María Isabel Carvajal Quesada (Carmen Lyra)
1888-1949
María Isabel Carvajal Quesada conocida como Carmen Lyra, nació en San José el 15 de enero de 1888. Ella popularizó su seudónimo por medio de los cuentos infantiles que escribió, obras que -posterior al movimiento modernista- marcan el advenimiento de la mujer en las letras hispanoamericanas.
Sus estudios primarios los hizo en la escuela de su barrio, en el Edificio Metálico; los secundarios, en el Colegio Superior de Señoritas en cuya sección de pedagogía obtuvo el certificado de Maestra Normal en 1904 a los dieciseis años.
Sus servicios profesionales en la escuela primaria la llevaron a servir en varias escuelas de San José y en la escuelita rural de El Montecito, provincia de Heredia.
En 1906 por su vocación de servicio al prójimo trabajó en el Hospital San Juan de Dios en calidad de novicia religiosa, pero su condición de hija natural le impide continuar. En 1918 publica la novelas “En una silla de ruedas” y “Las fantasías de Juan Silvestre”, consideradas entre sus obras más representativas.
En 1919 encabeza la lucha contra la dictadura de los Tinoco y en una manifestación de protesta iniciada por las maestras de San José, arenga a la multitud, la cual enardecida termina por quemar el diario del gobierno “La Información”. Es perseguida por la policía a la cual logra evadir disfrazada de vendedora de periódicos.
Aprendió inglés y francés. Después de caer el régimen de los Tinoco asumió el poder Julio Acosta, cuyo gobierno la envió en 1920 a realizar estudios a Europa con el fin de ampliar sus conocimientos pedagógicos sobre las nuevas líneas de la educación primaria, especialmente las de María Montessori sobre los jardines infantiles. Viajó a París, Francia, donde realizó estudios en la Universidad de la Sorbona, visitó Italia y estuvo en Inglaterra. A su regreso de Europa dirigió la Escuela Maternal.
Establecida en la Escuela Nornal de Costa Rica la cátedra de Literatura Infantil, fue Carmen Lyra la primera profesora de dicha asignatura en el país. Fuera de la Escuela sirvió en las siguientes instituciones oficiales: Biblioteca Nacional y Patronato Nacional de la Infancia.
Para esa época fue expulsada, por sus ideas, de la Escuela Maternal Montessoriana, la cual ella misma había fundado con Luisa González. A partir de ese momento su casa de adobe en el Barrio Amón pasó a ser el centro de tertulia por donde pasarían los más importantes intelectuales y escritores de la época.
En 1931 entró a formar parte del Partido Comunista, donde se integró con pasión y con alta exigencia intelectual. Formó, con Luisa González, el Sindicato Único de Mujeres Trabajadoras y propuso la creación de la Organización de Maestras Costarricenses.
Es la escritora que más cerca está del realismo en sus inicios en nuestro país. Ha sido considerada la fundadora de la narrativa de tendencia realista social en nuestra patria, luego de escribir sus interesantes cuentos: «Bananos y Hombres» y «Siluetas de la Maternal» que le dieron un gran renombre en nuestra patria y en el extranjero. Sin embargo la obra más conocida en su trayectoria literaria es la popular «Cuentos de mi Tía Panchita«, publicados en 1920 por su gran amigo Joaquín García Monge, y de la cual se han hecho numerosas ediciones. El resto de su obra quedó repartida en periódicos y revistas, entre ellas “Bananos y Hombres” (1933), cuento que inicia, con gran realismo la literatura de las bananeras.
Muy joven inicia su labor literaria. En sus primeros escritos recibe la influencia de escritores franceses. Sus preocupaciones de educadora encarnaron en su obra cuando compuso teatro infantil (La niña Sol, Había una vez), cuando redactó temas para libros infantiles de texto, en su obra recopiladora y creadora de cuentos para niños o prosa de su propia invención, cuando escribió o dirigió una revista para estudiantes o docentes en general; por lo que como escritora resultó novedosa y ejemplar en nuestro medio literario.
Sus primeros trabajos literarios aparecen en las revistas Páginas Ilustradas, Pandemonium, Ariel, Athenea, así como en Repertorio Americano. Posteriormente dirigió las revistas Renovación (artística y pedagógica), San Selerín – una de las primeras revistas infantiles en nuestro país fundada por ella y Lilia González en 1912 – y El maestro, órgano de la Secretaría de Educación, de 1926 a 1929. Al entrar a formar parte del Partido Comunista colabora con el periódico Trabajo, además en el Diario de Costa Rica, La Hora y La Tribuna.
Su obra aparece fundamentalmente influida por los cambios ideológicos que se dieron en ella: desde los vaivenes iniciales del cristianismo al anarquismo, el antiimperialismo, su adhesión al socialismo científico y al partido de las clases obreras.
Otras obras suyas son En una silla de ruedas (1918), Las fantasías de Juan Silvestre (1918), Obras completas (1972), La cucarachita mandinga (1976), Relatos escogidos (1977) y Los otros cuentos de Carmen Lyra (1985).
Los últimos años de su vida se dedicó por entero a la actividad política, destacándose en este campo como periodista expositora de ideas y como hábil dirigente del Partido Vanguardia Popular (comunista). Luego de la caída del gobierno del presidente Teodoro Picado, al concluir la guerra civil de 1948, viajó fuera del país el 23 de abril y se exilió en México ya con su salud quebrantada. Un año más tarde solicitó su retorno, pero éste le fue denegado y el 14 de mayo de 1949 murió lejos de su país. Sus restos llegaron el 20 de mayo y fueron sepultados el 22 de mayo en el Cementerio General de la ciudad de San José.
La Asamblea Legislativa la designó Benemérita de la Cultura Nacional, por decreto No. 1679 de 28 de julio de 1976 y, Benemérita de la Patria por decreto No. 18491 del 16 de abril del 2016.
A solicitud de la Junta de Educación de Cóbano, distrito del cantón central de Puntarenas, se acordó bautizar a la escuela de ese lugar con su nombre en 1962. Posteriormente la escuela de Concepción de Alajuelita adoptó también el nombre de Carmen Lyra. La Biblioteca Infantil de la ciudad de San José también lleva su nombre.
Vivió para su pueblo
La placa conmemorativa colocada el 15 de enero en la casa de Carmen Lyra, dice que en esta casa nació y vivió para su pueblo la gran escritora.
Vivir para el pueblo, significa muchas y excelsas cosas: talento, generosidad, conciencia, honestidad y valentía muy particularmente y un sentido amplio de responsabilidad social e histórica.
Hay una anécdota de Marta Isabel maestra, que nos revela hasta que grado, poseía ella estas relevantes cualidades. Y es aquella de la inquietud que se clavó en su espíritu para siempre, cuando encareciéndoles hábitos de higiene a sus alumnos indigentes de la Escuela Maternal y recomendándoles dormir con las ventanas abiertas, un pequeño hijo del pueblo, con su vocecita débil, de niño deprimido por la miseria le hizo observar que él no podía cumplir la recomendación porque en su casa !no había ventanas!
Carmen Lyra, sorprendida, quizá turbada vio una choza humilde triste y oscura como tantas en las que se hacinan los pobres con sus hijos, a los que ella recomendaba abrir hipotéticas ventanas. Imaginó una mísera vivienda, hermética como una tumba, sin un espacio abierto por donde irrumpan, la luz, el cielo, el viento y la alegría. Debió reconocer en su conciencia, lo torpe e inadecuado de admitir, que el niño proletario pueda tener los privilegios de las clases mas altas y se apoderó entonces de su espíritu noble, ese escrúpulo que solo pueden sentir los hombres y mujeres capaces de consagrarle a sus pueblos la vida entera.
Comprendió con esto que el maestro indiferente ante tan descarnada realidad de miseria que en su ingenuidad planteaba un niño, es un irresponsable y un farsante. Pero si ha de ser un maestro honesto, debe perseguir implacablemente esa realidad siniestra y resolverla con talento o sea en la forma correcta en que la resolvió Chabela y que es la única que existe: poniéndose del lado de los explotados, de los oprimidos y luchando por ellos como supo hacerlo esta mujer ejemplar, hasta morir perseguida y condenada al exilio por las fuerzas negras de la perfidia y del despotismo.
Al conmemorar la fecha del nacimiento de María Isabel, 15 de enero de 1888, va con nuestro recuerdo la admiración profunda por esta mujer que vivió y murió gloriosamente al servicio incondicional de su pueblo.
Emilia Prieto
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