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Los árboles y las lluvias

Los árboles y las lluvias

José Figueres Ferrer

Don Pepe

Según mi borrosa memoria, esta rítmica sentencia es de Ovidio: «Felix qui potuit rerum cognoscere causas«. Feliz quien puede conocer las causas de las cosas.

Esa frase podría ser un lema apropiado para un instituto de investigación científica. Pero también puede ser útil en un sentido irónico.

Felices los periódicos y los lectores que conocen la causa de la sequía: la tala de árboles. Yo antes pensaba que son las lluvias las que hacen crecer los árboles. Pero ahora resulta que son los árboles los que hacen caer las lluvias, puesto que las volteas las hacen disminuir.

Feliz el baturro que llevaba a sus hijos al pueblo los domingos, y les mostraba la causa de los cambios de temperatura en el ambiente; el termómetro municipal.

Feliz quien puede creer que la cantidad de lluvia en un lugar se determina por lo que allí hagan los hom-

Feliz quien puede ver que para aprovechar el banano, hay que cortar el vástago; para aprovechar las papas, hay que arrancar la mata; para aprovechar la carne hay que sacrificar el novillo; y a la vez creer que para construir muebles y casas de madera, no hay que cortar el árbol; hay que hacer algún milagro.

Feliz quien puede creer que la selva es un organismo estático, y no un campo de creación, decrepitud y muerte constantes; y que el árbol tiene vida eterna, y no muere si no lo corta el hombre.

Feliz quien puede ver que para saber de leyes hay que estudiar derecho; para saber de letras hay que aprender literatura; para saber de medicina hay que ser curandero; y a la vez creer que para saber de arboricultura, de climatología, de silvicultura, de dasonomía, no hay que aprender nada; es cuestión de opinar.

Feliz quien puede tomar en serio los «programas para reforestar todo el país». Supongo que el primer paso será demoler las ciudades, como quería hacer Gengis Khan para aumentar los pastos de China, el último paso volver a traer a Cristóbal Colón para que nos descubra.

Este articulito sobre «Félix qui potuit» es sólo un comienzo. Me propongo escribir varios, y tal vez un folleto, sobre estos temas arborios que ahora son de actualidad.

Creo que ya estoy capacitado, porque llevo a otras personas muchos años de socrática ventaja: sé que no sé.

Es más: sé que no se sabe mucho todavía. No se sabe bien, por ejemplo, si los fenómenos meteorológicos lejanos que provocan la lluvia sobre la Meseta Central de Costa Rica, están o no relacionados con los caprichos de los vientos alisios, con las tormentas polares, o, más remotamente, con las manchas del sol.

Entretanto, ¡por Dios! señores periodistas: no cultivemos más la hierba del desconocimiento, que abunda por sí sola en todas partes.

No repitamos herejías ya descartadas. No digamos al lector poco informado que las volteas en Guanacaste aumentan o disminuyen las lluvias en San José, ni que el termómetro del pueblo hace variar la temperatura de la atmósfera terrestre.

Felix qui potuit rerum cognoscere causas.

La República, 8 de setiembre de 1977

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