La Contrarrevolución

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La Contrarrevolución

Tomado del libro «Génesis y Trayectoria de la Segunda República 1948-1949» de Oscar Castro Vega.

LA CONTRARREVOLUCIÓN

En diciembre de 1948, la Junta de Gobierno está acorralada por los adversarios políticos de ayer, derrotados militarmente, pero activos en distintos frentes. No es un secreto que, Calderón Guardia, desde Nicaragua, con el apoyo irrestricto de Tacho Somoza, el viejo, está organizando una fuerza militar, muy bien financiada y armada, para invadir el país y tumbar militarmente a la Junta.

En efecto, el 12 de diciembre de 1948, cuatro días después de las elecciones de la Constituyente, que transcurren en paz, los costarricenses despiertan con la infausta noticia de que el país ha sido invadido desde Nicaragua. Las tropas invasoras traspasan la frontera a la altura de La Cruz y avanzan arrolladoramente, casi sin encontrar resistencia, acercándose a la ciudad de Liberia, su objetivo más importante. La inesperada invasión es el primer gran reto que debe enfrentar la incipiente Segunda República. Figueres, obligado por las circunstancias, declara el estado de emergencia nacional y asume el mando supremo de las fuerzas leales al gobierno.

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De vuelta a San José, desde el aeropuerto de El Amo, cerca de la Cruz, Guanacaste, diciembre de 1948

AGREDIDA COSTA RICA

La noticia de la brutal invasión sacude el alma nacional, en momentos en que los costarricenses, sin distingos políticos o sociales, se aprestan para celebrar las tradicionales festividades de la Navidad y Año Nuevo. Recién han pasado las elecciones del 8 de diciembre, en las que el pueblo costarricense acude a las urnas electorales, en paz, para integrar la Asamblea Nacional Constituyente.

El diario La Nación de esa fecha destaca la noticia con grandes titulares en primera página, así:

AGREDIDA COSTA RICA DESDE LA FRONTERA NORTE

Fuerzas armadas procedentes de Nicaragua atacaron la guarnición compuesta por miembros del Resguardo Fiscal en la población de La Cruz y ocuparon esa plaza.

En la misma edición, el periódico publica un editorial bajo el título «Una agresión fratricida», cuyo párrafo inicial es el siguiente:

«Con la criminal ayuda de contingentes mercenarios, el doctor Calderón Guardia ha invadido del territorio nacional. Fuerzas armadas formadas indudablemente por quienes no pueden ser costarricenses genuinos, han violado nuestro suelo en un intento vesánico de sembrar desolación y luto en el hogar costarricense«.

Aquí es oportuno comentar que la invasión estaba programada para el 8 de diciembre, día de las elecciones de Constituyente, a efecto de abortarlas y lanzar el país al caos. A última hora, el jefe de la invasión, la pospone para el día 11, pues ha olvidado que el 8, día de la Inmaculada Concepción de María, toda Nicaragua está paralizada por la famosa gritería. La festividad también la celebran los muchos nicaragüenses residentes en Guanacaste, la puerta de acceso de los invasores. En este clima de jolgorio, una acción militar no es recomendable.

Si la invasión se hubiera llevado a cabo el 8 de diciembre, día programado con mucha anterioridad para celebrar las elecciones de Constituyente, su posposición habría sido un duro golpe para la Junta, ya que la obligaría a variar el calendario aprobado por Figueres y Ulate, conforme al pacto suscrito entre ellos, para el retorno de la normalidad constitucional.

Desde Nicaragua, antes de traspasar la frontera, el Expresidente, por radio, da lectura a una Proclama para justificar su aventura. Además, partidarios suyos se dan a la tarea, de distribuir, de manera clandestina, hojas sueltas con el texto de la proclama.

Pronto trasciende que la invasión cuenta con el total respaldo militar y logístico del dictador Anastasio Somoza, el viejo, que arma y entrena a los insurrectos, aunque reiteradamente lo niega. Además, entre los invasores hay militares «disfrazados» de la Guardia Nacional. Más tarde, la Comisión Investigadora de la Organización de Estados Americanos (OEA), a la que acude la Junta, comprueba la veracidad de las graves denuncias de Costa Rica.

Es importante destacar que el expresidente Picado, no solo no respalda la invasión, sino que censura la conducta de quienes la promueven.

Tomada de sorpresa, la Junta ordena de inmediato las medidas del caso para hacer frente a la emergencia bélica nacional. En la sesión No. 57, celebrada el 11 de diciembre, con asistencia del Presidente Electo, Otilio Ulate, a quien Figueres ha invitado para que se integre a la Junta, «se suspenden las garantías individuales, por espacio de treinta días, ya que el país ha sido invadido por tropas revolucionarias y nicaragüenses disfrazados. También se suspende «la tramitación del recurso de habeas corpus, mientras dure la emergencia actual».

En esta misma sesión, la Junta acuerda la compra de «mil rifles más con una donación de mil tiros cada uno y con un precio aproximado de cien mil dólares» y ordena la movilización de las fuerzas armadas y el reclutamiento de voluntarios para repeler la invasión.

Ante el llamado de la Junta, que ha decretado la movilización general para repeler la invasión, miles de costarricenses, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, responden al patriótico llamado de la Junta y se presentan a los sitios de reclutamiento. Tras un breve e improvisado entrenamiento militar, cómo manejar y disparar un mauser, son enviados al Guanacaste, para repeler la invasión.

También se envían voluntarios a otros sitios estratégicos del país. El autor, soldado voluntario como otros miles de costarricenses, es enviado a la bahía de Caldera, pues la Junta teme que por ahí ingresen más invasores. Para entonces, Caldera es una zona inhóspita, plagada de suampos y zancudos. Los reclutados voluntarios permanecemos ahí, alertas, hasta pasada la Navidad. En vísperas de Año Nuevo somos desmovilizados, pues la invasión ha fracasado. Los invasores abandonan el país y regresan a Nicaragua, para refugiarse de nuevo bajo el alero protector de Somoza.

Entre los voluntarios, que han marchado al frente de batalla en Guanacaste, está un joven campesino de Palmares, Luis Alberto Monge, recién electo Constituyente por el partido Social Demócrata. Figueres, que se encuentra en Liberia, es informado de esa situación y ordena la búsqueda del recluta para que regrese a San José, pues el país no está en condiciones de exponer la vida de uno de los Constituyentes electos.

Pocos días después, en la sesión del 15 de diciembre, «el señor Presidente Figueres, Comandante en Jefe del Ejército Nacional, informa sobre la situación militar de las fuerzas expedicionarias y locales, mostrándose complacido de la situación general. La Junta acuerda dar un voto de simpatía a los componentes de las fuerzas locales y expedicionarias, así como a la población civil de la zona, por su apoyo decidido y valiente para detener la invasión de los filibusteros, hecha desde Nicaragua. Para entonces, las fuerzas leales al gobierno han detenido el avance de los invasores.

En su edición del 15 de diciembre, el periódico La Nación destaca, en gran titular, que «la invasión a Costa Rica fue dirigida por el mayor Davidson, de la Guardia Nacional». La sensacional declaración fue hecha por Florencio Ordóñez, uno de los detenidos en el combate librado en Potrerillos de Guanacaste. El prisionero declaró que Calderón Guardia le había manifestado en repetidas veces que la operación tenía el completo apoyo del general Anastasio Somoza.

Mientras tanto, la Junta acude ante la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington para que se aplique, por primera vez, lo establecido por el Tratado de Defensa Recíproca firmado en Rio de Janeiro, alegando -con razón- que el país ha sido invadido sin ninguna justificación. La OEA, tras una tormentosa sesión en la que el delegado nicaragüense, Guillermo Sevilla Sacasa, niega la participación de Somoza en la invasión, acoge la solicitud de Costa Rica y nombra una Comisión Investigadora para que, sobre el terreno, esclarezca la verdad de la denuncia de Costa Rica.

Procede narrar que aquel oscuro personaje, Sevilla Sacasa, faldero incondicional de su amo y embajador ad perpetuam de Somoza ante Washington y la OEA, protagonizará en 1955 otro sainete parecido, cuando Costa Rica denuncia una nueva invasión procedente de Nicaragua. En esta ocasión, al igual que en 1948, el bufón declara en la OEA que son «falsas y calumniosas» las denuncias de Costa Rica sobre la intervención de Somoza en la fracasada invasión.

En Nicaragua, el diario La Estrella de Managua, en su edición del 12 de diciembre, informa que «en todos los corrillos políticos y sociales no se hablaba ayer en Nicaragua más que de la contrarrevolución jefeada por el doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, quien desde hace algún tiempo venía preparando ese movimiento armado contra su país, para lo cual realiza varias giras de Managua a México y de México a San Salvador. Parece que era un plan bien combinado que comprendía, además de la invasión, desembarco de comandos en los puertos de Limón y Puntarenas».

En Costa Rica, las fuerzas leales al gobierno han ido estrechando el cerco contra los invasores. El 22 de diciembre, tras una decisiva batalla, se produce la toma de El Amo y su campo aéreo. Dos días después, el 24, La Cruz cae en poder del Gobierno. Los invasores huyen hacia el Murciélago, en la bahía Santa Elena, buscando el escape por mar. Ahí tropiezan con una brigada de la Benemérita Cruz Roja Cruz Roja que se encamina a la casa del Ing. Jaime Gutiérrez Braun, para instalar un centro de asistencia.

«Todos iban debidamente uniformados, con las insignias de la Cruz Roja a todas luces visibles, sin portar armas, sin escolta militar y acompañados de un Sacerdote. Todos fueron asesinados brutalmente dentro de la casa, donde les tendieron una emboscada en el momento en que se disponían a levantar su puesto de Cruz Roja.»

En la emboscada son asesinados el Presbítero Jorge Quesada; el Dr. Antonio Facio Castro, el Ing. Jaime Gutiérrez Braun, su guía; el Lic. Óscar Mainieri Ybarra; Jorge Manuel Delgado Flores y Edgar Ardón Brenes. Estos últimos, voluntarios de primeros auxilios. El funeral de las víctimas de la masacre congrega en San José una doliente multitud. Como testimonio histórico de lo sucedido en el Murciélago, se develará más tarde una placa en el edificio central de la Cruz Roja.

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Placa en la Sede Central de la Cruz Roja en San José

JORGE DELGADO FLORES
EDGAR ARDON BRENES
Lic. OSCAR MAINIERI IBARRA
Dr. ANTONIO FACIO CASTRO
Padre JORGE QUEZADA GONZALEZ
Ing. JAIME GUTIERREZ BRAUN

MIEMBROS VOLUNTARIOS
DE LA CRUZ ROJA CAIDOS EN
EL CUMPLIMIENTO DE SU DEBER
EL DIA 20 DE DICIEMBRE DE 1948

Meses después, en declaraciones dadas al diario Novedades de Nicaragua, a las que volveremos más adelante, Calderón Guardia, en respuesta la pregunta que se le hace:»– Doctor, el gobierno de Figueres dice que sus fuerzas masacraron a elementos de la Cruz Roja, costarricenses. Indignado se muestra el ex-presidente, al traer a la mente esta acusación. Con la faz encendida y notoriamente emocionado, nos dice:

«— En «El Murciélago» hubo combate y los que dicen que eran de la Cruz Roja estaban a la vanguardia de las tropas del Gobierno; iban vestidos de kaki, con sus pistolas y hasta con sus insignias oficiales, al extremo de que el que comandaba el pelotón de las tropas de Figueres no se dio cuenta cuáles eran los de la Cruz Roja, sino mucho tiempo después. Fueron solo dos los muertos y no los que ellos dicen. Lógicamente no se podían hacer distinciones en medio del combate. Son completamente falsos todos esos cargos de masacre. Esa es la costumbre de Figueres, la de calumniarme. Lo mismo hizo cuando aseguró que nuestras fuerzas dieron fuego a Puerto Soley. Este no es un pueblo. Solo hay un galerón y un muelle. Hubo un incendio por descuido hallándose allí almacenada mucha gasolina.»

Mientras tanto, la OEA «le ordena a Costa Rica y a Nicaragua a suspender las hostilidades inmediatamente». La OEA nombra una Comisión Militar Interamericana que deberá salir inmediatamente para esos países, a efecto de que sus órdenes sean cumplidas al pie de la letra», según informa La Nación.

Los invasores, irrespetando las órdenes de la OEA de suspender de inmediato las hostilidades, cometen otro horrendo crimen. En su huida, sorprenden en Puerto Soley a la guarnición integrada por reclutas voluntarios, 57 en total, a quienes les preparan una emboscada. Entre los asesinados están el Lic. Eloy Morúa Carrillo, diputado Constituyente electo por el partido Social Demócrata en los comicios del 8 de diciembre de 1948, y Bernal Vargas Facio. Treinta y cinco reclutas son hechos prisioneros y llevados a Nicaragua. Más tarde serán liberados y devueltos a Costa Rica.

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Monumento a los caídos en Puerto Soley

AQUI FUERON MUERTOS Y QUEMADOS
POR INVASORES DESDE LA FRONTERA NORTE
LOS PRECLAROS CIUDADANOS
LIC. ELOY MORUA CARRILLO
BERNAL VARGAS FACIO
EFRAIN ROLDAN PEREZ
VICTOR MANUEL VIQUEZ ARGUEDAS
EL 25 DE DICIEMBRE DE 1948
SU HEROISMO Y EJEMPLO SALVARON A
LA PATRIA Y LAS GENERACIONES FUTURAS

¡LOOR A SU MEMORIA!

Entre tanto ¿qué ha pasado con el doctor Calderón Guardia? Hay versiones de que regresa a Nicaragua, de incógnito, antes de Navidad, seguro de que la invasión ha fracasado. No volverá a aparecer en público sino hasta principios de marzo de 1949, junto con su hermano, cuando supuestamente es capturado en Peñas Blancas, por una patrulla de la Guardia Nacional de Somoza, mientras intenta ingresar subrepticiamente a Nicaragua.

El dictador monta entonces una farsa publicitaria para negar toda injerencia en los hechos internos de nuestro país. Como parte de esa estrategia, utiliza su periódico Novedades, de acuerdo con el Expresidente. Y así sucede, en efecto.

El 4 de marzo de 1949 el subdirector de Novedades, Leonardo Lacayo O., entrevista a los hermanos Calderón Guardia, tras haber reingresado supuestamente a territorio nicaragüense después del descalabro de la invasión. La entrevista, compadre hablado, se lleva a cabo, a puertas cerradas, en el hotel Majestic en la ciudad de Diriamba, donde se hospedan, tras haber sido «capturados» por un comando de la Guardia Nacional en Peñas Blancas, cuando intentan volver a Nicaragua.

Suponemos que los hermanos Calderón son los que convocan a la prensa nacional e internacional a una conferencia en el hotel Majestic para dar la versión oficial de su captura, meses después de haber sido abortada la invasión. El diario Novedades ya está avisado, con anterioridad, sobre la jugada, y su Subdirector es el primero en arribar al hotel, donde lo esperan los entrevistados. Le acompaña uno de los fotógrafos del diario. Los demás periodistas llegarán más tarde, cuando ha concluido la entrevista. El propio subdirector del periódico de Somoza así lo confirma. «Las agencias extranjeras destacaran varias veces «sabuesos» especializados a San José y Managua con el fin de lograr una entrevista con Calderón Guardia. Seis corresponsales tenían instrucciones de hablar con el ex-Presidente de Costa Rica a «cualquier costo» y ahora el representante de Novedades logra concertar un «téte-a-téte» con el ansiado personaje».

La extensa entrevista, exclusiva, con fotos y grandes titulares en primera página, se publica en el periódico de la familia Somoza, en su edición del 5 de marzo de 1949.

Según la entrevista, el Expresidente, su hermano Paco y varios de los integrantes de su falange, fracasada la «revolución» contra Figueres, el 4 de marzo reingresan a territorio nicaragüense por Peñas Blancas, «donde son capturados por una patrulla de la Guardia Nacional comandada por el mayor Federico Davidson Blanco». Este alto militar es el citado por el prisionero Ordóñez como el comandante de las tropas invasoras.

Agrega el diario de Somoza «que tanto el Dr. Calderón Guardia, como su hermano y brazo derecho Francisco, que fue capturado junto con él, mostraban huellas de cruda lucha a la intemperie. El Expresidente ha rebajado de peso y alega estar preocupado por la salud de su madre y su esposa.»

De acuerdo con la versión oficial, que recoge el citado diario, los detenidos por la Guardia Nacional

«han permanecido por casi tres meses en la manigua costarricense, combatiendo contra las fuerzas de Figueres en diferentes puntos, después de lanzar una proclama llamando a sus partidarios a la revolución el pasado mes de diciembre.»

El Expresidente y su hermano Francisco, fueron internados antenoche en territorio nicaragüense, junto con otras personas, cuya identidad desconocemos. Fueron capturados cuando se retiraban hacia la frontera de Nicaragua por una patrulla. La captura se efectuó en el punto llamado Peñas Blancas, tal como lo anunció Novedades en su edición anterior de manera exclusiva.

«El Dr. Calderón Guardia viste pantalón de gabardina plomo oscuro y una camisa sport gris clara. Don Francisco también lleva pantalón plomo con camisa blanca corriente. Tras realizar una viaje relámpago en automóvil hacia Diriamba… Pusimos por fin pie en el hotel Majestic, que se halla fuertemente resguardado de Guardias Nacionales, para custodiar seguramente al destacado político y ahora revolucionario costarricense, en cuya figura han estado fijos los ojos del Continente«.

La verdad es que para la Navidad de 1948 la invasión ha fracasado y los invasores regresan a Nicaragua. El fracaso de la invasión y el regreso a Nicaragua de sus cabecillas, se ocultan a la opinión publica, local e internacional, pues Somoza está para entonces fuertemente presionado por el gobierno norteamericano y la OEA para poner término a la invasión.

Sobre el reingreso del doctor a Nicaragua, probablemente antes de año nuevo, la prensa nicaragüense guarda prudente silencio, siguiendo las órdenes de Somoza que siempre niega su apoyo a la invasión. Hay versiones de que el Expresidente, desde su vuelta a Nicaragua hasta su «captura» oficial por la Guardia Nacional, a principios de marzo del año siguiente, permanece internado en el hospital Roosevelt de Managua, donde se le atiende por una grave lesión que le afecta la visión de uno de sus ojos.

En la entrevista que el subdirector de Novedades le hace en el hotel Majestic de Diriamba, Calderón da su propia versión de los hechos. Sus declaraciones son las siguientes:

«Efectivamente, nos dice, intervine en varios combates, junto con mi hermano, directamente contra fuerzas de Figueres. Hemos luchado mucho y seguiremos luchando por la causa de la liberación del pueblo costarricense. Todavía queda mucha gente en patrullas, que siguen dentro del territorio costarricense, presentando resistencia a las tropas del extranjero.»

Más adelante, el director del periódico de Somoza le hace al entrevistado la siguiente pregunta «¿Qué nos dice sobre la denuncia que hizo Figueres en el sentido de que Ud. recibió ayuda de Nicaragua? Según el entrevistador, «el doctor Calderón Guardia casi salta de su asiento, golpea con firmeza una mesita redonda y tras recapacitar un instante expresa:

«Declaro, enfáticamente que ninguna ayuda, ninguna cooperación me prestó el gobierno de Nicaragua. Por el contrario, siempre fui convencido para que respetara el asilo. Reconozco que en Nicaragua se me quiere porque saben que yo amo a este pueblo generoso y valiente; pero de este afecto correspondido, no puede colegiarse complicación alguna del gobierno en sus funciones. Todo lo que yo usé es ajeno al gobierno de Nicaragua. Las armas eran mías. A mi me ha dolido repito desatender la hospitalidad de este pueblo; pero era imperioso que fuera a la cita que me habían hecho mis partidarios cuando ellos comenzaron a levantarse. Me guiaba el deseo de salvar a mi Patria«.

Según la versión oficial, tras su captura por la Guardia Nacional, don Rafael Ángel es invitado por Somoza para abandonar Nicaragua. Y así es. Se dirige entonces a México, donde residirá hasta su regreso a Costa Rica, en el gobierno de Echandi (1958-1962). En 1955, «clandestinamente», vuelve a Nicaragua para alentar la nueva invasión cuyo comandante general es Teodorito Picado.

Novedades cierra así la histórica entrevista. «El auto espera, la carretera es devorada nuevamente. Estamos apresurados de transmitir a las teclas de nuestra máquina de escribir las primeras impresiones que ha dado el Expresidente Calderón Guardia a un periodista, desde que hace casi tres meses tremoló la bandera de la rebeldía en territorio costarricense».

Otro diario nicaragüense de la época, LA NOTICIA, burla sagazmente la férrea censura impuesta por la dictadura a la prensa independiente sobre la invasión, y ofrece la siguiente versión sobre la «captura» del Expresidente al reingresar a territorio nicaragüense.

«Oficialmente, el doctor Rafael Ángel Calderón Guardia se entregó antenoche al trasponer la frontera, a las autoridades de Nicaragua, de regreso de la invasión a su patria. Pero estamos en familia y, sin recriminar, saquemos algunas conclusiones de lo que ha ocurrido desde el 10 de diciembre, día de la invasión calderonista a Costa Rica, hasta la fecha.

Nicaragua le había dado asilo amplio al doctor Calderón Guardia. El lo violó, organizando en nuestro territorio la invasión al suyo… No es solamente suya la responsabilidad, sino que de ella participan indeclinablemente quiénes le ayudaron a organizar y lanzar la invasión. Pero Nicaragua -no la nación que era inocente- sino su nombre, que los que la amamos quisiéramos ver siempre inmaculado, por culpa de la invasión calderonista se vio mezclado en un conflicto internacional, que felizmente fue conjurado por las actividades de las hermanas naciones de América que acudieron con paternal presteza al ser llamados por la invadida Costa Rica.

Centenares de nicaragüenses, que estaban trabajando honradamente en tierra costarricense, sufrieron los efectos funestos de la invasión y antes de que lo hiciera el propio doctor Calderón Guardia, tuvieron que regresar a Nicaragua. Ellos vivían tranquilos allá. Dormían tranquilos. Y la invasión a La Cruz les llegó a destruir la tranquilidad. Varios de ellos, en la efervescencia de las pasiones, hallaron la muerte, mientras otros nicaragüenses, afiliados a la invasión cayeron prisioneros, sufriendo afrenta.

Costarricenses de la talla moral del doctor José Antonio Facio, del Presbítero Jorque Quesada, del Ing. Gutiérrez Braun, del Licenciado Mainieri y otros tantos como ellos, perecieron -cuando desplegaban la bandera sagrada de la Cruz Roja- a manos de la invasión calderonista. Ese es el saldo de esa invasión, que -ojalá- termine con la entrega del doctor Calderón Guardia…»

Hasta aquí la información del diario La Noticia de Managua que, de manera inteligente, se aparta de la versión oficial y pone en su lugar lo acontecido.

La invasión, aun cuando militarmente es aplastada, traerá muy graves secuelas para el país, además de los muertos de ambos lados que caen en los sangrientos combates. La más afectada, desde luego, es la Junta, que tendrá que sacrificar recursos, tiempo y esfuerzos para capear el temporal, debilitando así el proyecto original de Figueres para instaurar la Segunda República. A los muchos problemas ya existentes, hay que agregar ahora los derivados de la fallida invasión.

No debe extrañar por ello que, ante el número, gravedad y magnitud de los problemas que han venido acumulándose a lo largo de los ocho años, la Junta, impaciente por satisfacer las demandas populares y dar así cumpliendo a su promesa de «preparar el advenimiento de un nuevo orden jurídico que garantizara la vida institucional y las libertades y promover, con orientaciones audaces e instituciones eficientes, el bienestar del mayor número, con base en una producción para la abundancia dentro del espíritu solidario da justicia social», como años más tarde lo recordará Figueres en su Espíritu del 48, la Junta, repito, comete errores, algunos por exceso de decretos-leyes aprobados sobre la marcha y, otros por omisión.

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Escuadra de mortero de 81 mm. A la par de don Pepe
está Eliette Zamora (la Heroína). La Cruz, Diciembre de 1948

TRAICIÓN A LA PATRIA

Ante la inesperada invasión, la Junta toma una decisión, que más tarde será objeto de muchas controversias: declara al Expresidente Calderón Guardia «traidor a la Patria». El acuerdo se toma en la sesión celebrada por la Junta el 15 de diciembre de 1948. Consta de 13 Considerandos. La Junta acuerda también enviar el decreto a la Asamblea Nacional Constituyente, que se instalará el 15 de enero siguiente, para su ratificación, lo que justifica así:

«A fin de que en el futuro no pueda decirse que el presente decreto es hijo de una pasión violenta, es conveniente que la Asamblea Constituyente, en sesión que habrá de verificarse después de que el invasor haya sido totalmente derrotado, le de su expresa ratificación.»

¿Qué pasó con el Decreto? En torno a esta espinosa cuestión hay una serie de nublados que no se han aclarado, en parte por cuanto no hay referencias históricas sobre la ruta que siguió el decreto-ley desde la Junta a la Constituyente.

La Junta debe haber remitido el decreto a la Constituyente, después de su instalación. Pero no hay en actas ninguna referencia sobre el particular. Si la Junta lo remitió, por cuanto está obligada a hacerlo, la Presidencia de la Asamblea debe haberlo guardado bajo llave. ¿Por cuánto tiempo? No se sabe. Es probable que Constituyentes muy cercanos a Calderón, electos por el partido Constitucional, hayan presionado al Dr. Rodríguez, Presidente de la Asamblea, para darle largas al asunto. Debe habérseles escuchado, pues hay que tener presente que los votos de los seis diputados del Constitucionales son fundamentales para rechazar el proyecto de Constitución de la Segunda República y asestar así un golpe contundente a Figueres y su utopía, la Segunda República, como habría de suceder.

Hay referencias, no muy precisas, de que el decreto de la Junta sobre Calderón fue pasado a una comisión de tres diputados para su dictamen. Como la comisión no quiso asumir por si sola esta responsabilidad, hizo circular un borrador del dictamen entre los Constituyentes de confianza para que lo firmaran. El dictamen, si fue redactado, estuvo también bien guardado, esperando la ocasión para que la Presidencia lo someta a votación, lo que no ocurre, pues para entonces la Asamblea está a punto de ser clausurada.

El borrador del dictamen, que ratifica el decreto de la Junta, con las firmas de los Constituyentes que lo respaldan, por una amplia mayoría, debe haberse ido entre los papeles de la Constituyente que pasan a los archivos de la Asamblea Legislativa. Tengo referencias, por un funcionario de alto rango de la Asamblea, cuyo nombre me reservo por razones obvias, que él envió al Archivo Nacional el documento histórico.

En su última sesión, celebrada el 7 de noviembre de 1949, un día antes de que Ulate asuma la Presidencia de la República, preocupada la Junta por la no ratificación del decreto por la Constituyente «aprueba la forma de decreto que confirma la declaratoria de Rafael Ángel Calderón Guardia como traidor a la Patria, sin necesidad de ratificación por parte de la Asamblea Constituyente». Como tal, el decreto-ley correspondiente, publicado en La Gaceta, figura en la colección de leyes y decretos del segundo semestre de 1949.

MAPA

El Amo, La Cruz

Liberia, Guanacaste

Murciélago, Santa Elena

Puerto Soley, La Cruz

La Cruz, Guanacaste

Peñas Blancas, Frontera Norte

 
Escenarios de la contrarrevolución

Peñas Blancas (toma, enfrentamiento)
La Cruz (toma, enfrentamiento)
El Amo (enfrentamiento)
Puerto _Soley (asesinatos)
Murciélago (asesinatos)
Liberia (Estado Mayor ejército de Costa Rica)

RESUMEN

A principios de diciembre de 1948, el expresidente Calderón Guardia, quien se hallaba en Nicaragua desde abril, se dispuso a ejecutar un plan para tomar el poder en Costa Rica por la fuerza de las armas. Contaba con recursos económicos y humanos y disponía de armamento, y creía tener el apoyo incondicional del General Anastasio Somoza García, Ministro de Guerra y jefe de la Guardia Nacional de Nicaragua, que le había permitido organizar sus fuerzas en ese país y emprender su expedición a Costa Rica.

En círculos del Gobierno se comenta que un buen número de exiliados costarricenses, incluido el propio Calderón Guardia, está recibiendo adiestramiento militar, por parte de la Guardia Nacional de Nicaragua, y que Somoza permite que su país se convierta en centro de operaciones de un movimiento contrarevolucionario. También el Gobierno de Nicaragua acusaba al de Costa Rica de propiciar una invasión con miembros de la Legión del Caribe.

Para diciembre se produce la invasión; en la noche del 10 de diciembre de 1948, Calderón Guardia entró a territorio costarricense con un grupo de partidarios armados y dirigió una proclama a los costarricenses, en la que anunciaba su propósito de derrocar a la Junta de Gobierno y convocar a una Asamblea Constituyente. El grupo calderonista se apoderó de la población de La Cruz, cercana a la frontera, pero su esperanza de que se produjeran levantamientos en el interior del país no se materializó. Del 10 al 20 de diciembre hay balaceras en Santa Rosa, Puerto Soley y la Cruz, pero la invasión es frenada completamente, no sin que corriera la sangre de ambos bandos.

Una vez pasado el peligro para el país, se suscribió con Nicaragua el llamado Pacto de la Amistad, que fue firmado el 21 de febrero de 1949, bajo el auspicio de la O.E.A.

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