Dolor por los Campesinos Asesinados
Contenidos
Autor: Roberto Fernández Durán
I
Para comenzar un canto
-un canto humilde y simple al campesino
-he vagado en la noche
en busca de palabras transparentes y suaves.
He acudido a los vientos,
a los bosques amigos,
al sonido apacible de claros manantiales.
Para escribir un canto al campesino
he llorado otra vez mis dolores antiguos.
He abierto heridas que cerrara el tiempo.
Mi corazón ahora
es un sencillo corazón de niño.
II
Firmes sobre las tierras cultivadas,
aspirando las brisas, recibiendo los rayos del sol,
estaban en la tarde de febrero
los buenos campesinos.
Unos hombres se acercan y disparan.
-Las formas de los cuerpos en el polvo
aún están dibujadas. Ya los ojos
eternamente abiertos, no contemplan
los campos ahora rojos,
húmedos y en silencio.
Hay dedos que señalan’
Todos hacia una dirección señalan.
A lo lejos se ven algunos hombres
con armas aún humeantes en las manos.
III
He visto manchas rojas sobre el polvo
dorado del camino,
los trillos de los campos están llenos
también de humedad roja
y están rojas las manos militares
y los potreros que antes eran verdes
y las casas, las calles están rojas.
Es la sangre
que hasta hace poco circulara viva
bajo la piel quemada de los hombres.
Todo está rojo y triste.
Es solamente
un amontonamiento de plaquetas
y de glóbulos blancos
y de glóbulos rojos.
Es la sangre,
que salió de los cuerpos campesinos
una tarde en Febrero.
Hay dedos que señalan.
Todos hacia una dirección señalan.
A lo lejos se ven algunos hombres,
con armas aún humeantes en las manos.
IV
Hay una voz doliente en cada casa.
Un llanto helado que al abrigo brota
de hogares mancillados.
Es un dolor que se transforma en rezo
cuando llega a los labios de mujeres que lloran.
Un dolor que hace más dura la mirada de los hombres.
Es una pena que vaga por los campos.
Hay una voz
de dolor y de angustia en todas partes.
Hay dedos que señalan.
Todos hacia una dirección señalan.
A lo lejos se ven algunos hombres,
con armas aún humeantes en las manos.
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