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Costa Rica en la década de 1940-1950

IV. LAS ELECCIONES DE 1948

La campaña electoral no fue nada extraordinaria en cuanto a la posición de los partidos, pero no se puede negar que fue el antecedente más directo e inmediato de la revolución.

Estos en ningún momento trataron de encauzarla a través de planes concretos de trabajo, y se siguió la misma rutina que en otros procesos electorales: publicación de listas interminables de adhesiones, fotografías de las reuniones en plaza pública, y claro, no podía faltar el vilipendio para el opositor”52.

Uno de los puntos de mayor discusión de esta campaña es lo referente a las irregularidades del Registro Electoral, como atraso en los trámites, inscripción de fotografías que no correspondían a los nombres que se inscribían, retiro de documentos sin previa identificación, falsas constancias de nacimiento, fotografías diferentes de la misma persona, etc.

Realizadas las elecciones el domingo 8 de febrero de 1948, el resultado de las mismas fue el siguiente: partido Unión Nacional con la candidatura de don Otilio Ulate, 54.931 votos; partido Republicano Nacional con la candidatura del Dr. Rafael Angel Calderón Guardia, 44,438 votos, Para diputados los tres partidos más importantes se repartieron la votación mayoritaria”53.

Al día siguiente de las elecciones, 9 de febrero, sucede una serie de acontecimientos entre los que sobresale la negativa del Dr. Calderón Guardia de reconocer las elecciones del señor Ulate. Parte de la documentación electoral que se encontraba en el edificio del Colegio Superior de Señoritas fue devorada por un incendio. Esto motivó recíprocos ataques de ambos bandos de que en esa forma ocultarían el fraude que se había cometido. El 12 de febrero, centenares de gentes se lanzaron a las calles, bajo el grito de “queremos votar”, además de una serie de acontecimientos que resultaría largo relatar.

El 28 de febrero de 1948, el Tribunal Nacional Electoral, sin terminar aún el recuento de los votos, declaró electo provisionalmente a don Otilio Ulate, salvo el voto de don Max Koberg Bolandi, miembro del Tribunal. Ante esta situación, la nulidad de las elecciones era evidente, por lo cual la decisión pasó a manos del Congreso, el que se pronunció el 8 de marzo de 1948, decretando la nulidad de las elecciones54.

Desde fines del siglo XIX, los ciudadanos costarricenses tuvieron un alto concepto de la inviolabilidad del sufragio y del procedimiento electoral, principios que tenían por base política de la república. No obstante, había una serie de técnicas de manipulación y de fraude abierto que se practicaban con regularidad suficiente como para llegar a formar parte del propio procedimiento electoral”55.

Considera el Dr. Camacho que la corrupción y el fraude no eran empleados en Costa Rica, pero que como esta elección no convenía a las clases conservadoras, entonces fue utilizado como elemento movilizador para desatar una guerra civil56.

LA GUERRA CIVIL

“La Guerra de Liberación Nacional” es el nombre con que se ha conocido desde 1948, la revuelta encabezada por don José Figueres, que dio por resultado la caída del gobierno del Lic. Teodoro Picado y que pusu fin a la hegemonía que ejerció en el gobierno por espacio de ocho años, la figura del Dr. Rafael Angel Calderón Pero además, este movimiento armado dio origen a una Junta de Gobierno, presidido por el propio señor Figueies, que se dio el inexacto nombre de: Junta Fundadora de la Segunda República. Queremos adelantar aquí, ya que nos encargaremos de ello más adelante, que este nombre para nosotros es ridículo, En nuestro país, el gobierno de los dieciocho meses no constituyó una renovación tan violenta como la que se trata de aparentar con aquella denominación.

Por otra parte, lo que se ha dado en llamar Revolución de 1948, no fue más que como dice Germán Arciniegas, “un tiroteo al que se 1c ha dadu el nombre de Guerra de Liberación Nacional57.

Las causas más importantes de esta guerra civil fueron:

1.- Entre las causas internas, la más importante es la nulidad de las elecciones de 1948.

2.- La importancia que había tomado el partido Comunista en nuestro país.

3.- Según Juan Bosch, la principal causa fue que en nuestro país no existían posibilidades de progresar. No se puede dudar de que monseñor Sanabria, trató por todos los medios de evitar la guerra, pero desgraciadamente, sin resultados positivos.

Sería demasiado largo hacer el relato de la lucha armada; sin embargo, transcribiremos lo que refiere don Rafael Obregón en su obra Conflictos militares y políticos de Costa Rica, sobre este tópico: “En marzo de 1948, en su finca ‘La Lucha’, situada en las montañas que están al sur de la capital, don José Figueres Ferrer, con unas pocas armas y un número reducido de hombres, se levantó en armas contra el Gobierno”.

En la madrugada del día 12 de marzo cayó en manos de los revolucionarios la población de San Isidro de El General, y poco después se apoderaban de dos aviones del servicio regular de Taca que aterrizaron en ese lugar.

Esa misma mañana hubo un encuentro entre unos revolucionarios situados en la carretera Panamericana y un jeep del gobierno que realizaba una exploración por esos lugares.

En la tarde del mismo día, un grupo de revolucionarios situado en el lugar llamado “La Sierra” sostuvo un fuerte combate con la llamada Unidad Móvil, los primeros con armas insignificantes y la segunda con blindados y buenas ametralladoras. La posición de los primeros era muy estratégica, mientras que la Unidad Móvil combatía desde la carretera, situación desde luego muy desventajosa. Después de algunas horas, ésta tuvo que retirarse hacia Cartago, casi destruida, y con muchos muertos y heridos.

Inmediatamente que fue tomada la población de San Isidro de El General, y en posesión los revolucionarios de dos aviones, como dijimos anteriormente, salieron éstos rumbo al norte.

En la mañana del día siguiente (día 13) regresaban trayendo el armamento, y venían también con ellos, a colaborar en el movimiento revolucionario.

Para aplastar la revolución fue lanzado, el día 13, contra “La Lucha” un ataque muy intenso, que de haber durado un poco más hubiera liquidado a los revolucionarios que casi no tenían armas. Pero, como el día terminaba, y temiendo alguna celada en aquellos lugares que no conocían bien, las fuerzas del Gobierno decidieron retirarse hacia Frailes para pasar allí la noche. Esta actitud los perdió, porque en ese intervalo llegó de San Isidro de El General el equipo bélico. Temprano de la mañana del día siguiente se reanudó el combate, que terminó algunas horas después con la derrota total de las fuerzas del Gobierno.

Esa misma noche, los revolucionarios se trasladaron más hacia el sur, instalando su cuartel general en Santa María de Dota. Pero creyendo el Gobierno que éste se encontraba en San Isidro de El General, lanzó sobre ese lugar sus más fuertes ataques.

Tropas por el lado del puerto de Dominical atacaron San Isidro. Estas fuerzas eran muy numerosas y lograron apoderarse de la mitad del pueblo. La otra mitad estuvo defendida durante muchas horas por un grupo de rebeldes metido en una trinchera construida en una de las esquinas de la plaza.

Las fuerzas gobiernistas fueron batidas y se recapturó la población. La batalla fue dura y presentó aspectos de gran interés. En esta batalla, dice el coronel Ramírez, “se emplearon todas las reglas y tácticas de combate inherentes a las grandes batallas; se definen claramente las distintas fases del combate; se emplean movimientos de avance, de flanqueos y de infiltración; se lucha cuerpo a cuerpo por capturar nuevas posiciones, protegidas las fuerzas de asalto (enemigas) por tres aviones que bombardean y ametrallan nuestra línea por más de una hora para romper nuestra resistencia, se planean movimientos envolventes de retaguardia, etc.”.

Sobre la carretera Panamericana, y en el sitio llamado “F.1 Empalme”, se había situado una columna revolucionaria, que tenía por propósito detener el paso hacia San Isidro. Las fuerzas del Gobierno atacaron allí con toda clase de armas. Después de un día entero de bombardeo el Gobierno tenía localizadas las posiciones revolucionarias y al concentrar el fuego sobre ellas, amenazaba destruirlas. Mas de pronto, los revolucionarios, iniciaron un fulminante contraataque, que rápidamente convirtió en victoria lo que antes amenazaba ser una derrota.

Un día comenzó por fin la marcha de 600 hombres hacia Cartago. Fue esto uno de los episodios más importantes y de mayor audacia de la contienda. El Gobierno poseía dos puntos fuertes: Casamata, en la carretera Panamericana y Frailes, hacia el oeste; entre estos dos puntos se extendía una línea de combate que era patrullada continuamente. Los revolucionarios tuvieron que cruzar esta línea recorriéndola por más de 300 metros con el peligro de ser descubiertos y aniquilados. La larga columna revolucionaria recorría las partes bajas donde podía ser blanco fácil de las ametralladoras del Gobierno en caso de ser descubierta.

Uno de los peligros máximos estaba en que los revolucionarios traían únicamente el parque que cada uno podía cargar, y que apenas podría alcanzar para un día de combate fuerte. Cualquier batalla antes de entrar a Cartago, o dentro de esa misma ciudad, o la del Tejar si se hubiese prolongado hasta el día siguiente, hubiera terminado con la revolución por el agotamiento del parque.

En las primeras horas del día 12 de abril cayeron sobre la ciudad de Cartago que pronto quedó en poder de los revolucionarios, con excepción del cuartel que resistió hasta la madrugada del día 15 en que capituló, firmándose una acta entre el señor Figueres y el comandante del cuartel en esc momento, general don Roberto Tinoco.

Cuando las tropas del Gobierno situadas en la carretera Panamericana se dieron cuenta de que los revolucionarios se habían trasladado a Cartago, trataron de hacer lo mismo, pero aquéllos les salieron al encuentro en la población de San Isidro de El Tejar, y allí tuvo lugar la batalla más sangrienta de la guerra civil (13 de abril), saliendo derrotadas las primeras y dejando gran número de muertos y heridos.

Mientras tanto la ciudad y puerto de Limón había caído (día 11) en poder de una columna revolucionaria bautizada con el nombre de “Legión Caribe”, al mando del mayor Horacio Ornes, y una operación aérea que en su clase fue la primera realizada en el continente americano. Días después tuvo lugar en esa zona la llamada batalla de Moín, cuyo resultado aseguró el triunfo de los revolucionarios.

No podemos terminar esta rápida relación sin dejar de mencionar algunos hechos importantes, como los siguientes:

El mismo día que estalló la revolución en el sur, otro grupo se alzó en el norte al mando de don Francisco Orlich Bolmarcich, y el día 12 de marzo a las 8 de la noche, atacó la Jefatura de la ciudad de San Ramón, sosteniendo desde varios puntos y desde el altozano de la iglesia un largo tiroteo. El señor Orlich con sus hombres se retiró más hacia el norte, y allí permanecieron varias semanas, hasta que aviones revolucionarios los trasladaron del aeropuerto de Altamira a San Isidro de El General, donde se unieron al grueso de las fuerzas de Figueres y tomaron parte en la marcha hacia Cartago.

Citaremos también el combate de San Cristóbal Sur, al principio de la revolución, la toma de la Sierra por las fuerzas del Gobierno que casi les da el triunfo, el combate de Llano Grande que salvó el flanco norte después de la toma de Cartago, el combate en el Alto de Ochomogo; el del Apagón (en Puntarenas); el combate de Tarbaca, muy importante porque hizo creer que fuerzas numerosas de los revolucionarios amenazaban a San José por el sur; el ataque de Ciudad Quesada y la segunda batalla de San Isidro de El General, después de la rendición en que hubo bastantes bajas de ambos lados.

No puede omitirse tampoco la actuación del grupo que después se llamó Batallón Carlos Luis Valverde: dicho grupo con pocas armas pero con mucha dinamita, acuartelado secretamente en la finca de don Hernán González Gutiérrez y bajo la jefatura de don Marcial Aguiluz, estuvo dinamitando las plantas eléctricas de la Meseta Central con la confusión consiguiente, llegando su audacia hasta atacar la planta de Tacares matando a uno de los guardas y volando una locomotora del Pacífico con contacto eléctrico manejado a unos pocos metros de distancia. Más tarde, la mitad del grupo que no tenía ningún contacto con las fuerzas de Figueres, se trasladó a pie desde la Guácima de Alajuela hasta Santa María de Dota, apenas con el tiempo suficiente para tomar parte en la marcha sobre Cartago”58.

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