposición para crear una imagen diferencial de León Cortés y los mecanismos por los cuales estas representaciones se retroalimentaron para dar forma a la figura de mártir de Cortés a partir de 1943, la cual fortaleció su imagen de caudillo. A su vez, se determinará por medio de un análisis iconológico del Monumento a León Cortés qué elementos de esa imagen fueron utilizados simbólicamente por los ganadores de la Guerra Civil para construir un sitio memorial con doble propósito: honrar al líder simbólico de la oposición al calderocomunismo y manifestar el triunfo y la instauración de la llamada Segunda República.

El análisis partirá de los conceptos proporcionados por Steve J. Stern acerca de la construcción de memorias emblemáticas2. De esta forma, la imagen caudillista de León Cortés se considera un marco en donde convergieron diversas representaciones, tanto del calderocomunismo como las de sus seguidores, para dar forma a su memoria y cómo ciertos aspectos fueron tergiversados discursivamente e incluso olvidados en ese proceso. El monumento a León Cortés será considerado un “lugar de la memoria”, según la definición proporcionada por Pierre Nora. El complejo escultórico fue una herramienta utilizada por los ganadores de la Guerra Civil para detener el tiempo, bloquear el olvido de la gesta, manifestar el nuevo orden de la Segunda República, inmortalizar la muerte de Cortés y materializar su “santidad laica”3.

El análisis está compuesto en tres segmentos: en el primero de ellos se hace un recuento de las representaciones creadas alrededor de la imagen de León Cortés por el calderocomunismo para desvirtuarlo en favor de la consolidación del discurso populista del gobierno de Calderón Guardia; el segundo apartado contempla la construcción de la imagen caudillista de Cortés, la cual fue posible por la conjunción y confrontación de las representaciones creadas por la oposición y los calderocomunistas4; y el tercer apartado analiza iconológicamente los discursos simbólicos presentes en el Monumento de León Cortés que fueron utilizados para honrar su memoria e inmortalizar los ideales de la Segunda República. Agradezco las observaciones proporcionadas por los historiadores Iván Molina Jiménez y David Díaz Arias, quienes muy atentamente revisaron los borradores preliminares de este artículo y permitieron su mejora. Sin embargo, las omisiones que este tenga son responsabilidad únicamente del suscrito.

Desvirtuando al patriarca: Las representaciones calderocomunistas sobre la imagen de León Cortés

La política costarricense se caracterizó en parte del siglo XX por girar en torno a grandes personajes, en lugar de partidos políticos. Esta dinámica, como lo señalan el historiador Iván Molina y el politólogo Fabrice Lehoucq, contribuyó a que la mayoría de los partidos no alcanzaran un desarrollo institucional importante y carecieran de principios ideológicos y programas de gobierno fortalecidos durante el periodo liberal. Por tanto, con excepción parcial del Reformista y del Comunista, los partidos se convirtieron únicamente en catapultas utilizadas por los candidatos a la presidencia para conquistar al electorado5. El Partido Republicano Nacional (PRN) rompió este paradigma, al convertirse entre 1932 y 1940 en la agrupación política más importante de Costa Rica.

Ricardo Jiménez Oreamuno y León Cortés Castro fueron los políticos que magnificaron la popularidad del PRN, en especial por las políticas públicas que se impulsaron para resolver la grave crisis económica de los años treinta y por canalizar las demandas populares por vías institucionales6. Aunque la inversión en obras públicas bajó considerablemente durante el gobierno de Jiménez (1932-1936) y se dieron recortes presupuestales en el área administrativa, León Cortés colaboró para capitalizar electoralmente el gasto público como Secretario de Fomento y formar alianzas con las cúpulas locales y provinciales, que le permitieron convertirse en el sucesor de Ricardo Jiménez como candidato a la presidencia por el PRN7.

A esto se le sumó, como lo señala el historiador Carlos Calvo, su gran habilidad como administrador público, su ferviente anticomunismo y su férreo pero patriarcal carácter8. La campaña electoral de 1936 se aprovechó de la obra de Cortés como Secretario de Fomento para ganar votos y discursivamente procuró un acercamiento a las necesidades de los sectores obreros, estrategia que tenía por objetivo impedir el crecimiento electoral del Bloque de Obreros y Campesinos (BOC)9, nombre electoral del Partido Comunista de Costa Rica (PCCR). La campaña electoral fue escenario de una confrontación verbal y mediática entre el BOC y el cortesismo, donde el primero criticó a Cortés y a sus seguidores como fascistas y autoritarios, discursos que tomarán mucho más fuerza en la década de 194010.

Ya en la presidencia, Cortés se destacó por su gran obra material y la estabilidad económica de su gobierno11. La política de obras públicas fue el elemento central de su administración, conocida a partir de entonces como la del “cemento y la varilla”, en donde la inversión en este campo constituyó el 36 por ciento del presupuesto nacional entre 1936 y 1940. Las fuentes de trabajo que generaron las obras de infraestructura lograron incrementar la popularidad de León Cortés en los sectores urbanos12 y captar también un apoyo en las zonas rurales y entre los campesinos13.

Aunado a esto, los avances en materia social le permitieron obtener mucho más apoyo entre la ciudadanía14. No obstante, la cuestión social no fue un asunto medular del gobierno de Cortés, aspecto que sí fue por el contrario importante para el ala católica del PRN liderada por el doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, que buscaba explotarla electoralmente15.

El triunfo de Calderón Guardia en las elecciones de 1940, se debió principalmente a ese capital electoral obtenido por Ricardo Jiménez y León Cortés en la década de los treinta, aunque la campaña electoral se haya enfocado en la imagen del Doctor y sus cualidades. Debido a esto, Calderón Guardia era el heredero de León Cortés y por tanto, debía ser consecuente con su obra, condición que cumplía en apariencia el plan del nuevo gobierno, que en sí era muy conservador16. Sin embargo, tal como lo señala David Díaz, la llegada al poder de Calderón Guardia fue la oportunidad que tuvo el ala católica del PRN de consolidarse y de esta forma, ratificar la imagen de Calderón Guardia como doctor y presidente17.

En este contexto, la imagen caudillista de Calderón Guardia empezó a confrontarse con la popularidad y el liderazgo de León Cortés, cosechados en los años anteriores a su salida del PRN en 1941. La cuestión social y la figura del Doctor fueron magnificadas a partir de la crítica de los calderonistas a la poca atención que recibió este tema durante la administración de Cortés, alegando que la construcción de obras de infraestructura no resolvían todos los problemas de los sectores populares18. Además, mientras la figura de caudillo de Calderón Guardia iba en ascenso, la imagen de Cortés y la de sus seguidores fue vinculada a la política añeja del país. Comparado con León Cortés, el Doctor era la renovación generacional de la política costarricense19. Un extracto de un discurso pronunciado por Fernando Soto en 1943, como Secretario General del PRN evidencia este sentimiento dentro de las filas calderocomunistas acerca de la oposición:

… Las fuerzas que secundan al señor Cortés, integradas por individuos que ignoran cuál es la realidad social y cuáles fuerzas respaldan las leyes sociales últimamente dictadas, piensan que pueden dar marcha atrás en la evolución de las ideas político-sociales, y que el pueblo soportaría semejante atentado… A don León sólo lo siguen unos pocos, que extraños al pensamiento colectivo, se enfrascan en el suyo propio y juntos, candidato y partidarios, marchan hacia el más ruidoso descalabro20.

La posición de Soto, permitía además descalificar a Cortés como el representante del pueblo, condición que le fue otorgada a Calderón Guardia para fomentar su discurso populista21. La ruptura final entre cortesistas y calderonistas en 1941 potenció los espacios utilizados por estos últimos para criticar al antiguo líder del PRN. Aunque la división del partido se empezó a forjar desde 193722, esta se hizo pública ante la negativa de Calderón Guardia de apoyar la elección de Otto Cortés, hijo de León Cortés, como Presidente del Congreso y a conflictos entre ambos líderes a raíz de la repartición de puestos entre calderonistas y cortesistas después de 1940. Esta jugada política evidenció la posición de los calderonistas de fortalecer la imagen del doctor caudillo, quienes no veían en ninguna otra persona el carisma de Calderón Guardia para atraer al electorado23.

Otro discurso utilizado por el calderonismo para atacar a León Cortés fue su vinculación con el fascismo24. Como se mencionó anteriormente, tachar de fascista a Cortés fue un instrumento utilizado por el PCCR para dañar su imagen. La declaración de guerra al Eje y el compromiso de Calderón Guardia con Franklin D. Roosevelt de frenar las actividades fascistas en la Zona del Canal, favorecieron el acercamiento de los calderonistas con los comunistas y les permitió compartir la tribuna política por primera vez utilizando este discurso que fue fácil de manipular en los espacios públicos25.

El fascismo, junto con sus representantes (Hitler, Mussolini, Franco), fue considerado como la representación del mal, y por tanto enemigo de la democracia y de Dios. El discurso nacionalista fue incluido en contraposición al fascismo, donde los comunistas y el calderonismo identificaban a Calderón Guardia como el defensor de las instituciones democráticas, mientras que los seguidores del fascismo (y por ende León Cortés) eran una nueva clase de filibusteros y de demonios que había que erradicar26.

El apoyo del PCCR a la legislación social promovida por el gobierno sumó además las imágenes del “progreso social” al caudillismo de Calderón Guardia fortaleciéndolo, mientras se seguía condenando a Cortés como enemigo de ese progreso. Estos elementos contribuyeron a que durante las manifestaciones del 4 de julio de 1942, los trabajadores mostraran su “patriotismo” y su convicción de luchar contra los enemigos de la legislación pública dando vivas a Calderón Guardia y a Manuel Mora mientras apedreaban y destruían negocios y cantinas en la capital. Y esos enemigos, no solo eran capitalistas, sino también fascistas27.

De esta manera, el calderocomunismo creó entre 1941 y 1944 una imagen atormentadora de León Cortés. Si Cortés llegaba al poder, significaría el fin de la legislación social y de la democracia y libertad en Costa Rica. El significante o imagen de León Cortés envolvió representaciones terroríficas entre el calderocomunismo y especialmente dentro del Partido Vanguardia Popular, nombre que asumió el PCCR al concretarse la alianza electoral con el PRN. La violencia de las brigadas de choque durante las manifestaciones cortesistas en 1943 es un indicador del poder de esa imagen atormentadora creada con fines electorales, que incentivó un odio que desde la administración de Cortés estaba presente en las filas comunistas28. La derrota del cortesismo en las elecciones de 1944 supuso el fin de ese peligro para los calderocomunistas; no obstante, el León Cortés desvirtuado por los ataques de sus enemigos estaba a punto de renacer.

Construyendo la memoria emblemática: caudillismo cortesista e imaginería de la Guerra Civil

La separación de Cortés y sus seguidores de las filas del PRN en 1941, se constituyó en el hecho histórico fundamental que marcó una mayor agresividad de los calderonistas para descalificar a Cortés. Entre 1941 y 1944, los ataques a Cortés fueron constantes al sumársele su vinculación con el fascismo y el peligro que representaba su figura ante la supervivencia de la democracia costarricense y la legislación social. Se insistió en esa amenaza, mediante la prensa y los pronunciamientos públicos de los dirigentes del calderocomunismo: Calderón Guardia fue exaltado como un “gobernante progresista” y representante del pueblo; por tanto la clase trabajadora debía estar dispuesta a apoyar y proteger la legislación social y la institucionalidad del Estado de sus enemigos, encarnados en la figura de León Cortés y sus seguidores.

De esta forma, el imaginario creado por los calderocomunistas se empezó a transformar en un sentimiento compartido entre los sectores obreros y tuvo mayor impacto dentro de las filas comunistas, debido al odio que juraban a Cortés desde finales de la década de 1930. El terror a perder las conquistas sociales exacerbó la pasión y la violencia, que se demostraron durante las convocatorias públicas cortesistas en 1943. Calderón Guardia y Manuel Mora fueron los portavoces que hicieron posible la transformación de Cortés en el enemigo público por excelencia; la Reforma Social, por otro lado, fue el otro nudo que alimentó el terror de perderla, y por tanto incentivó la efusión por defenderla. León Cortés, para estos sectores, dejó de ser un político más y se convirtió en una figura y una memoria atormentadora.

Crear esta imagen fue vital para el calderocomunismo. La figura de Cortés como caudillo, aunque no con las proporciones que tendrá después de su muerte, era visible al finalizar su gobierno. Tal como lo señala Manuel Solís, las figuras del padre-presidentecaudillo estaban amalgamadas en León Cortés desde 1939, quien había trabajado arduamente como “padre abnegado por el bien de sus hijos”29. Este panorama, se conjugó al regreso al país de Cortés en 1940, donde

Una multitud se congreg[ó] a recibirle y le aclam[ó] entusiasmada, gritando que Cortés ha de ser Presidente de nuevo en 1944… Esta clase media ha encontrado su símbolo en León Cortés, se ha entusiasmado con él, tal vez simplemente con su modo de gobernar enérgico, contundente, sin miramientos, y a partir de ese día de diciembre de 1940 en que León Cortés regresa a Costa Rica, le convierte en su adalid30”.

Hasta este punto, la separación de Cortés con Calderón Guardia no se había concretado, por lo que es posible que esa clase media (o mejor sectores obreros urbanos) haya incluido también a aquellos que se identificarán posteriormente con la causa del calderocomunismo. Además, se denota en la narrativa de Alberto Cañas cómo la energía y la autoridad de Cortés eran, supuestamente, algunas de sus virtudes más aclamadas en 1940, a pesar de que tal aclamación no fue realidad hasta después de las elecciones de 1944.

Como se mencionó ya, los planes de Calderón Guardia eran otros. Y para que tuviera éxito el discurso populista del Doctor y la legislación social alcanzara el apoyo popular que necesitaba para consolidarse, la imagen de liderazgo que poseía Cortés debía de erradicarse de la mentalidad colectiva del electorado. Además, durante 1943 otras figuras como los jóvenes del Centro de Estudios para los Problemas Nacionales (CEPN) y Otilio Ulate, se encargaron en un principio de atacar a Cortés por ser la fuente del nepotismo, el autoritarismo y la corrupción del gobierno de Calderón Guardia. Aquellas virtudes aclamadas del Patriarca, eran la fuente de todos los males que aquejaban la institucionalidad de Costa Rica31.

Ante este panorama, ¿en qué momento León Cortés empezó a recuperar su figura como caudillo frente a Calderón Guardia y Teodoro Picado? El hecho histórico que marcó el inicio de la reconstrucción de su imagen fueron las elecciones del 13 de febrero de 1944, donde triunfó Teodoro Picado como candidato oficialista. Antes de las elecciones, el calderocomunismo fomentó la mala imagen de Cortés con un elemento más: la figura de Picado. Picado, heredaba simbólicamente el liderazgo de Calderón Guardia, por lo que las lealtades que se habían manifestado a favor del Doctor, debían ahora volverse hacia su sucesor, el ahora defensor del pueblo y la legislación social32. Contrariamente, bajo el discurso de la oposición, con Picado se inauguraba una dictadura a la que había que derrotar.

Las elecciones del 13 de febrero de 1944 le permitieron a los cortesistas contrarrestar la mala imagen de autoritario y fascista que había alcanzado Cortés por los discursos calderocomunistas. Al ser señalada la elección de Picado como la instauración de una dictadura, el autoritarismo de Cortés empezó a ser sometido a la marginalización y al olvido sistemático entre sus seguidores, “purificando” de esta manera su carácter patriarcal y “contaminando”, más bien al calderocomunismo con este calificativo. Además, como lo señala Solís, Cortés se transformó en la víctima de un fraude masivo y este discurso fue reproducido por los centristas y Otilio Ulate. Ulate, quien había sido un acérrimo crítico de Cortés, se acercó a Cortés a principios de 1944 y se había convertido en su interlocutor. La imagen de mártir de Cortés había encontrado sus bases33.

Además surge un fenómeno interesante: mientras Calderón Guardia y Manuel Mora fueron los portavoces humanos34 de la imagen atormentadora de Cortés y a la vez de la imagen populista del Doctor, por otro lado León Cortés y Otilio Ulate se convirtieron en los nudos humanos a favor de la imagen patriarcal del primero y la condena de la dictadura calderocomunista. Simbólicamente, las figuras del Doctor y del Patriarca entraron nuevamente, bajo este contexto, en un nuevo curso de colisión.

La victimización de Cortés por parte del calderocomunismo se manifestó en dos espacios: por un lado, los conflictos entre las brigadas de choque y los cortesistas, que por su violencia y por la negligencia de la policía, volvían a rememorar los abusos cometidos por el gobierno en contra de “ciudadanos honestos” tachados de fascistas en julio de 1942. Cortés se valió de estas circunstancias para transmitir por la prensa, especialmente el Diario de Costa Rica, que el país estaba en manos de las llamadas “hordas rojas”35. La prensa, especialmente el periódico mencionado y La Hora, ambos dirigidos por Otilio Ulate y donde los centristas tenían participación, se convirtió en el otro espacio donde la imagen de mártir de Cortés empezó a tomar mayor fuerza. Esto fue reforzado por el mismo Cortés, manifestando que el gobierno lo deseaba ver muerto36.

Mediante estos espacios, Cortés pudo trascender su victimización personal y convertirla en un sentimiento compartido con otros sectores que se sentían perseguidos por el calderocomunismo. De esta forma, la imagen creada de Cortés como atormentador, fue invertida por el cortesismo, y ahora era el calderocomunismo el atormentador de los ciudadanos honestos. Cañas confirma en sus memorias, este
sentimiento:

No fue sino por el duro calvario de la campaña de 1943, que León Cortés asumió plenamente su intuida condición de caudillo popular, que se reveló, incluso ante sí mismo, el puro carácter de su condición de líder. El pueblo respetó con cariño a su Presidente de 1936, pero fue al perseguido de 1943, al burlado en 1944, al que idolizó, en lo político y en lo humano; fue cuando lo vio en la llanura sujeto al escarnio y la persecución, que el campesino salió a expresar lo que León Cortés había llegado a ser para él”37.

La narrativa de Cañas permite considerar dos elementos más: por un lado, su destino como caudillo le fue revelada a Cortés, al igual que su rival Calderón Guardia38. La revelación confiere un sentido místico y cuasi religioso a los destinos de estos políticos, por lo que Cortés incluso, en este plano, se elevaba como digno rival del Doctor. Y por otro lado, se encuentra el elemento de la soledad, el cual le confería mayor vulnerabilidad a Cortés, lo que lo hacía más susceptible a los abusos del calderocomunismo. En la narrativa de los Liberacionistas, el campesinado respondió a la ayuda de su líder y fue la base de su poder.

Aún así, antes de 1946, el caudillismo de Cortés carecía de un nudo convocante de la misma magnitud que fueron las Reformas Sociales para los calderocomunistas. No obstante el fenómeno del cortesismo era un fenómeno psicosocial casi que consolidado, según lo expresó en 1945 Rodrigo Facio39. A raíz de esto, el gobierno de Picado tuvo un acercamiento con Cortés a principios de 1946, con motivo de la reforma electoral que estaba para aprobarse en los siguientes meses. Este acercamiento, fue posible debido a que finalizada la Segunda Guerra Mundial el espacio que legitimaba la alianza del Bloque de la Victoria se hacía más estrecho40; otra razón fue que también Cortés no compartía el pensamiento de sus seguidores más radicales de enfrentarse al gobierno por la vía armada. Así, el apoyo de la reforma electoral era el mecanismo por el cual se podía asegurar el fin de la llamada dictadura calderocomunista, y Picado obtenía la garantía de que esos sectores radicales no intentaran levantarse en armas contra su gobierno41.

Inesperadamente, la muerte de Cortés el 3 de marzo de 1946, limitó los alcances del encuentro político. Su muerte se constituyó en el último nudo convocante que necesitaba el caudillismo cortesista para consolidarse. La imagen de mártir encontró un espacio de mayor amplitud en los funerales (el de 1946 y el simbólico de 1947). El entierro de su corazón en la Catedral de Alajuela, fue otro nudo convocante sobre su martirio. El simbolismo de dicho acto, según lo analizó Manuel Solís, evidenció el alto componente religioso alrededor de la imagen de Cortés, quien homologaba al Corazón de Jesús, al representar la entrega total.42.

Su martirio indujo a crear la revancha entre sus simpatizantes, al recurrir a la fantasía de que Cortés había sido asesinado, mientras se llevaban a cabo las honras fúnebres. De esta forma, el cortesismo opacó la razón verdadera de la muerte de su líder, con tal de fortalecer el discurso de los radicales y olvidar en el proceso la actitud conciliatoria de Cortés demostrada en los últimos meses. La persecución de León Cortés ya no era una experiencia personal del fallecido líder, sino que empezó a convertirse en un sentimiento compartido entre sus seguidores. La comparación de Cortés con Moisés, incrementó mediante la simbología religiosa, su condición de Patriarca. El evocar a Juan Santamaría, el cortesismo enfatizó el patriotismo de Cortés, contrarrestando así la imagen de filibustero que le había sido dada por el calderocomunismo. Y este patriotismo exacerbó los ánimos de los asistentes al recordar el fraude del 13 de febrero, donde según el cortesismo, su líder fue el verdadero Presidente Electo. Picado y el calderocomunismo encarnaban al enemigo de la democracia y la libertad43.

La huelga de brazos caídos en 1947, se convirtió en otro espacio en donde la imagen de mártir estuvo presente entre los huelguistas. La bandera del Partido Demócrata, con una mancha de sangre, dio continuidad a la invención del asesinato de León Cortés por parte del gobierno44. No obstante, el caudillismo de Cortés tomó mayor fuerza durante la Guerra Civil, donde José Figueres Ferrer principalmente utilizó su imagen como estandarte de la causa revolucionaria. Para Figueres, Cortés fue siempre un símbolo de esperanza y de lucha. La experiencia de este en la cárcel, es sumamente reveladora en este sentido:

No había en esa celda, más que las cuatro paredes, el piso y el techo. Pero en una de las paredes, como un reto al Gobierno, pintado con carbón de leña en letras destacadas: ¡VIVA LEÓN CORTÉS! Ese viva fue mi compañero durante esos días de detención”45.

La persecución que vivió Cortés, fue para Figueres una forma de identificarse con el caudillo. Cortés era el símbolo de la resistencia contra el calderocomunismo; su muerte le llevó a protestar contra el gobierno de Picado el día de su funeral, esgrimiendo la bandera de la revancha por el asesinato del Patriarca46. La muerte de Cortés legitimaba una agresividad defensiva47. Durante la Guerra Civil, la compañía liderada por Edgar Cardona ostentó con orgullo el nombre del caudillo48; y con la victoria del Ejército de Liberación Nacional, el estribillo de la folclorista Carmen Granados a la gloria de los victoriosos, incluyó la presencia inmortal de Cortés, como inspirador simbólico de la nueva Costa Rica y de la libertad49.

“El gesto que se perpetúa en el bronce”: El Monumento a León Cortés Castro

A partir de la década de 1950, los Liberacionistas se ocuparon de apropiarse de la memoria de León Cortés y vincular su obra con la nueva etapa política que vivía Costa Rica desde 1949. Como se ha mencionado, personajes identificados con la causa de la Guerra Civil se encargaron de engrandecer la figura de Patriarca y mártir de León Cortés. El Liberacionismo contribuyó a idealizar el lado duro y autoritario del caudillo, convirtiéndolo en un ser superior. Estas características dentro del imaginario liberacionista, era la continuación de los valores más grandes de la época liberal, que ostentaron ex Jefes de Estado y ex Presidentes como Braulio Carrillo, Juan Rafael Mora, Tomás Guardia, Rafael Yglesias Castro, Cleto González Víquez y Ricardo Jiménez Oreamuno50.

El Liberacionismo también contribuyó a erradicar los vínculos de Cortés con el tinoquismo. La omisión de su participación en la dictadura de Tinoco (1917-1919) fue parte del discurso oficial Liberacionista para desvirtuar al régimen de los ocho años51. Siguiendo a Stern, las memorias emblemáticas definen las memorias sueltas que son necesarias de recordar, pero también determinan cuáles son las que hay que olvidar. De esta forma, la memoria emblemática de Cortés fue un proceso de recuerdo sistemático de sus cualidades como persona y su martirio político, pero también fue una amnesia propiciada de su “oscuro pasado”, por el discurso oficial de los Liberacionistas52. La apropiación de la memoria de Cortés por parte del Liberacionismo también se manifestó en la declaratoria como Benemérito de la Patria el 26 de enero de 1949.

La materialización de esa memoria emblemática, fue el Monumento que se erigió en su honor el 20 de abril de 1952. Pero el complejo escultórico significó además el intento de los ganadores de la Guerra Civil de construir el Panteón Nacional de la Segunda República y manifestar los mejores valores de la época liberal representadas en Cortés y las reformas al Estado promovidas por la Junta Fundadora. El monumento fue el lugar de la memoria en que tanto León Cortés, “el santo laico”, como las bases ideológicas de la Segunda República, coexistieron53.

La prensa, días antes de la inauguración del monumento, publicó artículos que reproducían el discurso oficial acerca de la imagen de Cortés. En uno de ellos José Figueres declinó la invitación de doña Julia Fernández de Cortés para emitir un discurso en la inauguración del monumento, con la intención de evitar la politización de dicho evento. Sin embargo, la razón es una muestra más de la apropiación de la memoria de Cortés por parte de Liberación Nacional para sustentar su discurso evolutivo:

Mi fervor se enciende cuando medito sobre lo que significa León Cortés en este movimiento de transformación que se está operando en la República: él es el precursor… Con él se rompió el proceso que está rompiendo la crisálida oligárquica… Esa posición de León Cortés en nuestro proceso evolutivo, explica la relación de cariño personal que se estableció entre el pueblo y él, a pesar de su temperamento adusto… Ese monumento que va a inaugurarse conmemora el comienzo de los gobiernos verdaderamente populares en Costa Rica y la relación estrecha, íntima y afectuosa, entre gobernantes y gobernados”54.

Otros artículos enfatizaban la imagen de mártir de Cortés y la gratitud que le debían los costarricenses por su sacrificio abnegado. Un artículo titulado “El gesto que se perpetúa en su Bronce es una advertencia a la Posteridad”, Enylda de Ramírez expresaba que el monumento era un

Gesto de lucha abierta contra la traición; contra la holgazanería; contra la bajeza y la ruindad; contra la irresponsabilidad. Es gesto de amor profundo a las instituciones de los pueblos libres: a la justicia, a la verdad, al trabajo, a la fraternidad. Es gesto de [un] ciudadano perfecto enamorado de su patria”55.

Carlos Suárez, exdiputado demócrata agregaba en otro artículo:

Debemos ser en la ocasión del descubrimiento de la estatua, los mismo que ayer compartimos con don León las congojas de una lucha que marcó la reconquista de las libertades públicas que habíamos perdido bajo el régimen de los ocho años. Me hago la ilusión de que todos los costarricenses habremos de asistir a esa cita maravillosa entre el pasado lleno de sacrificio y el futuro lleno de promesas”56.

El acto de inauguración del monumento fue presenciado, según reportes de la prensa, por alrededor de 50.000 personas; incluyeron desfiles de la Guardia Civil, alumnos y alumnas de las escuelas y colegios de la capital57.

Estatua León Cortés

Imagen 1: Montaje de fotografías del acto de develización del Monumento.58

Iconología del Monumento

Estatua León Cortés

Imagen 2: Monumento a León Cortés Castro.59

La muerte de León Cortés en 1946, fue el momento de inspiración que expresaron los miembros del Comité Pro-monumento a León Cortés, para construirle un memorial60. El Comité se encargó de recolectar fondos provenientes de la empresa privada y de los ciudadanos costarricenses; y con la colaboración del Ministerio de Obras Públicas se encargó el diseño del complejo escultórico al maestro italiano Arturo Tomagnini, oriundo de Piestrasanta. La ejecución de la obra estuvo a cargo de la firma Dinelli e Hijos de Piestrasanta y la fundición de las cuatro figuras que componen el monumento le correspondió a la firma Lera de Viareggio, Italia (Imagen 3). El pedestal está compuesto de granito negro y rojo, cuyo peso, sin los bronces, alcanza las 30 toneladas61.

Estatua León Cortés

Imagen 3: Detalle del Libro de la Sabiduría, donde destaca la ficha técnica del monumento.62

La selección del emplazamiento del monumento, en el Paseo Colón, no fue arbitraria. El Paseo Colón siguió la misma línea del Paseo de las Damas, al convertirse en un bulevar liberal, que reservó espacios para la recreación, zonas verdes y un nuevo residencial para la élite josefina, proceso que inició a principios del siglo XX y culminó precisamente en el gobierno de León Cortés. El Paseo Colón comunicaba el Aeropuerto de La Sabana (que fue inaugurado por León Cortés en 1939 y actual Museo de Arte Costarricense) con el centro de la ciudad, por lo que éste se convirtió en el “arco del triunfo” que todo bulevar haussmaniano debía poseer. El Monumento a León Cortés procuró emular lo que fue el Monumento Nacional para el Paseo de las Damas y los liberales de la Primera República63.

Las obras de acondicionamiento para la instalación del monumento, frente al Aeropuerto de La Sabana, empezaron un año antes. La Municipalidad de San José destinó parte de su presupuesto para la construcción de una zona de circunvalación y la construcción de un parque meses antes de la inauguración. Estas obras superaron la suma de 53.000 colones64. Días antes de la inauguración, los diarios publicaron diversas invitaciones a los costarricenses para que asistieran al evento, fechado para el 20 de abril de 1952. Algunos de ellos, como el de la Imagen 4, son patrocinados por los mismos ejecutores de la obra.

Estatua León Cortés

Imagen 4: Anuncio de Dinelli e Hijos e invitación a la inauguración del monumento.65

El Monumento a León Cortés consta de cuatro imágenes en bronce, que evocan cualidades y virtudes del caudillo, pero también simbolizan discursos legitimadores de la Segunda República. En primer lugar, la figura del león simboliza, en gesto de defensa, la fortaleza espiritual y la firmeza de carácter de Cortés (Imagen 5). Además, según la interpretación dada por el Comité Pro-monumento, Cortés defendió con el celo de un león una buena administración del Estado y libró con la firmeza de un titán, “su magnífica y gloriosa lucha por la dignidad y por la majestad de la República”66. La figura del león, por tanto, evoca a la figura del Patriarca Cortés, cuya fortaleza hizo posible la derrota final del calderocomunismo. La protección encarnada en el león es una imagen recurrente en muchas culturas, como la asiática, donde los templos son custodiados por estas imágenes. Además, simboliza la inmortalidad del sacrificio por la causa de la Guerra Civil. El león es la imagen central y más sobresaliente del complejo escultórico por esta razón. Su posición, con el escudo de Costa Rica en una de sus garras, es una forma de representación heráldica muy extendida alrededor del mundo. Una imagen similar se encuentra en el Marzocco de Donatello, que muestra un león portando en su garra el escudo florentino67.

Estatua León Cortés

Imagen 5: Detalle del león del Monumento a León Cortés.68

La figura sedente a la izquierda, es la Sabiduría, cuyo significado liberal encuentra eco en la Razón de la Revolución Francesa (Imagen 6). Para el Comité, es otra cualidad de Cortés, que como gobernante tuvo “preocupación constante y estudio afectivo de los asuntos públicos”69. Además, la inversión en escuelas durante su labor como Secretario de Fomento y como Presidente, es rescatada en esta figura. La Sabiduría simboliza también lo que ha de llegar en la nueva República: una era de iluminación y de educación para todos los costarricenses70, es decir, hay una reinvención del significado liberal de la Sabiduría en manos de los líderes de Liberación Nacional.

Estatua León Cortés

Imagen 6: La Sabiduría del Monumento a León Cortés.71

Estatua León Cortés

Imagen 7: La Prosperidad del Monumento a León Cortés.72

La figura sedente a la derecha del complejo, es la Prosperidad, que hace alusión a la política pública, del “cemento y la varilla” (Imagen 7). En la iconografía liberal, la Prosperidad sostiene entre sus manos el cuerno de la abundancia, símbolo que tiene sus orígenes en el mito de Zeus y Amaltea. El cuerno de la abundancia, conocido también como cornucopia es utilizado en el arte para representar los banquetes de los reyes, príncipes y familias adineradas. En el cristianismo, tiene su homólogo en el Santo Grial73. En el imaginario Liberacionista, se reinventa el ideal de progreso de los liberales, solo que esta vez es un progreso dirigido a las clases medias y no solamente en beneficio de un sector de la sociedad.

El listón de bronce que rodea el pedestal de la figura principal del monumento, le otorga su condición de Altar de la Patria (Imagen 8). Es la manifestación por la cual se santifica a León Cortés. Junto con el león, es una honra a la inmortalidad de su sacrificio y su martirio por la persecución que sufrió bajo el calderocomunismo. Este listón lo componen cuatro águilas a los costados y cuatro coronas de laurel, símbolos de la gloria, la grandeza y su condición como Benemérito de la Patria.

Estatua León Cortés

Imagen 8: Listón de bronce del pedestal del Monumento a León Cortés.74

Tras el Monumento, se encuentra la frase póstuma que pronunció en Cot, un día antes de su muerte, el 2 de marzo de 1946 (Imagen 9). Esta frase, enmarca su testamento ante los costarricenses, pero más que eso resalta el nudo convocante que permitió la consolidación de su figura caudillista: su muerte. El bronce inmortaliza su presencia y reemplaza al corazón enterrado en la Catedral de Alajuela y a su cuerpo enterrado en el mausoleo del Cementerio General.

Estatua León Cortés

Imagen 9: Frase póstuma al dorso del Monumento a León Cortés.75

Estatua León Cortés

Imagen 10: Figura principal del Monumento a León Cortés.76

La figura que culmina el complejo escultórico es la del mismo León Cortés (Imagen 10). Aunque carece de la elegancia y la fineza de las figuras sedentes y del león, representa el liderazgo que asumió en su gobierno y durante la oposición al calderocomunismo. La estatua, además es la viva imagen de la frase de Chacón Jinesta, en donde Cortés era la encarnación del Derecho77. La toga de cónsul que descansa a los pies de Cortés simboliza esa encarnación78. La disposición cardinal tanto de la estatua de Cortés como la del león a sus pies, es hacia el Este, hacia el amanecer en el horizonte, otro símbolo más que inmortaliza el sacrificio abnegado del caudillo.

Conclusiones

Tal como lo mencionó Fernando Soto Harrison, la imagen de León Cortés que se recuerda en su monumento, no es la que éste poseía a principios de la década de 1940. El proceso de transformación de la memoria de caudillo de Cortés fue posible por medio de tres líneas: la primera de ellas, el caudal político cosechado durante la última presidencia de Ricardo Jiménez le permitió a Cortés convertirse en su sucesor. Como Presidente, Cortés cosechó simpatías entre los sectores urbanos, pero principalmente los rurales mediante sus políticas públicas de infraestructura y en alguna media la política social que ejecutó. Esta primera fase, lo convirtió en una figura de gran prominencia y respeto entre la sociedad costarricense, mas en ciertos sectores políticos, principalmente los comunistas, se declararon enemigos acérrimos de Cortés.

La presidencia de Calderón Guardia, fue el contexto en donde la figura de Cortés vino a menos, por los constantes ataques del calderonismo y el comunismo, que compartieron la tribuna política para estos fines. La necesidad del calderonismo para desvirtuar a Cortés se basaba en el hecho de fortalecer el discurso populista del Doctor y conseguir el apoyo necesario para sustentar la legislación social que estaba en ese momento en la vía política. Cortés se convirtió el enemigo del progreso, de la democracia, la libertad y de la legislación social, principalmente por sus vínculos con el fascismo, discurso fortalecido por los comunistas, que ya en la década de 1930 lo habían utilizado para atacar a Cortés. El calderocomunismo creó una imagen aterradora de Cortés y el terror fue la base de la violencia expresada por las brigadas de choque durante las manifestaciones cortesistas en 1943.

Las elecciones de 1944 fueron el nudo convocante que utilizó el cortesismo para revertir la mala imagen creada alrededor de Cortés por el calderocomunismo. Utilizaron a favor la persecución que sufría Cortés para convertirlo en una víctima y un mártir de la dictadura calderocomunista. Mediante esto, también “purificaron” el liderazgo y la autoridad de Cortés, en perjuicio del gobierno de Picado que empezó a ser considerado como un gobierno totalitario. Las declaraciones de Cortés de que el gobierno deseaba verlo muerto, ayudó a crear un sentimiento compartido con otros sectores de la sociedad que se sintieron perseguidos por el calderocomunismo. La violencia manifestada por las brigadas de choque fue otro factor que utilizó el cortesismo para evidenciar esa persecución.

Otilio Ulate y León Cortés fueron los nudos humanos, o los referentes sociales que permitieron que la imagen de caudillo del último se fortaleciera, en contraposición de Calderón Guardia y Manuel Mora quienes fueron los referentes sociales del discurso populista del Doctor y la imagen atormentadora de Cortés. No obstante, antes de 1946, el cortesismo careció de un nudo convocante tan fuerte simbólicamente como lo fue la Reforma Social para el calderocomunismo. El nudo convocante que posibilitó consolidar la imagen de Cortés como caudillo y Patriarca fue su muerte, el 3 de marzo de 1946. Los funerales, exaltaron el martirio del caudillo y fomentaron un discurso revanchista que hizo a un lado la actitud conciliatoria que Cortés mostró en sus últimos meses de vida. Otilio Ulate y José Figueres Ferrer explotaron ese discurso revanchista para exaltar los ánimos entre sus seguidores.

La huelga de brazos caídos de 1947 y la Guerra Civil fueron espacios en donde la imagen de mártir de Cortés se expresó con mayor fuerza. Estos eventos, más el triunfo de las fuerzas figueristas, posibilitó el inicio de la apropiación de la memoria emblemática de Cortés y fundirla con los discursos oficiales que legitimaban la creación de una Segunda República.

El Monumento, debido a su flexibilidad simbólica, se convirtió en un lugar de la memoria tanto para la figura de León Cortés como para la nueva etapa política inaugurada por los ganadores de la Guerra Civil. Los discursos de la Segunda República fueron legitimados principalmente en las figuras sedentes, en las cuales se dio una reinterpretación de los símbolos liberales del progreso y la razón ajustándolos a los alcances del nuevo Estado costarricense. La figura del león y el listón de bronce, representan el sacrificio de Cortés para la causa liberacionista, mientras que la estatua de Cortés simboliza el liderazgo y su condición de Patriarca. El Monumento también fue la emulación que intentaron los liberacionistas de crear un Panteón de Héroes – aunque fragmentado – para la nueva etapa política, similar a lo que hicieron los liberales costarricenses a partir de las últimas décadas del siglo XIX.

* Bachiller en Historia por la Universidad de Costa Rica. Estudiante de la Maestría en Historia de la misma institución. Autor de “Movimientos sociales y represión del Estado en la dictadura de Tinoco. 1918-1919”. Diálogos Revista Electrónica. Número especial 2008 dedicado al IX Congreso Centroamericano de Historia.a/i>

Notas:

1. Fernando Soto Harrison, ¿Qué pasó en los 40? 1ª ed. (San José, Costa Rica: EUNED, 1991), pág. 102.
2. Steve J. Stern, “De la memoria suelta a la memoria emblemática: Hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico (Chile, 1973-1998)”, pág. 4.
3. Pirre Nora, “Between Memory and History: Les lieux de memoire”, en Representations 26, Special
Issue: Memory and Counter-Memory (Spring, 1989), pág. 19.
4. En estos segmentos se rescatan principalmente los aportes que los historiadores Iván Molina Jiménez y David Díaz Arias, el sociólogo y filósofo Manuel Solís Avendaño y el politólogo Fabrice Lehoucq han realizado acerca de la década de 1940.
5. Iván Molina Jiménez y Fabrice Lehoucq, Urnas de lo inesperado: fraude electoral y lucha política en Costa Rica: 1901-1948 1ª ed. (San José, Costa Rica: EUCR, 1999) págs. 143-144. A esto se le suma las diferencias entre las elecciones generales y de medio periodo, donde las primeras recibían una mayor asistencia en las urnas principalmente cuando la elección era competitiva y los compromisos de los candidatos eran de mayor alcance. Para ampliar sobre este tema, veáse Iván Molina Jiménez, Demoperfectocracia: la democracia pre-reformada en Costa Rica (1885-1948) 1ª ed. (Heredia, Costa Rica: EUNA, 2005), págs. 244-265.
6. Iván Molina Jiménez, Ricardo Jiménez, 1ª ed. (San José, Costa Rica: EUNED, 2009), págs. 40-43.
7. Molina y Lehoucq, Urnas de lo inesperado, págs. 145-146.
8. Carlos Calvo Gamboa, León Cortés y su época, 1ª ed. (San José, Costa Rica: EUNED, 1982), págs. 51-52.
9. Calvo, León Cortés y su época, pág. 55.
10. Calvo, León Cortés y su época, pág. 57.
11. Durante su gobierno, las balanzas de pagos dieron saldos positivos y los ingresos por concepto de impuestos mostraron superávit por tres años consecutivos (1937-1939). Luis Sáenz Elizondo, “El Presidente León Cortes Castro: Del liberalismo al reformismo”, (Tesis de licenciatura en Ciencias Políticas, Universidad de Costa Rica, 1980), págs. 192-198. Calvo, León Cortés y su época, págs. 86-88.
12. Sáenz, “El Presidente León Cortés”, págs. 95-10.
13. Molina y Lehoucq, Urnas de lo inesperado, pág. 146. Sin embargo, tal como lo señala el historiador David Díaz Arias en su tesis doctoral, no es claro aún si la popularidad de Cortés entre el campesinado existió antes de 1940 o si apareció después, como producto de la creación de su imagen caudillista. El campesinado, según lo denota Díaz, es posible que haya enlazado la figura de Cortés, y por tanto su lealtad hacia él, con la causa Liberacionista a partir de la década de 1950, en consonancia con el discurso oficial de los motivos de la Guerra Civil. David Diaz Arias, “Social crises and struggling memories: populism, popular mobilization, violence and memories of Civil War in Costa Rica, 1940-1948”, (PhD. Dissertation, Indiana University, 2009, págs. 175-176.
14. Elizabeth Castillo Araya, “La crisis del modelo liberal y la figura de León Cortés Castro”, (Tesis de licenciatura en Historia, Universidad de Costa Rica, 1984), págs. 206-213.
15. Iván Molina Jiménez, Los pasados de la memoria. El origen de la reforma social de Costa Rica (1938-1943), 1ª ed. (Heredia, Costa Rica: EUNA, 2008), pág. 22.
16. Díaz, “Social crises”, págs. 44, 47-48. Iván Molina ha señalado que el proyecto de reforma social permaneció en secreto por razones estratégicas, para evitar enfrentarse al PCCR quien por su posición ideológica le permitía descalificar, casi que de inmediato, las propuestas del PRN. Molina, Anticomunismo reformista, pág. 125.
17. Díaz, “Social crises”, págs. 40-41.
18. Díaz, “Social crises”, págs. 44-45.
19. Díaz, “Social crises”, pág. 44; Molina y Lehoucq, Urnas de lo inesperado, pág. 147.
20. Soto, ¿Qué pasó en los años 40?, págs. 79, 82. El texto resaltado es mío.
21. Díaz, “Social crises”, págs. 50-57.
22. La presentación de una nueva ley de educación en ese año fue acogida por el ala católica del PRN, cuya férrea posición los hizo enfrentarse con Cortés, quien retiró el proyecto para evitar un conflicto mayor. Este movimiento del calderonismo evidenció que estaban dispuestos a confrontarse a los cortesistas y jimenistas, con tal de asegurar el apoyo de la Iglesia Católica, algo que se consolidó después de 1941. Iván Molina Jiménez, Anticomunismo reformista, competencia electoral y cuestión social en Costa Rica 1931-1948, 1ª ed. (San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 2007), pág. 122. Molina, Los pasados de la memoria, pág. 230.
23. Díaz, “Social crises”, págs. 69-70. Molina, Los pasados de la memoria, pág. 23. Molina y Lehoucq, Urnas de lo inesperado, pág. 155.
24. Tal como lo señala Carlos Calvo los gobiernos de Adolfo Hitler, Benito Mussolini y Francisco Franco gozaron de gran popularidad en ciertos sectores de la sociedad costarricense y era común observar manifestaciones públicas a favor de estos. No obstante, la admiración de Cortés se basaba principalmente en el orden, la disciplina y el crecimiento económico de Alemania, Italia y España, más que por la ideología de sus gobernantes. Calvo, León Cortés y su época, págs. 139-146. Esta posición de Cortés es confirmada por Soto Harrison. Soto, ¿Qué pasó en los años 40?, pág. 96.
25. Diaz, “Social crises”, págs. 70-71. Molina, Los pasados de la memoria, págs. 24.
26. Díaz, “Social crises”, pág. 73.
27. Díaz, “Social crises”, pág. 105.
28. Este odio fue manifestado por Arnoldo Ferreto en sus memorias, donde según Ferreto el odio de Cortés hacia los comunistas lo hizo destituir arbitrariamente a Carmen Lyra, a Luisa González y a Carlos Luis Sáenz de sus puestos como maestros, tan solo por su afinidad ideológica. Arnoldo Ferreto, Vida militante (San José, Costa Rica: Editorial Presbere, 1984), págs. 65-66. Citado por Díaz, “Social crises”, págs. 185-186
29. Manuel Solís Avendaño, La institucionalidad ajena: los años cuarenta y el fin de siglo, 1ª ed. (San José, Costa Rica: EUCR, 2006), pág. 193.
30. Alberto Cañas Escalante, Los ocho años, (San José, Costa Rica: EUNED, 1998), págs. 8-9. El paréntesis [] es mío. Aunque las intervenciones de Cañas y José Figueres Ferrer incluidas en este artículo son post-fácticas a los eventos de la década de 1940, es importante resaltarlas, puesto que forman parte importante de la apropiación de la memoria de Cortés por parte de Liberación Nacional.
31. Solís, La institucionalidad ajena, pág. 195.
32. Soto, ¿Qué pasó en los años 40?, pág. 82.
33. Solís, La institucionalidad ajena, pág. 197. Con respecto al fraude masivo denunciado por el cortesismo, la amplia ventaja obtenida por el PRN, que captó el 66,1 por ciento de los votos contra 33,9 por ciento del Partido Demócrata (agrupación política de los cortesistas) hace que no sea posible considerarla como consecuencia del fraude. Además, como lo señalan Molina y Lehoucq, el resultado de las votaciones fueron similares a los porcentajes de adhesiones, extraídos de las listas de simpatizantes publicadas por ambos partidos antes de las elecciones. Molina y Lehoucq, Urnas de lo inesperado, págs. 173-174.
34. Según Stern, los portavoces humanos o nudos convocantes están comprometidos y organizados para compartir memorias, organizarlas y proyectarlas; en otras palabras, son puentes entre sus imaginarios personales y memorias sueltas con el imaginario colectivo y memorias sueltas de sus seguidores. Los nudos convocantes pueden ser también fechas, hechos o instituciones. Stern, “De la memoria suelta…”, págs. 13 y 14.
35. Díaz, “Social crises”, pág. 186.
36. Díaz, “Social crises”, pág. 179-186. Además, esto reforzaba el pronunciamiento de Cortés de estar dispuesto a ofrecer su sangre, con tal de evitar que Calderón Guardia se perpetuara en el poder. Aunque la reforma electoral de 1943 no prosperó, la carga simbólica de dicho pronunciamiento, la del sacrificio abnegado, empezó a envolver la imagen de Cortés con un misticismo semi-religioso.
37. Cañas, Los ocho años, pág. 82.
38. Díaz, “Social crises”, págs. 50-52.
39. Rodrigo Facio Brenes, Obras históricas, políticas y poéticas, (San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1982), págs. 85 y ss. Citado por Solís, La institucionalidad ajena, pág.197.
40. Solís, La institucionalidad ajena, pág. 197.
41. Fabrice Lehoucq, Instituciones democráticas y conflictos políticos en Costa Rica, 1ª ed. (Heredia,
Costa Rica: EUNA, 1998, págs. 86-90.
42. Solís, La institucionalidad ajena, pág. 202.
43. Solís, La institucionalidad ajena, pág. 203. Díaz, “Social crises”, pág. 209.
44. Cañas, Los ocho años, pág. 107. Solís, La institucionalidad ajena, pág. 213.
45. José Figueres Ferrer, El espíritu del 48, 1ª ed. (San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1987),
pág. 86.
46. Figueres, El espíritu del 48, págs. 100-101.
47. Solís, La institucionalidad ajena, pág. 210.
48. Figueres, El espíritu del 48, pág. 246.
49. Figueres, El espíritu del 48, pág. 287.
50. Cañas, Los ocho años, págs. 10-13; Figueres, El espíritu del 48, págs. 65-66.
51. Cañas, Los ocho años, pág. 23. Molina, Los pasados de la memoria, pág. 39, nota de pie de página 14.
52. Stern, “De la memoria suelta”, pág. 7.
53. David Díaz Arias, Historia del 11 de abril: Juan Santamaría entre el pasado y el presente (19152006), 1ª ed. (San José, Costa Rica: EUCR, 2006), pág. 25. Díaz, “Social crises”, pág. 275. Solís, La institucionalidad ajena, págs. 204, 210.
54. Diario de Costa Rica (15 de abril de 1952), págs. 1, 12.
55. Diario de Costa Rica (15 de abril de 1952), págs. 1, 12.
56. Diario de Costa Rica (16 de abril de 1952), págs. 1, 6.
57. Diario de Costa Rica (21 de abril de 1952), págs. 1, 3
58. Fuente de la Imagen 1: Diario de Costa Rica (22 de abril de 1952), pág. 8.
59. Fuente Imagen 2: Alejandro Bonilla Castro, 2009.
60. Diario de Costa Rica (21 de abril de 1952), pág. 3.
61. Diario de Costa Rica (21 de abril de 1952), pág. 5.
62. Fuente Imagen 3: Alejandro Bonilla Castro, 2009.
63. El Paseo de las Damas fue el primero de los bulevares haussmanianos de la ciudad de San José. Alrededor del Paseo de las Damas, se ubicaron los residenciales de los sectores de la élite, pero además fue el área reservada para honrar las glorias de la república liberal, por medio del Monumento Nacional, el cual simbolizaba el triunfo de Costa Rica y las demás repúblicas centroamericanas frente al invasor William Walker. El Paseo de las Damas, según el modelo del Barón de Haussman, debía poseer una entrada o un “arco del triunfo”, el cual le fue concedido en la Estación del Ferrocarril al Atlántico. Florencia Quesada Avendaño, En el barrio Amón: Arquitectura, familia y sociabilidad del primer residencial de la élite urbana de San José, 1900-1935, (San José, Costa Rica: EUCR, 2001), pág. 57. Elizabeth Fonseca y José Enrique Garnier, Historia de la arquitectura en Costa Rica, (San José, Costa Rica: Fundación Museos del Banco Central de Costa Rica, 1998), pág. 291.
64. Archivo Nacional de Costa Rica, Actas Municipales de San José, fs. 394-396, 6 de febrero de 1951; fs. 51-52, 12 de febrero de 1952.
65. Fuente Imagen 4: a‐) Diario de Costa Rica (17 de abril de 1952), pág. 4; b-) Diario de Costa Rica (19 de abril de 1952), pág. 2.
66. Diario de Costa Rica (21 de abril de 1952), pág. 3.
67. E.H. Gombrich, Los usos de las imágenes. Estudios sobre la función social del arte y la comunicación visual, (México: Fondo de Cultura Económica, 2003, págs. 140-141, 146.
68. Fuente Imagen 5: Alejandro Bonilla Castro.
69. Diario de Costa Rica (21 de abril de 1952), pág. 3.
70. Según lo especifica Iván Molina, el Partido Liberación Nacional no reconoció los logros de los liberales en las áreas de la educación, entre otros aspectos. Los futuros liberacionistas se apropiaron de este énfasis y lo utilizaron para justificar una transformación completa del país, bajo la consigna de la Segunda República. Molina, Los pasados de la memoria, pág. 27.
71. Fuente Imagen 6: Alejandro Bonilla Castro, 2009.
72. Fuente Imagen 7: Alejandro Bonilla Castro, 2009.
73. Gombrich, Los usos de las imágenes, pág. 119.
74. Fuente Imagen 8: Alejandro Bonilla Castro, 2009.
75. Fuente Imagen 9: Alejandro Bonilla Castro, 2009.
76. Fuente Imagen 10: Alejandro Bonilla Castro, 2009.
77. Solís, La institucionalidad ajena, pág. 218.
78. Diario de Costa Rica (21 de abril de 1952), pág. 3.

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