Anecdotario

Anécdotas de Flor Moya (3)

Anecdotario

Don Pepe más que político, fue un filósofo, y más que filósofo, fue un gran ser humano. Estas anécdotas para recordarlo.

Estaba con don Pepe observando su rosal en Ochomogo cuando Patricia, su secretaria, le llevó una nota para que la firmara.

¿Esto qué es? Preguntó don Pepe. Una constancia para aquel viejito que dice haber participado en la guerra del 48. ¡Pues dámela! Y la firmó.

Cuando Patricia se alejaba, me comentó: he firmado como 6 000 cartas de esas y solo fueron a la guerra como 2 000.

Y… entonces ¿por qué las firma si de antemano sabe que podría ser mentira su participación? Se volvió entre enérgico y firme compasivo para contestarme: ¿sabe por qué? Porque una persona que ha trabajado toda su vida y ayudado a la sociedad con su trabajo merece tener un ingreso en su vejez que le ayude ¡Es un deber del Estado retribuirle!

—o—

Don Pepe se declaraba ateo, ya que al venir de una familia extremadamente religiosa había provocado un sentimiento anti religioso en él. Pero, respetaba y trataba de entender a una persona como yo que siempre he sido mujer de fe.

Cuando le decía ¡don Pepe es que el Señor! ¿Cuál Señor? El de arriba le contestaba yo. ¡Arriba solo veo el techo! Ese es Vd. Yo lo veo a Él, y se reía estrepitosamente que le saliera respondona.

Don Pepe yo se que el Señor le va a agradecer (tal vez era una llamadita o una carta de recomendación para el trabajito de alguien). Seguro ya hablaste con Él, como mi hermana Luisita que tienen un teléfono rojo igual al que tienen Washington y el Kremlin para comunicarse.

Sin embargo, una vez una joven muy angustiada le contó que estaba embarazada soltera. Don Pepe le dio palabras de aliento y a sabiendas de que yo participaba en un grupo de oración le dijo: mire le recomiendo que hable con Florcita, ella la puede llevar a un lugar donde la pueden a ayudar a buscar fortaleza en Dios.

—o—

A veces conocí de un adulto mayor que lo admiraba, y nos íbamos a tomar café con el y su familia la alegría era única. Incluso yo asistía al grupo de oración de María Hope en la Granja, y ella trataba de levantar una estación de radio católica con mucho esfuerzo. Le conté que doña María era una persona que había sido muy cercana a don Rafael Angel Calderón Guardia y que amaba a Rafaelito. Me contestó: No importa, ¡yo quiero ayudar con un granito de arena!

¡Ese era don Pepe!

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