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Decencia con pantalones

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Don Pepe Figueres

Jorge Rossi

Es el primer político del que escuché hablar en la vida. Hace casi medio siglo, uno de mis abuelos simpatizó con su candidatura presidencial y le ayudó en Cervantes de Alvarado, Cartago, y mi otro abuelo, de San Rafael de Poás, Alajuela, fue directivo, junto a él, de la cooperativa Victoria, en los años 50.

Siendo yo un escolar, escuché a los dos hablar de Jorge Ros si como un ejemplo de virtud, lealtad, transparencia y honradez. «Es tan correcto que no parece político», decía uno de mis abuelos.

Hace muchos años murieron los papás de mis papás, pero la imagen de Rossi que ellos me construyeron está fresca en mi memoria.

El hombre que manejó la Hacienda del país en los años 50, con don Pepe en la Presidencia de la República, y que se salió en el 57 de Liberación Nacional como protesta por un atropello dentro de su estructura, a la postre le quitó los votos a don Chico Orlich para que ganara don Mario Echandi en el 58. Luego fue Vicepresidente de don Pepe en el 70, diputado de Oscar Arias en el 86 y miembro de la famosa primera comisión parlamentaria de investigación contra el narcotráfico.

Pero Rossi es mucho más que eso. Finquero desde que era un muchacho, tiene un gran ejemplo de desarrollo parcelario en lo que fue su finca El Sauce y parte de la finca Bonilla, ubicadas entre Turrialba y Siquirres.

Pero sus fincas no sólo son famosas por el hecho de que haya convertido en propietarios a cientos de peones y vecinos, sino porque una de ellas cuenta con dos lagunas bellísimas, que parecen dos grandes camanances en el rostro de la tierra.

La laguna más grande mide 37 hectáreas y alcanza una profundidad de 30 metros, y la otra mide 8 hectáreas. El paisaje es paradisíaco. Cuando quiera, don Jorge podría desarrollar un proyecto turístico.

Aunque primero nos reunimos en su casa. en Curridabat, concluimos esta entrevista en su finca, a una hora de Guápiles.

Nos esperaba con caballos ensillados y la ilusión de que recorriéramos su finca. Nos llevó por sus plantaciones de varios miles de árboles y de flores. por los potreros donde cría una raza de ganado muy poco común (Red Poll, rojo mocho) y por los seis pueblos que se han formado en los alrededores gracias a su visión agraria. «Comenzamos en el año 65, y ahora hay seis pueblos, El Cas, El Llano, Bonilla, El Sauce, Palomo y El Oriente, hay cinco escuelas y una más en proceso, y hay más de mil habitantes, según el último censo», me dice, muy orgulloso de esa labor.

Cerca del 48

«Poco antes de los Hechos del 48, atendía las fincas y daba clases en la universidad. Ya era abogado.

«Trabajé mucho en la preparación del ambiente de oposición a aquel gobierno. Teníamos muchas reuniones con grupos, y hacíamos publicaciones del Centro en los periódicos.

‘Todo nuestro grupo había apoyado a don León Cortés en el 44, y después de las elecciones para diputados del año 46, cuando ya se aproximó la crisis, entendimos que teníamos un compromiso de participación en la campaña de Otilio Ulate.

«Hicimos un esfuerzo muy grande el padre Benjamín Niñez y yo para acercar a Monseñor Sanabria y a don Otilio. Había un movimiento creciente de incomprensión.

«Antes de hablar de las elecciones, devolvámonos un poco para explicar que el Partido Social Demócrata impulsaba a don Pepe, quien tenía poco apoyo político en ese momento. Dentro de la Oposición al gobierno, había un movimiento de intelectuales y revolucionarios con don Pepe, otro de capitalistas con don Femando Castro Cervantes, y uno popular, de respaldo a Ulate.

«Para unificar a la Oposición primero hicimos una convención. En esa convención, los de Figueres apoyamos a Ulate para ganarle a Castro Cervantes. Luego, entendimos que todos teníamos que apoyar a Ulate en la campaña contra Calderón Guardia.

«A don Pepe yo lo conocí cuando estuve en la oficina de Alberto Martén. Es que don Alberto nos invitó a Eloy Morúa, a Virginia Martén y a mí a incorporarnos en su bufete. Estuve un tiempo, pero no me atrajo la práctica del Derecho.

«Conocí a don Pepe estando yo en el bufete. Era tan atractiva su personalidad, y llamaba tanto la atención por el éxito de sus empresas desde muy joven… En ese momento, don Pepe tenía unos 38 años. Después de su exilio lo traté más.

«Vienen las elecciones y la crisis posterior. Se genera la tormenta con el fraude y con la muerte del doctor Valverde. En ese momento, no estuve organizando el movimiento, pero mi papá sí.

«La asociación de banqueros quiso intervenir cuando ya se venía la guerra. Querían encontrar algo que pudiera evitar la confrontación armada pero que resolviera el problema político. Yo estaba en la asociación porque era miembro de la directiva del Banco Lyon, que era el único banco privado.

«Inmediatamente después de la muerte del doctor Valverde, mis dos hermanos se vinieron a caballo desde las fincas de Turrialba. En medio de la actividad que yo tenía, mi empeño era sostener un poco la cosa mientras tratábamos de buscar una solución.

«Pero don Pepe estaba en los últimos preparativos para la guerra. Mi papá me dijo ‘sus dos hermanos ya se fueron para La Lucha, vaya a darle una vuelta a las fincas para dejar las cosas organizadas’. El ya se iba para Cartago, para cooperar en la movilización de gentes a La Lucha.

«En ese tiempo, el recorrido hacia las fincas era en tren. Cuando venía de regreso, en el tren me enteré que había reventado la guerra. Al llegar a la estación de Túnel Camp, me encontré con un mensaje de mi papá, que me quedara en la finca hasta nuevo aviso, porque con seguridad me detendrían, pues, ya sabían que mis hermanos estaban en La Lucha. Había un control policial que no me iba a permitir llegar a San José.

«El mensaje me lo mandó mi papá con mi señora, mi primera esposa, que en paz descanse, Virginia Umaña Volio. Yo me había casado de 22 años. Me mandaron el mensaje con ella, quien vino acompañada por su papá, el doctor Rubén Umaña.

«Me fui con mi señora para la finca, y el doctor se regresó en el tren. Había mucho riesgo de captura. Había muchos presos en Cartago y en San José. El gobierno llenó las cárceles de gente de la Oposición. Y tras de todo, se descompuso un radio que era el único medio de comunicación que tenía la finca».

La toma de Limón

«Estuvimos allá hasta que tuve conocimiento de 1a Toma de Limón. Gracias a una información que me dio un empleado del ferrocarril, supe que mi hermano Hernán estaba de comandante en Siquirres. Bajé a la estación de Peralta, me comuniqué por teléfono con Siquirres, y me dijeron que ya teníamos el dominio en Limón.

«Tomé un motocar y me fui para Limón. Asumí la Secretaría de la Gobernación con don Alfonso Goicoechea, que fue el representante de don Pepe en la Legión Caribe durante la toma de Limón. En ese momento ya estaban luchando en Cartago.

«Al organizarse el gabinete, me nombraron director del Banco Nacional. En eso estuve hasta el año 53, que fue cuando don Pepe me nombró ministro, durante su segunda administración, y la primera por la vía electoral.

«Después del ofrecimiento de Don Pepe, le dije que no estaba seguro de que yo fuera la persona adecuada, y me dijo que sí, aunque admitió que personas que me conocían dijeron que rrii experiencia era para un puesto administrativo.

«Don Pepe me dijo que Daniel (Oduber) le dijo eso. Daniel lo que quería era que yo estuviera en el Consejo Nacional de Producción. Me duele decirlo, pero Daniel no quería que yo surgiera. Y o era Ministro de Hacienda y él era embajador itinerante en Europa, pero él hubiera preferido que me pusieran en el CNP y que yo no tuviera mayor incidencia en el gobierno.

«Me dijeron mis papás que Daniel llegó a hablarles para que me convencieran de que no aceptara, porque no me convenía. Les expliqué la propuesta de don Pepe, y les dije que ya la había aceptado.

«En el Ministerio de Hacienda hubo mucha actividad. Uno de los trabajos que me tocó llevar adelante fue la reforma del impuesto sobre la renta, para subir el impuesto máximo del 15 al 30 por ciento. También me correspondió una reforma de los contratos con la U nited Fruit Company.

«Conseguimos que aceptaran pagar el 30 por ciento y que cedieran en una cantidad de privilegios de importación sin aranceles que tenían. Los pusimos al mismo nivel que los empresarios nacionales.

«Lo del impuesto de la renta fue muy impopular, pero era necesario. Creamos el INVU, donde estuvo muy metido Rodrigo Carazo, quien era de los más jóvenes en el Centro de Estudio de los Problemas Nacionales. Por cierto que yo fui quien lo invitó a integrarse al Centro, al igual que invité a Fernando Volio Jiménez.

«Del grupo derivado del Centro de Estudio que cooperó en la preparación de la campaña para don Pepe, salió el proyecto del INVU, que aprobaron en el Congreso en el gobierno de Figueres. Rodrigo fue el primer gerente del INVU».

La traición de los leales

«Siendo ministro de Hacienda, don Pepe nos propuso al doctor Blanco Cervantes, que era su primer vicepresidente, y a mí, que lo pensáramos y que nos pusiéramos de acuerdo para que uno de los dos se postulara contra don Chico (Orlich) en el 58, para que no hubiera el fenómeno de candidatura única. Había que darle una oportunidad al partido de escoger un candidato en una contienda interna. El doctor Blanco Cervantes dijo que no le interesaba, que apenas terminara el gobierno quería volver a la lucha antituberculosa. Entonces, don Pepe me dijo que si yo aceptaba le hacía un servicio muy especial al partido y al país. Yo dije que sí, con la condición de que todo funcionara democráticamente, que fue lo que no pasó.

«Según don Alberto Cañas, don Pepe me estaba preparando contra Daniel. Don Pepe sabía que Chico me iba a ganar. Chico tenía 24 años de acción política. Pero la convención interna reforzaría al partido. Acepté sin mucha expectativa, alentado por don Pepe.

«Hace poco escribí un libro sobre mi vida, y se llama La traición de los leales, precisamente por esta circunstancia que me tocó vivir. Al comenzar la campaña, contaba con el apoyo de importantes dirigentes de mi partido, entre quienes se contaban otros cuatro o cinco ministros de don Pepe:

Femando Volio Sancho, Ministro de Gobernación; Fernando Valverde, Ministro de Seguridad; Mario Esquive} Arguedas, quien acababa de renunciar de Ministerio de Relaciones Exteriores; Domingo García, Ministro de Seguridad en sustitución de Fernando Valverde, y Rodrigo Soley, quien me sustituyó en el Ministerio de Hacienda.

«Don Chico era ministro de Obras Públicas, y también lo había sido durante la Junta Fundadora de la Segunda República, dentro de cuyo grupo también habíamos encontrado algún respaldo.

«Aparecieron varias muestras de apoyo que eran muy alentadoras, como una manifestación pública de la casi totalidad de los pilotos del 48 y personalidades populares, como la estrella de fútbol Catato Cordero.

«Entonces, los dirigentes sugerimos que se nos diera más tiempo. El proceso de asambleas de distrito se iniciaba en setiembre del 56, y las elecciones presidenciales iban a ser en febrero del 58. Pedimos que el proceso se desarrollara en el año 57, es decir, pedimos más tiempo, pero no nos lo dieron.

«En la segunda asamblea de distrito, en San Nicolás de Cartago, los resultados se veían muy favorables para mi candidatura. Por eso fue que hubo una gestión para alargar el proceso, pero fue rechazada por el partido.

«En las negociaciones internas, planteamos como un argumento de fuerza la posibilidad de que si nuestra petición se rechazaba nos retirábamos del partido, sin imaginarnos lo que iba acurrir.

«La verdad es que no me imaginé que me iban a obligar a irme. Como nos dieron la espalda, pensé que había que cumplir con la palabra. No me fui yo solo. Me fui con una plana de dirigentes, pensando que el partido necesitaba una decisión ejemplar, de criterio. Estábamos convencidos de que nos habían negado más tiempo por intereses políticos personales.

«Antes de irnos, nos reunimos con don Chico. Él dijo que no podía hacer nada, que la plana mayor ya estaba resuelta. Creo que él no se imaginó que nuestra salida fuera significativa. Lo convencieron de que no importaba. La campaña fue muy incómoda porque nos hablaban de traición», dice don Jorge.

Lo interrumpo para preguntarle si le parece que lo ocurrido sirvió de depuramiento para Liberación Nacional.

«Fue una experiencia que sirvió para que supiéramos que no debe volver a pasar. Ha habido otros alejamientos del partido, como el de Rodrigo Carazo y el de Otón Solís, pero han sido en circunstancias distintas.

«La campaña fue bastante normal, excepto por la fricción que se provocaba porque nos trataban de traidores. Los dos partidos luchábamos contra Mario Echandi. Fue una campaña de principios. Tanto en Liberación como en el Independiente luchábamos por los principios de Liberación. Los estatutos del Independiente eran idénticos a los de Liberación.

«Tanto que nadie del Independiente, prácticamente nadie, se retiró · de Liberación. Apenas terminó la campaña, todos volvimos. Y en uno de los periodos legislativos, el doctor Guzmán Mata fue presidente de la Asamblea Legislativa, siendo diputado del Independiente, porque entre los diputados de Liberación y los nuestros teníamos mayoría.

«Por ejemplo, nadie puede dudar del espíritu liberacionista de Femando Volio Jiménez, Ministro de Educación de Oduber, y Ministro de Relaciones Exteriores de Monge.

«Elegimos cinco diputados, Miguel Angel Dávila, Florentino Castro Monge, Femando Volio Jiménez, Femando Guzmán Mata y Juan Guillermo Brenes Castillo. Eran cinco entre propietarios y suplentes. Los suplentes sustituían a cualquiera que faltara. Eso hizo que los suplentes trabajaran todo el tiempo. Teníamos cinco votos».

Don Pepe

«En tiempos de Carazo, la situación de los negocios de don Pepe era muy mala. Entonces, Rodrigo, que mantenía una amistad y un cariño especial por don Pepe, me llamó y me dijo que le daba temor que las empresas de Figueres quebraran durante su gobierno, que me sugería intervenir para pedir ayuda en los bancos, puesto que su condición de presidente de la República le impedía a él hacerlo. Empecé a gestionar, fui a cantidad de actividades y visitas, y las gestiones me valieron una úlcera del duodeno.

«En una de las reuniones con la directiva del Banco de Costa Rica, los directores mostraron anuencia a pesar de que eran antiliberacionistas. Estaban más dispuestos a ayudar que lo que estuvieron los directores en gobiernos de Liberación.

«Don Pepe estaba en una situación tensísima. En medio de la espera, insultó al auditor del banco, Nereo Brenes, primo hermano del gerente, Boris Méndez. Es que los directores decían que Nereo no sé qué y que Nereo no sé cuánto. Don Pepe se vuelve y dice yo me meo en Nereo.

«Yo le dije, ‘Don Pepe, usted está atacando a quienes le van a ayudar. Me escucha y replica, ‘tiene razón, Jorge, yo estoy como los curas, porque los que van a misa se llevan la regañada por los que no van.

«Años después, Mario Echandi y yo estuvimos en la directiva de ENVACO. Mario me preguntó si era cierto que Rodrigo Carazo me había pedido que le ayudara a Pepe. Le dije que sí, y me contestó, ‘hombre, hizo muy bien Rodrigo'».

«Chanchadas» de la política

«Aproveché para contarle a Mario Echandi otro cuento de don Pepe. Un día estábamos almorzando, y decíamos que, en miras a las siguientes elecciones, el partido lo que necesitaba era tener de líder a un hombre honrado y limpio. don Pepe dijo, ‘¿saben quién es un hombre como el que necesitamos en el partido? Mario Echandi’.

«Yo me volví y le dije, don Pepe, ¿cómo va a aceptar el partido a Mario Echandi si usted alguna vez públicamente dijo que Mario Echandi había sido un pillo por siete generaciones?’. Entonces, baja los hombros, y me contesta, ¡ay! Las chanchadas de la política…

«Después del 66, me entusiasmé con la candidatura de don Pepe, me pareció que valía la pena apoyarlo, le di la colaboración que él quería, y me ofreció ser ministro o diputado. Yo le dije que no quería volver a la vida pública. A las semanas me volvió a preguntar, me dijo, ‘Jorge, total, ¿va al gabinete conmigo o no?, y le dije de nuevo que no, pero que le agradecía mucho su interés.

«Entonces me dijo, ‘bueno, ya que no quiere nada con la política, hágame un favorcito. Es que estoy pensando para la vicepresidencia en escoger a dos entre dieciocho personas que voy a mencionar.

«Entre esos que me dijo estaba Carlitos Sáenz Herrera, el doctor, a quien quería nombrar como primer vicepresidente. Ya el doctor Sáenz había sido segundo vicepresidente con don Chico, y el primero fue el doctor Blanco Cervantes, en ese momento vicepresidente por segunda vez, pues, primero fue vicepresidente con don Pepe.

«Me fui para donde el doctor Sáenz, y me dijo que no. Recuerdo sus palabras: ‘Jorge, viera que no, no quiero retirarme del hospital’. En ese momento, el doctor estaba empezando el trabajo del Hospital Nacional de Niños.

«Además, me dijo lo que significaba ser vicepresidente para él. Mire, Jorge, la verdad es que ser vicepresidente no me hace gracia. Es como andar subido en un pick up, pero sentado viendo para atrás. No puede uno ni hablar con el chofer ni ver el camino.

«Me hizo gracia el cuento. Le dije a Carlitos que, además, cuando uno ha desempeñado funciones, después no quiere nada con ese tipo de posiciones.

«Voy donde don Pepe, le cuento la cosa, y me dice entonces hágame un servicio al revés: a un amigo le han hablado, es pariente mío, y no quiero meter parientes, vaya a desanimarlo’. Apenas llegué me dijo ‘quiero ayudarle a Pepe. Es decir, que ese pariente de don Pepe sí quería ser vicepresidente.

«Yo empecé a decirle, ‘mirá, desde el Centro de Estudio de los Problemas Nacionales andamos metidos en política, ¿no te parece que hay que darle el campo a otros?. Y él seguía, yo no sé, si uno puede todavía… Aproveché para decirle que por ahí andaba el cuento de que lo querían nombrar vicepresidente. Me dijo que si se le ocurría a Pepe, él no iba a decirle que no. Y le pregunté, ‘si no se le ocurre a don Pepe, te resentís?’. Y me contestó que no. Así desanimé a ese amigo nuestro.

«Semanas después, estaba en casa con unos amigos, oyendo en televisión los detalles de la convención del Partido Liberación Nacional. Una de las personas que estaba de visita en mi casa, me preguntó ‘¿y usted no está metido?. Le dije que no, que no estaba, que prefería quedarme en la casa, porque ya no quería meterme en política.

«Y en eso sale don Pepe en la tele, y dice que para las vicepresidencias ha escogido, entre un grupo de amigos en los que pensó, en Aguilar Bonilla y en mí, él como candidato a la primera vicepresidencia y yo para la segunda vicepresidencia.

«Inmediatamente llamó Bruce Masís para decirme cuidado no aceptás. Y así un montón de amigos. Después hasta tuve que ir a explicarle al pariente de don Pepe que cuando le hablé de ese asunto, no sabía que yo estaba en la lista.

«En ese momento se dio otra maniobra de Daniel. Cuando acepté, don Pepe me dijo, de una vez, que quería advertirme que íbamos a tener problemas. Me dijo ‘cuídese, se lo digo de una vez, cuando propuse a Aguilar Bonilla y a usted, Daniel me dijo, ‘Pepe, hay torta, Jorge tiene problemas con el partido. Cuídese porque Daniel se le atraviesa a usted. Eso me dijo don Pepe.

«Un tiempo después de eso, iba oyendo un noticiero de radio, camino a la casa. El periodista chileno Arturo Cubillo dio una noticia que para mí no era cierta, lo llamé, y le dije que si tendría inconveniente en rectificar porque, a mi juicio, lo que estaba diciendo no era cierto. Me dijo llámeme dentro de un rato.

«Lo volví a llamar, y me dijo. vea, ¿usted sabía que cuando don Pepe lo escogió para vicepresidente. Daniel se opuso? Yo estaba a la par de don Pepe y me di cuenta cuando Daniel se acercó y le dijo que usted no era conveniente. Me hace mucha gracia porque don Pepe lo que le contestó fue que con el partido usted no tenía problema, que el problema era con él, con Daniel».

El peor don Pepe

«Me tocó estar en el gobierno más polémico de don Pepe. El más positivo gobierno de él fue el de 1953. No sé si don Pepe estaba cansado o si algunas de las gentes que él escogió no tenían todo el empuje.

«Estuve en desacuerdo con don Pepe por lo de Vesco. Pensé que no debía familiarizarse tanto. Fue un daño político para el país y para el partido, aunque no creo que haya un daño moral. No conocí ninguna anomalía.

«El doctor Aguilar Bonilla y yo visitamos a don Pepe. Le dijimos que cortara su relación con Vesco. Don Pepe discutió el tema con nosotros, expuso sus argumentos, y le dijimos que si no se apartaba de Vesco, nosotros renunciaríamos. Total, quedamos en que íbamos a darle más tiempo. Y al final nos quedamos en nada.

«Otra vez, don Pepe le redactó el texto de una carta a Vesco. Vesco publicó esa carta. Trascendió que fue el presidente y se armó un escándalo. Un día me dice don Pepe, vea, Jorge, le voy a contar algo, pero no se enoje, un señor González, de Alajuela, al que le dicen Carne Asada, me dijo que fue usted el que dijo que yo había escrito la carta. Llamé a González, y le dije que según don Pepe vos decís que yo te dije y yo no te dije nada. Me contestó, no, don Jorge, no se preocupe, yo lo que dije es que un alto funcionario había dicho, y como todos son chiquitillos, sólo usted es alto, por eso es que don Pepe dice que fue usted.

«Recuerdo que en otra ocasión, le dije a don Pepe: ‘mire, don Pepe, la guerra del 48 tenía como objetivos recuperar la libertad electoral y recuperar el orden público. En esos dos objetivos, no hay duda que el partido ha cumplido. Pero, el otro objetivo era la lucha contra la corrupción. Don Pepe, ¿cree que el partido es totalmente limpio?. En esa ocasión me dijo que no.

«Le dije que la cachucha que tenía ahí y la pistola irían para el museo, pero que teníamos que ir más allá. Le insistí en el tema de la corrupción: ‘Don Pepe, ¿usted puede nombrarme diez personas sanas en el partido?’, le pregunté. Me contestó que sí. Empecé a mencionarle muchos nombres, y sólo me dijo que sí en tres casos. Entonces me admitió que él no conocía ni a diez dirigentes liberacionistas que fueran sanos y limpios.

«Otra vez, le dije, ‘Don Pepe, usted me dijo que le podía hablar de cualquier cosa, ¿eso sigue todavía?. Me dijo que sí. Entonces, le comenté lo siguiente:

‘Don Pepe, ¿usted no se ha puesto a pensar en todo el bien humano que ha hecho en el país? Eso viene de lo que aprendió en su casa, formado con criterios cristianos definidos, no sé si se ha puesto a pensar que fue esto lo que lo formó y no la universidad. Don Pepe asentía con la cabeza.

«Entonces, le dije, ‘Dispense, don Pepe, usted y yo nos podemos morir, y yo quiero preguntarle, ¿por cuál puerta va a salir, por la que salieron su papá, su mamá y su hermano Toño, o por la otra puerta? .

«Fue a partir de ese momento que empezamos un proceso por convencerlo hasta que se confesó y comulgó. La segunda etapa, antes de que nos dijera que sí, fue porque otro amigo de don Pepe me dice ‘mirá, ¿por qué no le hablás a Pepe?’ Él quería que yo lo convenciera, porque a él no le había hecho caso.

«Entonces le conseguí una cita al padre Mata, padrino mío de confirma y calderonista de hueso colorado. Le hablé a don Pepe, le dije que el Padre quería saludarlo y me dijo que sí. Le conseguí una cita. Yo le dije a don Pepe que él quería hablarle. Tráigaselo por aquí, me dijo don Pepe. En cuanto llegamos, le dice don Pepe, diay, Matica, ¿siempre tan mariachi ?’. Con sólo eso se paseó en todo.

«No me quedé quieto. Inventamos presentarle al padre Alberto Casals, que es catalán. Fuimos, se saludaron en catalán, y le dice don Pepe, en castellano, ‘Padre, no sé si usted sabe, pero yo en religión soy muy cachivolteado. Don Alberto le contestó mi papá era igual. Pero después empezó a preguntarle en catalán, y poco a poco, con el pretexto de que practicara el idioma, el padre Casals lo fue metiendo en las ideas del Señor».

NOTA: Extractos tomados de la colección de diez libros «Conversaciones con la historia», del periodista Camilo Rodríguez Chaverri. Son textos completos de entrevistas publicadas en los periódicos OJO, El Guapileño, Viva Limón, Cartago vive, Viva Turrialba, Huetar Norte, Viva Siquirres, Cariari vive y Ventanario.

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