La Cruz: La contrarrevolución del 48 (cronología)
Alonso Alán Corea
El 10 de diciembre se cumplieron 71 años de la contrarrevolución del 48, acontecimiento denominado de esta forma, por la historia del país. Muchas batallas se presentaron del 10 al 25 de diciembre de 1948 en el sector norte de Guanacaste; principalmente en El Amo, Puerto Soley, Murciélago, y el centro de La Cruz.
La Cruz había adquirido relevancia, teníamos Puerto Soley, el Aeropuerto El Amo, la cruceña Etelvina Montiel recién había terminado una excelente gestión como primera dama de la República y Teodoro Picado 7 meses atrás había entregado la banda presidencial, el amor de la pareja presidencial por el humilde pueblo cruceño, era más que evidente, probablemente ese mismo amor y cercanía con este pueblo, genera las condiciones para el enfrentamiento del 48.
Hace algunos meses tuvimos acceso a una reliquia de la historia de La Cruz y de nuestro país, el día a día del año que se robaron la Navidad en la Cruz, fue documentado por don Félix Pedro Martínez. Compartimos el relato de don Félix con la esperanza que la mayoría de cruceños puedan conocer un poco más de nuestro pasado y de nuestra historia.
En una guerra no hay buenos o malos, no nos corresponde juzgar razones, la única verdad es que La Cruz y su gente estuvo bajo la sombra de una guerra de la que poco se ha contado, un pueblo que estuvo entre las balas, un pueblo que fue destruido, un pueblo por el que en sus calles de tierra corrió sangre, el pueblo en el que en el pasado se escribió el presente de nuestra nación.
He aquí la historia … hace 71 años
Víctimas de la entrada
Los primeros disparos fueron escuchados del lado del telégrafo, los que se suscitaron, por haber encontrado al telegrafista Sr. José Luis Soto, haciendo una llamada: creyendo y que así lo era, estaba en contacto con alguna oficina cercana, le hicieron disparos con mosquetón para asesinarlo, haciendo blanco en la cabeza, la que le fue destrozada completamente. Pero no solamente tenía que ser la víctima de aquellos sedientos de sangre, si no que posiblemente las mismas balas que mataron al valiente Soto, traspasaron el forro de la casa, hirieron gravemente en el abdomen al niño Luis Alberto Zamora Loáiciga, de diez años de edad e hijo del Sr. Arnoldo Zamora y quién en esos momentos se encontraba en dicho telégrafo, acompañando a su hermanito que hacía de mensajero, era un 10 de diciembre, también habían atacado y tomado el Resguardo.
Comienzan los saqueos
A las once de la noche, los “INVASORES”, daban estrepitosamente golpes en las puertas de los establecimientos y hogares de doña María Zamora de Martínez y don Arnoldo Zamora, encontrándose estas ya ocupadas solamente por mujeres y niños. Les fueron abiertas dichas puertas invadiendo aquellos negocios gran cantidad de Guardias Nacionales de Nicaragua y bajando de los estantes, lo que les venía en gana y llegando hasta el extremo de regar mercadería hasta en las calles. A doña María le pedían les dijera donde tenía oculto a su hijo Narciso, a quién decían, querían hacerlo picadillo, por ser un furibundo terrorista Ulatista y quién milagrosamente se había podido poner a salvo.
Igual como sucedía en la casa del Sr. José Vargas Álvarez, siendo este marido de la Sra. Dora Zamora de Vargas y a quién también le pedían cuenta sobre el paradero de su marido, mientras que otros, se dedicaban a la tarea de desmantelar los estantes de su negocio. Como no se podía esperar consideración alguna de aquella gente malvada y sin conciencia, el triste y célebre Mojica puso a la Sra. Zamora de Vargas a amarrarle los zapatos a uno de los jefes, al igual que prepararles comida y café, antes de verse por lo menos ultrajada, si no asesinada, como lo habían hecho momentos antes con el telegrafista Sr. Soto.
Se oyen nuevos disparos
Mientras el relato anterior sucedía, se vuelve a escuchar un nuevo tiroteo y gritos de viva Calderón Guardia, pero ya estos tiros no iban dirigidos a blanco alguno, sino eran disparos al aire, festejando la entrada de Calderón Guardia, pues posiblemente había quedado a los alrededores del poblado y traído una vez que tomaron posesión de La Cruz.
Calderón Guardia se hospeda en casa de doña Rosa de Alan
Pocos momentos después de haber comenzado la balacera, fue puesto a trabajar el motor de la luz en casa de los Alán y fue en ella misma donde se instaló Calderón Guardia con su plana mayor, estando en ella por algunos días, trasladándose luego a otra casa; como adelante se verá.
Primera cura al niñito Luis Alberto
Momentos después de haber terminado el combate en el que los rebeldes se habían posesionado en La Cruz, fue sacado del telégrafo el niño Luis Alberto Zamora Loáiciga, quién dijimos anteriormente había sido herido, siendo llevado por Federico Espinoza Collado hacía la casa de los Alán, practicándole las primeras curas Calderón Guardia y el Dr. Patiño, llevándolo después a la casa de doña Juanita viuda de Angulo; madre adoptiva de la madre del niño Luis Alberto, doña Piedades de Zamora, quién por la invasión de que fue objeto su casa, tuvo que abandonarla y refugiarse donde su señora madre adoptiva.
Durante toda la madrugada para amanecer el día once, continuó el bullicio en todas las calles y al amanecer se pudo constatar la presencia de la Guardia Nacional de Nicaragua que aproximadamente eran unos ciento cincuenta hombres, mas unos cien ticos, quiénes así como la guardia, iban bien armados, con máuser y con mosquetón algunos, llevando consigo cada uno un cinturón de tiros, con unos doscientos proyectiles por soldado.
Al mando del comandante mayor F. Davinson Blanco
Tanto los Guardias de Nicaragua, como los ticos, eran mandados por el Comandante Mayor Federico Dávinson Blanco, de la Guardia Nacional de Nicaragua y fue él quien dirigió el ataque traidor en La Cruz. No se hacía ningún movimiento sin que él lo ordenara y fue también él quién firmara el salvoconducto que libraba salir hacia Nicaragua a la Sra. de Zamora con su hijo herido y demás niñitos junto con doña María Cristina Canales viuda de Júnez y su hija Guillermina, quiénes en conjunto fueron a tomar la lancha La Rita a los mojones para ser conducidas a San Juan del Sur, Nicaragua.
Se les unen muchos vecinos de La Cruz
Al amanecer siempre del día once, comenzaron a sumárseles o mejor dicho a engrosar las filas de Calderón, muchos vecinos del poblado, como lo fueron Fernando Reyes con sus cuatros hijos, Pedro Vega, Leonardo Zamora, Manuel Aguilar, Mercedes Montiel, Alberto Mora M., Buenaventura Mora M., Hipólito Gonzaga, Vicente Cid L., Benjamín Fernández, Mateo Chávez C., Encarnación Gonzaga, Ángel Centeno, agregándoseles en los días siguientes, gente de los alrededores en un número bastante crecido y de forma voluntaria todos.
Estos agregados, fueron los primeros en hacer incursiones, unos fueron enviados a traer bestias a las haciendas y otros a traer ganado gordo de la finca el Recreo propiedad de doña María Zamora de Martínez, pues fue ella a quién le arrebataron su ganado para mantener con carne las tropas del Ejército Constitucional Costarricense (como ellos se llamaban) acantonados en el centro de La Cruz.
Funerales del telegrafista
José Luis Soto, desde que lo mataron, hasta la hora de su entierro, lo dejaron permanecer en la misma posición como cayera; boca abajo, con un brazo por debajo, una pierna un tanto encogida y con el infalible lápiz de los telegrafistas a la par suya. Así fue recogido para llevárselo a su última morada con muy poca concurrencia, pues los que eran adeptos a Calderón y que ya andaban prestando servicio o que no lo estuvieran, ya no se volvieron a acercar a los que adversaban su movimiento, a no ser para presentarse con la Guardia, mal informando en su afán de verlos caídos como el valiente José Luis Soto.
Primera incursión aérea
En horas de la tarde se escucha un ruido de avión é inmediatamente dieron la alarma para que la gente se pusiera a salvo, debajo de los árboles ó en el monte que está orillado a la plaza y al abismo.
Llega un avión rapidísimo, al que hacen unos pocos tiros, mientras otros gritaban: NO TIREN QUE ES NUESTRO. Vuelve a pasar nuevamente a una altura quizá no mayor de 50 metros y vuelven nuevamente a dispararle, en tanto que otros seguían gritando que no tiraran que era de ellos, así volvió a pasar por tercera vez , sucediendo lo mismo, sin explicarnos por qué motivo decían que eran de ellos, si por lo muy bajo que pasaba, muy claramente se le veía bandera de Costa Rica, era el P. 38 del gobierno que llegaba en reconocimiento.
Así terminó de pasar el día once, sin ninguna otra novedad, a no ser la continuación de los saqueos que eran de día y noche, a los que se sumaban varios vecinos del lugar.
Reciben armas al amanecer del día doce
A las seis y cuarto de la mañana del día doce, se vuelve a oír ruido de avión y pocos instantes después pasaba por el lado oeste del Resguardo Fiscal procedente de Nicaragua (pues esa ruta traía) un Douglas que aterrizó en el Aeropuerto El Amo, en donde los invasores se habían aposesionado el día anterior, estando en dicho aeropuerto aproximadamente cuarenta y cinco minutos, pues descargaba mas rifles (que después algunos decían examinándolos, eran de fábrica brasileña), ametralladoras y mas municiones. Pocos instantes después de haberse levantado el Douglas que nos ocupa, cogiendo nuevamente rumbo a Nicaragua, se vuelve a escuchar los motores de otro avión, era el P. 38 que volvía nuevamente, pero esta vez ya no solo en viaje de reconocimiento, sino en busca de los rebeldes que tenían tomada La Cruz.
De resultados de esta nueva incursión, murió un guardia nacional que estaba apostado al lado oeste de la casa de doña María Zamora de Martínez. Ya esta vez, cuantas veces pasó el P. 38 le hicieron un nutrido fuego de fusilería y mosquetón, que dada la rapidez del avión, se explica que no lo bajaron, pues el fuego que le hacían era en grado sumo nutrido, los invasores, comenzaron a sentir miedo de tan rápido avión.
Llegan vecinos de los alrededores a prestar servicios voluntarios
Ese mismo día, siguieron engrosando las filas de Calderón, gran número de vecinos de los alrededores, quiénes habían recibido un llamado de Calderón, por medio de Leonidas Morales, quién se dedicó a hacer el llamado a la gente para fortalecer las filas Calderonistas. Así anduvo por la Garita, Los Andes, Paso Malo y Santa Cecilia. Entre los que llegaron a ponerse a las órdenes de Calderón Guardia, podemos mencionar a Sinforoso Sánchez Camacho y sus hijos, a Acepción de Alfonso, Gerónimo Álvarez y su hija Dominga, Mariano Gutiérrez, Jacinto Ortiz y mucha gente más como dijimos.
Alarma para anunciar la llegada de aviones
Al principio de las incursiones aéreas, muchos gritaban la llegada de un avión. En vista de que aquellas voces no eran escuchadas en todos los puntos donde tenían apostada la gente, optaron por poner un hombre en el campanario de la iglesia, quién se encargaba de sonar las campanas cada vez que se escuchaba ruido de avión, así continuaron durante todo el tiempo que los invasores estuvieron en La Cruz.
Distribución de las armas recibidas
Esa tarde del domingo doce, comenzaron a hacer distribución de las armas recibidas esa mañana, entre los voluntarios que se les habían unido, entregándoseles además como antes dijimos, su cinturón lleno de tiros, también esa misma tarde se rumoraba salida de gente para Santa Rosa y el Pelón.
Lunes 13 de diciembre
Desde muy temprano comenzaron a hacer los preparativos para la salida de la gente que iría a tomar posición de Santa Rosa, saliendo de La Cruz aproximadamente a las diez de la mañana, sabiéndose después, iban al mando del coronel Ordoñez. Más tarde, como a las trece horas salía Mojica con otro pelotón hacia el Pelón y como a las tres o cuatro de las tarde, salía Juan Vega con más gente y en el cual iban a mandar al Sr. Mario Sabatini, este último pelotón salió hacia Santa Rosa al mando del general Olley Plata.
Antes de salir Ordoñez hacia Santa Rosa, se les veía muy contentos y mientras unos alineaban la gente que saldría, otros decían en altas voces que ya el general Somoza estaba bombardeando con tres aviones de caza la población de Liberia, había que lograr entrar y que si no lo lograban ese día, no tenían cuando y que así se aseguraban estar en la capital para el veinticuatro de diciembre. En todas esas patrullas no se vio salir a ninguno de los AZULES que eran los de la Guardia de Nicaragua, lo que hace suponer que si iban, no llevaban su uniforme y si a unos de ellos lo tomaban prisionero en Santa Rosa, llevaban consigo un documento que hacía constar que el portador fulano de tal, estaba de baja del servicio de la Guardia Nacional de Nicaragua por haber extinguido su contrato, es también muy seguro de que toda la Guardia andaba consigo un papel en igual forma, para caso de caer prisioneros de las Fuerzas de Gobierno, fueran creídos MERCENARIOS y no como elementos del Ejército de Nicaragua.
Martes 14 de diciembre
Calderón Guardia, en vista de que en casa de la Sra. Rosa de Alán peligraba mucho y que como refugio en las incursiones aéreas atravesaba la calle para la iglesia y que varias veces no le daba tiempo para salir de la casa Alán dada la rapidez del P. 38, se trasladó a la casa de Ramón Cabrera a orillas del poblado, donde le hicieron un nido de piedras, donde se veía obligado muy a pesar, estarse metiendo en aquel nicho de boca estrecha, varias veces por día, pues la campana anunciaba todo ruido de avión, viniera del norte o del sur y muchas veces se trataba de aviones de línea comercial que pasaban a mucha altura.
Entre las personas que no dejaban salir de la localidad, estaba doña María Zamora de Martínez y su marido don Lupario Martínez, pero esa tarde, mediante un ardid, se consiguió obtener un SALVOCONDUCTO para cualquier sujeto que fuera hacer un mandado a la Hacienda Quebrada de Agua. Una vez obtenido dicho salvoconducto y que era librado para el portador, se le puso arriba de la firma en un espacio que quedaba lo siguiente: “LLEVA TODA SU FAMILIA”. El portador era el Sr. Lupario Martínez y su familia: doña María, dos chiquillas que tiene a su cargo y un sirviente. Ya anteriormente el sábado once por la tarde, el Sr. Luis Morice quién tenía a su esposa grave en La Cruz, la había sacado a su finca, llevándose consigo a Elsa Martínez y a la ancianita Ramona Zamora; hija y madre respectivamente doña María y la señorita Amalia Martínez M. cuñada de Luis Morice, habiéndole dicho a la señora Zamora de Martínez, que en cuanto consiguiera salir, él con mucho gusto la alojaría en su finca, tal como lo hacía con su anciana madre de un siglo de edad y que lo poco que él tenía en su finca, lo tendrían ellas.
Miércoles 15 de diciembre
Los raid aéreos a la población de La Cruz, se sucedían día a día y muchas veces mañana y tarde. También los saqueos continuaban, saliendo la Guardia Nicaragua de los establecimientos como zopilotes sobre un animal muerto, estaban repelando los negocios.
El capitán Canales mató a un guardia por ladrón, dichosa doña Rosa de Alán que por ser respetada, no vio su negocio por esa multitud de buitres invadido como los demás.
Tan respetado fue el negocio de la señora de Alán que ese día comenzó a empacar mercadería y trasladaría a su finca El Sinzonte, empacando por las noches y acarreando por el día en carretas y en lomos de caballos.
Esta señora, por los mismos raid aéreos, optó también por trasladarse a una casa que tiene a orillas de la población y como a unas cien varas mas afuera de la que ocupaba Calderón. De allí iba a hacer el empaque de mercaderías, dejando su establecimiento guardado con llaves y cuidado por las tropas invasoras.
En horas de la tarde se comenzó a rumorar que a La Cruz llegaría un avión al Aeropuerto El Amo, con una comisión militar, quienes llegaban a investigar que si las fuerzas rebeldes estaban compuestas también por elementos de la Guardia Nacional de Nicaragua.
Momentos más tarde, se llamaba a la formación a toda la guardia en la plaza y entre cinco y seis de la tarde, salían hacia Los Mojones, puesto éste de la Guardia de Nicaragua como a unos seis kilómetros de La Cruz.
Al salir esa tarde la guardia, varios elementos de ella, les gritaban a algunos MARIACHIS que era mejor que también ellos se fueran, porque esa retirada de ellos olía mal. En efecto, esas palabras hicieron efecto, pues viéndose que quedaban sin el respaldo de la guardia, optaron por hacer ellos también su retirada, mas que ya esa mañana habían sabido de la captura en Santa Rosa de la gente de Ordoñez y por lo que la gente de Juan Vega y Alejandro Plata, habían retrocedido hasta Guacalito, muy cerca de La Cruz.
Inmediatamente mandaron a reconcentrar las tropas que tenían en Guacalito, entrando a La Cruz, como a las ocho de la noche Mojica y su grupo, a media noche llegaron los grupos de Vega y Plata, los tres grupos en franca retirada. Unos comenzaron a salir con la misma guardia y otros en el transcurso de la noche, terminando de hacer su retirada a las dos de la madrugada del día jueves 16 de diciembre.
Jueves 16 de diciembre
Fue como así el dieciséis de diciembre, La Cruz amaneció sin los calderonistas. Algunos de los voluntarios se fueron con ellos y otros después de hacer entrega del rifle, buscaron la montaña para librarse de las tropas de Gobierno.
Unos pocos vecinos que aún quedaban en el lugar, se reunieron muy temprano de la mañana, muy alegres de verse libre de tal opresión, unos se dedicaron a la tarea de poner una bandera blanca para que cuando el avión llegara, pudiera ver que ya los invasores se habían retirado, mientras otros se dirigían al Resguardo, para ver si habían prisioneros, ya que se sabía que Juan Morales y otro de apellido Calderón se encontraban detenidos, pero estos fueron llevados en su retirada.
También se acordó mandar a unos dos o tres vecinos con bandera blanca a avisarle a las fuerzas del Gobierno, de que La Cruz ya había sido desocupada, se estaban preparando para iniciar su comisión, pero no hubo tiempo, porque como a las nueve de la mañana, comenzaron nuevamente a entrar los mariachis, viniendo un número no mayor de treinta, quiénes con mucho cuidado fueron reconociendo que el poblado estaba siempre sin fuerzas del Gobierno.
Durante todo el día fue llegando nuevamente el resto de la gente y se conversaban que esa espera que les decía Luis Somoza, era muy peligrosa, ya que ellos eran muy pocos, para resistir a fuerzas muy superiores con que contaba el Gobierno, pero otros se alentaban diciendo que Somoza les prometía que una vez que la Comisión Militar llegara a La Cruz, él les mandaría mil hombres bien equipados y así poder hacer el empuje con fuerzas que no serían retrocedidas en ningún combate y que la gente que ellos necesitaron, así como armas, él se las mandaría.
En horas de la tarde, llegaron nuevamente algunos de los voluntarios que habían hecho entrega del arma la noche anterior, pero ya fue en número reducido, se dice que quienes regresaron, lo hicieron por las amenazas de Somoza.
Viernes 17 de diciembre
Calderón Guardia, quién en la noche anterior también había regresado a La Cruz, ya no se fue a la casa de Cabrera, sino que se quedó en el Resguardo, pero por supuesto, también allí tenía un refugio antiaéreo, ahí pusieron a trabajar la planta y la radio de doña María Zamora de Martínez.
Este día salió una patrulla, la que les dio por resultado traer de prisionero a Elías Villegas de la finca de Agua Buena, quién había logrado huir el jueves por la mañana al darse cuenta de la nueva entrada que hacían los invasores.
Antes no se preocuparon en hacer trincheras y este día pasaron afanados haciéndolas en todos los alrededores, donde tenían ellos sus posiciones.
Ya casi a la totalidad de los moradores del pueblo les habían permitido salir, otros habían logrado huir, únicamente quedaban quiénes preferían morir, de esta forma en el pueblo quedaron muy pocas personas.
Sábado 18 de diciembre
Muy temprano de la mañana, salía hacia Murciélago con un pequeño destacamento Álvaro Granados, al llegar a las primeras casas de Cuajiniquil, le dijeron que era muy peligroso se metiera con poca gente al Puerto de Castilla, por lo que conformó dirigirse al establecimiento del Sr. Narciso Zamora y su sobrino Héctor Bogantes, encontrando en este a Walter Bogantes Zamora (sobrino del primero y hermano del segundo) a quién el propio Granados le dio de bofetadas y lo amenazaba para que le dijera el paradero de sus tíos y el santo y seña de Santa Rosa. Mientras este se afanaba en hacer confesar todo lo que de las tropas de gobiernos supiera, el resto de forajidos, se dedicaban a desmantelar los estantes y destruirlo todo, la señora Luisa Ortega que se entendía de todo el servicio de la casa, también fue ultrajada.
No le valieron a Granados ni los ultrajes, ni las amenaza cuando le ponía el mosquetón en el pecho a Walter Bogantes que casi es un chiquillo, todo ultraje fue inútil, no pudo saber de boca de este valiente muchacho, la verdadera situación de Santa Rosa y la que él conocía muy bien, por haber estado poco antes con las fuerzas del gobierno. Tenía muy vivas las palabras del sacerdote, que les había dicho que si alguno de ellos caía en manos de los rebeldes, que no denunciaran nada; que muriera uno y no muchos. Estas palabras que las tenía muy fresquitas en su mente, lo hacían tomar resolución de morir antes que murieran muchos de sus compañeros.
El mismo Bogantes fue mandado con algunos de ellos a que les enseñara donde habían bestias de la Hacienda Punta Castilla, trajeron varias, las que fueron cargadas con mercadería de su establecimiento, mientras que gente del poblado, se llevaba buena cantidad de mercadería.
Al hacer el regreso hacia La Cruz, iban a darle fuego a la casa del Sr. Zamora y Bogantes, pero aquí intervino Raúl Gonzales, diciéndoles que hicieran cuanto se les viniera en gana, pero que no dieran fuego y los forajidos desistieron su intento.
Este mismo Gonzáles trato de llevar a Walter Bogantes a caballo hasta La Cruz, pero Alvaro Granados se opuso, por lo que Bogantes tuvo que hacer el recorrido Cuajiniquil – La Cruz a pie.
En el camino tomaron prisioneros a algunos que encontraron, los que al llegar fueron reconocidos como Calderonistas y puestos en libertad, quedando de todos detenidos solamente el pequeño Bogantes, quién al ser introducido a la cárcel, encontró un compañero de infortunio, se trataba de un muchacho Duarte (Quirino) quién en horas de la tarde, llegó a La Cruz creyendo que ya se encontraba en poder de las fuerzas del gobierno, no faltó quién dijera entre los vecinos alistados en las huestes de Calderón, que era Ulatista y Figuerista y fue así como lo metieron a la cárcel y lo ponían a trabajar.
Domingo 19 de diciembre
Muy temprano de este día, llegó el P. 38 a bombardear y ametrallar La Cruz, se oía claramente el estallido de las bombas, las que caían cerca del Resguardo, pero al lado del abismo y las que no ocasionaron ningún daño a las viviendas.
Esta tarde llegaba a La Cruz, un chiquillo de parte de Isabel Vargas, con un recado para los rebeldes, diciéndoles que Arnoldo Zamora andaba con un pelotón de gente por Agua Caliente.
Lunes 20 de diciembre
Teniendo conocimiento que Arnoldo Zamora andaba por Agua Caliente según les había mandado a decir, mandaron a llevar con Gumercindo Reyes al joven Bogantes, a quién el llegar el avión, Federico Starke lo sacaba de la cárcel y lo amarraba en uno de los postes de la cerca del Resguardo, para que el avión lo ametrallara, de igual modo lo hacía, cuantas veces fuese visitado por el P. 38.
Mientras metían a Bogantes nuevamente a la cárcel, Álvaro Granados reunía otro pelotón, para salir hacia Puerto Castilla y así fue como todos saben el horrendo asesinato que se llevó a cabo, con pérdida de tan preciosas vidas, las cuales han sido sentidas por Costa Rica entera.
Allí hicieron prisionero al administrador de la finca Sr. Rafael Rodríguez, regaron toda la gasolina y demás combustibles que ahí había, así como destruir mercadería y llevarse consigo cuanto pudieron. La señora del administrador, fue encerrada en una pieza de la casa con sus hijos. Creían llegaba su última hora, así también lo pensaba el señor Rodríguez, llegando hasta pedirle a Granados, que si le iba a dar fuego a la casa, que lo encerrará también a él con toda su familia para morir juntos. Por respuesta de Granados lo que recibió fue una golpiza.
Como a las nueve de la noche, entraban a La Cruz, haciendo gala de haber ganado una batalla, llevando en demostración de dicho combate, “EL CÁLIZ Y EL ALBA” con la sangre todavía húmeda del padre asesinado cobardemente.
Grandes comentarios hicieron de tan cruenta batalla, que se hicieron precisados a huir, porque eran muchas las fuerzas del gobierno, pero que dichosamente ellos no habían tenido bajas. “VALIENTE BATALLA LA QUE GANARON”.
Martes 21 de diciembre
Amanecieron algunos de ellos mostrando los valiosos objetos despojados a las víctimas que cayeron en manos de ellos en Murciélago el día anterior, relojes, botas y dinero del padre, del Dr. Facio y demás miembros de Cruz Roja asesinados.
Como a las seis y media de la mañana, don Pedro Femenías había logrado obtener el Cáliz y al Alba del padre asesinado, entregándolas momentos después en manos escrupulosas; para que tales reliquias no tomaran camino distinto que el de la iglesia. Tres días después eran recogidas por el padre Murillo, cura párroco de Puntarenas, capellán del Ejército del Gobierno.
A las ocho y media aproximadamente, salía Mojica con un pelotón hacia el lado del Aeropuerto El Amo, sin saber que en esos momentos un ejército del Gobierno al mando del mayor Aguilúz tomaba posesión de un punto tan importante.
Apenas los valientes soldados del Gobierno, se dedicaban a la tarea de quitar la maleza con que los rebeldes imposibilitaban el aterrizaje de aviones, cuando estos fueron atacados por la gente de Mojica, quienes con premeditado plan se encontraban parapetados en muy buenos puntos, pero aquellos valientes que preferían morir por su patria, que verse nuevamente gobernados por Calderón Guardia, respondieron con valentía y en cuestión de unos cuarenta o cincuenta minutos, los forajidos se retiraban en precipitosa fuga, dejando los caballos que montaban y algunos objetos de poco valor.
Esta batalla fue librada a las diez de la mañana y en La Cruz, se oía perfectamente como si estuvieran combatiendo a unos dos o tres kilómetros.
Los rebeldes que quedaron en La Cruz, les pareció que aquel combate era a poca distancia e inmediatamente corrían a reforzar la línea de fuego. Era un ir y venir de la línea de fuego al Resguardo. Por fin se oyó cesar el fuego y comentaban que Mojica había perecido, así como también toda la gente que llevaban, pues a las doce del día, no tenían ninguna noticia de él.
A esta hora tuvieron ya más miedo y varios comenzaron a gritar; “corran que nos acribillan, corran que son muchos, corran que vienen montados en buenas mulas”. Comenzaron a hacer su salida, siempre hacia los Mojones de Nicaragua, la mayor parte a franca carrera. Diez o quince minutos hombres, se fueron al establecimiento de los Srs. Alán, rompieron una puerta, sacando cada uno un poco de mercadería, para luego salir como los demás precisados a buscar la frontera con Nicaragua.
A las tres de la tarde, se retiraban los últimos dos que habían quedado, haciendo destrucciones en la casa del Resguardo.
Así La Cruz, se vio liberada nuevamente de los rebeldes.
Miércoles 22 de diciembre
Un silencio profundo reinaba en La Cruz, solamente se veía en las calles al cuidador de la casa Alán, que recorría dicha casa a la casa de José Vargas, regresando con mercadería entre los brazos. Este cuidador era Eusebio Saballos, estaba repelando aquel establecimiento para quedar bien con sus patrones.
Horrible espectáculo aquel, ver solo un hombre en las calles de aquella población mártir, tomada a la fuerza y que quedaba en ruinas, todo el día las tropas del gobierno estuvieron en el pueblo, aquel silencio era de tristeza, de preocupación de lo que le esperaba al pequeño pueblo de La Cruz, silencio que solo era interrumpido, por el fuerte de ruido de los aviones que a cada rato aterrizaban y despegaban en el Aeropuerto El Amo, así llegó la tarde y pasó la noche del año que La Cruz no tuvo navidad.
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