Antecedentes históricos de las Reformas Sociales
A fines del siglo XIII surgió en Inglaterra la Revolución Industrial, que con la máquina de vapor aceleró la producción y se empezó a fabricar bienes en serie, por lo tanto el trabajo sufrió una importante transformación: pasó de pequeños talleres artesanales a grandes fábricas con miles de obreros. Este proceso económico, que se extendió por varios países europeos, si bien por un lado generó grandes riquezas a los dueños de los medios de producción, por otro lado los trabajadores fueron sometidos a una gran explotación e injusticia, como: jornadas laborales agotadoras, hacinamiento, pésimas condiciones de higiene y alimentación, explotación laboral infantil, discriminación salarial femenina y otras.
Esta situación empezó a generar un descontento entre las masas oprimidas de trabajadores, que fue creciendo con el surgimiento de la literatura comunista y socialista, la que, además de denunciar tal situación, instaba a la organización popular. Así se fueron creando los primeros grupos de trabajadores organizados en sindicatos.
Para la Iglesia Católica no pasó desapercibida ni la injusticia social del momento, ni el gran descontento popular, pues se planteó la necesidad de contar con una Doctrina Social, donde asume una responsabilidad con los más pobres. Esta doctrina se plasmó por primera vez en la Carta Encíclica Rerum Novarum, escrita por el Papa León XIII en 1891. Luego, en 1920 el Cardenal Mercier redacta el Código Social de Malinas, posteriormente, en 1931, el Papa Pío XI escribe la Carta Encíclica Quadragesimo Anno, al cumplirse 40 años de publicada la primera, reafirmándola y dándole vigencia.
Algunos trabajadores europeos, principalmente alemanes, italianos y españoles inmigraron a Costa Rica a fines del siglo XIX y principios del XX, para laborar en construcción de las vías ferroviarias y puentes, y otros para trabajar como artesanos y comerciantes en las ciudades. Ellos trajeron a nuestro país ideas de izquierda (socialistas, comunistas y anarquistas).
Por ese entonces los obreros costarricenses, que conformaban tres grandes grupos: los trabajadores del café y la caña, los artesanos y comerciantes urbanos y los trabajadores de las plantaciones bananeras, sufrían también de malas condiciones laborales como bajos salarios, despidos injustificados, diferencias entre los salarios de extranjeros y nacionales, jornada laboral agotadora, pago en especie, pésima alimentación y condiciones de salubridad y la ausencia de derechos en general.
Esto creó un clima social propicio para que estas ideas que venían de Europa aunadas a las traídas por intelectuales costarricenses educados también allí, encontraran asidero.
Además, la Iglesia Católica costarricense, consecuente con su Doctrina Social, asumió una posición de apoyo a los trabajadores y denuncia de las injustas condiciones laborales mediante la Carta Pastoral del Justo Salario, escrita por Monseñor Bernardo Augusto Thiel en 1893, tan solo dos años después de la Rerum Novarum.
Este descontento popular se comenzó a manifestar en demandas por mejores condiciones laborales, las que desembocaron, primero, en pequeñas organizaciones gremiales (mutualidades, círculos católicos, ligas obreras, cooperativas, etc.), partidos políticos (Socialista, Reformista y Comunista) y finalmente, en organizaciones sindicales. Estos grupos libraron las dos mayores huelgas del primer tercio del siglo XX: la Huelga General Urbana de 1920 y la Gran Huelga Bananera de 1934.
Durante el gobierno del Doctor Calderón Guardia (1940-1944), se llevaron a cabo reformas siguiendo el principio cristiano de la justicia social. Se logró un pacto entre el Gobierno, representado por el Doctor Calderón Guardia; el líder del Partido Comunista, Lic. Manuel Mora Valverde y Monseñor Víctor Manuel Sanabria, máxima autoridad de la Iglesia Católica costarricense. Este pacto conllevó a que se promulgaran las Reformas Sociales de los años cuarenta, de las cuales las más trascendentales para la vida nacional son: la Caja Costarricense de Seguro Social (1941), el Codigo de trabajo (1943) y las Garantías Sociales (1943).
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