Recuerdos y meditaciones sobre la Asamblea Nacional Constituyente de 1949

Recuerdos y meditaciones sobre la Asamblea Nacional Constituyente de 1949

Preámbulo a la edición actualizada de la Constutución de 1949 a agosto 1996.

Luis Alberto Monge

Luis Alberto Monge

Por acuerdo entre la Procuraduría General de la República y la Imprenta Nacional, se editará legislación actualizada, que ofrezca a los costarricenses un adecuado conocimiento del ordenamiento jurídico. Como primer volumen, aparece la constitución Política de la República de Costa Rica actualizada.

Se me ha pedido una presentación de este texto de nuestra Carta Fundamental, que cumplirá este año 47 años de vigencia ininterrumpida. Pienso que esta gentileza y este honor hacia mi, se origina en que fui el mas joven de los constituyentes y quizá principalmente, al hecho de que por la infinita benevolencia de nuestro pueblo, asumí en mayo de 1982, las responsabilidades de 1a Presidencia de la República. Con solo revisar la lista de diputados constituyentes, nos percatamos de las muchas descollantes personalidades, que merecían el alto honor de ser Presidente de la República. Pero así son las cosas de la política, fui yo el favorecido por la bondad de nuestro pueblo.

Para los enfoques filosóficos y técnico jurídicos de la Constitución de 1949, cuenta el país con destacados especialistas. Sería conveniente recopilar una serie de ensayos concebidos desde esas perspectivas. Me daré por satisfecho, si puedo dibujar el marco de hechos históricos y factores políticos, dentro del cual se gestó la Constituyente y se realizaron sus patrióticas tareas. Desde luego, habré de resumir mucho y dejar sin referencia episodios importantes. Si lo hiciera en detalle, se convertiría en un libro por si mismo.

Los años cuarenta

La década de los años cuarenta, es la mas turbulenta y agitada de este Siglo XX, que concluye dentro de cuatro años y unos meses.

Bajo la Administración del Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia se produce una trascendental Reforma Jurídico Social. En 1943 se incorpora a la Constitución de 1871, el Capitulo de las Garantías Sociales, que da sustento constitucional al Código de Trabajo y al sistema de los Seguros Sociales.

La Iglesia Católica, por voz y pensamiento del visionario Arzobispo, Dr. Víctor Manuel Sanabria, brindó franco y decidido apoyo a la Reforma Social. Siempre pienso, que sin esa participación abierta de la Iglesia Católica, la Reforma Social no habría podido resistir el embate de sus adversarios y de todas las convulsiones políticas de esos años.

El Partido Republicano de Gobierno firmó un pacto con el Partido Comunista. Este consolidó su poder sobre los sindicatos y se convirtió en la fuerza mas visible y beligerante en la promoción y defensa de las conquistas sociales recientemente promulgadas. El pueblo costarricense, muy reservado frente a los extremismos ideológicos, en este caso el marxismo-leninismo, empezó a resistir el excesivo protagonismo de los comunistas en los procesos político sociales de la época.

También surgieron en esos años, tres movimientos que habrían de tener espectaculares repercusiones en el escenario político social. El Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, aglutinando una esclarecida juventud universitaria y cuya figura mas representativa fue el Lic. Rodrigo Facio. Acción Demócrata, dentro del Partido Demócrata encabezado por el Lic. León Cortés, pero planteando la concepción de evolucionar hacia partidos con Ideas y programas, menos dependientes del personalismo político. La figura central de Acción Demócrata era el Lic. Alberto Martén. El otro hecho significativo, fue el anuncio del 2 de agosto de 1943, por parte del sacerdote Benjamín Núñez, de ofrecer una alternativa de organización democrática a los trabajadores, que hasta ese momento solo contaban para sus luchas, con los sindicatos controlados por los dirigentes del comunismo. Este proceso se consolidó, al constituirse el 1 de mayo de 1945 la Confederación Costarricense de Trabajadores Rerum Novarum (CCTRN). En marzo de 1945, el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales y Acción Demócrata se fusionaron, fundando el Partido Social Demócrata y adoptando como insignia la guaría morada y su color para bandera.

El grupo gobernante, se lanzó por el atajo de la arbitrariedad, el fraude electoral, la represión policial y el atropello a las libertades ciudadanas. La campaña para las elecciones de 1944, significaron un retroceso para nuestra democracia. Las autoridades intervinieron a favor del candidato oficial, se perseguía a los opositores y se les agredía físicamente interrumpiendo sus reuniones. Los comicios de febrero de 1944 se caracterizaron por el fraude generalizado, asalto a mesas electorales, asesinato de campesinos que intentaban defender las urnas frente a la arbitrariedad policial. Para entonces, el recuento provisional se hacía en base a telegramas que eran leídos en la Casa Presidencial. Fue una burla sangrienta, porque las cifras de los telegramas se leían invertidas, perjudicando al candidato de la oposición.

Asumió la Presidencia de la República el Lic. Teodoro Picado, brillante profesor universitario, escritor y director de colegios de segunda enseñanza. El pueblo no perdonó la burda alteración de la voluntad popular. Las tensiones y confrontaciones crecieron, manifestándose gran efervecencia popular y generándose un poderoso e irritado movimiento de oposición al gobierno. La temperatura política subió hasta la ebullición y desembocó a mediados de 1947 en una huelga de brazos caídos que paralizó el país y sobre todo las ¿reas urbanas de la Meseta Central. Se protestaba por los atropellos a las libertades y se reclamaban garantías electorales frente a las cercanas elecciones de febrero de 1948. Como resultado fueron promulgadas las garantías electorales.

Eran candidatos, por el Gobierno, el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia y, por la Oposición, el periodista don Otilio Ulate. La campaña estuvo saturada de incidentes, confrontaciones callejeras violentas y una reprobable presencia de militares y policías. A pesar de todas las dificultades la Oposición nacional ganó las elecciones de febrero de 1948. El Partido oficial, alegó fraude de la oposición y que se había impedido a miles de sus partidarios votar. El tribunal Electoral creado en la nueva legislación de garantías electorales y que funcionaba por primera vez frente a una elección general, por el voto de dos de sus tres magistrados, convalidó el resultado electoral favorable a don Otilio Ulate. Pero la Asamblea Legislativa, dominada por el oficialismo, en la turbulenta sesión del 1 de marzo de 1948, anuló las elecciones. En ese mismo momento es asaltada por la fuerza pública, la residencia del Dr. Carlos Luis Valverde, destacado dirigente del Partido Social Demócrata y donde se alojaba el Presidente Electo, don Otilio Ulate y un grupo de sus amigos. Don Otilio y sus acompañantes lograron escapar, pero el Dr. Valverde Vega, fue llevado gravemente herido al Hospital San Juan de Dios, donde falleció. Por mediación del Arzobispo Víctor Sanabria y miembros del Cuerpo Diplomático, cesó el asedio en la manzana donde estaba escondido el Presidente Electo, quien se entregó a las autoridades y fue conducido preso a la Penitenciaría Central. Allí se reunió con centenares de ciudadanos de la oposición. También hablan sido detenidos el Lic. Gerardo Guzmán y el Lic. José María Vargas, los dos magistrados que dieron el fallo favorable a los comicios de febrero.

Inmediatamente, un grupo de ciudadanos, encabezados por el agricultor José Figueres Fcrrer, desde su finca «La Lucha sin Fin», se declara en rebeldía armada contra el Gobierno. Rápidamente se organiza

un improvisado ejército de profesionales, agricultores y artesanos que se acuartelan en las montañas de la zona sur de la provincia de San José. Después de cuatro semanas de acciones bélicas, varias centenas de muertos y heridos, el llamado Ejército de Liberación Nacional, derroca al Gobierno e ingresa triunfante a la capital San José.

Las poderosas fuerzas de la llamada Oposición Nacional que habían elegido a Otilio Ulate y que en términos generales recibieron eufóricas el triunfo de José Figueres, no eran homogéneas. Se fueron integrando gruesos sectores rurales, principalmente de pequeños y medianos agricultores, artesanos, representantes de una Incipiente clase media, profesionales, juventudes estudiantiles y empresarios. Les mantenía unidos, la emoción propia del personalismo político dominante y la protesta contra los atropellos a las libertades ciudadanas, y el repudio a la notoria presencia del Partido Comunista (Vanguardia Popular) en las acciones políticas de la fuerza pública y en general del Gobierno.

Siempre estuvo claro que, en la Oposición había grupos que adversaban, solapada o abiertamente, la Reforma Social que arrancó en 1943, con la promulgación del Capitulo de las Garantías Sociales en la Constitución, del Código de Trabajo y la Caja Costarricense del Seguro Social. La actitud de esos grupos hizo necesario que el Lic. Rodrigo Facio, en discurso por radio, presentara un deslinde de posiciones. Habló a nombre de los que luchaban intransigentemente por el rescate de las libertades ciudadanas pero que al mismo tiempo consideraban buena para el país la Reforma Social. De esta solo criticaban la atmósfera demagógica que la envolvió y la apropiación de sus banderas por parte de los dirigentes marxistas-leninistas aliados del gobierno.

Y estalló otra discrepancia en el seno de la aparentemente monolítica Oposición Nacional. Un grupo fuerte alrededor de don Otilio Ulate reclamaba que los revolucionarios triunfantes, encabezados por José Figueres, le entregaran el Gobierno. Alegaban que Ulate era el Presidente elegido en los comicios de febrero y que arbitrariamente se anularon el 1 de marzo de 1948. Surgieron las tensiones y hasta la incertidumbre. El bloque mayoritario de la Oposición Nacional, incluyendo a los conservadores enemigos de la Reforma Social, comenzaron sus ataques a Figueres y a las ideas de su cúpula, enunciadas unas, en forma de proclamas, desde las montañas del sur y, otras, en los días inmediatos al triunfo de las armas. Se temieron confrontaciones y divisiones que harían difícil, sí no imposible, la reconstrucción del país y el retorno a cauces constitucionales.

El Lic. Jaime Solera Bennet, entre otros, promovieron, un encuentro de Ulate y Figueres. De la reunión surgió el llamado Pacto Ulate-Figueres, firmado el 1 de mayo de 1948. Toda la ciudadanía respiró, cerrando una etapa de angustia y viendo mas claro el horizonte político. Acuerdos fundamentales del Pacto, fueron:

1. La Junta Fundadora de la Segunda República, gobernaría de facto por 18 meses, prorrogables a 24. La Junta no utilizó la prórroga y organizó la ceremonia de trasmisión del mando para el 8 de diciembre de 1949.

2. La Junta Fundadora de la Segunda República, convocará a elecciones para integrar una Asamblea Nacional Constituyente, que elaborará una nueva Constitución para sustituir la de 1871.

Todo este preámbulo que hemos escrito, pretende ofrecer un panorama de las fuerzas, circunstancias y factores que llevaron al país a la Asamblea Nacional Constituyente de 1949, hasta encontrar a la fuente específica y concreta, donde se gestó la voluntad política para darle al pueblo de Costa Rica una nueva Constitución . Esa fuente, sin duda alguna, fue el Pacto Ulate-Figueres del 1 de mayo de 1948.

Nuestra Evolución Constitucional

Antes de relatar algunos hechos interesantes de los comicios para elegir constituyentes y sobre el trabajo de la Constituyente, creo importante reseñar, aunque en apretada síntesis, nuestra evolución constitucional. Sobre esta materia, solo los especialistas están enterados. Este tomo de la Constitución Política de 1949, aspira a una circulación lo mas amplia posible y penetrar en áreas de lectores mas allá de los especialistas.

En América Latina, la inestabilidad política, los frecuentes golpes de estado y las montoneras, han producido, muy frecuentes cambios de Constitución, generalmente para justificar al mandón de turno. En Costa Rica, salvo una etapa del siglo pasado, coincidente con la ingerencia de militares en la política, dichosamente no hemos sido tan prolíficos en la gestación de constituciones.

La primera Constitución se llamó Pacto Social Fundamental Interino o Pacto de Concordia, aprobada el 1 de diciembre de 1821, apenas dos meses después de llegada la noticia de la independencia. Estuvo vigente 15 meses, hasta el 1 de marzo de 1823.

El 17 de marzo de 1823, se dio el Primer Estatuto Político de Costa Rica, que solo tuvo dos meses de vigencia (16 mayo 1823). Y ese mismo día y año el Segundo Estatuto Político de Costa Rica cuya vida fue de 20 meses (25 de enero de 1825).

Los textos de estas tres primeras constituciones son muy parecidos. Las diferencias son mínimas.

El 22 de noviembre de 1824 tuvimos la Constitución Federal de Centroamérlca y dentro del marco de ésta, el 25 de enero de 1825, surgió la Ley Fundamental del Estado Libre de Costa Rica. Ambas fueron suspendidas por el golpe de Estado de 1838, pero la propiamente costarricense fue restablecida a ta caída de don Braulio Carrillo.

Don Braulio Carrillo promulga el 8 de marzo de 1841, la Ley de Bases y Garantías. Un año y un mes después, es derogada por Morazán. Llegó a tener una vigencia de dos años y medio, el nuevo texto constitucional del 9 de abril de 1844, con el nombre de Constitución Política del Estado de Costa Rica.

La primera de las constituciones del periodo del Dr. José María Castro Madriz, se dio el 10 de febrero de 1847 y sobrevivió 18 meses. La Constitución Política reformada del 30 de noviembre de 1848, es la primera propiamente referida a la República de Costa Rica. Constituye una suerte de certificado oficial de defunción de la idea federativa. Su vigencia fue de 11 años.

El prestigioso tratadista en derecho constitucional, Dr. Carlos José Gutiérrez ha calificado como constituciones legitimadoras a las de 1859, 1869 y 1871. La del 27 de diciembre de 1859, fue para legitimar el golpe de estado contra don Juan Rafael Mora; la del 15 de abril de 1869 fue para legitimar el derrocamiento del Dr. José María Castro Madriz y finalmente, la del 7 de diciembre de 1871 pretendía legitimar el golpe de estado contra don Jesús Jiménez. Según el mismo tratadista, el Lic. Cleto González Víquez afirmó que la Constitución de 1871 tenia mas vidas que un gato. Y esto porque, debido a varias suspensiones, nunca pudo alcanzar mas de 30 años de vigencia ininterrumpida, pero rigió por un total de 67 años.

A raíz del derrocamiento de don Alfredo González Flores, por los hermanos Federico y José Joaquín Tinoco, se dio la Constitución de 1917, que solo alcanzó existencia por el período de la dictadura militar. Se promulgó el 27 de enero de 1917 y fue derogada el 3 de setiembre de 1918. Un año y siete meses.

El proceso hacia la Constitución de 1949

Como ya se ha dicho, es en el Pacto Ulate-Figueres, del 1 de mayo de 1948, donde se expresa neta y claramente la voluntad política de convocar a elecciones para integrar una Asamblea Nacional Constituyente que elabore una nueva Constitución Política, que sustituya a la de 1871, dejada sin efecto por decreto de la Junta Fundadora de la Segunda República.

La Junta, por decreto, integró una Comisión Redactora de un texto base para la nueva Carta Política. No podría haberse seleccionado ciudadanos de mayor rango moral, intelectual y cívico para una tarea de tanta trascendencia. Esta es la lista: Lic. Fernando Volio Sancho, Lic. Fernando Baudrid Solera, Lic. Manuel Antonio González Herrán, Lic. Fernando Lara Bustamante, Lic. Rafael Carrillo Echeverría, Lic. Fernando Fournier Acuña, Lic. Rodrigo Facio Brenes, Prof. Abelardo Bonilla Baldares, Lic. Eloy Morúa Carrillo.

Después de arduo, intenso y patriótico trabajo la Comisión entregó a la Junta Fundadora de la Segunda República, el texto de un proyecto integral para nueva Constitución Política. Ese mismo texto, con muy ligeros cambios, es el que la Junta puso a disposición de los constituyentes.

Las elecciones para constituyentes

Las elecciones se celebraron el 8 de diciembre de 1948. Los Partidos presentaron listas nacionales con 45 candidatos titulares y 15 suplentes.

El escrutinio arrojó los siguientes resultados:

Partido Unión Nacional 34 propietarios 11 suplentes
Partido Constitucional 6 propietarios 2 suplentes
Partido Social Demócrata 4 propietarios 2 suplentes
Partido Confraternidad Nacional 1 propietario

Participaron también otros tres Partidos, pero no lograron el cociente necesario para elegir diputado.

La Constituyente se instaló el 15 de enero de 1949, en el antiguo Palacio Nacional, donde hoy está el edificio del Banco Central. Al acto inaugural asistieron el Presidente Electo, don Otilio Ulate y los miembros de la Junta Fundadora de la Segunda República, encabezados por don José Figueres Ferrer.

Para esa fecha, el país continuaba convulsionado por la invasión del país, a través de la frontera de Nicaragua, en los días posteriores a las elecciones para constituyentes del 8 de diciembre de 1948. Fue un intento de los grupos desplazados del poder, de reconquistarlo por la fuerza de las armas. Esta aventura tuvo abierto apoyo de la dictadura somocista y de otras del área del Caribe. También factores políticos de Washington, que adversaban algunas de las medidas adoptadas por la Junta, como la nacionalización bancada y la franca solidaridad de José Figueres con quienes combatían aquellas dictaduras.

Un ejército voluntario se dirigió al norte, bajo la jefatura de don Francisco Orlich, para repelar a los invasores. Costa Rica recurrió a los mecanismos de la seguridad interamericana y recibió apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA). La Invasión fracasó, pero no sin antes dejar un saldo lamentable de muertos y heridos.

En la primera sesión solemne, los constituyentes ratificaron por unanimidad, la elección de don Otilio Ulate como Presidente de la República, en los comicios del 8 de febrero de 1948 y que había anulado la Asamblea Legislativa en la fatídica sesión del 1 de marzo de ese mismo año y, que fue el detonante para la sublevación de las fuerzas dirigidas por José Figueres.

Durante varias semanas hubo debate sobre si la base de discusión de los constituyentes sería el proyecto remitido por la Junta o la Constitución derogada de 1871. Un balance objetivo de este debate, hacía pensar que se adoptarla como base de discusión el proyecto citado. Inesperadamente y debido a factores políticos muy circunstanciales, por un estrechísimo margen, se adoptó el texto de 1871. Según trascendió, los adversarios de Figueres y la Junta, creyeron asestarles de esa manera, un golpe político. La fracción del Partido Social Demócrata, presentó en la siguiente sesión, en la forma de mociones, el articulado completo del proyecto de Constitución, elaborado por la Comisión a la que ya nos referimos. Por esta vía, la Constituyente siempre debió analizar dicho proyecto.

Significado de la Constitución de 1949

La Constitución de 1949, representa una edificante prueba de madurez de la conciencia democrática de nuestro pueblo. En cuanto concluyó la guerra y se silenciaron las armas, resurge de inmediato y con gran fuerza el apasionado amor del costarricense por la libertad, la paz y la justicia. La confrontación y el debate se trasladan —de manera natural— al campo de las Ideas y toman como principal escenario la Asamblea Nacional Constituyente.

Los constituyentes se abocan, serena y patrióticamente, a dotar de un nuevo marco constitucional a una Costa Rica que, al precio de sangre, restablece las libertades ciudadanas gravemente atropelladas y que al mismo tiempo, quiere sacar de la humareda de la guerra la reforma social, y, perfeccionarla y fortalecerla. La nueva Ley Fundamental, recoge el pensamiento y el sentimiento de los costarricenses, en cuanto a que la verdadera justicia social, solo se logra dentro del mas pulcro respeto a las libertades del ciudadano.

La Constitución de 1949 —como obra de humanos no es perfecta— pero si fue una herramienta eficaz para enfrentar los retos que se nos venían encima en la segunda mitad de este Siglo XX. Constituyó una plataforma filosófica y jurídica, para las políticas y la portentosa obra de creación institucional, que surgieron a partir de 1948, dirigidas a consolidar la democracia política y a profundizar las dimensiones social, económica y cultural de nuestra democracia. Es al amparo de esa Constitución que Costa Rica se transforma espectacularmente. Sin nacionalismo obtuso, sin sectarismo partidista y con diáfana objetividad, podemos afirmar que esta de finales de siglo es una Nueva Costa Rica. Son evidentes sus diferencias positivas con respecto a los países llamados del Tercer Mundo.

Reforma Parcial o Nueva Constitución

Creo que necesitamos una nueva Constitución, mas de cara al Siglo XXI y al III Milenio de la Era Cristiana. Del 1 de enero del Año 2000, solo nos separan 4 años y unos meses. Las leyes deben ajustarse al cambio de los tiempos y de las realidades sociales; asimilar las enseñanzas de las experiencias, buenas y malas, del quehacer político; tener muy en cuenta la aparición de nuevos problemas y de nuevos retos.

En el caso concreto de Costa Rica, el poderoso impulso transformador que arranca en 1948, ha modificado los espacios y realidades —tanto en lo social como en lo económico y nos colocan en mejor posición para otear el horizonte y visualizar los nuevos problemas que enfrentaremos. Algunos de esos problemas, ya están de este lado de la frontera secular que traspasaremos la madrugada del 1 de enero del año 2000. Desde luego, las normas jurídicas no pudieron evolucionar al mismo ritmo de estos procesos transformadores y aparecen ahora como rígidas y estáticas.

Pero además, en esta segunda mitad del Siglo XX, la Humanidad entera ha sido estremecida por un aceleramiento de la Historia. Los hechos se precipitan como en cascada y producen cambios sobre cambios o empujan otros cambios. En otros trechos de la Historia, los grandes acontecimientos se escalonaban por décadas y hasta por siglos. En nuestro tiempo no es así. Y que decir de la revolución tecnológica y científica… Y en el campo de las comunicaciones, hay países que ya transitan por el Siglo XXI. La totalidad de los habitantes del planeta está bajo el impacto de esa revolución, pero la mayoría no entiende que es lo que está ocurriendo. Todos estamos a bordo de la nave Tierra, pero muy pocos pueden descifrar el impacto que se está produciendo en las concepciones políticas y económicas; en las formulaciones prácticas para resolver los problemas cotidianos.

Así pues, factores internos y externos, y, responsabilidad histórica de futuro, nos colocan ante el imperativo insoslayable de elaborar y promulgar una nueva Constitución Política.

Por factores externos del acontecer mundial y por factores internos producto de nuestra propia evolución, la Carta Magna de 1949, ha sido rebasada por las nuevas realidades y los nuevos problemas y retos. Creo que en esto estamos todos de acuerdo. Prueba de esta verdad, son las decenas de enmiendas que han sido presentadas a la Asamblea Legislativa, en los casi 47 años de su vigencia. Unas cuantas han logrado su trámite y unas pocas han sido aprobadas.

Estamos urgidos de profundas reformas desde su base constitucional, en la estructura y funcionamiento de los Supremos Poderes de la República y en general en todo el aparato administrativo de la Nación. Pero el que mas urgentemente necesita esas reformas es el Poder Legislativo. Y la selección y la elección de los diputados, así como el funcionamiento de la Asamblea Legislativa, están supeditadas a intereses político electorales, que cada día coinciden menos con los intereses nacionales. Esa lamentable realidad, hace improbable, que los diputados se dispongan a una reforma integral de nuestra Constitución. Si continuamos como hasta ahora, por la vía de las reformas parciales que logran vencerla barrera legislativa, terminarán convirtiendo la Carta Magna en un pantalón de pordiosero: con remiendos por todo lado.

La única posibilidad de una reforma integral, es a través de una Asamblea Nacional Constituyente. Sin embargo, somos conscientes, de que su convocatoria es harto difícil. Para el caso de que el milagro pudiera ocurrir, presento algunas ideas.

La convocatoria debe ser el resultado de un consenso muy amplio, multipartidista y multisectorial. Una comisión de alto nivel, coordinaré los trabajos de varias comisiones asesoras, a fin de preparar un anteproyecto que sirva de base de discusión para los constituyentes. Los partidos presentarán listas nacionales, de modo que puedan responsabilizarse de escoger ciudadanos verdaderamente capacitados para la trascendental tarea que se les encomendará. Treinta muy buenos constituyentes son suficientes.

Un juicio a 47 años de distancia

El 15 de enero de este año, se cumplieron 47 años de la solemne e histórica sesión inaugural de la Constituyente que nos dio la Constitución vigente. Permítaseme verter un juicio sobre los diputados constituyentes en mi calidad de simple ciudadano y como si yo no hubiera sido, también, objeto del señalado honor de ocupar una curul en tan esclarecido foro. Revisen los jóvenes de las presentes generaciones, las listas de los constituyentes, e indaguen sobre la trayectoria y méritos de cada uno de ellos. Fue una verdadera constelación del más alto quilataje y de deslumbrante luminosidad, por sus méritos morales, cívicos e intelectuales.

Habla diferencias ideológicas y de ubicación partidista y social. Pero todos iguales en su probado amor a Costa Rica, en su fervorosa devoción por la libertad, la democracia, la civilidad y la paz. Todos imbuidos de responsabilidad patriótica, frente a la histórica tarea que se les habla encomendado.

Hubo debates —a veces acalorados— pero sin atropellar el respeto a la opinión ajena y enmarcados dentro de un saludable espíritu de tolerancia, base de la cultura democrática de nuestro pueblo. Se escucharon Intervenciones que fueron verdaderas cátedras de docencia política. Como ejemplo, recordemos una de las mas memorables, cuando el Lic. Rodrigo Facio, consumió, manteniendo la viva atención de todos, varias sesiones en el desarrollo de su tesis «El Poder de Facto y el Poder Constituyente».

A la distancia de casi medio siglo, nuevamente agradezco a Dios y al pueblo de Costa Rica, haberme brindado «un pupitre» para recibir lecciones como en cascada y, así, elevar mi cultura intelectual y espiritual. Y también, para beneficiarme de una generosa comprensión hacia mis limitaciones —entonces mayores que las de ahora— por parte de compatriotas de espíritu noble y bondadoso.

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