Yvonne Clays Spoelders
1906 – 1994
Primera Dama 1940-1944
Nació en Amberes, Bélgica, el 3 de junio de 1906, en el hogar de Meneer Jozef Clays y Mevrouw Maria-Catherine Spoelders. Recibió una educación muy esmerada en Bélgica, Francia y la Gran Bretaña.
Contrajo nupcias en Amberes el 28 de julio de 1927 con don Rafael Angel Calderón Guardia, y se trasladó con él a Costa Rica. Fue primera dama de la República de 1940 a 1944.
Fue integrante y Secretaria General de la Sociedad de Damas samaritanas creada por la primera dama Julia Fernández Rodríguez, esposa del Presidente León Cortés Castro (1936-1940), cuyas actividades llevaron a la fundación de la Casa de la Madre y el Niño.
Hasta 1940, ninguna mujer había participado en la actividad diplomática costarricense en actividades que trascendieran lo protocolario. Doña Yvonne Clays fue la primera mujer que participó en la ejecución de la política exterior de Costa Rica y actuó como agente diplomática de nuestro país. Efectuó sus actividades diplomáticas sin nombramiento oficial ni remuneración, pero sus gestiones fueron en conjunto muy fructíferas y demostraron que las mujeres podían participar en ese campo con igual capacidad que los varones.
Además de acompañar en 1940 al Dr. Calderón durante su visita a los Estados Unidos como Presidente electo y de ser su interprete en la entrevista con el presidente Franklin Delano Roosevelt, doña Yvonne logró desarrollar una buena amistad con el Subsecretario de Estado Summner Welles. Esto, unido a su conocimiento de varios idiomas y su amplia cultura le permitieron desempeñar un papel importante en varios aspectos de las relaciones entre los Estados Unidos y Costa Rica. Durante la administración de su esposo efectuó varios viajes a Washington para discutir con Welles y con la primera dama Eleonor Roosevelt diversos asuntos que interesaban al Gobierno de Costa Rica. Sus más connotados éxitos fueron conseguir que el Departamento de Estado de los Estados Unidos interviniese en favor de la aspiración de Costa Rica de ser la sede del Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas y para que se lograse finiquitar la negociación del contrato de empréstito Fernández-Pierson de 1942 con el Export Import Bank.
Doña Yvonne acompañó al presidente Calderón en varias visitas al exterior, pero además viajó a otros países centroamericanos y a México para tratar con las esposas de los gobernantes asuntos relacionados con el papel de la mujer en la defensa hemisférica.
Además de su participación en la actividad diplomática, doña Yvonne tuvo como Primera Dama otras importantes actuaciones, entre las que se destacó la creación de la Orquesta Sinfónica Nacional, cuya Junta Directiva presidió en forma honoraria durante varios años.
Apoyó activamente la política de reformas sociales de su marido y también impulsó numerosas obras de beneficencia. Fue presidenta honoraria de la Sección Costarricense de la Mesa Redonda Panamericana, instalada en San José en 1940.
En 1971 fue nombrada Consejero de la Embajada de Costa Rica en Austria y en 1974 Ministro Consejero en la República Dominicana, pero no pudo asumir ninguno de esos cargos por motivos de salud.
Murió en San José el 11 de febrero de 1994. Legó su biblioteca a la Facultad de Ciencias y Letras de la Universidad de Costa Rica. Muchos de sus recuerdos sobre su época como Primera Dama de Costa Rica fueron recogidos por don Guillermo Villegas Hoffmaister en la obra El otro Calderón Guardia y por don Miguel Acuña en Ivonne Clays, testigo de la neurosis de una administración.
En 27 de abril del 2022 según acuerdo 6889, la Asamblea Legislativa le otorgó la ciudadanía honorífica.
Galería
Yvonne Clays: entre el rescate y el desagravio para una primera dama tica y belga
La soledad de Yvonne Clays
Visité a Yvonne Clays en diciembre de 1980. Doña Yvonne evocaba la fisonomía de antaño, de los tiempos de Franklin Roosevelt y Sommer Welles; añoraba la sonrisa de Bélgica y los días felices de su matrimonio en Amberes; recordaba emocionada la ascensión del Doctor a la Presidencia, en un momento solemne de la evolución democrática de Costa Rica, siendo Ella, testigo y primera entre las primeras.
Explicaba efusivamente su conversión de aristócrata en demócrata o, como Ella bellamente lo expresaba, su “cortesanía republicanizada al recibir dócilmente el choque de dos culturas”. También, la agonía de sus soledades y el derrumbe de su matrimonio…
Al conversar de la eminencia de los días gloriosos, agitaba su alma por el recuerdo del pasado y se sentía heroína de su propio sueño, según el cual, el destino le había confiado ser la depositaría de la imagen joven, llena de fuerza, pensamiento y acción del Reformador Social de Costa Rica.
Explicaba la desolación de la pobreza en que vivía, por el complicado veredicto de la historia: pero sin perder su honorabilidad inofensiva, al modo de las antiguas armaduras de plata que cruzaban el charco sin mancharse, porque la suciedad resbalaba por el bruñido brillante.
Amaba a Costa Rica por ser la patria del hombre que amó en la juventud y admiraba la “inteligencia rural” de los costarricenses; pero desconfiaba de los “políticos impecables”.
Don Víctor Valembois recibió las últimas palabras del alma triste de Yvonne Clays Spoelders. Mientras serenamente se extinguía dijo: “j’ai fait tout ce que j’ai pu”*. ¡Entonces empezó su Ascensión al solio del Eterno!
El sábado, junto a su venerable cadáver, convertido ya en estatua peregrina coronada de piedades, se me ocurrió decirle: —Ve y dile a Rafael Angel, de parte del pueblo costarricense, que hacemos lo que podemos por la Justicia Social…
San José, 14-2-94
Miguel Acuña V.
Vicepresidente Fundación Belga Costarricense
* “Yo hice todo lo que pude”
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