Miguel Ruiz
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A continuación escucharemos la participación de don Miguel Ruiz.
Bueno, yo quisiera partir de la época que don Oscar menciona de elecciones en que se eligió a don Teodoro Picado. En esos años yo tenía 15 años y fui Fiscal del Partido Unidad Nacional, que era como se llamaba, en una mesa en Puente de Piedra de Grecia, y debo decirles que en aquel entonces se compraban los votos de los trabajadores, existía lo que se llamaba «la cadena». El mandador de la finca en un lugar cerca de la mesa de votación repartía guaro, daba tamales, y uno de los mandadores salía primero a votar y salía con la papeleta sin manchar, la manchaban, mandaban a otro peón, se echaba la del mandador y hacían así lo que llamaban «la cadena». Ahí estuve todo el día, y a la hora de los resultados electorales, sabiendo a ciencia cierta más o menos cómo se iba a ganar la votación, don León Cortés salió como con 138 votos y don Teodoro Picado como con cuarenta y pico. Me fui para la Finca La Argentina de mis parientes. Prendimos la radio y los resultados de la votación los leía don Francisco Calderón Guardia en la Casa Presidencial y cambiaba los resultados. Cuando anunció la mesa de Puente de Piedra yo oigo que dicen: don Teodoro Picado ciento cincuenta y pico y don León Cortés cuarenta y pico, yo digo ¡fraude! Desde entonces ya yo tenía un espíritu revolucionario, vamos a cortar el telégrafo, vamos a esto, vamos a lo otro, así fue como comenzó la cosa. Luego me fui a estudiar a California y ya en esa época regresé cabalmente por la amistad que tenía con Edgar [Cardona], el contacto que tenía con ellos y ya se estaba planificando -ya había pasado lo del «almaticazo»- organizar la revolución, y nos vinimos a organizar la revolución aquí. Bajo la dirección de don José Figueres comenzamos una serie de atentados, de sabotaje sin matar personas, puentes, telégrafos, inclusive le pusimos la bomba a don Manuel Mora, pusimos la bomba de La Tribuna, que yo la hice y don Edgar Cardona. ¡Sí, sí, sí, sí es la verdad! Desgraciadamente una de las impresiones más horribles que he tenido. Primero buscamos una coartada, yo era cazador y me fui a Puntarenas a tirar patos y me vine en el tren de la tarde que llegaba aquí como a las 7. Edgar Cardona con Tuta Cortés me estaban esperando en Pavas en un carro que tenían ya para esas actividades, un Dodge negro, y me bajé en Pavas sin que nadie me viera y la bomba la tenía porque mi padre era Cónsul de Portugal en aquel entonces y tenía una placa y eso nos servía para, diay, trajinar armas y todo con la placa de Cónsul de Portugal y me estaba esperando Edgar. Vinimos, hice, hicimos una bomba de tiempo que nunca se había hecho en Costa Rica, y no les voy a contar toda la historia porque es larguísima. Desgraciadamente cuando estalló la bomba y dieron la noticia por radio, bueno nunca me he sentido peor en mi vida cuando dijeron: «¡La bomba! Murieron mujeres y chiquitos», y al día siguiente cuando me enteré que solo el guarda, un señor Azofeifa, que desgraciadamente se había sentado en la bomba y que no apareció. Diay, fue por la revolución. Pero sí, no comparto tu criterio en el sentido de que fue una guerra, y que fue una guerra ideológica, porque yo era comunista y lo he sido toda la vida, y desgraciadamente no voy a contar cosas porque si no se hace muy largo todo este proceso. Ya en tiempo de la revolución don Manuel Mora controló el país, y nosotros fuimos a luchar contra el comunismo, y hubo batallas como la del Tejar donde murieron más de 300 personas, y sería muy largo seguir hablando todas esas cosas, pero ideológicamente hablando, don José Figueres desde 1937, ya cuando ocurrió lo del hundimiento, antes de que ocurriera el hundimiento del San Pablo, ya él se había ofrecido en el 37 a ir a pelear a España a la par de los republicanos. Diay, que eran los comunistas que estaban controlando, y nosotros en aquel entonces, yo por lo menos veía con gran simpatía a Franco, que era el enemigo de los comunistas. Entonces tenemos que entender cuál fue la posición nuestra, de los que éramos anticomunistas, ideológicamente, y la posición de don José Figueres, que ha sido y fue de izquierda, ha sido comunista toda la vida, hasta por último cuando nos ayudó a meterá los «piricuacos» en Nicaragua. Así las cosas vino la revolución, y la traición más grande que ejecutó Figueres fue cuando pactó en el Alto de Ochomogo con don Manuel Mora que fue… ¡ah!, Figueres lo acompañó y pactó con los comunistas y no les voy a leer la carta, pero existen los documentos del Pacto de Ochomogo donde Figueres se compromete inclusive a darle participación a don Manuel Mora, a los enemigos contra los que nosotros fuimos a pelear, ¿verdad? en la formación de la nueva Constitución y en otras cosas por el estilo, al nombrarle Ministro de Trabajo, por eso salió el Padre Núñez de Ministro de Trabajo, exactamente; pero a espaldas de Teodoro Picado y a espaldas de Calderón.
Sería muy largo seguir hablando todas esas cosas, pero a mí sí me interesa. Ah, todo, todo, claro, ¡y nos traicionaron!, sí exactamente, pero lo importante, a mí me parece, de esta mesa redonda es aclarar aspectos históricos que el Partido Liberación, porque nosotros nos divorciamos, eh, yo fui Jefe, el Primer Jefe del Servicio de Inteligencia una vez ganada la revolución, y yo no sabía nada del Servicio de Inteligencia, y en aquel entonces el Agregado Militar de la Embajada de Estados Unidos, el Coronel Hughes, quien había ayudado a los del otro lado, a los anticomunistas, ¿verdad?, pues me dio ciertas nociones de cómo organizar un Servicio de Inteligencia. Y cuál no es la sorpresa mía cuando me dice: Vea Miguel, usted no conoce esta carta, y fue cuando a mí me entregó la carta en que Figueres nos había traicionado. Desde ese momento, bueno, yo renuncié al Gobierno, y como había estudiado finanzas y economía, don Alberto Martén me nombró Director del Banco Nacional. Cuando José Figueres iba a tomar la medida de nacionalizar los bancos, entonces ya existía un enorme descontento en el país, por la actitud de todos los militares extranjeros que llegaron, que no fueron tantos como dicen, serían unos veinte los que pelearon, Edgar, eran más, pero los que pelearon eran unos veinte. Pero después de que, es cierto, después de que armó la revolución, Figueres, comprometido con ellos, trajo más, y empezaron a organizar una revolución aquí para asaltar a Nicaragua, y nosotros no queríamos ver al país metido en más revoluciones, esa es la verdad histórica.
Hubo un enorme descontento entre los militares y fue cuando se gestó el golpe militar que dirigió el Coronel Cardona, Edgar, que era en ese entonces pie atrás en la nacionalización bancaria, porque la nacionalización bancaria no creíamos que se debía justificar, cuando yo renuncié del Banco Nacional, pero antes de renunciar me reuní… ¿te acordás cuando estábamos en la Cervecería Traube? era donde nosotros nos reuníamos a conspirar, en unos salones que había allí, en la noche, y todavía digo: Déjenme hablar con Figueres para hacerlo desistir de la nacionalización bancaria. Entonces me fui a donde don José y le digo: Vea, don Pepe, ¿para qué va a nacionalizar los bancos, cuánto cuesta la nacionalización bancaria? Y me dice con su manera de hablar: No, no, no, es que usted es un retrógrado – me dice- 80 millones o algo así, y le digo: Vea don Pepe ¿por qué no nos da esos 80 millones para fortalecer el capital del Banco Nacional que ya es un banco nacional y dedicarlo a fortalecer las Juntas Rurales de Crédito y proyectos apoyando la industria y otras actividades? Amén de que ya existía la Junta de Control que fungía como Banco Central, y la Junta de Control podía fijarle topes de cartera al Banco de Costa Rica, al Banco Anglo, que eran los bancos privados y decirles: Bueno, ustedes prestan para el comercio solo un 40% o un 50% de cartera, y el resto es obligatorio para la industria, la ganadería, etc. No quiso, don José lo que quería era nacionalizar la banca, que fue lo que hizo toda la vida. Bueno, abramos un espacio porque ni sigo hablando para oír a otros.
Seguidamente vamos a escuchar las palabras de…
¡Ah!, perdón un momentico, me faltaba un tema muy importante, que es lo que quiero que aclaremos aquí, es lo siguiente: la historia de este país ha ido brincando todo el tiempo de fraude en fraude, una vez constituido el Partido Liberación Nacional, que nunca fui miembro del Partido Liberación Nacional, cometieron el fraude más horroroso que ustedes puedan imaginar. En una campaña que Figueres se la tenía ganada a don Fernando Castro, porque Fernando Castro no era el candidato para enfrentársele a Figueres, sin embargo, aquí en Naranjo se volcó un jeep en donde murieron algunos, -Ulloa sí, 10 mil cédulas para votar a Guanacaste, total que a don Fernando le metieron como 40 mil votos, cuando Figueres pudo haber ganado- y eso fue lo que dio motivo para que después en 1955 nosotros nos levantáramos en armas en protesta del fraude que había hecho Figueres, pero la historia la han variado en tantos campos que, por ejemplo, don José Figueres se jacta, bueno se jactaba de que fue el hombre que abolió el ejército, y eso no es cierto, el hombre que abolió el ejército fue el Coronel Edgar Cardona, aquí tengo los recortes de La Prensa Libre de ese año, oigan lo que dice, son unas declaraciones de don José Figueres a La Prensa Libre del 2 de diciembre de 1948:
«Al Coronel Edgar Cardona se le deben las medidas de suprimir el ejército regular de Costa Rica. Fue el Señor Ministro de Seguridad Pública quien propuso a la Junta de Gobierno que se adoptara esa medida, que formaba parte de nuestra ideología revolucionaria. Los oficiales del ejército y todos los cadetes merecen la gratitud de la Patria y la estimación de los conciudadanos, el señor Presidente de la Junta de Gobierno, don José Figueres, nos hace oportunas y cálidas manifestaciones de simpatía para con el Coronel Edgar Cardona. En la mañana de hoy en su despacho de la Casa Presidencial, tuvimos la grata oportunidad de cambiar impresiones con el Señor Presidente de la Junta de Gobierno don José Figueres. Al comentar con él la transcendental medida de suprimir el Ejército Nacional, nos hizo las siguientes manifestaciones: como en las informaciones periodísticas que dan cuenta del acto que se llevó ayer en el Cuartel Bellavista no aparece claro el origen de la medida tomada por la Junta de Gobierno de suprimir en este momento el ejército regular, me siento impulsado por el sentimiento de justicia a declarar que quien más empeño puso para la realización de la iniciativa y quien más se preocupó porque ésta se llevara a feliz término en el menor tiempo posible, fue el Señor Ministro de Seguridad Pública, el Coronel Edgar Cardona. Es cierto que la tesis de reducir las fuerzas armadas del país para concretarse al cuerpo de policía estaba contemplada en el Plan de Acción Gubernamental Revolucionaria, pero el Coronel Cardona no ha tenido descanso en su laudable empeño de cercenar su propio poder y atribuciones, y se destacó en la Junta de Gobierno como el miembro constantemente preocupado porque la idea no quedara relegada al terreno de las utopías o de las buenas intenciones. Suya es también…. oigan bien esto, suya es también la forma novedosa de enfocar la resolución del problema de acuerdo con la cual serán las escuelas del país y los niños de Costa Rica quienes van a recibir la mayor porción del beneficio, porque los fondos destinados al mantenimiento del ejército irán ahora a engrosar las partidas del presupuesto que tocan al Ministerio de Educación Pública. Además de eso, el paso que se dio pudo darse porque el señor Ministro de Seguridad Pública, con una tenacidad y con un gran espíritu de conciliación que vengo ahora a reconocerle públicamente, logró la completa pacificación y tranquilidad de la familia costarricense, tarea especialmente delicada».
Sí recordamos que por los efectos de la revolución los ánimos quedaron exaltados y las pasiones desenfrenadas. Quería hacer esa salvedad porque la historia debe conocer la realidad de lo que es la historia, ¿verdad?, y no otras cosas.
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