“Caínes despiadados… Caínes invasores”

RUMORES DE UNA INVASIÓN

RUMORES DE UNA INVASIÓN

Desde que la Junta inició el gobierno de facto, los rumores de una posible incursión de fuerzas armadas provenientes de Nicaragua al territorio costarricense –o como era llamada por algunos sectores, la contrarrevolución– empezaron a circular y generaron que el gobierno de Costa Rica tomara medidas de seguridad que incrementaron la persecución de la oposición. Al respecto, el embajador de Gran Bretaña dirigió un telegrama a Mr. Sullivan:

In view of the political situation of the country resulting from preparations abroad by Calderonists and Communists for a counter revolution with interior ramifications the Junta decided yesterday to suspend individual guarantees for a period of thirty days” [En vista de la situación política del país resultado de los preparativos en el exterior por parte de calderonistas y comunistas de una contrarrevolución con ramificaciones en el interior del país, la Junta decidió ayer suspender las garantías individuales por un período de treinta días] (Public Record Office, AN2309).

Efectivamente, la Junta acordó el 19 de junio de 1948, mediante el decreto-ley #68, suspender las garantías individuales por primera vez después de la guerra civil. Para este embajador la amenaza de una invasión era utilizada para justificar las acciones represivas de la Junta:

My impression is that the account of alleged plot was elaborated by way of justification for suspension of guarantees, arrests and imposition of capital levy and this impression is shared by my Chinese and my United States colleagues” [Mi impresión es que el relato del supuesto complot fue elaborado para justificar la suspensión de las garantías, los arrestos y la imposición del impuesto al capital y esta impresión es compartida por mis colegas chinos y estadounidenses] (Public Record Office, AN2309).

Además, el telegrama mencionó que, gracias a la información dada por el embajador estadounidense, se conocía con certeza que Calderón estaba buscando el apoyo de Somoza, pero que:

United States Ambassador does not think Somoza will move unless substantial counter revolution starts inside Costa Rica or an attack is made with Costa Rican support by Central American Unionists on the garrisons” [El embajador de Estados Unidos no cree que Somoza haga algo, a menos que comience una contrarrevolución significativa en Costa Rica o se realice un ataque por parte de los unionistas centroamericanos con el apoyo costarricense en guarniciones] (Public Record Office, AN2383).

Probablemente, la amenaza de invasión fue lo que motivó a Figueres a modernizar el armamento de Costa Rica, como mencionó el embajador de Gran Bretaña en junio de 1948:

The efforts by Figueres to purchase arms abroad have so far been unsuccessful. He is therefore in no position either to resist or initiate attack” [Los esfuerzos de Figueres por comprar armas en el extranjero hasta ahora no han tenido éxito. Por lo tanto, él no está en posición de resistir o iniciar un ataque] (Public Record Office, AN2383).

De igual manera, en Centroamérica corrían los rumores sobre la probabilidad de que explotara un conflicto armado en Costa Rica, en una carta del 28 de junio de 1948 de Álvaro R. Facio, Encargado de Negocios de Costa Rica en Honduras, dirigida a Benjamín Odio, Ministro de Relaciones Exteriores; la carta narraba haber sido registrado minuciosamente en el aeropuerto de Honduras, situación que aseguró haber comunicado a la Cancillería y tuvo por respuesta que:

Lo que pasaba era que ellos esperaban la revolución por C.R. de un momento a otro y que tenían que tener mucho cuidado con nosotros los Ticos. Traté de contradecirle lo de la Revolución, pero parece que están muy convencidos de eso. Le expliqué la situación en que está C. R. y de lo poco probable de poder entrar en otra revolución. Dijo que eso lo sabían muy bien, que lo que pasaba era que el “Batallón Caribe” era quién mandaba actualmente en Costa Rica y no la Junta Revolucionaria. Están tan convencidos de que esto es cierto, que por más que traté de contradecirle, no creo que lo logré (ANCR, MRE, 27003, s. f.).

Un mes después, otro telegrama dirigido a Mr. Sullivan contenía información sobre el descubrimiento realizado por el gobierno de Costa Rica de un complot contrarrevolucionario de calderonistas y comunistas que pretendían bombardear San José y otras ciudades el 28 de junio de 1948. Además, se señalaba que alrededor de cuarenta personas habían sido detenidas por los militares o la policía (Public Record Office, AN2370). En julio de 1948 en La Nación se aseguró que el Secretario General de la Junta les había suministrado informes alarmantes sobre movimientos que los enemigos realizaban en suelo extranjero con el propósito de derrocar el régimen que imperaba:

Dirigentes calderonistas y comunistas con mercenarios centroamericanos y con la venia del Gobierno de Nicaragua se concentran en campos de entrenamiento militar en el departamento de Rivas (Nicaragua). El Gobierno de Costa Rica tiene informes fidedignos de que el comunizante Julio López Masegosa, compró en México seis aviones de guerra, con los cuales nuestros enemigos intentan invadirnos por aire y tierra (La Nación, 30 de julio 1948, 3).

Los rumores de invasión activaron las labores de espionaje en la Oficina de Investigación del Departamento de Inteligencia; por ejemplo, en la prensa se informó que funcionarios de esa oficina habían “caído” sobre una casa de habitación en los alrededores de la capital “cogiendo infraganti” al grupo de personas que confeccionaban boletines poligrafiados considerados propaganda. Entre las personas detenidas figuraban algunas mujeres que fueron llevadas al Buen Pastor (La Nación, 12 de agosto de 1948). Como se explicará más adelante, las mujeres tuvieron participación dentro de la oposición y en el movimiento invasor encabezado por Calderón Guardia, así como en las actividades que el gobierno de la Junta organizó en respuesta a la emergencia.

El momento en que se llevaría a cabo la invasión generó mucha especulación; en un documento de la CIA que mantiene censurado el emisor, se menciona que Betulio Blanco, exsecretario de Calderón, había reportado el 18 de octubre de 1948, se desconoce a quién, que Calderón aconsejaba que tan pronto como el clima cambiara y terminara la estación lluviosa, a mediados del mes de noviembre, iniciaría la contrarrevolución desde Nicaragua. Además, se mencionaba a Fernando Castro Cervantes como líder de las fuerzas de Calderón en Costa Rica:

Un rico político que aspira a la presidencia de Costa Rica. Las órdenes para quienes apoyaban a Calderón eran simples: mantenerse fuera de prisión y dirigirse al norte de la provincia de Guanacaste tan pronto como el movimiento se pusiera en marcha (CIA-RDP82-00457R002100020010-9).

Los movimientos de los hermanos Rafael Ángel y Francisco Calderón Guardia fueron de interés para la inteligencia estadounidense, como consta en un documento de la CIA que informa que ambos habían llegado a El Salvador desde Nicaragua el 5 de diciembre de 1948 y regresaron a Nicaragua el 7 de diciembre. Se señala como propósito de su viaje el reclutamiento de migrantes costarricenses y hombres del ejército salvadoreño para que formaran parte del movimiento que se organizaba en contra de Figueres. Sin embargo, este documento asegura al final que “se cree que su misión no será exitosa” (CIA, RDP82-00457R002100620007-7).

Por otra parte, había un sector que consideraba que existían planes de entorpecer las elecciones de la Asamblea Constituyente del 8 de diciembre de 1948. En el periódico La Hora se informó que el embajador en México, Emiliano Valverde Vega, afirmaba: “Parece que tratan de fomentar clima favorable para emprender la invasión del territorio nacional e impedir a todo trance las elecciones de la Asamblea Constituyente” (La Hora, 9 de diciembre de 1948, 4). De igual forma, Oscar Castro Vega (2005), quien fue secretario de actas de la Asamblea Constituyente, planteó:

La invasión estaba programada para el 8 de diciembre, día de las elecciones de Constituyente, a efecto de abortarlas y lanzar al país al caos. A última hora, el jefe de la invasión, la pospone para el día 11, pues ha olvidado que el 8, día de la Inmaculada Concepción de María, toda Nicaragua está paralizada por la famosa gritería… En este clima de jolgorio, una acción militar no es recomendable (91).

Las elecciones generaron un clima de tensión. Los comunistas costarricenses que no pudieron inscribir un partido político decidieron apoyar a los candidatos del Partido Constitucional. En un documento del Foreign Service de los Estados Unidos hay una copia de una hoja firmada por Oscar Vargas, aparentemente seudónimo de Arnoldo Ferrero, donde se denuncia que Ulate había amenazado a los candidatos del Partido Constitucional de la siguiente manera: “De ser internados EN CAMPOS DE CONCENTRACIÓN en caso de que estallara una guerra entre los Estados Unidos y Rusia” (Department of State y CIA-RDP82-00457R002700440001-7). Lo cierto es que las fuerzas armadas opositoras que se organizaban en Nicaragua no boicotearon las elecciones.

Al ser las primeras elecciones luego de la guerra de 1948, estuvieron cargadas de elementos simbólicos que tenían por propósito legitimar el gobierno de la Junta. En La Nación se publicó un comunicado de Figueres que decía:

El 8 de diciembre memorable fecha religiosa y día de gloria nacional porque marca el nacimiento del prócer y caudillo desaparecido LEÓN CORTÉS en memoria de quien, por haber sido máximo inspirador de los derechos ciudadanos, se permite invocar al pueblo para que concurra a depositar su voto… La voz de las armas se ha extinguido para darle paso a la voz popular, cuya expresión se patentiza en los comicios electorales (La Nación, 5 de diciembre de 1948, 1).

La figura de León Cortés ya había sido utilizada por la Junta como elemento legitimador. Desde el mismo día en que tomó el poder, oficiales del Ejército de Liberación Nacional llevaron una ofrenda floral a su tumba y días después la prensa comunicó que su retrato había sido colocado de nuevo en la Casa Presidencial. De este escenario que antecede a la invasión se puede deducir que existía un ambiente nacional de tensión e incertidumbre ante la amenaza de un nuevo enfrentamiento armado; además, los rumores de invasión circularon fuera del territorio costarricense y fueron motivo de comunicados de diplomáticos. El gobierno de la Junta en su intento por evitar la invasión recurrió a la persecución y represión de sus enemigos políticos que creó el escenario propicio para que el sector calderonista justificara el uso de la violencia.

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