Discurso Edgar Cardona en el acto de Abolición del Ejército
Señor Edgar Cardona
Ministro de Seguridad Pública
Acto de la Abolición del Ejército
1º de diciembre de 1948
Cuartel Bellavista
Saludo en nombre propio y en el de la Fuerza Pública a mi mando, a tan distinguidos visitantes.
Es para mí un gran honor el dirigirme a ustedes con ocasión de este acto que constituye la entrega -y demolición simbólica- del Cuartel Bellavista al Ministerio de Educación Pública por medio del señor Director del Museo Nacional.
Es simbólico también este acto por el sentido que de él se desprende el hondo carácter democrático.
La Fuerza Pública hace dejación de lo que ha sido una fortaleza, para ponerla al servicio de la educación del país.
Pero es evidente que tal acto es una demostración de que la Junta de Gobierno tiene fe y seguridad en su arraigo popular, pues no se concibe de otro modo que quienes conquistaron el poder por la fuerza de las armas, se desprendan de esta fortaleza, sino es que tienen un amplio respaldo en la opinión pública.
Esta mañana hemos presenciado un desfile de estudiantes y soldados, el cual me hace pensar que los estudiantes sienten íntimamente que esos militares no son los que otrora quisieron sojuzgar la opinión ciudadana, sino que son la base y el soporte del respeto público y de su propia seguridad y protección.
El momento serla propicio para hacer una manifestación de los ideales de la Junta de Gobierno si ya el señor Presidente no los hubiese expuesto en varias ocasiones; pero yo quiero aprovecharlo para referirme a un hecho que tiene para mí una gran importancia: se han hecho ataques al Ministerio de Educación Pública por tener un presupuesto alto. Ello es de todo punto injusto y es desconocer el sentido que tiene la educación en un pueblo como el nuestro de tradiciones cívicas y culturales.
Creo por el contrario que cada Ministerio debe contribuir en alguna forma, aún con sacrificio de sus propias funciones, para ayudar a solventar la situación del presupuesto educacional del país, y el Ministerio de Seguridad Pública quiere ser el primero en dar su aporte, ofreciendo el remanente de su presupuesto que resulte como consecuencia de la supresión del Ejército Nacional, medida que he presentado a consideración de la Junta de Gobierno, mereciendo la aprobación de ésta.
Hace tan sólo unas pocas horas que nuestros militares han conocido esta decisión de suprimir el Ejército Nacional. Ellos, como buenos costarricenses y patriotas, conscientes de las necesidades del país, me han ofrecido su cooperación para la finalidad propuesta y me han ratificado sus manifestaciones de otras veces, en el sentido de que cuando la Patria lo demande se mantendrán como ahora unidos en un haz de voluntades y sentimientos, dispuestos a los mayores sacrificios por engrandecerla y por defender sus instituciones.
Yo hago expresa manifestación de gratitud a todos los oficiales del Ejército Nacional por su desinteresada y patriótica actitud, y espero que les será reconocida por quienes sean capaces de valorarla en toda su amplitud.
Termino haciendo votos por la paz tradicional de Costa Rica, pero quiero expresar que tengo la certeza de que si esa paz fuese alterada, como lo hicimos en La Sierra, El Empalme, y San Isidro, volveremos los costarricenses a formar un ejército dispuesto al sacrificio y pleno de fervor y entusiasmo patrióticos.
He dicho.
FUENTE: Disuelto el Ejército Nacional. En «La Prensa Libre», miércoles 1º de diciembre de 1948, pp. 1, 3, 6.
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