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Poemas Épicos

El Milagro se Cumplió

2 de Agosto 1947

Es un día de gran recogimiento
en LA VIEJA METROPOLI y en toda LA NACION
se celebra con gran devoción
de la NEGRITA su gloriosa aparición.

Quiero pedir perdón, si retrocedo la historia
el día que marcó el tiempo, al haber retrocedido
8 de Mayo de 1940. Es cambio de Presidente,
es DIA DE FIESTA, de mi pequeña NACION.

El Dr. Calderón Guardia jura a la Patria y a DIOS
respeto a la Ley, y a la Constitución,
el Reformador «SOCIAL CRISTIANO»,
fundó el Código de Trabajo y el Seguro Social.

Al niño estudiante, sus piecitos le calzó
y con leche, pan y queso, sus estómagos les llenó
la antigua ALMA MATER: un día se reabrió
y las casitas baratas, a los pobres regaló.

En este humilde país, un mestizo era el PASTOR,
que como «Juana Pereira», de Cartago procedía
Víctor Sanabria y Martínez, su nombre de pila fue
y la grey que pastoreaba, dócilmente le seguía.

Pero en este noble pueblo, el mal nos cobijó
el Partido Comunista, la paz nos robaría
con bombos y con platillos al campesino engañó
y el Pastor y el Presidente, sus patrañas les creyó.

Y el Bloque de la Victoria, este trío lo fundó,
el odio y asesinato, la paz de un pueblo truncó
el amor se trocó en odio, en llanto, luto y dolor,
y la sangre, don de vida, a torrentes se vertió.
Las madres vieron sus hijos, que masacró la metralla
y las viudas y sus hijos, llorando los sepultaron
el caos y la zozobra, no respetó el Hospital
y de manos de los médicos, los heridos masacró.

Con sed de robo y de sangre, vino el famoso «SAQUEO»
que en plena GUERRA MUNDIAL: al comerciante arruinó
y como en Egipto el hambre, a todo el pueblo cubrió
y con el plomo homicida, al pueblo amedrentó.

En Llano Grande los Mártires, como Timoleón Morera
cayó Gonzalo Hoffmaister y cayó Nicolás Marín.
Las cárceles se llenaron de próceres de la Patria
y cientos de héroes, que volaron a la Patria Celestial.

Vino otro 8 de Mayo: cuatro años después
y la pobre Amada Patria su mal recrudeció
siguió la metralla, y el plomo segó más vidas
la prisión, el hambre, más viudas, y más hijos sin papá.

Y la Patria se moría junto con su Libertad.
Y las Brigadas de Choque, sacros Templos profanó
las Clínicas y Hospitales la metralla devastó
al Dr. Valverde Vega, la canalla asesinó.

Y vino ese «2 de Agosto», que al inicio les narré
y como la Pancha Carrasco: Angelita de Chacón y
500 damas más, con lúgubres vestimentas
como presagiando, lo que ocurriría después

solicitaron audiencia, al Presidente de turno
pidiéndole humildemente, no más luto ni dolor
que la sangre no corriera, regándose por el campo
que el pueblo se hermanara: en el sacro Amor de Dios.

Las horas pasaron lentas, en el Parque Nacional
las mujeres enlutadas, unidas en oración
pero el Presidente la cita nunca les dió
y a las 18 horas, de metralla les cubrió.

Con un Edecán de entonces, un recado les mandó
que «la Virgen de Los Angeles, un milagro les conceda»
y la metralla esa noche, a la mujer bautizó
la hizo viril y valiente: y «el milagro se cumplió».

Un humilde campesino de las montañas del Sur
que laboraba la tierra, y trenzaba la cabuya
tomó un día la radio y metiendo mucha bulla
al destierro fue a parar: «y trajo la libertad».

Como el Quijote de antaño, como el Cid Campeador
reunió un puñado de imberbes, para triunfar o morir
y en una «lucha sin fin» al opresor combatió
y el 13 de Abril del año 48, la Libertad regresó.

Cruentas luchas, San Cristóbal Norte y Sur,
Frailes y Corralillo, El Empalme, San Isidro,
La Sierra, Tarbaca, La Cangreja: Cartago
vio la victoria, y también la vio El Tejar.

Hoy un grupo de ancianos, que recuerdan el ayer
nos reunimos como hermanos, y con orgullo y nostalgia
recordamos al amigo y hermano que partió
y que en la Madre Tierra, duerme su sueño de paz.

Y que del ayer las niñas, y que peinan canas hoy
una vez más nos canten, sin llanto y con amor
aquellas bellas estrofas que nos cantaron en coro
vivan glostoras y medallitas que por la Patria saben luchar

bajo la sombra siempre querida
de aquel simbólico Guayacán
fueron las armas triunfo tras triunfo
hasta alcanzarnos la libertad.

AUTOR: HECTOR MIRANDA C.

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