Anecdotario

Anécdotas de Manuel Carballo Quintana (13)

Don Pepe

Era muy difícil descifrar el temperamento de don Pepe, por supuesto que respondía a su estado anímico. Lo cierto es que cada una de sus reacciones conforman parte de la historia política de Costa Rica. Sus salidas, conductas, actitudes, respuestas y carácter personal sólo a don Pepe se le toleraba. ¡Quiérase o no, ése era don Pepe! Grande e incomparable.

Aporte de Manuel Carballo Quintana

Chayotes y café negro

Don José Figueres fue único e incomparable. Don Pepe era Don Pepe. En una oportunidad, junto con el también diputado electo Ángel Edmundo Solano Calderón lo visitamos en La Lucha. Después de una prolongada conversación nos invitó a tomar café cosechado en La Lucha y preparado por él mismo, a pesar de que en su casa tenía a una señora que le ayudaba. Nos sirvió el café negro y le pidió a la señora que le trajera chayote. Para mí, lo más raro del mundo: café negro acompañado de chayote crudo partido en rebanadas. A mí me supo delicioso, no sé si a Ángel Edmundo. Pero más todavía, nos recomendó —y él hizo lo mismo—, que le agregáramos una pizca de sal a la taza de café para neutralizar su acidez. Exquisito resultó el café con chayote crudo. Confieso que suelo comer de vez en cuando chayote crudo, aunque sin café. Pero a veces le agrego la pizca de sal al café negro.

“Morir Matando”

En una reunión de la Fracción Parlamentaria 70-74 en la casa de don Pepe en La Lucha, con el fin de planificar y coordinar la relación Fracción-Poder Ejecutivo en la nueva Administración. Todo muy provechoso. Ahí almorzamos y poco a poco los diputados electos se fueron retirando después del almuerzo. Al final, sólo quedamos don Pepe y yo. Yo no tenía carro y don Pepe me señaló que no me preocupara, que él me llevaba pues le urgía estar en San José.

Llegado el momento de regresar, no apareció su chofer ni su vehículo. Resulta que doña Karen salió con el chofer porque no sabía que don Pepe lo necesitaría. Entonces, muy resuelto, don Pepe pidió las llaves y abordó un pequeño Volkswagen de la finca (vocho o escarabajo) y juntos salimos hacia la ciudad. Don Pepe no podía esperar, además de que era impaciente tenía algunos compromisos en San José.

Y empezó la travesía con don Pepe de conductor, ¡tamaña experiencia! Como buen conversador, iba explicándome todo lo relativo a La Lucha, gesticulando y volviendo la vista a todo lo que señalaba. Por momentos creí que nos precipitábamos en uno de los numerosos guindos y curvas del camino de La Lucha tan angosto, y en ese carrito tan pequeño. Ya en la carretera interamericana, para mí era un sufrimiento cada vez que nos topábamos con un furgón. Y en las partes pobladas del camino de regreso, me parecía que don Pepe se saltaría un alto. Nada de eso sucedió, pero el susto fue grande. Después de todo, él conocía muy bien su camino.

Al fin llegamos al Parque Morazán y me dice don Pepe: “Aquí lo dejo porque yo debo seguir, tengo algunos compromisos”. Le contradije su propósito y le manifesté: “No, don Pepe, lo acompaño; me parece que es una temeridad andar solo, tratándose del Presidente Electo de Costa Rica; ni pensarlo, pero imagínese un atentado”. A lo que don Pepe me contestó: “Ah no, no se preocupe, Carballo”. Y me dio una amplia explicación.

Antes debo recordar que don Pepe recién había visitado España como Presidente Electo. Ahí tuvo que reunirse con Francisco Franco, aún cuando rechazó ser recibido oficialmente; se reunió con Pau (Pablo) Casals, con quien conversó y cantó una canción catalana; y aprovechó para conocer a sus parientes más cercanos en Cataluña.

Siguiendo con la explicación de don Pepe, cito sus palabras que las recuerdo casi textualmente: “Fíjese que acabo de regresar de Cataluña, en donde estuve en casa de los Ferrer, los parientes más cercanos a mi madre. Ahí me mostraron el escudo de armas de los Ferrer, que reza ‘Morir Matando’. Esa frase va conmigo, yo no le temo a ningún atentado, y si se diera le aplico el ‘morir matando’ al que lo intente”.

Me bajé del escarabajo en el Parque Morazán, sin dejar de pensar en el riesgo de don Pepe solo, manejando en el centro de San José. Afortunadamente no sucedió nada, pero sus palabras las tengo en mi memoria como si fueran de ayer. ¿Qué más puedo decir? ¡Así era don Pepe! ¡Viva el valiente Pepe Figueres, que no ha caído y nunca caerá!

Don Pepe y don Chico

Tuve el privilegio de conocer de una u otra forma el carácter de don Pepe en su vida política, a veces de buen humor, a veces jovial, pero a veces molesto, cáustico, sarcástico y hasta punzante. Como todo ser humano, tenía sus enojos y le costaba aceptar algunas críticas a sus decisiones. Hasta donde yo conozco, don Francisco Orlich era el único que reprendía a don Pepe, que le hablaba fuerte y a quien le hacía caso, como decimos. “Pepe, no sea tan cabezón…”, solía decirle. En las oficinas del Parque Morazán estaba mi oficina y acostumbraba quedarme hasta tarde y en una oportunidad don Chico le habló tan enérgico que creí que se pelearían. Pero no, don Chico era más que un hermano, toda una vida juntos en todas las circunstancias.

Sus amigos

Una de las peculiaridades inconfundibles de don Pepe era su irritación cuando alguien le hablaba mal de sus amigos. Y sus amigos, en primerísimo lugar eran quienes lo acompañaron en la Revolución de 1948, los excombatientes del 48. Eran como sus hijos.

Bajen las banderas

En campaña política, me refiero a la de 1970, había dos cosas que le molestaban cuando hablaba en plaza pública. Una, que agitaran las banderas verde y blanco mientras hablaba; y otra que lo interrumpieran. Cuando hablaba, al comenzar, era clásico oírle decir “bajen las banderas, bajen las banderas, yo quiero hablarle a ustedes, no a las banderas”. Y es que además, por ser plásticas esas banderas, sonaban muy feo cuando se agitaban. Dos o tres veces durante sus intervenciones, llamaba a bajar las banderas.

Que viva, pa’derrotarlo

En esa misma campaña electoral, disputando don Pepe la presidencia con don Mario Echandi, en una plaza pública en Moravia, casi en su cara un tipo le gritó “Viva Mario Echandi”. Don Pepe, muy tranquilo le respondió: “Que viva, pa’derrotarlo”. La ovación de la concurrencia no se hizo esperar, fue grande.

Viva Pepe Figueres

Algo parecido ocurrió en Barrio La Cruz, en San José. Un partidario, mientras hablaba don Pepe, lo interrumpía constantemente con sus “Viva Pepe Figueres”. Harto de esas interrupciones, le pidió que pasara a la tribuna. Pasó, le cedió el micrófono y el partidario se quedó meditabundo como 10 segundos y al fin gritó un sonoro “Viva Pepe Figueres”. ¡Para qué lo hizo…! Entonces fueron aplausos, carcajadas y un clima festivo. Y don Pepe no hizo más que sonreír.

Ejercitar el cerebro

Cuando lo vimos realmente salido de tono y enojado fue en una reunión de la Juventud Liberacionista de Desamparados, en la Soda Navidad. Don Pepe era ya candidato para 1970, el local de la soda estaba atiborrado. Y vino primero el discurso del presidente de la juventud desamparadeña. Fue un discurso respetuoso, muy teorizante, pero muy crítico en el sentido de que él hacía la conjetura de que una presidencia de don Pepe iría a atizar en su gestión conflictos generacionales. El presidente de la Juventud Liberacionista era estudiante de sociología que le gustaba hacer gala de sus conocimientos, e hizo una fundamentación teórica del conflicto de generaciones, partiendo de las eventuales contradicciones entre don Pepe, con edad avanzada, y los anhelos de los jóvenes. Don Pepe, evidentemente molesto, pidió a un salonero “algo” de tomar y casi de inmediato interrumpió al orador. Sus palabras más o menos textuales fueron las siguientes: “No me vengan a mí con conflictos de generaciones, eso para mí no existe; un gobierno mío será para todos los costarricenses. Lo que ustedes los jóvenes deben hacer es estudiar y en vez de ejercitar la lengua deben ejercitar el cerebro”. Santa palabra, reinó el silencio. Don Pepe siguió adelante con su discurso, despertando de nuevo el bullicio, los vivas y la alegría de estar con el caudillo.

La solucionática

Ya de Presidente de la República en el período 1970-1974, me correspondió acompañar a un pequeño grupo de dirigentes de la Juventud y dos venezolanos. La visita era fundamentalmente para que los amigos extranjeros conocieran a don Pepe. Fue una conversación de más de media hora. Quienes más conversábamos éramos los jóvenes. Todos acuñaban la palabra “problemática”: la problemática de la educación, la problemática de la economía, la problemática de Centroamérica. Don Pepe era claro que no se sentía a gusto. Fue entonces que muy enfático manifestó: “Miren muchachos, yo estoy de acuerdo en todo lo que ustedes dicen, pero lo que no me gusta es que sólo hablen de ‘problemática’, se puede hablar de problemas en vez de esa palabrita tan rebuscada ¿Por qué en vez de problemática no hablamos de ‘solucionática’?”. Su crítica nos cayó como una balde agua fría, pero la entendimos. No era yo el aludido, pero confieso que, en mi vocabulario suprimí por siempre la palabra problemática.

Porqué usted no escribe su libro

En su gobierno de 1970 a 1974, don Pepe escribió el libro titulado “La Pobreza de las Naciones”, concluido en 1973. En el prólogo de su libro don Pepe apunta: “Llevo, pues, tres años y medio de ratitos robados al trabajo del gobierno de Costa Rica, y al sueño…”. Pues bien, dado que Casa Presidencial estaba al costado este del Parque Nacional, los diputados oficialistas muchas veces pasábamos por el despacho de don Pepe antes de las sesiones de la Asamblea Legislativa y unas veces se daban conversaciones muy relevantes y graciosas otras. Uno de los visitantes asiduos a Casa Presidencial fue don Bruce Masís Dibiasi, quien fuera Ministro de Agricultura y Ganadería en la Junta Fundadora de la Segunda República y en su primer gobierno constitucional de 1953 a 1958, muy amigo de don Pepe.

Don Pepe entregaba en consulta, solicitando opinión a algunos amigos escogidos, los manuscritos por capítulos de su libro, entre ellos a don Bruce Masís. Tengo entendido que don Bruce era crítico párrafo por párrafo de lo escrito en el libro, y cuando llegaba a Casa Presidencial era para sugerir y recomendar cambios de fondo y de redacción. Estando en el despacho del Presidente el coronel Armando D’Ambrosio, Francisco Morales, don Bruce Masís y el suscrito, tras las críticas constructivas de don Bruce Masís, don Pepe evidentemente molesto le replicó: “Bruce, ¡porqué usted no escribe su libro!”. Todos guardamos silencio ante la salida un tanto punzante del Presidente de la República.

Don Pepe en Jamaica

El presidente de Costa Rica, don José Figueres Ferrer, a finales de 1972, realiza una visita oficial a Jamaica con varios ministros de su gabinete y dos diputados de la fracción gobiernista, Reinaldo Maxwell y este servidor, con las respectivas esposas. Propósito, manifestar solidaridad con Jamaica y su primer ministro, además de firmar varios acuerdos de cooperación entre ambos países.

La visita no estuvo exenta de hechos divertidos. Por ejemplo, en una ceremonia religiosa en la iglesia cristiana protestante The Church of God en el centro de la capital Kingston, con el calor ardiente de 35 grados centígrados, en determinado momento los de un pequeño grupo de la delegación costarricense salimos del templo a tomar un poco de aire fresco. A la entrada de la iglesia nos encontramos la grata sorpresa de un vendedor de granizados. Don Alberto Cañas, don Gonzalo Solórzano y los dos diputados de la comitiva nos dimos a la tarea de saciar nuestra sed con granizados. La ceremonia religiosa concluyó estando nosotros todavía en el atrio de la iglesia y don Pepe nos sorprendió comiendo granizados. Esperábamos algún tipo de reprimenda de don Pepe, sin embargo su reacción fue: Por qué no me esperaron, yo hubiera pedido uno.

En esa visita de Estado, don Pepe se dio gusto con sus discursos y mensajes en inglés. Y nos dimos gusto, todos, con el esplendor y la belleza de las jamaiquinas.

En la recepción de bienvenida en el palacio municipal de Kingston, una invitada fue la señorita Jamaica, participante en el concurso de Miss Universo, una encantadora beldad. En determinado momento, doña Karen se acercó a mi esposa y le manifestó: Mira a don Pepe, es un aprovechado, tres veces que se encuentran aquí y las tres veces le da un beso en la mejilla, aunque antes fueron presentados.

No entendía nada

Para las elecciones de 1970 ya lo trataba personalmente, don Pepe Presidente del PLN, yo Presidente de la Juventud. Ambos teníamos oficinas en la vieja sede principal del Partido al costado este del Parque Morazán. Nos pidió que le recomendáramos a un joven para que laborara como su secretario personal. Le recomendamos y nombró a un compañero del Directorio de la Juventud, Ricardo Salazar Solís.

En esos días le pregunté cómo le iba con Ricardo. Don Pepe, quien tenía la virtud de saber reírse de sí mismo cuando estaba de buenas, expreso: “con Ricardo todo muy bien, sólo que a veces no le entiendo porque habla muy rápido. Ayer tenía una cita con una persona que la recibí hablándole en inglés, pero no me entendía nada. Yo le escuché a Ricardo que se trataba de un periodista del New York Times, pero resulta que no, era un señor llamado Miguel Sáenz”. Y terminó don Pepe diciendo: “¡bueno… qué vamos a hacerle!, pero es muy inteligente. Carácter afable”.

Don Pepe, audaz y temerario

En 1969 don Pepe era candidato presidencial del PLN para el periodo 1970-1974. El primero de mayo de 1969 la Juventud Liberacionista le solicitó asistir con los jóvenes al desfile de los trabajadores, unidos con el movimiento sindical costarricense. Sorpresa: don Pepe, audaz y temerario, aceptó. Junto con nosotros, se unió a la marcha en la Avenida Central. Fue muy bien recibido y aceptado por los manifestantes. Pero al mismo tiempo, a la altura del antiguo Bar Chelles, se formó una gavilla de quince personas más o menos, encabezada por el abogado José Francisco Aguilar Bulgarelli (admirador confeso de la idea ‘suchi’ del régimen de Kim Il Sung de Corea del Norte). Se plantaron detrás de don Pepe y nosotros sus acompañantes, lanzado gritos, insultos y toda clase de improperios. Ya don Pepe iba perdiendo la paciencia y de un momento a otro, frente al antiguo Más x Menos de Cuesta de Moras (actual Pali), se dio vuelta para enfrentarse a Aguilar Bulgarelli. Éste empezó a retroceder y don Pepe a alcanzarlo con la clara intención de lanzársele encima. Nuestros amigos se encargaron de detenerlo, pidiéndole a don Pepe salir de la marcha. Don Pepe se negó y para que no lo retiraran se abrazó fuertemente de un poste de la electricidad. Fue impresionante ver a don Pepe indignado y violento, pero más impresionante fue ver al grandulón de Aguilar Bulgarelli recular y prácticamente huir; terminó el acoso.

Por demás esta decir que esta fue la única vez que un candidato presidencial del PLN ha participado en un desfile sindical del 1° de mayo, mas nunca los miembros de la dirigencia nacional. A excepción de la Juventud Liberacionista.

Este hecho y muchos más en la vida de don Pepe son los que lo caracterizaron: a veces afable y complaciente; a veces audaz y temerario.

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