Figueres: El hombre que abolió el ejército
Mayo de 1948.
Don José Figueres y el Ejército de Liberación Nacional entran victoriosos en San José. Había triunfado su lucha por elecciones libres, por la honestidad en la función pública y contra la violencia del gobierno contra los ciudadanos.
Apenas acabada la guerra civil, don Pepe recibe presiones de algunos de sus oficiales…
Eran los primeros meses de la Junta. Había una situación política incierta con rumores de contrarrevolución.
Bajo esa tensión política y peligro de guerra, don Pepe apostó a la paz. En diciembre de 1948, abolió el Ejército.
En 1948, abolir el Ejército fue una decisión visionaria que iba contra la moda internacional. Los países de América Latina hacían ejércitos más grandes y compraban más armas. Golpes de Estado y dictadura eran pan de todos los días.
La abolición no le gustó a los gobernantes de países vecinos. En el acto del «Cuartel Bellavista» muchos diplomáticos no aplaudieron el mazazo simbólico…
Pronto vinieron pruebas muy duras para esa decisión. En diciembre de 1948, la Junta de Gobierno enfrenta un ataque desde Nicaragua. Parte del grupo perdedor de la guerra civil, ayudado por Somoza, trata de tomar el poder. Se les hizo frente mientras intervino la OEA y el intento de golpe fracasó.
Siguieron los peligros. En abril de 1949 un grupo de excombatientes del Ejército de Liberación Nacional trató sin éxito de dar un golpe de Estado. En ese hecho, llamado el Cardonazo, hubo 9 muertos y 30 heridos.
Esos peligros contra la paz nacional no llevaron a don Pepe a reinstalar el ejército. Más bien fortalecieron la decisión tomada.
Pero aún faltaba una prueba más dura. En 1955 Costa Rica sufrió otra invasión desde Nicaragua. Fue más grande que la de 1949. Los mismos de diciembre del 48, con apoyo de Somoza y otros dictadores, quisieron tomar el gobierno por las armas. El presidente era don José Figueres, elegido en las urnas en 1953.
Enseguida se armó un cuerpo de civiles y se pidió ayuda a la OEA, los atacantes tomaron parte de la zona norte incluyendo a Ciudad Quesada. Bombardearon ciudades, incluyendo Liberia y San José. En los fieros combates murieron muchas personas.
Finalmente, con el valor y la sangre de los costarricenses y la ayuda de la OEA y países amigos, la invasión fracasó. El pueblo aclamó a sus héroes.
Don Pepe y el país entero reafirmaron aún más su posición antimilitarista.
Con el tiempo, la falta de ejército se ha convertido en uno de los principales motivos de orgullo de los costarricenses. Los hombres demócratas y civilizados del mundo nos admiran.
Vigilando por su herencia de paz y progreso, siempre estarán el recuerdo y las ideas de don Pepe. El vivirá en todos los costarricenses de buena fe.
Dibujos: Carlos Duarte
Edición Web: Carlos Revilla
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