“Caínes despiadados… Caínes invasores”

LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS (OEA)

LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS (OEA)

El gobierno de la Junta decretó la ratificación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) el 17 de noviembre de 1948, mediante el decreto-ley #268, en el contexto de un aumento de las tensiones políticas con Nicaragua y de los rumores de una invasión (Colección de Leyes y Decretos, 1948). Cuando finalmente se confirmó la incursión de fuerzas armadas por la frontera norte de Costa Rica, la Junta se apropió del discurso de la violación al territorio costarricense denunciando a Nicaragua. Inicialmente, la prensa informó que Figueres había invocado el TIAR, también conocido como el Tratado de Río, presentando ante la OEA la denuncia por violación al territorio costarricense por parte de Nicaragua, sin omitir que el país se retiraría si el Consejo no actuaba. En la misma línea, el embajador Esquivel indicó:

El tratado de defensa recíproca interamericano, lo mismo que las Cartas panamericana y de Bogotá, establecen que debe convocarse inmediatamente una reunión de ministros del exterior en caso de que se vea en peligro la paz en las Américas. Si el Consejo se niega a actuar mañana, el tratado de Río para todos sus fines prácticos habrá quedado reducido a un pedazo de papel, y Costa Rica estaría justificada si se retira del Consejo (La Nación, 14 de diciembre de 1948, 14).

Era la primera vez que un país del continente invocaba el Tratado de Río de Janeiro y, por lo tanto, se representó como una forma de poner a prueba qué tan eficiente era el sistema jurídico americano. Como se señaló en la prensa, “la atención de los países del Hemisferio está concentrada actualmente en Costa Rica, donde el pacto de defensa interamericano… es sometido a su primera prueba” (La Nación, 15 de diciembre de 1948, 8). De igual forma, un editorial del Herald Tribune afirmó: “En el caso costarricense, el tratado interamericano [de Río de Janeiro] sufre la primera prueba de su efectividad” (La Hora, 13 de diciembre de 1948, 7).

En una entrevista realizada a Figueres el 19 de abril de 1983, retomó el tema de la intervención de la OEA y narró cómo fueron salvados en dos ocasiones, posicionando la invasión como un conflicto de carácter internacional y omitiendo la participación de los calderonistas:

Nosotros en dos ocasiones, diciembre del 48 y luego febrero del 55 invadidos por Somoza invocamos el Tratado de Río, lo pusimos a prueba y funcionó, la O.E.A. intervino, mandó armas, mandó comisiones mediadoras, etc. y la situación jurídica de los Estados funcionó porque nosotros algunos de los preceptos que tuvimos al poner fuera de ley el Ejército de Costa Rica fue quedar atenidos al sistema jurídico internacional, y el sistema jurídico nos protegía y nos sigue protegiendo (Contreras 205).

Otra de las medidas tomadas fue escribir una carta a Fernand Langenhove, presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de la cual se consultó una copia sin firma, por lo que no se conoce el remitente y en la que se lee: “Debidamente instruido por mi gobierno informo por este medio a usted y al consejo que usted preside que el 10 de diciembre a las 23:15 horas el territorio de Costa Rica fue invadido por fuerzas armadas provenientes de Nicaragua” (ANCR, MRE, 26992, s. f.). Por su parte, el ministro Odio llamaba la atención sobre lo siguiente:

El párrafo 1º del artículo 1 de la Convención sobre deberes y derechos de los Estados en caso de luchas civiles, firmada en La Habana en el año de 1928, obliga a los Estados que la suscribieron, entre ellos Costa Rica y Nicaragua, a emplear los medios a su alcance para evitar que los habitantes de sus respectivos territorios, nacionales o extranjeros, tomen parte, reúnan elementos, pasen la frontera o se embarquen en su territorio para iniciar y fomentar una lucha civil (ANCR, MRE, 27017, f. 1).

Posteriormente, el Consejo de la OEA nombró una comisión investigadora que viajaría a la frontera entre Costa Rica y Nicaragua. La comisión estaría autorizada a poner en vigor las decisiones del Consejo para impedir que las hostilidades locales se convirtieran en una “conflagración centroamericana”. La llegada de la comisión fue el 17 de diciembre y fueron recibidos por un grupo de personas que se estableció en La Sabana, el Paseo Colón y la Avenida Central. La prensa informó que hombres, mujeres y niños portaron banderas blancas, entonaron el Himno Nacional y parte del Paseo Colón fue cubierto con flores como acto simbólico de agradecimiento a los miembros de la comisión investigadora (La Nación, 18 de diciembre de 1948, 7).

Para Somoza, la intención de Figueres por posicionar la invasión como un ataque del gobierno de Nicaragua tenía como objetivo legitimar al gobierno de la Junta. En una entrevista del periódico nicaragüense La Prensa, señaló: “Figueres hizo alharaca injusta, haciendo aparecer que aquello era una invasión de nación a nación, con el propósito de que su Gobierno recibiera el apoyo de los costarricenses” (ANCR, MRE, 26995, s. f.). Además, el gobierno de la Junta buscaba legitimarse ante la institucionalidad internacional, es decir, presentarse como un gobierno legítimo y democrático y distanciarse de los gobiernos autoritarios, especialmente del de Nicaragua.

En el esfuerzo del gobierno de Costa Rica por proyectar una imagen democrática a nivel internacional y en oposición a Nicaragua, el embajador Mario Esquivel dirigió una carta al periódico La Prensa de New York, en la que señaló:

Ningún costarricense tolera ni tolerará que su Presidente sea un General (Generalote) o un Coronel (Sargentón)… Costa Rica ha declarado su fe en el Pacto de Río al ratificarlo y al disolver su Ejército Regular, demostrando así con hechos reales su pacifismo y su confianza en las instituciones jurídicas internacionales destinadas al mantenimiento de la paz… Considera además mi Gobierno que si, después de haber procedido a desmovilizar su ejército, sintiéndose respaldado por el Tratado de Río, no se acuerdan las medidas que conviene tomar de conformidad con las circunstancias, Costa Rica se vería obligada a considerar dicho Tratado como engañosa invitación al desarme de los pueblos pacíficos en beneficio de los pueblos agresores, y en consecuencia tendría que abandonar las vías del pacifismo, prepararse militarmente e invitar a todas las legítimas democracias de América a que hicieran igualmente (ANCR, MRE, 27001, s. f.).

La comisión investigadora nombrada por la OEA presentó su informe el 24 de diciembre de 1948 y estableció que Nicaragua pudo y debió haber tomado oportunamente las medidas adecuadas con el objetivo de impedir lo siguiente:

a) El desarrollo, en territorio nicaragüense, de actividades destinadas a derrocar al actual régimen de Costa Rica, y

b) La salida del territorio nicaragüense de elementos revolucionarios que cruzaron la frontera y se encuentran hoy prisioneros o luchando contra el Gobierno de Costa Rica (ANCR, MRE, 27017, s. f.).

Durante la presencia de los comisionados de la OEA que estaban investigando lo ocurrido en la frontera norte de Costa Rica, los miembros de la Legión Caribe permanecieron alejados de la política y usaron ropa de civil (CIA-RDP82-00457R002200080008-5). No obstante, en el artículo III de la resolución de la comisión investigadora se estableció que Costa Rica:

Puede y debe tomar las medidas adecuadas para que no existan en su territorio grupos de nacionales o extranjeros militarmente organizados, con el deliberado propósito de aspirar contra la seguridad de Nicaragua, y de otras Repúblicas hermanas y de prepararse a luchar contra sus gobiernos (ANCR, MRE, 26988, f. 2).

Sobre la referencia que hace la comisión investigadora de grupos militares establecidos en Costa Rica que atenten contra la seguridad de otra república, clara referencia a la Legión Caribe, Benjamín Odio dirigió una carta a los miembros de la Comisión Interamericana de Expertos Militares en la que aclaró:

Si bien viven en el país algunos de los pocos elementos que inquietaron al Gobierno de Nicaragua y motivaron la recomendación tercera de 24 de diciembre (Resolución del Órgano Provisional) esos pocos elementos se encuentran absolutamente aislados entre sí por lo que no constituyen en modo alguno ninguna organización militar o semi-militar ni ningún peligro o amenaza para la paz de cualquier país. Ello no obstante, mientras tales elementos permanezcan en Costa Rica, se ha de mantener sobre ellos la debida vigilancia en cumplimiento de cuanto queda consignado (ANCR, MRE, 27017, f. 3).

Finalmente, sobre la intervención de la OEA, Benjamín Odio concluyó: “Ha sido efectiva al extremo de haberle devuelto la paz y la tranquilidad al Pueblo y al Gobierno de Costa Rica en lo que dice a sus relaciones con el Gobierno de Nicaragua” (ANCR MRE, 27017, f. 2). En la misma línea, la historiadora Mercedes Muñoz (159) señala que “la estabilidad se vio garantizada con la instalación temporal de un grupo de expertos militares en la zona fronteriza y las tensas relaciones entre los estados fueron atemperadas por la firma de un Pacto de Amistad en febrero de 1949”. Efectivamente, el 21 de febrero de 1949 los gobiernos de Nicaragua y Costa Rica suscribieron dicho pacto en la Sede de la Unión Panamericana en Washington.

Mediante el Pacto de Amistad, ambos gobiernos se comprometían a prevenir en el futuro que se repitieran hechos de esa naturaleza y a someter las controversias que entre ellos surjan a los métodos de solución pacífica de los conflictos internacionales. Luego, el 8 de marzo de 1949 la Junta, mediante el decreto-ley #422, autorizó a su presidente para que ratifique en todas sus partes el Pacto de Amistad entre los Gobiernos de las Repúblicas de Costa Rica y Nicaragua (Colección de Leyes y Decretos, 1949). Al respecto de la intervención de la OEA mediante la comisión investigadora, el 17 de marzo de 1949 un informe de la CIA presentó los eventos acontecidos en la región centroamericana y la Legión Caribe y concluyó que:

Actualmente, no hay evidencia que demuestre que la Legión Caribe, sus líderes o los gobiernos que la han albergado y apoyado, hayan cambiado en alguna manera sus hostilidades hacia las “dictaduras” como resultado de la intervención del Consejo de la OEA en los recientes disturbios entre Costa Rica y Nicaragua (CIA-RDP78-01617A003400080004-2).

A pesar de que la intervención de la OEA ha sido considerada un elemento clave para entender el cese del conflicto a nivel nacional y transnacional, esta investigación propone que el cese de los enfrentamientos armados se dio por otros motivos; prueba de ello es que, luego de que la OEA emitiera una orden de cese de las hostilidades entre Nicaragua y Costa Rica, los invasores realizaron otro ataque, el último, acontecido en Puerto Soley. Invocar al TIAR y posicionar el conflicto en su dimensión internacional tampoco tuvo un papel determinante en el final del conflicto armado y tuvo posiblemente más importancia, dentro de las razones por las cuales los invasores desistieran de continuar la lucha, el descontento de la población por la muerte de los voluntarios de La Cruz Roja, el escaso apoyo popular que encontraron los invasores en la oposición que estaba en Costa Rica y la ausencia de levantamientos internos que los respaldaran.

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