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Memorias Comunistas sobre la Guerra Civil de 1948

4. La capitulación

Según el folleto de la CPPVP publicado en 1948, la capitulación del gobierno de Picado se dio a espaldas del calderonismo y el comunismo y se arregló pidiendo “garantías de vidas y haciendas para los que habían sido amigos del Gobierno”.70 De acuerdo con esta narrativa, Manuel Mora fue entonces llamado a la embajada mexicana y allí se enteró de la capitulación y de que la guerra era expuesta internacionalmente como un conflicto liderado por los comunistas en armas. En ese contexto, la amenaza de una invasión somocista se volvió más aguda lo cual, de acuerdo a este folleto, convenció a Mora de la necesidad de un arreglo. Así se expone este episodio:

No le quedó otro camino —informó luego el compañero Mora— que aprovecharse de la circunstancia de que la mayoría de los soldados de la fila eran vanguardistas para tratar de reabrir negociaciones con el Cuerpo Diplomático, dirigidas a asegurarle algunas garantías a la clase trabajadora; y actuó inmediatamente en la línea de sacar el mejor partido posible de una derrota que no estábamos ya en capacidad de impedir, porque era obra evidente del Departamento de Estado”.71

Inmediatamente, se adjunta a este documento una carta de Teodoro Picado dirigida a Manuel Mora y a Calderón Guardia en la que el presidente explica que su renuncia a continuar con la guerra se debía a “fuerzas incontrastables” y a un posible “vejamen” al que el país sería sometido si el conflicto continuaba unos días más.72 Aunque la carta está fechada el 1º de abril de 1948, los comunistas no indican qué día habría Manuel Mora recibido la misiva. En 1955, Ferreto, Fallas y Mora anotan que las “fuerzas incontrastables” provenían de una amenaza de invasión al país, hecha por el Secretario de Estado norteamericano, quien se habría comunicado con Picado para hacerle saber su preocupación por la actividad comunista en Costa Rica.73

Hacia 1958 Manuel Mora recuerda esos hechos asegurando que los comunistas tuvieron que aceptar la capitulación de Picado para evitar una invasión al país de “ejércitos de otros países”.74 En cambio, en 1977 Mora cambia el orden de los sucesos relatados de forma que Picado ya había capitulado para el momento de la reunión en Puntarenas, en la que se le comunicó el trato con Somoza. En este orden Picado no podría haber renunciado cuando se enteró de la invasión de “fuerzas incontrastables” al país, una revelación que se habría hecho entre el 17 y el 19 de abril, por lo que Mora sustituye en su narrativa a Picado por el embajador mexicano, quien aparece como aquel que dio a conocer la noticia de la invasión somocista y de la posible movilización de marines estadounidenses por la zona sur.75 A su vez, el líder comunista también indica que el embajador estadounidense Nathaniel Davies, le habría asegurado que la Guardia Nacional nicaragüense abandonaría el país inmediatamente si los comunistas deponían las armas, algo a lo que él respondió con una condición: otorgarle garantías a su partido.76

La evidencia disponible muestra que Picado solamente capituló oficialmente el 19 de abril de 1948, al firmar el conocido Pacto de la Embajada de México. El testimonio del mismo Picado es esclarecedor al respecto. De acuerdo con lo apuntado allí, el 13 de abril de 1948 Picado recibió una carta firmada por Figueres y dos de sus principales seguidores en la que le exigían una rendición incondicional y su nombramiento como designados a la presidencia. Picado indica que ese mismo día, él contestó negativamente a esa carta, especialmente porque se negaba a dejar en manos de los rebeldes el poder de forma incondicional. Empero, este contacto permitió la iniciación de las conversaciones en la Embajada de México que finalmente llevarían a la negociación de la paz.77

No está claro si la carta de Picado a Calderón y Mora, reproducida en el folleto de la CPPVP de 1948, haya sido alterada en su fecha por los comunistas con alguna intencionalidad o si se trató solo de un error tipográfico. Lo cierto es que al rescatarla en su denuncia del incumplimiento del Pacto de la Embajada de México, Picado la reproduce como escrita el 18 de abril de 1948 y no el 1º de abril como aseguraba la CPPVP. La fecha proporcionada por el presidente que capitulaba está más a tono con el proceso de las negociaciones y con la sentencia de que “fuerzas incontrastables” eran las que lo obligaban a renunciar.78 Justamente, la referencia a dichas fuerzas se constituyó en uno de los misterios ligados a la capitulación. Los testimonios comunistas, como se indica arriba, tendieron a interpretar la presión del Departamento de Estado, como la fuerza oculta detrás de la frase de Picado. Al hacerlo así, el rompecabezas vanguardista que apuntaba hacia una conspiración venida desde Washington adquiría mejor forma.

El primer estudio historiográfico sobre la Guerra Civil de 1948 descartó la explicación comunista. En ese sentido, para Oscar Aguilar Bulgarelli las fuerzas a que hacía alusión Picado podían referirse a “una fuerte invasión proveniente de Guatemala que ayudara a Figueres y a los emigrados de los países del Caribe… motivado esto por la invasión de Nicaragua a favor del Gobierno”.79 El desprecio por la versión vanguardista de parte de Aguilar (algo que repetirá con respecto al Pacto de Ochomogo), no fue asumido por otros estudiosos del tema. Al respecto, al analizar la Guerra Civil casi en perpendicularidad con el esfuerzo de Aguilar, el investigador estadounidense John Patrick Bell confió en el testimonio caldero-comunista para asegurar que la capitulación de Picado se había dado como respuesta a la invasión somocista del noroeste del país y a la posibilidad de un movimiento de marines desde el sur.80 Lo mismo asumieron como real los historiadores Gerardo Contreras, José Manuel Cerdas, Jorge Mario Salazar y el sociólogo Manuel Rojas, entre otros.81 Incluso los investigadores que han inspeccionado los documentos confidenciales del Departamento de Estado, al dejar sin resolver la cuestión de la invasión de marines, han planteado que esa posibilidad no se puede descartar.82 Lo cierto del caso es que junto al ambiguo testimonio de Teodoro Picado, fue una afirmación hecha por el historiador Ricardo Fernández Guardia en un libro de historia para escolares y colegiales, la que le proporcionó el peso suficiente al testimonio comunista sobre la invasión de marines, para ser aceptado como un hecho real.83

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