Anécdotas con periodistas (6)
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Una vez, después de una reunión con periodistas, uno de ellos le interrogó:
—¿Qué fue lo mejor del encuentro?
—El almuerzo, respondió Figueres.
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Alguna vez comentó a los periodistas que lo entrevistaban sobre si había escrito o no un discurso al financista norteamericano Robert Vesco: «es preferible que yo redacte las proclamas a ese hombre, antes que éste se las escriba al Presidente».
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En una oportunidad, Figueres invitó a un almuerzo navideño a los periodistas. En ese entonces estaba promoviendo la olla de carne y la incaparina para la alimentación de las familias de escasos recursos. La comida fue precisamente eso: olla de carne enlatada y un refresco de incaparina.
Quizá molesto, un diarista en tono mordaz le expresó que el refresco estaba muy bueno, que si le podía dar la receta para así alimentar a su perro.
—»Si se lo da al perro podría morirse», contestó el entonces presidente.
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En el curso de una polémica con el columnista de La Nación Enrique Benavides -ya fallecido- sobre los criterios económicos y administrativos de Figueres, éste le envió una carta al primero donde se refiere «al ilustrado autor del Crimen de Colima (del libro, no del crimen)».
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Don Pepe visitó la zona de San Ignacio de Acosta, acompañado por miembros de diferentes cámaras patronales. De un momento a otro quiso señalar algo importante, y entonces exclamó: ¡cámaras vengan! Los representantes patronales de inmediato se le acercaron; pero, muerto de risa, Figueres les dijo que a quienes había llamado era a las cámaras de televisión para que hicieran unas tomas.
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¡Cómo nos vacilaba!
Eduardo Amador
Siempre fue noticia. Donde se le viera, cualquier periodista prefería correr el riesgo de recibir una «patochada» por respuesta, si estaba de mal humor, que dejarlo ir sin preguntarle.
En los últimos años de su vida, los comunicadores jóvenes se molestaban con el tono socarrón e irónico con que respondía a sus requerimientos: «¿Cómo me dijo?, «la política, ¿con qué se come eso?» Eran las formas tradicionales con que los «vacilaba» y eludía responder a alguna pregunta a la que no quería referirse.
Sin embargo, quienes tuvieron oportunidad de compartir con él, por lo menos durante su último período de Gobierno (1970-1974), lo consideran una fuente inagotable de noticias y un verdadero maestro a la hora de dar las conferencias de prensa, pues él pretendía que todos aprendieran sin presionar absolutamente a nadie.
Los «viejos» informadores se vanaglorian del acceso que solían tener con don Pepe. Si él no podía hablar porque estaba muy ocupado, ponía a su vocero, al periodista Orlando Núñez Pérez, a dar declaraciones que en un todo expresaban los puntos de vista del entonces Jefe de Estado.
Wilfredo Chacón, corresponsal de la Agencia Centroamericana de Noticias (ACAN-EFE), quien laboraba en aquel tiempo con La República, recordó que Figueres no se guardaba absolutamente nada, y que eso le valió muchos problemas, pues a la prensa le contaba todo, sin pedir, como hoy hacen la mayoría de los políticos, que se guarde la fuente.
Bosco Valverde trabajaba en ese entonces para el Diario de Costa Rica y manifestó que don Pepe era un hombre muy inteligente del cual aprendió mucho.
William Céspedes, empleado en ese entonces de Canal 11, declaró que lo más importante de don Pepe fue que siempre mantenía un canal abierto para los periodistas, que se allegaban sin problemas y sin que se hiciera rogar, como ocurre hoy día.
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