El Gobierno de la conciliación nacional en Costa Rica (1958-1962)

El atentado a Calderón

El 13 de julio de 1958, poco más de un mes después del regreso de Calderón, su casa fue ametrallada justo cuando estaba acompañado por dos familiares. El ataque se llevó a cabo aproximadamente a las 2 de la madrugada y aparentemente se trató de nueve tiros, uno de ellos alcanzó a alojarse en la habitación del Doctor. En la prensa, el acto fue descrito como un atentado. Sin duda, era una manifestación de violencia política que buscaba revivir el conflicto. Como se interpretó en un Editorial de La Nación

[…] la buena estrella que protegió al señor Calderón Guardia protegió la tranquilidad y el orden de nuestro país, y no abrió un paréntesis de nuevas inquietudes en la vida nacional […] Quiera Dios que este sea el último aleteo del odio bajo nuestro cielo costarricense; que el hecho aislado, quede aislado y sea el punto final de una era lamentable de nuestra historia […] Olvido y perdón para todas las desventuradas equivocaciones que dieron a nuestra Patria horas dolorosas […] El país ha entrado francamente por el camino de la razón […] Los exiliados han estado volviendo a sus hogares y flores de reconciliación han brotado por doquier en nuestra Patria. La locura de las obcecaciones fue pasando con gran contento de la mayoría de los costarricenses…56

No obstante, por parte de los calderonistas hubo un esfuerzo por despolitizar el ataque, como se puede deducir de sus declaraciones. Al día siguiente del atentado, en una publicación de un vocero de Calderón, se le atribuyó a «cabezas locas». En la misma línea, las declaraciones de Calderón lo describían como:

un acto aislado, del que en forma alguna se puede responsabilizar a ningún grupo o partido político. Lo probable, y más que probable es que los disparos los hicieron dos o tres individuos apasionados y excitados por el licor. Dichosamente para todos los partidos y para el país, hemos superado la etapa política en que imperaba el uso de la violencia. Esa etapa está superada, como digo, y debe ser olvidada, para siempre…57

Si bien, hubo un intento por ignorar el contenido político del ametrallamiento a la casa de Calderón y por posicionarlo como un acto aislado; el mismo día, en Heredia se estallaron dos candelas de dinamita, una aproximadamente a las 10 de la noche detrás del Cuartel de dicha ciudad y otra en la entrada de una finca cercana, ocasionándose solamente daños materiales que no eran de consideración.58 Indudablemente, estos tres actos de violencia estaban relacionados y eran manifestaciones de desaprobación por el regreso de Calderón. Probablemente, fueron realizadas por el sector que había practicado el terrorismo durante la década de 1940,59 generando un ambiente de inestabilidad que anunció la Guerra Civil.

No se hicieron esperar las condenas públicas al ametrallamiento a la casa de Calderón, desde diversos sectores y en distintos periódicos. Por ejemplo, Echandi declaró: «Estoy profundamente apenado de que un acto de esa naturaleza se haya cometido en este gobierno […] El Gobierno está dispuesto a terminar con esos brotes de irresponsabilidad que crean desasosiego en el país».60 Por otra parte, en la Asamblea Legislativa, el diputado Orlando Sotela se pronunció a favor de realizar una condena, especialmente, por tratarse de un atentado contra un diputado, la cual se hizo efectiva el 15 de julio de 1958. Incluso, con motivo de la visita al país de varios miembros del Federal Bureau of Investigation de los Estados Unidos (FBI), se sugirió solicitarles su apoyo para esclarecer lo ocurrido. Efectivamente, luego se abrió un expediente ante los Tribunales Comunes, Calderón sostuvo en su declaración que se trataba de un hecho aislado y desvinculado de la política.61

Desde distintos sectores hubo temor de que este atentado pudiera desencadenar un nuevo período de violencia. Sobre este delito, Díaz concluye que «en lugar de pedir a sus partidarios que se unieran a la violencia, los diferentes partidos políticos unieron sus voces para pedir una investigación de hecho por parte de la policía y para llamar a la calma».62

En un Editorial del semanario Adelante el ataque fue interpretado como una acción de quienes tenían intereses en que se enfrentaran los calderonistas y los figueristas, quienes también querían crear un ambiente de inestabilidad que propiciara la persecución de comunistas, en vísperas de la llegada de Milton Eisenhower al país. Incluso, en esta publicación se plantea que Otilio Ulate es el culpable de los atentados simultáneos en Heredia.63 Así como había sucedido con los atentados ocurridos durante el período de La Junta, y los gobiernos de Ulate y de Figueres, se señaló a los comunistas como los autores, pero ellos aseguraban que era una estrategia para justificar su persecución.

Como se ha mostrado, en términos generales, a diez años de la Guerra Civil y con el inicio del gobierno de Echandi, se percibe un cambio a nivel discursivo desde los sectores «enemigos», principalmente desde el calderonismo. Para Díaz, «los discursos de violencia que fueron tan comunes en el período 1942-1958, de repente se volvieron extraños».64 Sin embargo, un pequeño sector se resiste a abandonar la violencia, pero queda cada vez más aislado e ilegitimado. Así, las diversas manifestaciones de violencia política que habían caracterizado al período de posguerra empezaron a concebirse como actos de irracionalidad y locura, y en contraposición, la conciliación nacional en sinónimo de razón y cordura.

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