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Discurso en la Habana

Pepe cachucha

Discurso en la Habana

De acuerdo con la revista Time de 1959, José Figueres fue uno de los primeros en enviarle armas a Fidel Castro. Al ser derrocado Batista, don Pepe fue invitado para celebrar el triunfo de los Revolucionarios.

Figueres dio un discurso manifestando que ante una tercera Guerra Mundial, América Latina debía ponerse de lado de Estados Unidos; Castro abogaba por la neutralidad ante la guerra fría. El abucheo por parte de los miles de manifestantes concentrados en el sitio no se hizo esperar y Figueres fue interrumpido por el líder sindical David Salvador. Acto seguido, Fidel Castro le dio una severa reprimenda pública en su discurso: «Esta es una verdadera Revolución, no un cuartelazo (…) Me excuso del visitante porque he tenido que discrepar con él.”. A partir de entonces, “Pepe Cachucha” fue el mote que le dio Fidel Castro.

José Figueres Ferrer
Acto de solidaridad latinoamericana con la Revolución Cubana
La Habana, Cuba
22 de marzo 1959

Cubanos, ¡qué bella palabra! Cubanos me suena a Guerra de Independencia, me suena a Martí, me suena a epopeya de la Sierra Maestra. Cubanos, esta gorra que traigo se llama “cachucha” y esta “cachucha” significa en mi Patria lo que significa en Cuba la “barba” de Fidel Castro…

Revoluciones hermanas son éstas, cubanos, la de la “cachucha” de Costa Rica y la de la “barba” de Cuba. En realidad son parte de una gran revolución, la revolución que está librando ahora América Latina.

En la América Latina está en efervescencia –único continente del mundo que se halla actualmente en este trance- la idea del gobierno representativo, por la cual hay que morir. La idea de la división de los poderes, de la dignidad del poder judicial, y sobre todo del derecho electoral, única fuente de soberanía permanente para un pueblo.

En la medida en que la clase dirigente, por lo menos en los negocios, es decir, la clase pudiente, la clase rica, para llamar las cosas por su nombre, le reste apoyo a la Revolución porque está en desacuerdo con tal o cual medida, en esa misma proporción la Revolución sufrirá un efecto retardatorio.

Yo conozco esas reacciones. Es muy fácil en la vida decir uno tal cosa la hicieron mal hecha a mi juicio, y por tanto yo me aparto. Esta es la primera fase; la segunda es hablar mal de la Revolución; la tercera ya es criticarla y poner las empresas ricas dueñas de los periódicos al servicio de la contrarrevolución sistemática, y la última es entenderse con los organismos militares que quieren regresar de nuevo a la tiranía.

Yo comprendo, señores, el sentir de los hombres de negocios en estos momentos. Ellos tienen un gran temor, hay que decirlo claro: la Revolución los asusta.

Yo tengo fe en los hombres del Gobierno de Cuba. Un partido como éste de los “barbudos”, hermanos de la “cachucha”, un partido como éste tiene que decirle al pueblo que su lucha y heroísmo se necesitó para vencer la tiranía, lucha y heroísmo se necesitarán para vencer la miseria.

Si nosotros vivimos junto a una casa que se incendia no podemos evitar las consecuencias; y si estamos junto a un país tan poderoso como los Estados Unidos, se siente la tensión de estar en guerra (…) El comunismo, que sea cubano, latinoamericano, a mí no me desvela. Lo malo sería que alguien de nosotros cometiera el error de asociarse con una ideología que esté sustentada por una potencia lejana.

Yo estoy muy en desacuerdo con la actitud de los Estados Unidos respecto a las dictaduras del Caribe. Yo estoy completamente en desacuerdo con eso.

En todo caso, amigos cubanos, pueden ustedes estar seguros de una cosa: cualquier solución que intente la Revolución Cubana José Figueres la respeta, aún en el caso de que estuviera en contra de ella; no he venido a criticarlos y mucho menos a darles consejos, sino tal vez a exponer algunas de mis modestas tesis, para oír después las de ustedes.

Han surgido grandes hombres en América y especialmente aquí en Cuba. A mí me parece que desde la época de la Independencia no había sucedido nada tan interesante como lo que está sucediendo ahora; no habían surgido hombres de tal magnitud. Hombres como Fidel Castro tienen derecho, en el desfile de la historia – que tiene mucha semejanza a este desfile de hombres que hoy ha pasado por aquí – a pararse y gritarle a los héroes que fueron adelante: “Martí, Bolívar, Moreno, Sucre, San Martín, Santander: Aquí estamos.

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