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Rodrigo Facio: Pensamiento y acción

II. IDEAS POLÍTICAS

a) Rodrigo Facio es el hijo único de un típico hogar de clase media, con los dos padres educadores. Llega al Liceo de Costa Rica en 1931, el año en que muere su padre, en el último gobierno de don Cleto González Víquez; tres meses después se fundará el Partido Comunista de Costa Rica. En estos días se proclama en España la República, y en los años siguientes Franklin D. Roosevelt será electo Presidente de los Estados Unidos y tiempo depués anunciará su renovadora política del New Deal. En los últimos años del Liceo es alumno de dos jóvenes profesores recién llegados de Chile, que vienen llenos de entusiasmo y de saludables ideas de progreso social: Isaac Felipe Azofeifa y Carlos Monge que remueven en él inquietudes Políticas. Seguramente lee el Repertorio Americano que publica don Joaquín García Monge y que su padre recibió siempre; en esta revista conoce las ideas y la personalidad de Víctor Raúl Haya de la Torre, las prédicas contra el nazismo amenazante, las campañas contra las dictaduras latinoamericanas y, desde luego textos literarios de Costa Rica y del mundo. Ingresa a la Escuela de Derecho en 1936, el año de la guerra civil española, y es fervoroso partidario de la República. Es un joven inquieto de ideas izquierdistas, pero aferrado en forma indeclinable a la libertad política. La experiencia costarricense y latinoamericana lo hace rechazar instintivamente la dictadura -todo tipo de dictadura- aunque desde estos años juveniles considera que la libertad política sin seguridad económica es un concepto vacío. Su pensamiento va madurando rápidamente y en 1937 envía sus primeros poemas al Repertorio Americano (Echeverría, Evelio: Indice cit., Tomo III), en sus años de la Escuela de Derecho ocurren en América Latina hechos que van a interesarle profundamente: en Colombia, los presidentes Alfonso López y Eduardo Santos llevarán adelante transformaciones muy importantes con su Partido Liberal, y en 1938 el presidente de México Lázaro Cárdenas expropia la riqueza petrolera en beneficio del Estado. Al terminar el sexto año, de derecho, en 1941 ya ha leído sistemáticamente a los autores más representativos de liberalismo, marxismo y el socialismo democrático, como lo prueba su tesis de grado «Estudio Sobre Economía Costarricense». Y cuando cursa el quinto año, en 1940, organiza junto con otros compañeros de generación el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, al que nos habremos de referir más adelante.

b) El liberalismo en los años 1940-41 analiza extensamente el tema del liberalismo en Autoridad y Libertad, una serie de trece artículos publicados por la Revista Surco, del Nº 1 al Nº 13 (de septiembre 1940 a junio 1941); los diez primeros artículos los firma con seudónimo (Gastón Miralta), y los últimos tres con su propio nombre. Distingue entre el liberalismo político y el liberalismo económico; no tiene miedo a la palabra liberal, que entonces no asusta con los significados un tanto oscuros de nuestros días. Al fin y al cabo, un partido político renovador y progresista realiza en Colombia transformaciones muy importantes, y en Costa Rica valoramos los aspectos positivos de la generación liberal de 1889, respetuosa de la civilidad y de la libertad política aunque un tanto desinteresada del progreso social.

Desde el primer artículo de Surco se revela la honda condición de costarricense de este estudiante de 5º año de Derecho, más interesado en los problemas concretos de su país que en almacenar nociones teóricas o eruditas:

«Y es que no queremos caer en esa dualidad – hoy tan corriente de poner máximo interés en las doctrinas que se debaten y los hechos que se suceden en Europa, y desentenderse al mismo tiempo de las urgencias de nuestra organización nacional; de ser apasionados demócratas en París y en Londres, y conformarse mientras tanto, abúlica o aprovechadizamente, con nuestra aun muy imperfecta democracia» (Surco Nº 1, sept. 1940). Habla del «sistema liberal» casi como equivalente de «instituciones democráticas» pero insistiendo en las fallas del liberalismo económico, según lo ha demostrado el desarrollo histórico del mundo.

Identifica «democracia costarricense, con «régimen liberal», criticando sus aspectos negativos y señalando que «los auténticos demócratas» deben oponerse «a las promesas de felicidad social negras y rojas, con un vigoroso programa de rectificaciones del liberalismo (Surco Nº 7, Dic. 1940).

Afirma claramente que el régimen liberal ha producido:

«… los más grandes absurdos en la organización social: a la par de la riqueza en manos cada vez más pocas, la formación de una cada vez más extensa clase propietaria…» (Surco Nº 3, Oct. 1940).

Critica con dureza los aspectos negativos de nuestra democracia liberal; salvar a ésta significa «hacer conciencia, sobre la teoría y la práctica de los sistemas autoritarios o totalitarios, y transformar en un amplio sentido social…las instituciones que nos legaron los mayores» (Id.).

En el momento en que se van publicando los artículos de Autoridad y Libertad -primeros años de la segunda guerra mundial- el autor critica al liberalismo tradicional y a los sistemas totalitarios de izquierda y de derecha -comunismo y nazi-fascismo-. El joven estudiante de Derecho busca el camino de la democracia social, que conserve los valores de la libertad política complementados con la justicia social. Insiste en este punto de vista; si hay peligro de que las dictaduras se impongan en el mundo -y en este momento se están imponiendo- «… no es porque el liberalismo haya cumplido ya su rol histórico y sea inadecuado a las necesidades técnicas y sociales actuales, sino porque el liberalismo, cuya existencia es y será básica para el mundo, moral y económicamente, aun por mucho tiempo, ha venido incumpliendo su auténtico papel» (Surco Nº 6, Nov. 1940).

Es urgente, pues, una «rectificación decidida y pronta».

En los últimos artículos de Autoridad y Libertad señala los errores teóricos y prácticos del liberalismo, que «… han detenido -para definitivamente- el desenvolvimiento de un gran movimiento sociológico» (Surco Nº 13, Junio 1941).

En la tesis de grado Estudio Sobre la Economía Costarricense publicada en 1942 por la editorial Surco hace algunas referencias al tema del liberalismo. Habla allí del «régimen liberal» como equivalente a «régimen civil» oponiéndolo en nuestra historia a las dictaduras castrenses anteriores a don Tomás Guardia (Obras de Rodrigo Facio, Tomo I, Edit. Costa Rica, 1972). Se refiere a las reformas liberales en Costa Rica de 1884 y 1888 que buscan «estructurar un gobierno netamente civil, sin interferencias eclesiásticas, religiosas ni de otro orden» (Ibid, pág. 66), pero que establece un «laissez faire» que «en la práctica se traduce en un casi absoluto desinterés por los fenómenos colectivos» (Id.). Critica los liberales de 1889 por haber incurrido en «un olímpico y equivocado individualismo» (Id.); su criterio liberal «…buscaba la libertad económica, la libre competencia y la libre contratación y la caída de monopolios y privilegios jurídicos» (Ibid, pág. 67).

Más adelante, en la misma obra que examinamos, habla de «…un criterio liberal constructivo moderno, según el cual el Estado no debe ni desentenderse en un criminal «laissez faire» de los resultados de la economía… ni intervenir arbitrariamente en su funcionamiento» (Ibid.., pág. 171).

Poco después del «Estudio…» habla de nuevo de «liberalismo constructivo» como de un modo evolutivo y humanista de llegar a la democracia social» (Surco Nº 30, Dic. 1942, pág. 20). Es muy significativo que en este momento ese liberalismo, evolucionado y rectificado, lo considera el autor como un puente para llegar a la democracia social. Rodrigo Facio es un ideólogo profundamente costarricense y pragmático, más interesado en la solución de nuestros problemas que en planeamientos teóricos irreprochables.

En vísperas de fundarse el nuevo Partido Social Demócrata del que Rodrigo Facio es uno de los principales dirigentes (febrero de 1945), se dice en la exposición general sobre los fundamentos ideológicos del movimiento:

«Habremos así abandonado el liberalismo económico, pero no destruyéndolo con una estatización de carácter totalitario, sino superándolo mediante un régimen mixto de organizaciones autónomas cooperativas, y de intervención del Estado a través de sus «Servicios» (futuras instituciones autónomas), sobre las fuerzas económicas oligarcas o monopolistas» (Surco, Nº 52, Febr. 1945, pág. 23).

En un discurso en la Asamblea Nacional Constituyente de 1949 defiende el proyecto constitucional presentado a la Asamblea por la Junta de Gobierno -Rodrigo Facio es uno de los redactores- y se refiere otra vez al tema del liberalismo:

«… si ha de garantizársele al ciudadano medio, al hombre de la calle todos esos recursos y seguridades, pues ello tendrá que ser sacrificio de un Estado liberal, neutral entre los grandes problemas sociales, ello tendrá que ser con abandono del ejercicio libérrimo y absoluto de la propiedad particular, ello tencrá que ser mediante la intervención inteligente del Estado para distribuir mejor la riqueza nacional, limitando los abusos y las injusticias a que el absolutismo de la propiedad privada sin limites da lugar» (Actas de la Asamblea Nacional Constituyente de 1949, Imprenta Nac., 1951, T.I, sesión Nº 50 del 6-4-1949).

En la misma sesión de la Asamblea Nacional constituyente insiste en que el proyecto constitucional no atenta contra las tradiciones nacionales, aclarando que «Debe distinguirse entre la tradición valiosa y respetable y los vicios tradicionales de nuestra vida comunal».

En 1958 habla de clasicismo, liberalismo, marxismo y socialismo; ya no se refiere al «liberalismo constructivo» sino que ataca fuertemente al liberalismo económico y al marxismo (Obras de Rodrigo Facio, cit., Tomo I, pág. 365 sig.). Y en 1959, en su último ensayo publicado, atisba los problemas que surgirían claramente décadas después con la llamada «globalización», criticando con dureza el «mundo liberal» donde «… las naciones económicamente fuertes tienden a convertir a las débiles en simples productoras de materias primas y frutos alimenticios» (Planificación Económica en Régimen Democrático, Imprenta Lehmann, separada de la Revista de Ciencias Sociales de la UCR, sept. 1959).

En este mismo ensayo ataca al liberalismo por oponerse a la tesis de la planificación económica.

c) Socialismo. Rodrigo Facio conoce como ninguno el significado preciso de los términos liberal, socialista, comunista -no en vano fue más adelante profesor de doctrinas económicas- pero en muchos de sus escritos, y más todavía en las acciones estrictamente políticas, usa términos cuidadosamente para evitar equívocos inconvenientes. En el Estudio Sobre Economía Costarricense habla de «liberalismo constructivo» y propone el impulso a las cooperativas, un impuesto progresivo sobre la propiedad inculta y, para los cafetaleros, un impuesto progresivo sobre la renta, ley de salarios mínimos y protección a los trabajadores por accidentes laborales. Para los pequeños cafetaleros propone organizar cooperativas que hagan posible la transformación y exportación del café (op. cit., en Obras, T.I., pág. 173 sig.). En este mismo libro considera que «… sería utópico plantear en Costa Rica la socialización o nacionalización de la tierra…» (Ibid.., pág. 169), después de analizar las circunstancias expuestas por Mariátegui para el caso de Perú, y las de nuestro país. En Costa Rica no tenemos las comunidades indígenas tradicionales, sino la pequeña propiedad que plantea soluciones distintas. En Un Programa Costarricense de Rectificaciones Económicas (Surco, Nº 38, Agosto de 1943, pág. 11 sig.) propone medidas muy audaces después de considerar que Costa Rica debe ir a la «adaptación realista y sin violencias… de la evolución socialista internacional que está iniciándose en estos momentos.»

Y continúa hablando de «un movimiento costarricense, popular, nacionalista y progresista», capaz de hacer «reformas económicas profundas, inmediatas y concretas, de interés para las mayorías sociales».

Con el fin de aplicar esas medidas «profundas, inmediatas y concretas», divide a la economía nacional en tres zonas:

a) 1ª Zona: Actividades monopolizadas en que el sujeto es el capital extranjero: fuerzas hidroeléctricas, navegación aérea, ferrocarril al Atlántico, etc. Aquí recomienda, según el caso, expropiación o contratación pública.

b) 2ª Zona: Actividades semi-monopolizadas: elaboración industrial del café y de la caña de azúcar, comercio de granos, etc. Aquí cabe el control público directo, o indirecto por medio de organizaciones cooperativas.

c) 3ª Zona: Actividades sometidas al mercado libre: producción agrícola o industrial de pequeños propietarios. Aquí se recomienda la organización cooperativa apoyada por el Estado, y la acción coordinada de las instituciones autónomas.

Este programa lo completa en Surco, Nº 39, septiembre de 1943, y allí propone la creación de las instituciones autónomas del Estado, seis años antes de que esto llegara a ser una realidad constitucional en nuestro medio. A estas instituciones las denomina Servicios y entre ellas distingue tres clases: Servicios de Administración, Servicios de control e inspección y Servicios de protección, estimulo y organización.

En Surco Nº 38, antes citado habla de que este programa de rectificaciones económicas expuesto en Surco Nº 38 y Nº 39 puede conducirnos a «lo que podría llamarse un socialismo costarricense» (pág. 12).

Un año después Rodrigo Facio redacta un resumen de las propuestas pragmáticas del nuevo partido político que va a fundarse; allí se dice en el capítulo «Aspecto económico social», punto 1º «Hacia un socialismo democrático costarricense» (Surco, Nº 49, septiembre 1944, pág. 10).

Para Rodrigo Facio lo importante es el contenido real de las medidas de rectificación que se busca, no la etiqueta ideológica que las distingue. Así, por ejemplo, bajo el nombre de «liberalismo constructivo» hay a veces medidas profundamente transformadoras. Y aunque no teme usar la palabra «socialismo» según hemos expuesto, sabe cuándo y cómo debe utilizarla. En la Asamblea Nacional Constituyente de 1949, por ejemplo, defiende vigorosamente el proyecto constitucional enviado a la Asamblea por la Junta de Gobierno, que entre otras cosas consagra la función social de la propiedad; evita, sin embargo, hablar de socialismo, porque a él no lo asustan las palabras pero sabe que hay otros a quienes las palabras asustan.

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