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“Caínes despiadados… Caínes invasores”

POSICIÓN DE LOS COMUNISTAS COSTARRICENSES

POSICIÓN DE LOS COMUNISTAS COSTARRICENSES

Como mencionó, no se conoce con claridad un proyecto político de los invasores en caso de que lograran continuar su avance hacia Liberia para vencer a las tropas del gobierno costarricense. Al parecer, la principal motivación de la acción armada fue la venganza por la represión ejercida por los vencedores a través del gobierno de facto de la Junta. A continuación, se cita lo expresado por el líder comunista Manuel Mora:

Es natural que después de una lucha tan apasionada y tan dolorosa como la que acabamos de pasar todos estemos deseosos de cobrar los atropellos de que hemos sido víctimas. Pero mis amigos y yo no creemos que ese sea el camino (La Hora, 3 de diciembre de 1948, 1).

Algunos de los principales líderes comunistas costarricenses interpretaron la invasión del 10 de diciembre de 1948 a partir de los conflictos personales entre Figueres y Somoza; colocaron a Calderón como un actor de segundo orden, lo cual se puede constatar en la siguiente cita:

Cuando se produjo la aventura calderonista de La Cruz, en diciembre de 1948, Figueres preparaba ya un movimiento contra Somoza. La propia actitud de Figueres, a todas luces inconveniente para los intereses del pueblo costarricense, dio oportunidad para que el Departamento de Estado y Somoza, utilizando la miopía de Calderón Guardia, provocaran en Costa Rica una nueva lucha fratricida (Fallas et al. 43).

Para los comunistas, la razón del fracaso se explicó en que, al llegar el momento de la invasión, Somoza despojó a Calderón de hombres y de equipo y lo obligó a cruzar la frontera solo con un grupo de calderonistas, de manera que no pudieron pasar de La Cruz. Además, señalaron que los resultados del movimiento armado habían sido cuatro específicamente:

1. Somoza, con la intervención de la OEA, logró garantizarse su frontera, obligando a Figueres a desbandar la Legión Caribe y a posponer sus planes contra él. 2. Figueres se aprovechó para evitar la caída de su Junta de Gobierno, salvó todos sus decretos-leyes, afirmó las sentencias de sus tribunales especiales y se fabricó una nueva “gran victoria militar”. 3. Calderón fue internado por Somoza y expulsado a México. 4. En Costa Rica, miles de calderonistas y vanguardistas quedaron en la cárcel; los trabajadores de la provincia de Limón perdieron a sus mejores y más queridos dirigentes; y el pueblo todo tuvo que seguir soportando por nueve meses las arbitrariedades de la Junta de Gobierno de José Figueres (Fallas et al. 18).

A pesar de que es común encontrar en los discursos del gobierno y de la prensa que los comunistas eran parte de los invasores, desde que iniciaron los rumores ellos habían dejado clara su posición contra dicha aventura (Fallas et al. 5). Habían condenado públicamente la estrategia militar por tener la colaboración de Somoza, pues aseguraban que “el apoyo de Somoza era el apoyo del imperialismo yanqui, y que de tal clase de apoyo sólo desgracias y humillaciones para el pueblo costarricense se podía esperar” (Fallas et al. 17). Sin embargo, los comunistas fueron los más afectados por las detenciones “preventivas”. Un día antes de la invasión calderonista, la prensa publicó la detención de Carlos Luis Fallas llevada a cabo el 8 de diciembre,4 día de las elecciones; su detención fue descrita así:

Hacía un recorrido en automóvil distribuyendo propaganda que la policía consideró de carácter subversivo. Iba en un automóvil con banderas de la Oposición –de la que fue oposición nacional– y como se tuvo en mente que su objetivo no era el de una legal participación en las elecciones por parte del Partido Constitucional, al que concurrió afiliado al comunista, se le detuvo (Diario de Costa Rica, 9 de diciembre de 1948, 4).

La reclusión en la cárcel no precisamente aisló a los opositores, sino que estos lograron mantenerse en comunicación, como se describía en el caso de Fallas:

El célebre dirigente comunista, mantiene una política disociadora dentro de la Penitenciaría. Está alarmando y engañando a los presos políticos con especies falsas, que sólo existen en su mente enferma. Incita a aquellas personas cuya libertad ha sido ordenada por el Tribunal de Emergencia… a que no abandonen el penal porque según él se les pone en libertad para asesinarlos (La Hora, 18 de diciembre de 1948, 7).

El peligro del que Fallas advertía a los presos políticos en la Penitenciaría no tenía como objetivo alarmarlos, como señala la prensa, sino que se convertiría en la denuncia de una amenaza real. La noticia se publicó el 18 de diciembre, tan solo un día antes del crimen del Codo del Diablo. Sin duda, el clima de violencia abierta que se generó con la invasión explica este crimen político. Como ha señalado Aguilar Hernández (211), el intento de Calderón “hizo recrudecer la represión, pues se utilizó como pretexto para encarcelar de nuevo a gran cantidad de calderonistas y vanguardistas y cometer el asesinato del Codo del Diablo”. Por su parte, Silvia Molina (2015) interpreta el crimen de la siguiente manera:

Una sanción aplicada por los sectores más férreamente anticomunistas del país, quienes tenían como propósito silenciar a dirigentes de la región Atlántica y desestabilizar cualquier eventual reagrupamiento en una zona que desde años atrás venía perfilándose como un foco de los rojos, y de preocupación para los intereses económicos de capital foráneo (173).

El mismo 19 de diciembre, los vanguardistas Carlos Luis Fallas, Adolfo Braña, Luis Carballo, Jaime Cerdas y Arnoldo Ferreto, que estaban en la Penitenciaría Central, fueron sacados del centro penitenciario, junto con el calderonista Cupertino Cruz, montados en una ambulancia y fueron llevados a un sitio llamado Cuesta de Núñez e introducidos en un calabozo (Díaz Arias 304). El testimonio de Rodolfo Cerdas (166) señala que el objetivo era asesinarlos; sin embargo, gracias a la intervención de Monseñor Víctor Manuel Sanabria ante Figueres, lograron sobrevivir. Como se describió, los rumores difundidos por Fallas eran parte de un proyecto que tenía por objetivo eliminar físicamente a elementos de la oposición. Lamentablemente, los presos de Limón no corrieron con la suerte que los de San José. Otros actos de violencia en Limón son señalados Molina (2018) como el de Iván Horne, quien estaba preso y desapareció sin conocerse su paradero, y José Matarrita, quien fue asesinado por manifestar su apoyo a Manuel Mora (147).

Para Díaz Arias:

Ya que la Junta había desarrollado una fuerte conexión entre la represión y la idea de una posible contrarrevolución, la desastrosa invasión de Calderón Guardia en diciembre de 1948 trajo más problemas a los perdedores que se quedaron en el país (303).

Efectivamente, los discursos oficiales buscaron involucrar a los comunistas con la invasión de diciembre de 1948; no obstante, su posición había sido clara desde el principio e incluso era de conocimiento de la CIA, como se observa en un reporte anual de las actividades del PVP del 12 de mayo de 1949, en el que se narra que Carmen Lyra y Manuel Mora habían dejado el país a petición de la Junta y se refugió en México desde donde Mora se mantenía en contacto con sus colegas del partido. Una de sus principales peticiones fue que se mantuvieran neutrales ante cualquier contrarrevolución que atentara contra el gobierno de la Junta (CIA-RDP82-00457R002700440001-7). Finalmente, los comunistas decidieron no apoyar al movimiento invasor porque apostaron por la vía electoral como estrategia de lucha frente al figuerismo, esto a pesar de la ilegalización del PVP.

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