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“Caínes despiadados… Caínes invasores”

LA DIMENSIÓN TRANSNACIONAL

LA DIMENSIÓN TRANSNACIONAL

La incursión de fuerzas armadas procedentes de Nicaragua en el territorio costarricense puede entenderse como consecuencia de un conflicto interno, es decir, como la guerra civil de 1948 y también como un conflicto transnacional, pues se ubica en el entramado de relaciones y eventos que se habían desarrollado en Centroamérica en los años previos, entre ellos la creación de la Legión Caribe (Gleijeses), el apoyo de Guatemala al Ejército de Liberación Nacional y el posterior apoyo externo que recibieron los invasores calderonistas. Además, la Junta denunció ante la OEA la intervención al territorio costarricense, lo que también posicionó la invasión como un conflicto internacional.

En un reportaje de Irving Pflaum publicado en el Chicago Sun-Times se interpreta la invasión en el contexto centroamericano; ubica su origen en la alianza de Figueres con Guatemala y, a su vez, las hostilidades de ambos gobiernos con Nicaragua. Además, se representa el gobierno de la Junta como el triunfo del militarismo y un retroceso para la democracia costarricense:

José Figueras, the dictador, suspended constitutional guarantees last June and set out to form a military alliance with Guatemala, from whence the arms for his revolt had come. That was the end of peace and freedom in Costa Rica. Because the alliance was directed against Nicaragua, the dictator of that country gave aid comfort to the Costa Rican politicos Figueras frightened into exile. Now these exiles, led by the former Costa Rican President, have come back fighting. Figueras calls it an invasion by Nicaragua and he has appealed to the Organization of American States for assistance against “this aggression”. But for me, the saddest result of these events is the change they have wrought in little Costa Rica. Tyranny and militarism have triumphed in the only Central American republic that thrived on freedom and self-government. It is a great loss to us all”.5 [José Figueres, el dictador, suspendió las garantías constitucionales en junio pasado y se dispuso a formar una alianza militar con Guatemala, de donde habían venido las armas para su revuelta. Ese fue el final de la paz y la libertad en Costa Rica. Debido a que la alianza estaba dirigida contra Nicaragua, el dictador de ese país brindó ayuda a los políticos costarricenses que Figueres forzó al exilio. Ahora estos exiliados han vuelto a luchar liderados por el ex presidente de Costa Rica. Figueres denunció una invasión de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos y pidió asistencia contra “esta agresión”. Pero para mí, el más triste resultado de estos eventos es el cambio que ellos han impuesto sobre la pequeña Costa Rica. La tiranía y el militarismo han triunfado sobre la única república centroamericana en la que hasta ahora había prosperado la libertad y el autogobierno. Esto es una gran pérdida para todos nosotros] (ANCR, MRE, 26995, s. f.).

Continuando con esta interpretación de la invasión como un evento ligado con otros conflictos de América Central, en octubre de 1948 La Nación publicó un artículo que planteaba que el movimiento invasor liderado por Calderón Guardia no era una acción aislada, sino que formaba parte de un proyecto más amplio que involucraba otra acción armada en Panamá, como se observa en la siguiente información:

El movimiento que estaban tratando de realizar los amigos de Calderón Guardia en Costa Rica, estaba sincronizado con otro del expresidente de Panamá, doctor Arnulfo Arias y pretendía llevar la revolución primero a Panamá, para luego una vez Arias dueño del poder en la hermana nación del Sur, venirse contra el Gobierno de Figueres (La Nación, 3 de octubre de 1948, 6).

Además, se afirma que había sido el español Julio López Masegosa quien sirvió como intermediario entre Arnulfo Arias y Calderón Guardia. Sobre este personaje, Miguel Acuña Valerio asegura que tuvo bajo su entrenamiento al grupo instalado en Nicaragua junto con otros jefes militares (367). Por su parte, Chacón y Oliva (60) señalan que en octubre de 1949 se abrió un expediente en el Ministerio de Relaciones Exteriores de México ante la presunta conspiración política en ese país contra el gobierno de Costa Rica; en él se señala a Masegosa y a Jacobo Fernández como presuntos instigadores. Los autores mencionan que, según fuentes mexicanas, Masegosa era un aventurero español exiliado en México, y que se autoproclamaba dirigente para alentar revoluciones en el continente. Un artículo de La Nación dice sobre Masegosa que:

A raíz de los sucesos en España huyó a tierras americanas, habiéndose radicado durante los últimos años en Costa Rica. Este rojo español, entró en contacto con los refugiados españoles que viven en México y contrató los servicios de trescientos cincuenta mercenarios, sin Dios ni ley para que, mediante paga, le acompañaran en la aventura en que se encuentra metido. Desde hace algunas semanas, Masegosa ha estado pasando a sus mercenarios al territorio nicaragüense en donde los ha organizado para echarlos sobre Costa Rica (La Nación, 12 de diciembre de 1948, 12).

Sobre estas declaraciones la cancillería de Nicaragua aclaró:

Ante la falsa información dada desde San José de Costa Rica, de que Nicaragua ha permitido la salida de nuestro territorio de 350 comunistas españoles reclutados por López Masegosa en México para reforzar rebeldes costarricenses, esta Cancillería apresúrase a declarar como totalmente falsa y absurda la especie (La Nación, 19 de diciembre de 1948, 13).

Chacón y Oliva (61) mencionan que Masegosa era un piloto republicano y que en algún momento se planeó que realizaría un viaje clandestino vía aérea a Costa Rica, con el propósito de trasladar a Carmen Lyra. Sin embargo, el viaje no se realizó debido al fallecimiento de la escritora. Además, Masegosa estaba en la primera lista de personas intervenidas que estableció la Junta, ocupando el puesto 79, mientras que la Cervecería Grambrinus, que estaba a su nombre, ocupó el puesto 80 (Decreto Nº6, artículo 6º). Posterior a la invasión, el agente fiscal Francisco Pol Vargas pidió el avalúo y remate de sus bienes (La Nación, 22 de diciembre de 1948, 3).

En documentos de la Oficina Administradora de la Propiedad Intervenida están los registros contables decomisados a la Cervecería Gambrinus, la cual pasó a manos del Estado, incluyendo sus cuentas por cobrar, pues a los deudores de la empresa les enviaron comunicados que explicaban que la cervecería había sido expropiada y debían cancelar sus deudas para evitar un cobro judicial (ANCR, OFAPI, 440-441). Los documentos encontrados sobre estas notas de cobro tienen fecha de noviembre y diciembre de 1950, es decir, durante el gobierno de Otilio Ulate Blanco.

Sobre el supuesto movimiento invasor que ingresaría a Panamá no se conocen otras referencias más que el artículo de prensa citado, al igual que sobre la participación de comunistas españoles, a excepción de Masegosa. Por el contrario, se conoce con mayor detalle la participación de Nicaragua por medio del apoyo de la dictadura de Somoza, la cual será estudiada más adelante. Por su parte, la CIA interpretó que la invasión y el conflicto entre ambos países podían tener consecuencias en la región, por lo que llamó la atención y pronosticó lo siguiente:

A menos que los presentes disturbios en Costa Rica sean rápidamente suprimidos, las relaciones entre los gobiernos de la región se deteriorarán rápidamente hasta el punto donde la violencia y el derramamiento de sangre se volverán generalizados. En ese caso, las vidas de los estadounidenses, sus propiedades, especialmente en puntos adyacentes a los aeropuertos estarán en peligro (CIA-RDP78-01617A006000030015-2).

Al analizar la invasión como conflicto transnacional, se busca romper con el imaginario de que Costa Rica estaba aislada de las dinámicas conflictivas de la región centroamericana. Por el contrario, se ubica en las disputas que surgieron en este período como parte del enfrentamiento entre las dictaduras o gobiernos autoritarios –principalmente, Nicaragua y República Dominicana– que habían gozado del apoyo de los Estados Unidos y los gobiernos que se hacen llamar democráticos, como Guatemala y Costa Rica, este último a pesar de que la Junta es un gobierno de facto.

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