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San Isidro de El General ciudad mártir

San Isidro de El General ciudad mártir

San Isidro de El General
Ciudad mártir

Por Romilio Durán Picado

EL MOTIVO DE ESTA PUBLICACIÓN

Cuando ocurrió el deceso de mi marido, guardaba listo para ser editado, el manuscrito de esta obra

Gracias a las reiteradas instancias de sus muchos amigos y compañeros, que le quieren profundamente y aprecian el valor de su trabajo, como también a mi propio convencimiento de su mérito, llegamos a la decisión de que ésta no podía quedar en el ámbito privado y que debíamos entregarla al conocimiento del público.

Por eso, con orgullo y correspondiendo al sentido anhelo de aquellos, entrego esta tarea póstuma de Romilio.

Nana Zamora Sánchez de Durán

San José, setiembre de 1994

INTRODUCCIÓN

Respondo a don José Figueres Ferrer, quien expresa en su libro EL ESPÍRITU DEL 48: «A todos los que jefearon esos episodios o fueron modestos participantes, les ruego que escriban ellos mismos su verdad específica sobre la gran gesta nacional. Por eso he querido que los derechos de autor de este libro sirvan, algún día, para cubrir los gastos de esas publicaciones. Para que no olvidemos, aunque de corazón perdonemos».

Como participante, siento la obligación de narrar los episodios de la revuelta de 1948 que se desarrollaron en ese sacrificado y valiente pueblo de San Isidro de El General. Ahí se inició la lucha armada al amanecer del doce de marzo y ahí terminó, con la batalla del veinte de abril. Mientras todos los pueblos de Costa Rica celebraban con alegría la caída del nefasto régimen caldero-comunista, en San Isidro se recogían cadáveres.

En estas páginas pretendo dar a conocer mis recuerdos y mis sentimientos, que comparto con numerosos campesinos que empuñaron el arma para ir al rescate de la libertad, de la paz, la honestidad y la pureza del sufragio, derechos que habían sido mancillados y burlados por quienes sólo buscaban satisfacer la codicia y la ambición de poder. Al escribir quiero salir al paso, con los hechos, a aquellos que ahora los distorsionan y pretenden confundir a las nuevas generaciones. Bien dice en el prólogo del libro mencionado el Reverendo doctor Benjamín Núñez Vargas: «La guerra civil del 48 no la declaró ni la promovió ni la precipitó la oposición al régimen caldero-comunista, Esa guerra civil, con todo el dolor que trajo, tampoco la precipitó, ni la provocó ni la declaró José Figueres. La guerra civil de 1948 fue provocada, fue causada, fue declarada por el régimen nefasto de los ocho años al pueblo costarricense. El pueblo, bajo el liderazgo de José Figueres, no hizo otra cosa que responder, con energía y heroísmo, al reto de una guerra que le había declarado el régimen caldero-comunista. La violenta represión, desde el segundo año del gobierno del Dr. Rafael Angel Calderón Guardia y acentuada luego, fue la que provocó, como respuesta inevitable, la violenta indignación del pueblo costarricense.

Sean estas palabras mi reconocimiento a todos los excombatientes y van con especial cariño y aprecio a los generaleños que arriesgaron sus vidas y a los que la ofrendaron. Gracias a ellos, los costarricenses disfrutamos de una democracia con paz, libertad y justicia social.

Posiblemente en este relato no aparezcan algunos nombres y hechos, por lo que ofrezco disculpas y pido perdón. Lo escrito, va con sinceridad y con apego a la verdad. Es lo que viví y aconteció a mi alrededor.

Este esfuerzo lo dedico con todo cariño a mis hijos y a mis nietos.

R. D. P.

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El Espíritu del 48
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