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En las elecciones presidenciales de 1958 el abstencionismo alcanzó el 32,3%, en ese contexto, Mario Echandi Jiménez, candidato del Partido Unión Nacional (PUN), obtuvo el triunfo electoral. Algunos factores alrededor de esta victoria fueron el apoyo del Partido Republicano Nacional (PRN), cuyo primer candidato a diputado por San José era Rafael Ángel Calderón Guardia, quien a diez años de la Guerra Civil de 1948 se encontraba exiliado en México. Además, el Partido Liberación Nacional (PLN) había sufrido una fragmentación debido a la salida de Jorge Rossi, quien fundó el Partido Independiente (PI). De esta forma, el traspaso de poderes, como ritual político, marcó la salida de José Figueres Ferrer y de los vencedores del Ejecutivo, mientras que el nuevo gobierno representó la llegada de un político vinculado de manera indirecta con el conflicto bélico de 1948.
De hecho, Echandi representaba a una víctima más de la violencia política ejercida por los vencedores pues, en febrero de 1955, junto al diputado Guillermo Jiménez Ramírez, había sufrido la expulsión de la Asamblea Legislativa y la suspensión del ejercicio de su cargo luego de ser acusados de traición a la patria, sedición, rebelión y complicidad con el sector que invadió el el territorio costarricense ese mismo año. Como muestra de apoyo, la minoría legislativa decidió dejar sus labores durante ocho meses.3 En su discurso de defensa, el diputado Jiménez Ramírez denunció: «Pueden ustedes levantarme la inmunidad, pueden encarcelarme y cebarse en mí, que yo en eso solo veré la continuación de la persecución del figuerismo contra sus oponentes».4
Finalizada dicha sesión parlamentaria, Echandi fue perseguido por un grupo de gobiernistas deseosos de causarle daño, hasta el Club Unión donde se resguardó. Días después, el 3 de febrero de 1955, su oficina fue incendiada junto a un depósito de madera de su propiedad, afectándose también un taller de ebanistería contiguo.5 Este incidente fue recordado en 1959 por el mismo Echandi con las siguientes palabras: «…de todos los escombros, el pueblo me sacó y hoy me tiene en la Presidencia».6 Al respecto, Charles Ameringer, apuntó que Echandi «pasó de ser un político con pocos seguidores a convertirse en un héroe de las fuerzas antifigueristas».7 Sin duda, en esta transformación tuvieron gran importancia los ataques contra él, pues lo acercaron a los sectores perdedores de la Guerra Civil de 1948.
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